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Ten en cuenta que en los elogios de las personas ilustres que en estos libros he recogido, toco de refilón algunas cosas a las que parece se les atribuye santidad, o, brevemente, algunas cosas hechas por ellas, que, como acontecen a las personas humanas, aunque puedan parecer milagros, presagios de cosas futuras, manifestaciones de secretos, revelaciones, iluminaciones, y otras cosas semejantes, son beneficios hechos por Dios a míseros mortales por su intercesión. Finalmente, parece que atribuyo a otros el nombre de santidad. Sin embargo, todas estas cosas las propongo a mis lectores de tal manera, que no pretendo que se encuentran probadas por ellos y examinadas por la Sede Apostólica, sino como cosas que sólo reciben su valor del testimonio de sus autores, o lo que es lo mismo, no otro valor que el de la historia humana. | Ten en cuenta que en los elogios de las personas ilustres que en estos libros he recogido, toco de refilón algunas cosas a las que parece se les atribuye santidad, o, brevemente, algunas cosas hechas por ellas, que, como acontecen a las personas humanas, aunque puedan parecer milagros, presagios de cosas futuras, manifestaciones de secretos, revelaciones, iluminaciones, y otras cosas semejantes, son beneficios hechos por Dios a míseros mortales por su intercesión. Finalmente, parece que atribuyo a otros el nombre de santidad. Sin embargo, todas estas cosas las propongo a mis lectores de tal manera, que no pretendo que se encuentran probadas por ellos y examinadas por la Sede Apostólica, sino como cosas que sólo reciben su valor del testimonio de sus autores, o lo que es lo mismo, no otro valor que el de la historia humana. |
Última revisión de 17:41 27 oct 2014
Ver original en ItalianoADVERTENCIA LECTOR
Ten en cuenta que en los elogios de las personas ilustres que en estos libros he recogido, toco de refilón algunas cosas a las que parece se les atribuye santidad, o, brevemente, algunas cosas hechas por ellas, que, como acontecen a las personas humanas, aunque puedan parecer milagros, presagios de cosas futuras, manifestaciones de secretos, revelaciones, iluminaciones, y otras cosas semejantes, son beneficios hechos por Dios a míseros mortales por su intercesión. Finalmente, parece que atribuyo a otros el nombre de santidad. Sin embargo, todas estas cosas las propongo a mis lectores de tal manera, que no pretendo que se encuentran probadas por ellos y examinadas por la Sede Apostólica, sino como cosas que sólo reciben su valor del testimonio de sus autores, o lo que es lo mismo, no otro valor que el de la historia humana.
Por eso, sepan todos que yo observo completa e inviolablemente el Decreto apostólico de la Sagrada Congregación de la Santa, Romana, y Universal Inquisición, hecho el año 1625, y confirmado el año 1634, conforme la declaración del mismo Decreto, hecha el año 1631 por Su Santidad, Nuestro Señor el Papa Urbano VIII. Sepan que con estas narraciones mías no pretendo arrogar ningún culto, ni veneración alguna; ni inducir, o acrecentar la fama y opinión de santidad; ni añadir nada a su estima, ni hacer alusión de alguna manera a la futura Beatificación o Canonización, o aprobación de milagros de ninguna persona. Sino que lo dejo todo en el estado en que estarían sin este trabajo mío, a pesar de que haya pasado un tiempo larguísimo. Profeso esto con la piedad que conviene a quien desea conservarse obedientísimo hijo de la Santa Sede Apostólica.
Vicente [Berro] de la Concepción, de Savona, sacerdote profeso de los Clérigos Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. De propia mano.