Diferencia entre revisiones de «Villacarriedo (ES) Colegio y casa de formación»

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*Díaz, I. Historia del colegio de PP. escolapios de Villacarriedo, Reinosa, A. Andrey, 1924
 
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Mapa de la demarcación
Vista aérea del colegio escolapio de Villacarriedo
Aviso de contenido

Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual

Datos

Demarcación Castilla

(1746- )

Fundación.

Don Antonio Gutiérrez de la Huerta escribió en testamento (7-7-1736) las bases para una fundación escolapia en su pueblo natal y se otorgó la escritura pública dos años más tarde entre el P. Provincial, Juan Crisóstomo Plana, y el sobrino del fundador. Inmediatamente se preparó un edificio sobre la casa de D. Antonio; pero tanto el edificio como la fundación estuvieron rodeados de múltiples pleitos y sometidos a la voluntad de distintas autoridades. El permiso oficial del rey, Felipe V, llegó el 19-5-1746 cuando el inmueble tenía capacidad para albergar doce profesores, diez internos, dos criados y locales para cinco aulas; la finca ocupaba unos 2.600 metros cuadrados. Así las cosas el 12 de junio siguiente los escolapios tomaron posesión de la fundación, el 13 inauguraron el colegio; la primera comunidad estuvo formada por los PP. Agustín Paúl, Francisco Aibar, Antonio de San Joaquín, Bernardo Díaz, Bernardo Calomarde, Pedro Mur y los HH. Blas García y Diego Fernández. Los dos primeros acontecimientos históricos que se reseñan fueron la elección de la Virgen de la Portería como responsable de la salud del colegio al no haber en la merindad médico alguno (1746) y las fiestas celebradas con motivo de la beatificación de San José de Calasanz cuya brillantez ayudó al relanzamiento de la nueva fundación (1748).

Desarrollo histórico.

