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− | Fue tanta la rabia y el veneno que se tragó el Revmo. P. Silvestre Pietrasanta, como también el P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles, por el memorial entregado a Su Santidad en las Vísperas de la Epifanía, en presencia de tantos Padres, que -dejando de lado los límites de la conciencia, y obstinados por salir del cargo cumpliendo a perfección aquel dicho: “Nec tibi, nec mihi, sed dividatur” | + | =CAPÍTULO 19 De cómo se formó la Congregación De los Emmos. Cardenales Delegados= |
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+ | Fue tanta la rabia y el veneno que se tragó el Revmo. P. Silvestre Pietrasanta, como también el P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles, por el memorial entregado a Su Santidad en las Vísperas de la Epifanía, en presencia de tantos Padres, que -dejando de lado los límites de la conciencia, y obstinados por salir del cargo cumpliendo a perfección aquel dicho: “Nec tibi, nec mihi, sed dividatur”<ref group='Notas'>Ni para ti, ni para mí, que lo dividan (1 Reyes, 3, 26).- En nuestro caso, Pietrasanta y Cherubini pretenden dividir la responsabilidad de su pecado.</ref>- trastornaron de tal modo a Monseñor Ilmo. y Revmo. [Albizzi], Asesor del Santo Oficio, contra todo el cuerpo de nuestra pobre Orden, que se decidieron a hacer todo el esfuerzo por derribarla. | ||
En efecto, la tarde del 3 de febrero de 1646 se reunieron en Congregación los Emmos. Sres. Cardenales Delegados, y leyeron los rescriptos de los memoriales hechos por Nuestro Señor el Papa; y parece que no eran nada favorables, dada la gran pasión puesta también por la parte contraria en el corazón de Doña Olimpia, cuñada del Papa, a causa de lo de su confesor, que se lo había quitado el Emmo. Cesarini, nuestro Protector, pero ella echaba la culpa a N. V. P. Fundador General. Dicho Ilmo. Monseñor Asesor [Albizzi], con el fuego de las lenguas de los Padres Pietrasanta, jesuita, y Esteban [Cherubini], de las Escuelas Pías, desahogaron en aquella Congregación toda su pasión contra nuestra pobre Orden, atronando los oídos a los Eminentísimos con toda clase de males, como se puede ver por la carta de Pietrasanta. Además, los pocos secuaces del P. Esteban atribuyeron a la pobre Orden todas las fanfarronerías cometidas por la banda, ensuciando la pureza y candor de aquélla, y de tantas almas puras y santas, con sus hediondas e infames porquerías. | En efecto, la tarde del 3 de febrero de 1646 se reunieron en Congregación los Emmos. Sres. Cardenales Delegados, y leyeron los rescriptos de los memoriales hechos por Nuestro Señor el Papa; y parece que no eran nada favorables, dada la gran pasión puesta también por la parte contraria en el corazón de Doña Olimpia, cuñada del Papa, a causa de lo de su confesor, que se lo había quitado el Emmo. Cesarini, nuestro Protector, pero ella echaba la culpa a N. V. P. Fundador General. Dicho Ilmo. Monseñor Asesor [Albizzi], con el fuego de las lenguas de los Padres Pietrasanta, jesuita, y Esteban [Cherubini], de las Escuelas Pías, desahogaron en aquella Congregación toda su pasión contra nuestra pobre Orden, atronando los oídos a los Eminentísimos con toda clase de males, como se puede ver por la carta de Pietrasanta. Además, los pocos secuaces del P. Esteban atribuyeron a la pobre Orden todas las fanfarronerías cometidas por la banda, ensuciando la pureza y candor de aquélla, y de tantas almas puras y santas, con sus hediondas e infames porquerías. |
Última revisión de 17:39 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 19 De cómo se formó la Congregación De los Emmos. Cardenales Delegados
Fue tanta la rabia y el veneno que se tragó el Revmo. P. Silvestre Pietrasanta, como también el P. Esteban [Cherubini] de los Ángeles, por el memorial entregado a Su Santidad en las Vísperas de la Epifanía, en presencia de tantos Padres, que -dejando de lado los límites de la conciencia, y obstinados por salir del cargo cumpliendo a perfección aquel dicho: “Nec tibi, nec mihi, sed dividatur”[Notas 1]- trastornaron de tal modo a Monseñor Ilmo. y Revmo. [Albizzi], Asesor del Santo Oficio, contra todo el cuerpo de nuestra pobre Orden, que se decidieron a hacer todo el esfuerzo por derribarla.
