Diferencia entre revisiones de «Lérida (ES) Intentos de fundación»
m |
m |
||
Línea 1: | Línea 1: | ||
[[Archivo:Demarcacion Aragon-v01n03.jpg|350px|thumb|Mapa de la demarcación]] | [[Archivo:Demarcacion Aragon-v01n03.jpg|350px|thumb|Mapa de la demarcación]] | ||
+ | |||
+ | {{DENESOriginal}} | ||
=Datos= | =Datos= |
Última revisión de 14:41 5 dic 2014
Aviso de contenido
Este texto es el original publicado en su día en el DENES. No se ha hecho sobre él ninguna rectificación. Su contenido, pues, puede no reflejar la realidad actual |
Contenido
Datos
Demarcación Aragón
(1744-1745; 1788-1807)
Historia
El obispo de la ciudad, don Gregorio Galindo, había expresado en repetidas ocasiones fuertes deseos de abrir un colegio de las Escuelas Pías. La presencia de Caputi, convaleciente de enfermedad, fue ocasión para volver a plantearlo. El P. Caputi aceptó el encargó de predicar un sermón sobre el Dulce Nombre de María, en septiembre de 1744, con el ánimo de poder regresar a la ciudad. Se fue a Balaguer a consultar el proyecto con el P. Viceprovincial de Cataluña, quien creyó oportuno sondear la opinión no sólo del ayuntamiento, sino también del resto de las Órdenes religiosas y clero diocesano. Al regreso para el sermón se establecieron las capitulaciones: el municipio aportaría 300 libras y el obispo 400, casa y escuela. Sólo faltaba el permiso regio. Caputi se trasladó a Barcelona para conseguir uno provisional y poder enseñar como maestros privados, que le indicaron no era necesario. Confiados en la posible concesión del documento abrieron las aulas. Los jesuitas, que enseñaban gramática, se opusieron firmemente contra la escuela nueva, temiendo la competencia. El P. Jorge Caputi y demás nunca pensaron que llegaran al extremo de pleitear. Habitaron, pues, la casa del notario don José Porcorull, frente a la plaza de la iglesia de San Juan, y el 15 de enero comenzaron a impartir las clases. Tanta fue la afluencia de alumnado -400 muchachos- que fue preciso enviar con urgencia dos religiosos, uno de Balaguer y otro de Igualada, que no habitaron juntos para no contravertir el decreto de Millones. Enseñaban a los niños y asistían a la iglesia de San Juan. Esta fue su perdición. El 8 de febrero el P. Caputi fue citado en el ayuntamiento, donde el alcalde le dio la orden de abandonar la ciudad en el plazo de tres días y, si fuese preciso, con la ayuda de la fuerza pública. El mismo alcalde, con tristeza, y el propio obispo, que estaba en Fraga, fueron del parecer de cumplir la orden superior y luego recurrir contra ella. El apoyo al recurso fue general: municipio, obispado, Congregaciones religiosas -excepto jesuitas-, pero todo inútil. El decreto real fue taxativo y salomónico: las escuelas no se entregarían ni a escolapios, ni a jesuitas.
Tras la expulsión de la Compañía, la ciudad de Lérida persistió en su empeño de recuperar definitivamente a los escolapios. El 3-8-1788 el canónigo don José de Salas escribe al P. Camilo Foncillas y José Félez, rector éste del colegio de Zaragoza. Incluye dos documentos importantes: borrador del memorial que la ciudad piensa dirigir al rey y un historial de la experiencia anterior y de la situación actual. En Zaragoza no pusieron reparo y la ciudad envió su petición al rey en octubre de 1788. Recuerda el pasado, expone la triste situación de la juventud masculina de Lérida, pide autorización para establecer un hospicio de escolapios con maestros de primeras letras y gramática, parecido al de Albelda, y argumenta que pertenezca a la Provincia de Aragón por las buenas comunicaciones con Zaragoza «a fin de que los niños se impongan mejor en la lengua castellana, en la que están más versados los escolapios aragoneses que los catalanes». Al fondo aparecen catorce firmas, encabezadas por la del obispo don Jerónimo M.ª de Torres. Llegó el memorial a Madrid y el consejo de Castilla dio un no rotundo a la fundación. Por un documento posterior se sabe que la ciudad recurrió ante el consejo en 1797 y en 1802. El 3-2-1807 contestó a la ciudad para que estableciese bases con los escolapios, ya que la casa y bienes de los antonianos, con los que se contaba para la fundación, se han destinado a los niños expósitos. El 18 del mismo mes el ayuntamiento se dirige al P. Braulio Cavero, Provincial de Aragón, para ver si en esas circunstancias pueden sus religiosos encargarse en Lérida de las escuelas de primeras letras y humanidades. Seguramente la guerra, que estalló muy pronto, dio la respuesta.
Bibliografía
- Archivo Provincia de Aragón: caja 2 B, leg. V.
Redactor(es)
- Dionisio Cueva, en 1990, artículo original del DENES I