El colegio-casa original de Villacarriedo, si bien se había preparado según los designios del fundador, reunía condiciones precarias. Ya en 1752 comenzaron las obras trayendo el agua potable desde la faldas del Jiniro y construyendo un lavadero público; este tema del agua debió resolverse en distintos momentos posteriores y por su importancia se le dedicará su correspondiente párrafo. Por otra parte, desde los primeros momentos llovían los alumnos y se solicitaban plazas para los mismos, siendo de todas condiciones; ello provocó el aviso del P. Provincial (5-6-1759) por medio de un mandato-circular prohibiendo admitir internos sin pagar, como se estaba haciendo, llevados los religiosos por la generosidad. El 20-10-1762 deciden usar las alhajas del fundador para dorar el altar y decorar la iglesia; también se dedicaron estipendios de misas especiales y otras limosnas sacadas de la predicación; no obstante nunca se eludieron los compromisos de la fundación, en contra de lo afirmado por ciertos cronistas sobre el Saro, que fue desestimado. Si veinte años antes el Provincial llamaba la atención sobre la admisión de internos el 15-4-1779 lo tiene que hacer por razón de los locales: eran insuficientes e inadecuados. Pero como por varias razones la economía era bollante (sostenía el noviciado y el juniorato, había dado una fuerte limosna para dorar el altar del colegio de Archidona y había condonado la deuda que tenía la comunidad de Almodóvar), al tomar posesión el rector P. Fulgencio Gil, en agosto de 1784, decide: alargar la parte oeste del edificio para habitaciones del internado, hacer un monumento al Fundador, José de Calasanz, en su altar y subir un tanto la pensión de los alumnos internos. El 24-7-1789 enviaría una fuerte cantidad de dinero para ayudar a concluir la iglesia del colegio de San Fernando de Madrid. Pero no acabaron las obras y las limosnas: en 1806 se rehizo la linterna de la iglesia, aunque los proyectos eran mayores, que hubieron de cambiarse por el parecer del maestro de obras Sr. Alday; en 1808 se ayudó con una fuerte limosna a las monjas de clausura del Canal y hubo que abonar las tasas exigidas por el gobierno para la guerra. Desde 1814 a 1840 las fuertes dificultades nacidas de las guerras pusieron en trance la vida del colegio. En 1814 con la guerra de la independencia, ante las tropas que saqueaban cuanto estaba en sus manos, trasladaron lo vasos sagrados a la ermita de San Bartolomé; y aunque el colegio siempre estuvo abierto, del 9-11-1809 al 30-11-1814 no hubo comunidad propiamente dicha; muchos religiosos se desperdigaron, aunque luego la mayoría volvió. El 15-8-1838 con la guerra de sucesión, por razones de bandos (isabelinos y carlistas) la Diputación provincial y el ayuntamiento de Santander piden al jefe del ejército, conde de Luchana, el traslado del colegio escolapio de Carriedo a la capital. Así fue. No obstante tres religiosos quedaron en Villacarriedo y mantuvieron la actividad escolar, aunque muy dimidiada -parte de la primaria-, guardando los bienes. El resto de la comunidad, siete religiosos trasladaron parte de sus enseres a la casa-palacio «La Compañía» hasta el mes de noviembre, y luego al recién creado «Instituto Cántabro», abierto en el palacio convento de «Santa Clara»; el alumnado fue muy abundante y los escolapios queridos por la ciudad; cuando acabó la guerra y el curso 1839-1840 solicitaron a la Junta poder volver a su casa de Carriedo, lo que se concedió el 23 de agosto. Las gentes de la capital, del Instituto Cántabro, se quejaron; no obstante los escolapios llegaron a su casa que hubieron de arreglar de los múltiples desperfectos en el internado, aulas y distintos locales. Con ellos se llevaron muchos de los alumnos de Santander. A partir de este momento el colegio debe ir año tras año saliendo al paso de todas las exigencias de la pedagogía y, consecuentemente, transformando el edificio de tal modo que en distintas remodelaciones cambia la faz primitiva; en 1857 se levanta en la parte norte un cuerpo de edificio para internado y para locales complementarios de higiene; en 1874 se construye el gimnasio, obra no bien vista por algunos religiosos, que la creían superflua en una población rural (el material fue regalado por el exalumno F. Javier Gutiérrez Cosío); en 1885 se compra una casa contigua al colegio, cuyo terreno había de servir de jardín para adecentar la portería nueva; luego se prepararía un depósito de agua para 70.000 litros; con el cambio de siglo (1900) se colocó el alumbrado de acetileno, se revistió de azulejos parte del inmueble, se mejoraron la biblioteca y los gabinetes de química y ciencias naturales; merece atención la iniciativa del P. Bonifacio Sáinz de crear (1910) la sociedad «Hispano Carredana, S. A.» de automóviles para ayudar y mejorar el transporte de los alumnos, sociedad que duró varios años, aún después de haberla abandonado los escolapios; en 1912 se levantó una nueva ala del internado. Toda esta cantidad de obras llevó a conseguir un gran colegio-internado, adecuado a las necesidades del momento y muy alabado por distintas personalidades; baste citar a este respecto la visita de los infantes D. Carlos y Dña. Luisa el 5-8-1915, la visita de los mismos reyes D. Alfonso XIII y Dña. Victoria Eugenia el 1-9-1916 quienes se deshicieron en elogios, así como los acompañantes. El 27-8-1917 se celebró con toda solemnidad las fiestas del tercer centenario de la fundación de las Escuelas Pías, con una misa pontifical, presidida por el nuncio Mons. Ragoneri; con tal evento se publicó una Memoria (Madrid, Ed. Revista Calasancia, 1918). La guerra civil española puso fin a una marcha tan triunfante; primero murieron seis religiosos de la comunidad en la persecución contra ellos; después, las dificultades de competencia con otras instituciones educativas, más potenciadas en los últimos tiempos, han hecho de un centro prestigioso escolapio una obra que debe luchar para su mantenimiento.

Desarrollo pedagógico.

El desarrollo histórico va parejo al pedagógico. El colegio comenzó impartiendo primeras letras, latinidad y humanidades aunque en las bases de fundación se citaban estudios superiores. Y el comienzo de la tarea fue de tal categoría que en el mes de junio de 1751 se tuvo la primera academia, preparada por el P. Paúl y sus seguidores, presidida por D. Andrés de Bustamante, obispo de Palencia, ejerciendo de mantenedor un sobrino de éste, alumno del colegio, Agustín Antonio Rivero de Bustamante. Se conoce el primer reglamento de colegiales del 5-6-1759. El número de alumnos crece tanto que el 23-6-1776, como se ha indicado arriba, el P. Provincial manda no admitir más internos mientras no se habiliten locales adecuados. En 1765 las autoridades del Valle recuerdan a los escolapios los compromisos de su fundación: abrir cátedras de filosofía; sin embargo nunca fue abundante el alumnado a no ser por la presencia de los clérigos escolapios; esto se hizo en 1781 estableciendo dos cátedras: teología escolástica y moral. De 1790 datan los primeros libros de registro y matrícula de alumnado, sus orígenes, sus logros. Era costumbre de las Escuelas Pías celebrar misa para los alumnos al final de la mañana; pero ese compromiso resultaba bastante oneroso para el celebrante, por lo que se solicitó en el Capítulo local que pudiera adelantarse a las primeras horas; tal propuesta no fue bien vista porque rompía con la tradición, de ahí que no se consiguió llevar a la práctica hasta 1794.

