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El P. General permaneció diez días en Viena, tiempo que dedica a visitarlas las cabezas coronadas y mitradas, y los grandes próceres de la Corte. Se dignaron recibirlo, una y otra vez, el Augustísimo Emperador de Romanos Leopoldo I; la Augustísima Emperatriz Leonor Magadalena Teresa; el Augusto José I, Rey de Romanos; el Archiduque de Austria Carlos, con palabras de apoyo. Y no fue recibido con menos benevolencia y ofrecimiento de ayuda por el Eminentísimo Cardenal de Kolonicz, Arzobispo de Esztergom; por el Ilmo. y Rvmo. Sr. Janara, Nuncio Apostólico, Arzobispo de Damasco; por el Excelso y Rvmo. Obispo de Viena, conde de Trauthson. Además fue a ver al Excelso Príncipe de Dietrichstein, Prefecto de la Suprema Corte Imperial, (fundador) de Nikolsburg y Lipnik; al Excelentísimo D. Herman Jacobo Czernin, Mariscal Supremo del Reino de bohemia, de Boleslav; al Ilmo. Sr. Conde Leopoldo Carlos de Hoyos, fundadores generosísimos de nuestra casa de Horn; además a los Excelsos Príncipes Antonino Florián de Lichtenstein, de Salmis, de Schvarzenburg; a los Excmos. Condes de Harrach y Kinsky, y también al Ilmo. Embajador de Saboya antes su Majestad Imperial. Los favores singulares ofrecidos por ellos aumenta la esperanza de que nuestra Orden sea admitida en un futuro próximo en la santa capital. | El P. General permaneció diez días en Viena, tiempo que dedica a visitarlas las cabezas coronadas y mitradas, y los grandes próceres de la Corte. Se dignaron recibirlo, una y otra vez, el Augustísimo Emperador de Romanos Leopoldo I; la Augustísima Emperatriz Leonor Magadalena Teresa; el Augusto José I, Rey de Romanos; el Archiduque de Austria Carlos, con palabras de apoyo. Y no fue recibido con menos benevolencia y ofrecimiento de ayuda por el Eminentísimo Cardenal de Kolonicz, Arzobispo de Esztergom; por el Ilmo. y Rvmo. Sr. Janara, Nuncio Apostólico, Arzobispo de Damasco; por el Excelso y Rvmo. Obispo de Viena, conde de Trauthson. Además fue a ver al Excelso Príncipe de Dietrichstein, Prefecto de la Suprema Corte Imperial, (fundador) de Nikolsburg y Lipnik; al Excelentísimo D. Herman Jacobo Czernin, Mariscal Supremo del Reino de bohemia, de Boleslav; al Ilmo. Sr. Conde Leopoldo Carlos de Hoyos, fundadores generosísimos de nuestra casa de Horn; además a los Excelsos Príncipes Antonino Florián de Lichtenstein, de Salmis, de Schvarzenburg; a los Excmos. Condes de Harrach y Kinsky, y también al Ilmo. Embajador de Saboya antes su Majestad Imperial. Los favores singulares ofrecidos por ellos aumenta la esperanza de que nuestra Orden sea admitida en un futuro próximo en la santa capital. | ||
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Última revisión de 12:40 14 mar 2019
[1695, de Octubre a Diciembre]
24 de octubre de 1695. Después que el 24 de octubre de 1695 (día feliz, fausto y afortunado para la Provincia Germana y para toda la Orden Ultramontana de las Escuelas Pías) llegara de Roma, de donde había salido el 22 de septiembre, en un rápido viaje a Viena, la metrópoli de Austria inferior y residencia de la Majestad Imperial y Real de Romanos, el Prepósito General de la Orden citada, el Muy Rev. P. Juan Francisco de S. Pedro FOCI, Gian Francesco de Módena, con autoridad de Comisario y Delegado Apostólico para hacer una Visita General a la orden en sus provincias de Germania, Polonia y Hungría, habiendo sido avisado a tiempo el R. P. José [Baumann] de Sta. Catalina, Provincial de Germania con el P. Antonio de S. José su secretario, como un comienzo feliz de lo que faltaba por venir, dio la bienvenida gozoso al mismo P. General, con el P. Antonio de S. José DEL MONTE, Antonio , su secretario, y el H. Francisco María [Gambini] de S. José, compañero operario, cuando ya estaba avanzada la tarde, abrazándolos con respeto.
El P. General permaneció diez días en Viena, tiempo que dedica a visitarlas las cabezas coronadas y mitradas, y los grandes próceres de la Corte. Se dignaron recibirlo, una y otra vez, el Augustísimo Emperador de Romanos Leopoldo I; la Augustísima Emperatriz Leonor Magadalena Teresa; el Augusto José I, Rey de Romanos; el Archiduque de Austria Carlos, con palabras de apoyo. Y no fue recibido con menos benevolencia y ofrecimiento de ayuda por el Eminentísimo Cardenal de Kolonicz, Arzobispo de Esztergom; por el Ilmo. y Rvmo. Sr. Janara, Nuncio Apostólico, Arzobispo de Damasco; por el Excelso y Rvmo. Obispo de Viena, conde de Trauthson. Además fue a ver al Excelso Príncipe de Dietrichstein, Prefecto de la Suprema Corte Imperial, (fundador) de Nikolsburg y Lipnik; al Excelentísimo D. Herman Jacobo Czernin, Mariscal Supremo del Reino de bohemia, de Boleslav; al Ilmo. Sr. Conde Leopoldo Carlos de Hoyos, fundadores generosísimos de nuestra casa de Horn; además a los Excelsos Príncipes Antonino Florián de Lichtenstein, de Salmis, de Schvarzenburg; a los Excmos. Condes de Harrach y Kinsky, y también al Ilmo. Embajador de Saboya antes su Majestad Imperial. Los favores singulares ofrecidos por ellos aumenta la esperanza de que nuestra Orden sea admitida en un futuro próximo en la santa capital.
4 de noviembre. Por lo cual el P. General, llegado felizmente con los suyos a Nikolsburg el 4 de noviembre, le envió una carta al P. Plácido de S. Bernardo, que era entonces el Rector de la casa de Horn, encargándole negocios, y en los meses siguientes le envió otras desde Varsovia en Polonia, animándole a tener éxito, sin dudar que durante ese tiempo se estaba trabajando en los foros competentes en tan graciosa causa, para que, si Dios lo quería, se pudieran recoger los frutos deseados.
A finales de diciembre. Comenzó pues esta tarea el P. Plácido de S. Bernardo, y como no veía ningún camino por dónde empezar la tarea, pidió consejo primero repetidamente a su superior Provincial, y a un religioso de su casa que había recibido recientemente el sacerdocio, y fue a Viena, para explorar el orden y la manera y los medios más oportunos para conseguir su intento. Se asustó al ver que el asunto no sería fácil, así que, después de informar al P. General (al cual como Comisario de todo el asunto informaba de todo), poco después volví a casa tranquilamente. Con el consentimiento del P. Provincial, llamé a su secretario, el P. Martín de S. Bruno, para que viniera de Nikolsburg a Viena como compañero y testigo de la procuración, y así