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Después de la carta, o sea, Manifiesto, del P. Visitador jesuita, no estará fuera de sitio poner algunas líneas de una carta enviada a Nápoles, firmada de propia mano por dos de los Asistentes nuevos, en la que hablan, en parte, de los disgustos que les causó el P. Pietrasanta, jesuita, por su poca fidelidad en su oficio de Visitador Apostólico, sobre todo después de la muerte de Mario [Sozzi].
 
Después de la carta, o sea, Manifiesto, del P. Visitador jesuita, no estará fuera de sitio poner algunas líneas de una carta enviada a Nápoles, firmada de propia mano por dos de los Asistentes nuevos, en la que hablan, en parte, de los disgustos que les causó el P. Pietrasanta, jesuita, por su poca fidelidad en su oficio de Visitador Apostólico, sobre todo después de la muerte de Mario [Sozzi].

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CAPÍTULO 11 Declaración hecha Por los Asistentes nuevos [1644]

Después de la carta, o sea, Manifiesto, del P. Visitador jesuita, no estará fuera de sitio poner algunas líneas de una carta enviada a Nápoles, firmada de propia mano por dos de los Asistentes nuevos, en la que hablan, en parte, de los disgustos que les causó el P. Pietrasanta, jesuita, por su poca fidelidad en su oficio de Visitador Apostólico, sobre todo después de la muerte de Mario [Sozzi].

Declaración

Nosotros, los infrascritos, Asistentes de la Orden de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, elegidos por Breve Apostólico de Su Santidad Nuestro Señor Urbano VIII, para gobernar la misma Orden con voto deliberativo junto con el M. R. P. Silvestre Pietrasanta, Visitador, el P. Santino [Lunardi] de San Leonardo, ahora ausente de Roma, y el P. Mario de San Francisco, también Asistente, difunto, etc. Declaramos con la presente, y notificamos a todos por medio de nuestro juramento, cómo, habiendo muerto el P. Mario, al que permitió que gobernara la Orden solo, ha permitido que sea sustituido en su lugar por el P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles, a pesar de las informaciones que se le habían dado antes contra él, declarando, además, que no tenga que depender de nosotros; y ahora nos tiene sometidos al Superior, y nos obliga, en virtud de santa obediencia, y a obedecerle bajo pena de suspensión a divinis, sin haber sido publicado nuevo Breve, ni declarada aceptada la renuncia, que ni siquiera tiene ningún valor, al haber sido hecha a la fuerza, no con las debidas circunstancias, ni firmada por nosotros, y habiendo nosotros, como se ha visto, ejercitado el cargo después de ella, sin que se nos hubiera comunicado ninguna otra noticia.

Decimos todo esto, y lo testificamos con juramento, no porque pretendamos este gobierno, sino para que sea conocida la verdad por todo el mundo, y, por esto, se conozca todo el resto del nuevo gobierno, introducido con ocasión de la Visita, etc. En fe de la verdad hemos firmado la presente de mano propia.

En Roma, a 11 de febrero de 1644.

Juan Esteban [Spinola] de la Madre de Dios, firmo con mano propia cuanto arriba se dice

Juan Francisco [Bafici] de la Asunción firmo con mano propia cuanto arriba se dice

No me parece se pueda criticar que muestre aquí una carta de N. V. P. Fundador y General, que me escribió a mí, estando y en Nápoles, porque por ella se conoce también que todo nuestro mal nace de que el P. Pietrasanta quería demasiado al P. Esteban, que aspiraba a la destrucción de nuestra pobre Orden, idea, fácilmente, del P. Visitador jesuita.

Carta

Fuera: “Al P. Vicente [Berro] de la Concepción de los Padres de las Escuelas Pías. Nápoles.

Dentro: Pax Christi

Estos Emmos. Sres. se han informado perfectamente de que tenemos probabilidad, casi certeza, de que están para resolverse las cosas de la Orden, en beneficio de ella. No deje V. R. de mandar hacer oración, para que el Señor disponga todo a mayor gloria suya. Espero que cambien estos tiempos tan borrascosos, y se conozca quién ha tenido verdadero espíritu de hijo hacia la pobre Orden. Esto es cuanto por ahora debo decirle en respuesta a la suya del 15 del corriente.

Roma, a 20 de febrero de 1644”.

En otra, dice:

“En cuanto a nuestras cosas, esperamos que dentro de breve tiempo se arreglen, pues estos Sres. Eminentísimos delegados tienen buena intención, y se cuidarán de ello expresamente.

Siervo en el Señor, José de la Madre de Dios”.

Por todo esto, se va confirmando cada vez mejor lo de las cartas de arriba, y demostrando que el P. Pietrasanta nos ha causado el mayor mal que se hubiera podido hacer a los pobres Religiosos; porque los Sres. Cardenales, y Monseñor Asesor [Albizzi], se refería en todo y por todo a sus relaciones. Pero el Señor lo permitía todo para nuestro mayor bien, como se puede deducir de muchas cartas de N. V. P. Fundador General, dado que él así lo creía y lo recibía, exhortándonos a hacer lo mismo, como aquí abajo veremos, y con ello conoceremos su santidad.

Notas