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Indudablemente, era un honor poderse considerar pariente del Fundador de una Orden religiosa, del que se estaba tratando el proceso de Beatificación. El canónigo leridano nos acaba de dar el primer ejemplo. Y tras él habrá otros que con más o menos verosimilitud presentarán sus credenciales, aduciendo troncos, ramas o injertos para colocarse en el ramaje del mismo árbol genealógico. Sin la adecuada documentación nadie podía contradecirles y vivieron, al menos, satisfechos de su posible parentesco, sobre todo si entre sus apellidos primeros figuraba el de Calasanz.
 
Indudablemente, era un honor poderse considerar pariente del Fundador de una Orden religiosa, del que se estaba tratando el proceso de Beatificación. El canónigo leridano nos acaba de dar el primer ejemplo. Y tras él habrá otros que con más o menos verosimilitud presentarán sus credenciales, aduciendo troncos, ramas o injertos para colocarse en el ramaje del mismo árbol genealógico. Sin la adecuada documentación nadie podía contradecirles y vivieron, al menos, satisfechos de su posible parentesco, sobre todo si entre sus apellidos primeros figuraba el de Calasanz.
  
Hacia 1700 el escolapio P. José Font estuvo por tierras de Peralta de la Sal y sacó la impresión de que 'todas las familias con apellido Calasanz pretendían estar emparentadas con el Ven. P. José Calasanz'<ref group='Notas'>Cf. EcoCen 3 (1945)16-17.</ref>. Alguien estaría en lo cierto, pero no era posible saber quién. Incluso, al cabo de un siglo después de su muerte, todavía se esforzaba alguno por descubrir su parentesco con el Fundador recién beatificado. Así, en 1751, don Antonio de Sangenís y de Calasanz presenta sus disquisiciones genealógicas, confesando sus temores y sintiendo “no poder dar perfecto cumplimiento, conforme mi voluntad desea, a cosa tan laudable como es el liquidar [demostrar] legítimamente el parentesco de un esclarecido héroe de nuestra Iglesia Romana, como es el Beato Patriarca P. Joseph de la Madre de Dios, olim de Calasanz... con la solariega y antigua Cassa, olim de Castany, de Calasanz, et nunc de Sangenís, del lugar de Casserres, reyno de Aragón...”<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, Manuscrito inédito del siglo XVIII, de los Calasanz de la villa de Casserres: AnCal 19 (1968)13.</ref>
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Hacia 1700 el escolapio P. José Font estuvo por tierras de Peralta de la Sal y sacó la impresión de que 'todas las familias con apellido Calasanz pretendían estar emparentadas con el Ven. P. José Calasanz'<ref group='Notas'>Cf. EcoCen 3 (1945)16-17.</ref>. Alguien estaría en lo cierto, pero no era posible saber quién. Incluso, al cabo de un siglo después de su muerte, todavía se esforzaba alguno por descubrir su parentesco con el Fundador recién beatificado. Así, en 1751, don Antonio de Sangenís y de Calasanz presenta sus disquisiciones genealógicas, confesando sus temores y sintiendo “no poder dar perfecto cumplimiento, conforme mi voluntad desea, a cosa tan laudable como es el liquidar [demostrar] legítimamente el parentesco de un esclarecido héroe de nuestra Iglesia Romana, como es el Beato Patriarca P. Joseph de la Madre de Dios, olim de Calasanz... con la solariega y antigua Cassa, olim de Castany, de Calasanz, et nunc de Sangenís, del lugar de Casserres, reyno de Aragón...”<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, Manuscrito inédito del siglo XVIII, de los Calasanz de la villa de Casserres: AnCal 19 (1968)13.</ref>
  
 
No hay que olvidar que el Fundador de las Escuelas Pías vive y muere en época del barroco (1557-1648), y que el largo proceso de su beatificación, que dura un siglo (1648-1748), se lleva a cabo en ese mismo ambiente barroco. La beatificación y canonización son un proceso de glorificación, en el que todo lo que contribuye a exaltar y engrandecer la figura del futuro Santo es válido y sumamente apreciado. Por ello, no sólo las virtudes heroicas, la santidad y los milagros favorecen esa glorificación, sino también lo que la sociedad aprecia como valores humanos. Y tales son, entre otros, los estudios universitarios y consiguientes diplomas académicos, los títulos nobiliarios, las relaciones con las dignidades oficiales y la aristocracia, la riqueza y posición social de la propia familia. De todo ello se echará mano en nuestro caso, exagerando ciertamente los tonos, pero sobre un fondo de verdad incuestionable.
 