De septiembre de 1818 data la orden del ministerio de Gracia y Justicia por la que se dan validez oficial a los estudios de matemáticas y filosofía cursados en el colegio de Villacarriedo, como en todos los de la Provincia de Castilla. Pero a partir de la mitad de siglo XIX comienza a estructurarse todo lo referente a la educación en España y el colegio ha de someterse a las nuevas legislaciones. El 10-7-1844 hay una inspección por orden del ministerio de la Gobernación y la realiza D. Francisco del Busto, gobernador de Santander; fue muy útil pues allanó trabas nacidas de la fundación con vistas a adquirir terrenos aptos para recreo y de ese modo se compró una finca contigua de 66 carros de área; vista la importancia de los idiomas extranjeros, particularmente del francés, a partir del 1 de septiembre del año siguiente se enseña libremente a los alumnos que lo soliciten. Así, poco a poco, se llega a 1872 en que se cuentan clases de música, dibujo, gimnasia, francés e inglés, llamadas clases de adorno e impartidas por profesores seglares. En 1902 el ministerio de la Gobernación declara al colegio de «Beneficencia particular» con lo cual queda eximido de varios impuestos. Al comienzo de este apartado se habló de la primera academia; ahora hay que hablar de la última gran academia, celebrada el 23 de noviembre de 1913 en honor del patrono de la juventud, San José de Calasanz; se editó como Memoria (Santander, Lib. Religiosa B. Hernández y Hno., 1914). Últimamente y con el cambio de las circunstancias de los últimos tiempos se ha dado una transformación importante: en el curso 1976-1977, los alumnos del ayuntamiento de Villafufre engrosan el alumnado del colegio en la fórmula de concentración estatal, de ahí que el transporte y el comedor sea subvencionado por el ministerio de Educación. Los alumnos y alumnas de Villacarriedo, con los profesores estatales trabajan en las aulas del mimo colegio. Como se ha dicho arriba, las circunstancias hacen incierto el futuro de un colegio de tan gran historia.

Otros datos.

La iglesia.

Su portada, estilo románico, de banda lombarda con dos cuerpos y el frontis semicircular con el escudo del fundador. Tiene tres naves; en las bóvedas de las laterales hay tribunas en la parte superior y cuatro capillas en la inferior; ábside semicircular y crucero con cúpula. El retablo del altar mayor con un tríptico; en el plano central San Antonio, por el fundador, y San Martín, patrono del pueblo; en los laterales La Trinidad y Jesús con la Cruz a cuestas; arriba la Inmaculada. Estilo churrigueresco.

El agua.

En 1752 se trajo el agua del mismo manantial del Jiniro por tubería cubierta a expensas del colegio y con el visto bueno del vecindario; el pueblo se aprovecharía de la sobrante; cuando al poco tiempo hubo de levantar un lavadero cerrado ciertos ediles pusieron dificultades y a prueba la bondad de los religiosos, hasta que la Cancillería de Valladolid fallaba en 1782 a favor del colegio. A los pocos años el municipio comenzó a poner impuestos sobre las aguas usadas; pero se recurrió porque la orden municipal hablaba de los servicios costeados por fondos municipales (1877). Todo ello fue llevando al colegio de pleito en pleito, hasta que fue declarado de «Beneficencia particular».

Casa de formación.

Desde 1746 hubo noviciado en la casa de Villacarriedo; luego eran llevados a la casa profesa de Madrid. A final de este siglo son enviados los jóvenes escolapios a estudiar la filosofía. Era tal la fama que había conseguido la casa de formación que en 1760 un alumno, en el lecho de morir, pide la profesión en la Orden y en 1761 un seglar de la población la emite. El 30-5-1820 llega la orden desde Santander y presentada por el alcalde de la población prohibiendo que los novicios emitieran la profesión; el 24 de marzo de 1845 se hacía una gran fiesta religiosa y profana para celebrar el restablecimiento de la Orden escolapia y abrir los noviciados. Solamente en el presente siglo volvió a ser casa de formación como aspirantado.

Acciones caritativas y pastorales.