En efecto, la tarde del 3 de febrero de 1646 se reunieron en Congregación los Emmos. Sres. Cardenales Delegados, y leyeron los rescriptos de los memoriales hechos por Nuestro Señor el Papa; y parece que no eran nada favorables, dada la gran pasión puesta también por la parte contraria en el corazón de Doña Olimpia, cuñada del Papa, a causa de lo de su confesor, que se lo había quitado el Emmo. Cesarini, nuestro Protector, pero ella echaba la culpa a N. V. P. Fundador General. Dicho Ilmo. Monseñor Asesor [Albizzi], con el fuego de las lenguas de los Padres Pietrasanta, jesuita, y Esteban [Cherubini], de las Escuelas Pías, desahogaron en aquella Congregación toda su pasión contra nuestra pobre Orden, atronando los oídos a los Eminentísimos con toda clase de males, como se puede ver por la carta de Pietrasanta. Además, los pocos secuaces del P. Esteban atribuyeron a la pobre Orden todas las fanfarronerías cometidas por la banda, ensuciando la pureza y candor de aquélla, y de tantas almas puras y santas, con sus hediondas e infames porquerías.
El P. Pietrasanta, que, cuando se las contaban, para que se remediaran mediante la mortificación, ni les daba mucho crédito, ahora, apoyándolas, las daba por calumnias a dicho Monseñor Asesor, y las sacaba a cuento para difamar a todos, contra toda justicia; esa que, a su tiempo, llega a todos. Basta.
Se tuvo la Sagrada Congregación de los Emmos. Cardenales Delegados, como se confirma y se conoce por las siguientes cartas:
Carta
“Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi
He recibido la carta de V. R. del 27 del pasado, y me ha gustado que haga y mande hacer oración por el buen éxito de nuestra Orden.
Esta noche, a las 22 horas ha habido Congregación de los Emmos. Delegados. Han decidido que el Emmo. Roma refiera a Su Santidad lo que han tratado; se cree sea en beneficio de la Orden. Se informará de ello con mayor seguridad en el siguiente correo. Es cuanto de prisa puedo contarle por este correo.
Roma, a 3 de febrero de 1646.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios
Carta 2ª al mismo
[Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi]
“He recibido la carta de V. R. del 3 de febrero. En cuanto a lo que se dice ahí, muy pronto se conocerá la verdad. Lo cierto es que, si no se hubieran presentado estos motivos, no se hubiera terminado nunca.
Ahora esperamos que el resultado salga a la luz cuanto antes, pues depende totalmente de Su Santidad, después de la Congregación tenida el sábado pasado, día 3, y la relación hecha el lunes en Consistorio por el Emmo. Roma. Más aún, lo ha confirmado el Residente de Polonia, al decir que Su Santidad le ha dicho que expediría cuanto antes nuestros asuntos. Así que esperamos de día en día la resolución. Si sale, inmediatamente daremos información de ella. El Señor nos bendiga a todos.
Roma, a 10 de febrero de 1646.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios”.
Carta 3ª del mismo
[Al P. Vicente [Berro] de la Concepción, Sacerdote de las Escuelas Pías. Nápoles.
Pax Christi]
“He recibido la carta de V. R. del 10 del corriente. En efecto, se ha confirmado la Congregación de estos Sres. Cardenales, del día 3 del mismo, tal como ha escrito el P. Pietrasanta, y habrá escrito algún otro. Pero sólo han determinado que el Sr. Cardenal Roma se lo refiriera a Su Santidad, como, en efecto, lo ha hecho. Así que no queda sino esperar a que Nuestro Señor publique la resolución, con la que estamos seguros no se destruirá la Orden, tal como querían los adversarios, que lo han estado intentando.
En cuanto a lo que se dice, que los Padres de Roma han sido incitados por mí al exponer sus motivos, no lo crea V. R.; es que todos estaban y están hartos hasta la coronilla, como ellos mismo le han dicho, debido al gobierno de tres años, sin ningún fruto y con mucho daño. Cuánto me alegraría que nuestras cosas tengan éxito, a favor de nuestro Instituto y a mayor gloria de S.D. M. Que él nos bendiga a todos.
Roma, a 17 de febrero de 1646.
Servidor en el Señor,
José de la Madre de Dios
Notas
- ↑ Ni para ti, ni para mí, que lo dividan (1 Reyes, 3, 26).- En nuestro caso, Pietrasanta y Cherubini pretenden dividir la responsabilidad de su pecado.