No hay que olvidar que el Fundador de las Escuelas Pías vive y muere en época del barroco (1557-1648), y que el largo proceso de su beatificación, que dura un siglo (1648-1748), se lleva a cabo en ese mismo ambiente barroco. La beatificación y canonización son un proceso de glorificación, en el que todo lo que contribuye a exaltar y engrandecer la figura del futuro Santo es válido y sumamente apreciado. Por ello, no sólo las virtudes heroicas, la santidad y los milagros favorecen esa glorificación, sino también lo que la sociedad aprecia como valores humanos. Y tales son, entre otros, los estudios universitarios y consiguientes diplomas académicos, los títulos nobiliarios, las relaciones con las dignidades oficiales y la aristocracia, la riqueza y posición social de la propia familia. De todo ello se echará mano en nuestro caso, exagerando ciertamente los tonos, pero sobre un fondo de verdad incuestionable.
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02.01.Mentalidad barroca

Indudablemente, era un honor poderse considerar pariente del Fundador de una Orden religiosa, del que se estaba tratando el proceso de Beatificación. El canónigo leridano nos acaba de dar el primer ejemplo. Y tras él habrá otros que con más o menos verosimilitud presentarán sus credenciales, aduciendo troncos, ramas o injertos para colocarse en el ramaje del mismo árbol genealógico. Sin la adecuada documentación nadie podía contradecirles y vivieron, al menos, satisfechos de su posible parentesco, sobre todo si entre sus apellidos primeros figuraba el de Calasanz.

Hacia 1700 el escolapio P. José Font estuvo por tierras de Peralta de la Sal y sacó la impresión de que 'todas las familias con apellido Calasanz pretendían estar emparentadas con el Ven. P. José Calasanz'[Notas 1]. Alguien estaría en lo cierto, pero no era posible saber quién. Incluso, al cabo de un siglo después de su muerte, todavía se esforzaba alguno por descubrir su parentesco con el Fundador recién beatificado. Así, en 1751, don Antonio de Sangenís y de Calasanz presenta sus disquisiciones genealógicas, confesando sus temores y sintiendo “no poder dar perfecto cumplimiento, conforme mi voluntad desea, a cosa tan laudable como es el liquidar [demostrar] legítimamente el parentesco de un esclarecido héroe de nuestra Iglesia Romana, como es el Beato Patriarca P. Joseph de la Madre de Dios, olim de Calasanz... con la solariega y antigua Cassa, olim de Castany, de Calasanz, et nunc de Sangenís, del lugar de Casserres, reyno de Aragón...”[Notas 2]

No hay que olvidar que el Fundador de las Escuelas Pías vive y muere en época del barroco (1557-1648), y que el largo proceso de su beatificación, que dura un siglo (1648-1748), se lleva a cabo en ese mismo ambiente barroco. La beatificación y canonización son un proceso de glorificación, en el que todo lo que contribuye a exaltar y engrandecer la figura del futuro Santo es válido y sumamente apreciado. Por ello, no sólo las virtudes heroicas, la santidad y los milagros favorecen esa glorificación, sino también lo que la sociedad aprecia como valores humanos. Y tales son, entre otros, los estudios universitarios y consiguientes diplomas académicos, los títulos nobiliarios, las relaciones con las dignidades oficiales y la aristocracia, la riqueza y posición social de la propia familia. De todo ello se echará mano en nuestro caso, exagerando ciertamente los tonos, pero sobre un fondo de verdad incuestionable.

En este proceso de glorificación están interesados los escolapios y a la vez todos los que pretenden ser parientes del P. José de Calasanz. Y entre unos y otros le cargarán de doctorados a él, de oficios y dignidades a su padre, de riquezas a su hogar y de rancia nobleza a toda la familia. El peligro en estos casos es la reacción contraria, al descubrir grietas en ese compacto monumento. Y algo de esto hubo, no resuelto todavía con serena objetividad. A una visión más ecuánime quisiéramos contribuir con las páginas que siguen.

Notas

  1. Cf. EcoCen 3 (1945)16-17.
  2. Cf. J. POCH, Manuscrito inédito del siglo XVIII, de los Calasanz de la villa de Casserres: AnCal 19 (1968)13.