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Este Emmo. Y Revmo. Señor ocupaba en Palacio el primer lugar ante Su Santidad Inocencio X, pues era Secretario de Estado, y antiguo amigo de él; tanto que casi todas las cosas las hacía con su parecer y consulta. | Este Emmo. Y Revmo. Señor ocupaba en Palacio el primer lugar ante Su Santidad Inocencio X, pues era Secretario de Estado, y antiguo amigo de él; tanto que casi todas las cosas las hacía con su parecer y consulta. |
Última revisión de 17:39 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 25 Operación del Eminentísimo Panzirola Contra las Escuelas Pías [1646]
Este Emmo. Y Revmo. Señor ocupaba en Palacio el primer lugar ante Su Santidad Inocencio X, pues era Secretario de Estado, y antiguo amigo de él; tanto que casi todas las cosas las hacía con su parecer y consulta.
Pues bien; este mismo Emmo. Señor era muy partidario de Monseñor Albizzi, Asesor del Santo Oficio; y se servía mucho de él para su alta política, de la que el Emmo. Panziroli estaba muy adornado; tanto, que se decía comúnmente en Roma: “Dos Cardenales compañeros gobiernan el mundo: Panziroli en Roma, y Mazzarini en Francia”.
Con las cualidades, pues, y alta política de este Señor Cardenal, el puesto tan grande que tenía junto a Su Santidad, el Papa Inocencio X, y haber sido alumno de los jesuitas, tenía una manía extraordinaria hacia nuestro santo Instituto. Le parecía que, no sólo no era necesario en la Santa Iglesia, ante los Padres jesuitas, que enseñaban, sino que era nocivo para el mundo, porque enseñaba a los pobres; máxima ésta de una política del todo contraria a la caridad, y al Creador y Redentor del mundo, ante quien no hay acepción de personas, y demuestra amar mucho a los pobres, en muchas partes de la Sagrada Escritura y del Santo Evangelio
Además, en la santa Iglesia (si se reflexiona de verdad) trabajan más -a favor de la gloria de S. D. M., de la salvación de las almas, de la conversión de los herejes, y de los pecadores- los pobres que los ricos y Señores. Pues éstos, si se dedican al estado eclesiástico secular o regular, la mayor parte de las veces en favor suyo; para ascender a las dignidades eclesiásticas, y no someterse a los sermones y confesionarios, o a las cátedras de lectores, o a escribir libros, al cuidado de las Parroquias, a ir a las misiones en los estados de los cismáticos y herejes, o turcos y gentiles, como hacen los eclesiásticos pobres, e hijos de hombres pobres, gran parte de los cuales han comenzado en las Escuelas Pías, y en ellas han recibido los primeros rudimentos de la gramática; porque que sus padres, por ser pobres y estar muy cargados de hijos, no podían enviarlos a los colegios de la Compañía de Jesús, pues no tenía los medios para poderlos mantener con la limpieza de vestidos que se exige en dichas escuelas, ni para pagar a los maestros seglares, por otras justas razones suyas.
En el mundo son también necesarios muchos artesanos, que tienen necesidad de saber las bellas letras, como notarios, boticarios, cirujanos; en la ciudad, grandes linotipistas, copistas, mensajeros; y en las zonas de montaña buenos curas y párrocos, y médicos, hijos de parientes pobres, porque los hijos acomodados no quieren ir a esos lugares o tierras, que son poco lucrativas y de menos comodidad para la salud corporal; y por otras muchas razones que, reflexionando sobre este particular se podrían aducir.
Esto demuestra que, en el mundo y en la santa Iglesia, son útiles y necesarias las Escuelas Pías, y que fue una particular inspiración del cielo la que alentó a fundar a N. V. P. General y Fundador de ellas, el P. José de la Madre de Dios, en el siglo Calasanz, del Reino de Aragón. Y también a los Sumos Pontífices; como Clemente VIII, que quería fundarlas, se alegró mucho de que N. V. P. las fundara, y le envió a visitarlas a dos Emmos. Sres. Cardenales, Antoniano y Baronio; y Paulo V, quien dijo que las Escuelas Pías era una Obra deseable hasta por los turcos; y Gregorio XV, que tanto la estimó, amó y enalteció, haciéndola Orden con votos solemnes, y con la participación de los privilegios de todas las demás Órdenes mendicantes; y lo mismo Urbano VIII, que la adornó de muchas, muchas gracias.
En cambio, este Emmo. Panzirola, con su razonamiento, con el deseo de dar gusto a sus antiguos Maestros, y servir a Dña. Olimpia Maidalchini de Panfili, cuñada de dicho Sumo Pontífice Inocencia X. Éste, en efecto, imbuido por algunas pésimas informaciones de nuestros adversarios, y declarados enemigos de N. V. P. Fundador General, dio muchos consejos a Su Santidad Nuestro Señor Inocencio X, para que suprimiera las Escuelas Pías, aduciendo además a Su Santidad algunas razones políticas, pero falsas, que le habían imbuido el P. Pietrasanta, jesuita, y el P. Esteban [Cherubini]. Por ejemplo, que [las Escuelas Pías] harían más provecho en estado de Congregación sin votos y secular, y sometida a los Ordinarios, que en estado de Orden con votos, como había estado en el pasado; constando también el hecho de que el mismo P. José, Fundador, no había tenido el pensamiento de hacerla Orden, sino sólo para ayudar a los pobres con el Instituto de las Escuelas Pías. Además no eran practicables, ni apropiadas para el camino que enseñar la caridad Cristiana.
Este Emmo. Panziroli cayó después en tan grave enfermedad, que se quedó incapacitado para su cargo, porque no podía retener el alimento, ni cualquiera otra cosa que le ordenaba el médico. Tuvo necesidad de aguardiente, y, como no lo encontraba a su gusto, se enteró de que el que hacía nuestro boticario, el H. Pablo [Castello] de San Juan Bautista, genovés, era el mejor de Roma, y por eso, mandó a un gentilhombre suyo, a pedirle si le hacía el favor de una garrafa, para lo que envió un doblón, que no se le aceptó. Se le dio el aguardiente, y, como le la gustó, lo pidió más veces. Finalmente, pasó a la eternidad, sacando fuera un palmo de lengua, como justo juicio de Dios.