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:'''CAPÍTULO 3 Del progreso en los estudios De nuestro José de Calasanz. [1563-1575] | :'''CAPÍTULO 3 Del progreso en los estudios De nuestro José de Calasanz. [1563-1575] |
Revisión de 14:00 23 oct 2014
- CAPÍTULO 3 Del progreso en los estudios De nuestro José de Calasanz. [1563-1575]
En los primeros años de su edad, nuestro José fue enviado por sus Padres a la escuela, para aprender, junto con las primeras letras, también, y sobre todo, el santo Temor de Dios. A medida que crecía en los años, crecía también en la ciencia; de forma que, al superar la edad pueril, en breve estaba muy brillante en la Retórica, componiendo con elegancia en verso y en prosa; y siendo perspicaz, claro y delicado en sus inventivas y composiciones.
En este tiempo, el Padre de nuestro José quería dedicarlo a la milicia, como él, pues era antigua la grandeza de su Casa. Nuestro José pensó rehuir la propuesta, y fue a continuar los estudios a las Universidades más insignes de España. Primero a la de Lérida, para hacer Leyes civiles y canónicas, en las que adelantó muchísimo, y se doctoró con mucho honor. Después, para la Teología, fue a las de Valencia y Alcalá de Henares, en las que se doctoró, luego de los estudios obligatorios.
Como conocía qué peligroso era la situación de estudiante en las universidades, a causa de su gran libertad y conversaciones de jóvenes de tan diversas regiones, se apartaba de toda compañía de peligroso contagio, e iba únicamente con temerosos del Señor, valiéndose mucho, para superar todo vicio, del escudo invencible de la frecuencia de los santos Sacramentos. Y para tener aún más legítima excusa de su recogimiento, el día 7 de abril de 1575 recibió la primera Tonsura de manos de Monseñor, el Ilmo. Sr. Juan Dimas Loris, Obispo de Urgel<ref group='Notas'>Se puede leer al margen: “Se confirma también esto con la escritura auténtica, con ocasión de que, al hacer el Padre, Pedro Calasanz, a su hijo segundo, Pedro, donación para cierto matrimonio en 1576, se reserva el derecho de poder dejar Patrimonio a nuestro José Calasanz; así que se ve que en este tiempo ya era clérigo”.</ref>. Creo no parezca fuera de propósito contar aquí cómo el enemigo común del género humano procuró hacer caer en sus lazos a nuestro Don José, lo que muy bien se podrá deducir del hecho siguiente. Estudiando (en cuanto me acuerdo haber oído de uno de los primeros sacerdotes, que lo había oído de la misma boca de nuestro Padre, con ocasión de una exhortación que él le hacía en privado), estudiando, digo, en Valencia, hacía un honesto servicio de secretario de una noble y honrada Señora, desde el principio modestísimo por ambas partes; pero después, malicioso e impuro por parte de la Señora, -como más frágil-, y fomentado por el demonio. De esa forma, buscando cada vez más y mayores incentivos de afecto sensual, dadas las magníficas cualidades de nuestro Dos José, y por la experiencia que ella tenía de su fidelidad en algunos negocios importantes, pero honestos y cristianos, se decidió -como otra Matrona de José el hebreo-, a tentarlo, e inducirlo a sus desenfrenados deseos. Y con ocasión de escribir una carta que, como muchas otras le mandaba escribir, y enviar fuera de Valencia, -[esta vez] fue mediante el servicio aparente de dos Señoritas- sabiendo que en durante aquel tiempo y en aquella hora estaba segura de no ser vista, se retiró a una habitación más interior. Estaba nuestro casto Don José dedicado a escribir la carta, cuando se sintió llamar por la Señora. Entró en la habitación con toda su pureza de intención, y vio a la Señora de su ardiente amor, que yacía desnuda en el lecho y, con palabras y signos amorosos, lo invitaba a yacer con ella. Pero nuestro casto estudiante, en edad de 24 años, o poco más, volvió la vista -como el arma más segura para esquivarla y huir, y al mismo tiempo vencer este diabólico y sensual golpe- y se marchó rápido de la habitación. Salió de la casa, y se fue muy temeroso, por el camino más recto, a su confesor, que le prohibió, no sólo ir más a aquella casa, sino también pasar por aquella calle, lo que cumplió puntualísimo nuestro Don José. Fue por este incidente mucho más cauto en toda familiaridad. Y para no incurrir otra vez en tan grave peligro, se fue incluso de la ciudad.
Por este tiempo murió Pedro Calasanz, el hijo, hermano mayor de nuestro Don José, sin haber tenido hijos de su matrimonio. Por eso, Calasanz Padre declaró heredero universal a nuestro Don José, que sólo tenía la primera Tonsura, con la determinación de que tomara esposa; pero él, renunciando a la herencia, no quiso dejar la milicia Eclesiástica, ni sus estudios.