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Este Religioso nuestro vistió nuestro Santo Hábito en diciembre de 1622, cuando ya era sacerdote. Se llamaba D. Antonio Vitali, nacido en el pueblo de Bastia, no lejos de la ciudad de Asís, en Umbría. Tomó el nombre de P. Antonio María [Vitali] de la Anunciación. Hizo la profesión solemne cumplidos los dos años de noviciado, en diciembre de 1624, en manos de N. V. P. Fundador, en Roma. | Este Religioso nuestro vistió nuestro Santo Hábito en diciembre de 1622, cuando ya era sacerdote. Se llamaba D. Antonio Vitali, nacido en el pueblo de Bastia, no lejos de la ciudad de Asís, en Umbría. Tomó el nombre de P. Antonio María [Vitali] de la Anunciación. Hizo la profesión solemne cumplidos los dos años de noviciado, en diciembre de 1624, en manos de N. V. P. Fundador, en Roma. |
Última revisión de 17:40 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 11 Muerte del Padre Antonio María de la Anunciación [1647]
Este Religioso nuestro vistió nuestro Santo Hábito en diciembre de 1622, cuando ya era sacerdote. Se llamaba D. Antonio Vitali, nacido en el pueblo de Bastia, no lejos de la ciudad de Asís, en Umbría. Tomó el nombre de P. Antonio María [Vitali] de la Anunciación. Hizo la profesión solemne cumplidos los dos años de noviciado, en diciembre de 1624, en manos de N. V. P. Fundador, en Roma.
Fue muy bien conocido por mí, que escribo. Exteriormente mostraba ser puntual en la observancia regular, y deseos de hacer mucha penitencia; se humillaba y se despreciaba mucho cuando hablaba de sí mismo. Tenía una gran estima de la obediencia. Era muy querido de nuestros Superiores, y tenía para con ellos una grandísima reverencia, hablándoles siempre de rodillas, aunque era sacerdote y de edad de unos 40 años, cosa verdaderamente ordenada en nuestras Constituciones en general, pero no muy usada cuando uno era sacerdote, y a esa edad.
Mostraba ser en sumo grado reverente y obsequioso de N. V. P. Fundador y General, de lo que incluso era reprendido algunas veces, como de cosa afectada. Lo mismo que hacía aquel gran siervo de Dios, me refiero al V. Padre Santiago [Graziani] de San Pablo: y era porque querían a sus Religiosos observantes, sí, pero no afectados en sus acciones, pues parecía más hipocresía que observancia en sus actos.
Como aquellos primeros años estaban muy estrechos de habitaciones en San Pantaleón, los Superiores solían nombrar un oficial para ver la suciedad de las celdas y camas, sobre todo en lo relativo a los orinales. Al que faltaba en esto se le imponía alguna mortificación en el refectorio, como quitarle alguna cosa de lo acostumbrado que se daba como alimento.
Así pues, este P. Antonio María de la Anunciación, casi cada mañana dejaba el orinal poco menos que lleno, casi mostrándolo, como diciendo; “Helo ahí”. Esto le disgustaba al Superior, que le reprendía por ello y lo mortificaba; pero él no se enmendaba, bajo pretexto (decía) de querer ser mortificado y humillado. Acostumbraba también a ir a pedir licencia al Superior para ir a los lugares comunes para las necesidades naturales, y para ir a lavarse la cara al lugar acostumbrado del lavamanos. Prefería más bien sufrir que hacer estas, y otras cosas, sin licencia. Yo mismo recuerdo haberlo oído muchas veces pedir tales permisos, y ser reprendido también por los mismos Superiores porque eran cosas afectadas y fuera de tiempo: pero para nada se preocupaba por ser reprendido y mortificado; así decía.
Pues bien, este P. Antonio María, tan reverente a sus Superiores, y especialmente a N. V. P. Fundador y General, y tan deseoso de mortificación, vileza o humillación, cuando N. V. P. Fundador fue suspendido del cargo de General, se le puso tan en contra, uniéndose al P. Mario [Sozzi] y al P. Esteban [Cherubini] y a sus otros secuaces, que todos se admiraron y escandalizaron, no sólo por perderle el respeto, sino por hablar mal de él con cualquiera con quien conversaba; pero sólo en cuanto al gobierno, alabando mucho el gobierno de los Padres Mario y Esteban, el cual me dijo incluso a mí que no había querido nunca avenirse a razones; a ninguna de cuantas razones se le daban. Estando yo en en Nápoles, y habiendo escrito a uno de los nuestros que saludara a dicho P. Antonio María, me respondió lo que sigue:
“Por lo demás, no he hecho la recomendación al P. Antonio porque, “est mutatus ab illo, et male loquitur de Patre nostro et sociis eius” [Notas 1], y corre adonde le lleva el viento, etc.
De Frascati a 25 de febrero de 1645”.
La bondad del Sumo Dios, que dijo: “Nolite tangere Christos meos” -y que cubrió de lepra a María porque había hablado mal de Moisés, su hermano- en el mes de octubre de 1646, de improviso, envió no sé qué grandes dolores al P. Antonio María de la Anunciación; tan vehementes que no se encontraban remedios que le pudieran ayudar algo. Y, berrando como un toro, en pocas horas pasó de esta vida a la eternidad, con gran terror de todos, cuando supieron lo sucedido, y cómo había querido cambiar su pensamiento contra su V. P. Fundador.
Notas
- ↑ Ha cambiado con respecto a él, y habla mal de nuestro Padre y de sus compañros.