Dentro de los programas pedagógicos de los colegios escolapios se conjugaban las actividades académicas con las religiosas; así se hizo en Carriedo. De ellas quedan bellos recuerdos: los oratorios de los niños. Pero merece especial mención «la perola»: costumbre caritativa de dar comida a los pobres que llamaban a la puerta. El rector P. Manuel Sáinz asistía diariamente al reparto y aprovechaba para dirigir palabras espirituales a los solicitantes. Pero lo importante es que esta acción se culminaba con la comida dada a los alumnos gratuitos, costumbre que luego y a la vez se repetía en varios colegios escolapios.

Otros datos o anécdotas.

Se ha dicho cómo la Virgen de la Portería fue encargada por el P. Paúl para cuidar de la salud de los colegiales y religiosos. En 1796 el P. rector procuró traer al colegio un médico y cirujano por el que se pagaba un pan, cinco reales y una libra de carne al día. Unos años más tarde y para divertimento de los religiosos (1803) el P. rector de la época tuvo a bien encargar una mesa de billar, pues los inviernos eran lluviosos y tristes. En 1880 se construyó un puente sobre el Pisueña; los PP. Narciso Peña y Elias Ruiz intervinieron ante Isabel II, solicitando tal obra cuando la reina visitó Alceda.

Exalumnos.

Verdaderamente el número de alumnos que pasaron por las aulas del colegio de Villacarriedo ha sido muy grande; personas de gran talla, dirigentes eclesiásticos, militares, literatos, hombres de ciencia y empresa; es imposible citar a todos ellos. Baste algunos nombres: Luis Lastra y Cuesta, cardenal de Sevilla; Pedro Lagüera y Menezo, obispo de Burgo de Osma; Antonio García Fernández, obispo de Segovia; Fulgencio Gutiérrez Colomer, auditor de la Rota; Pedro Gómez Oreña y Zoilo Quintanilla García, catedráticos de Corbán; más de noventa escolapios, alumnos del colegio, sin contar quienes tuvieron la casa de formación en aquél; y pasan del centenar la lista de un auténtico «cuadro de honor»; personajes de hoy pueden figurar en él: Eduardo Regatillo, canonista, Emilio Botín, banquero, León Felipe, literato.

Superiores

Persona Año
Agustín Paúl 1746
Martín Martínez 1748
Juan Losa 1754
Tomás Calle 1758
Manuel Gascón 1759
Joaq. de la Madre de Dios 1760
Pablo Muñoz 1766
Policarpo José Pérez 1769
Vicente Sánchez 1775
Alejo Ruiz 1778
Isidoro Garrido 1781
Fulgencio Gil 1784
Plácido Ruiz 1790
Alberto Gutiérrez 1791
Manuel Sáinz 1794
Agustín González 1804
Agustín Díaz 1807
Manuel Sáinz 1810
Anselmo Díaz 1815
Francisco Ruiz 1818
Anselmo Díaz 1827
Francisco Ruiz 1830
Gregorio Cuesta 1833
Julián Alejandre 1835
Gregorio Cuesta 1839
José García 1848
Narciso Peña 1854
Gregorio Cuesta 1858
Narciso Peña 1865
Gregorio Cuesta 1869
Tomás Fernández 1871
Modesto Peña 1872
Juan Argüeso 1875
Marcelino Ortiz 1879
Juan Argüeso 1890
Pedro Pascasio Pérez 1891
Pedro Díaz 1896
Andrés Fernández 1900
Antonio Díaz 1902
Bonificaio Sáinz 1909
Emilio Ruiz 1911
Claudio Sedaño 1915
Bernabé Peña 1919
Justo Barrasa 1924
José Olea 1928
Antonio Ballesteros 1931
Jacinto Ruiz 1940
Avelino Fernández 1940
Ángel Navarro 1943
Narciso Pérez 1949
Maximiliano Diez 1955
Antonio Jara 1961
David García 1964
Jesús Echanojáuregui 1967
Valeriano Rodríguez 1970
José Antonio Simón 1973
Laureano Gómez 1975
Valeriano Rodríguez 1976
Rafael Peña 1892

NOTA: Rafael Peña no sabemos si es de 1892 y está mal ordenado o es que realmente es de 1982

Bibliografía

  • Díaz, I. Historia del colegio de PP. escolapios de Villacarriedo, Reinosa, A. Andrey, 1924
  • Memorias escolares
  • Archivo Provincia Cast
  • Archivo de la casa.

Redactor(es)

  • Claudio Vilá, en 1990, artículo original del DENES I