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Como los carmelitas descalzos hacía ya muchos años que habían abierto casa en Savona, y cambiado también de sitio varias veces, finalmente, incitados por nuestros émulos en esta coyuntura, pensaron conseguir un lugar en frente de nuestra iglesia y casa, con una calle solamente entre medio, que podía tener 20 palmos de ancha. De nada sirvieron las exenciones, ni otras protestas o citaciones que se hicieron en muchos tribunales. Y los Padres escribieron a Roma. Yo mismo hablé con el Padre Procurador General de aquéllos. No se conseguía más que buenas palabras. Finalmente, viendo que las arreglos religiosos no fructificaban, se puso la causa en la Congregación de Obispos y Regulares, donde emitieron un decreto a nuestro favor. Con esto se los intimidó, aunque los carmelitas replicaron y buscaron la ayuda que pudieron. Viendo las decisiones de la Sagrada Congregación a favor de las Escuelas Pías, pensaron emplear otros medios para llegar a su intento. Se sirvieron de algunos Señores principales de Savona y de Génova, y también de los Magistrados y el Gobernador mismo de la ciudad, de éste con amenazas, de los otros con halagos, ofreciéndoles canonicatos y otros beneficios e ingresos opulentos, que prometían darles en vida de ellos, con tal de que lo exigieran a favor suyo. | Como los carmelitas descalzos hacía ya muchos años que habían abierto casa en Savona, y cambiado también de sitio varias veces, finalmente, incitados por nuestros émulos en esta coyuntura, pensaron conseguir un lugar en frente de nuestra iglesia y casa, con una calle solamente entre medio, que podía tener 20 palmos de ancha. De nada sirvieron las exenciones, ni otras protestas o citaciones que se hicieron en muchos tribunales. Y los Padres escribieron a Roma. Yo mismo hablé con el Padre Procurador General de aquéllos. No se conseguía más que buenas palabras. Finalmente, viendo que las arreglos religiosos no fructificaban, se puso la causa en la Congregación de Obispos y Regulares, donde emitieron un decreto a nuestro favor. Con esto se los intimidó, aunque los carmelitas replicaron y buscaron la ayuda que pudieron. Viendo las decisiones de la Sagrada Congregación a favor de las Escuelas Pías, pensaron emplear otros medios para llegar a su intento. Se sirvieron de algunos Señores principales de Savona y de Génova, y también de los Magistrados y el Gobernador mismo de la ciudad, de éste con amenazas, de los otros con halagos, ofreciéndoles canonicatos y otros beneficios e ingresos opulentos, que prometían darles en vida de ellos, con tal de que lo exigieran a favor suyo. |
Última revisión de 17:39 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 17 Ataques e inquietud movidos contra los nuestros Por los carmelitas descalzos en Savona [1646]
Como los carmelitas descalzos hacía ya muchos años que habían abierto casa en Savona, y cambiado también de sitio varias veces, finalmente, incitados por nuestros émulos en esta coyuntura, pensaron conseguir un lugar en frente de nuestra iglesia y casa, con una calle solamente entre medio, que podía tener 20 palmos de ancha. De nada sirvieron las exenciones, ni otras protestas o citaciones que se hicieron en muchos tribunales. Y los Padres escribieron a Roma. Yo mismo hablé con el Padre Procurador General de aquéllos. No se conseguía más que buenas palabras. Finalmente, viendo que las arreglos religiosos no fructificaban, se puso la causa en la Congregación de Obispos y Regulares, donde emitieron un decreto a nuestro favor. Con esto se los intimidó, aunque los carmelitas replicaron y buscaron la ayuda que pudieron. Viendo las decisiones de la Sagrada Congregación a favor de las Escuelas Pías, pensaron emplear otros medios para llegar a su intento. Se sirvieron de algunos Señores principales de Savona y de Génova, y también de los Magistrados y el Gobernador mismo de la ciudad, de éste con amenazas, de los otros con halagos, ofreciéndoles canonicatos y otros beneficios e ingresos opulentos, que prometían darles en vida de ellos, con tal de que lo exigieran a favor suyo.
Quisieron comprar nuestra casa, prometiendo conseguir el beneplácito apostólico, para poderse dividir el precio entre ellos, además de otras capellanías que querían darles durante la vida de ellos de sesenta y más escudos al año, por capellanía en las dos iglesias de las monjas carmelitas descalzas.
Fueron tantos los asaltos y los ofrecimientos, y los altercados que ponían a nuestros pobres Padres, que alguno de ellos comenzaron a titubear. Efectivamente, pidieron el Breve apostólico para hacerse Curas, y alguno se salió y se hizo cura secular. Pero todos los demás permanecieron firmes en su vocación, y no aceptaron ni las ofertas ni las amenazas que les hacían.