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Estando Nuestro Padre Fundador en Narni, Ciudad de Umbría, para escribir las Constituciones -como hizo- con el espíritu que en ellas resplandece, en ese tiempo, el Emmo. Cardenal Benedicto Giustiniani, nuestro Protector, fue enviado como Legado a Bolonia por Su Santidad el Papa Paulo V; y pasando por Narni, se alojó en nuestras Escuelas, con gran alegría suya, por ver las cosas tan ordenadas, y a los Padres tan bien considerados por la Ciudad; y por ver el fervor con que nuestro P. José, Fundador, escribía nuestras Constituciones, y el alejamiento que de las cosas mundanas resplandecería en nuestros Religiosos, gracias a éstas. Así que se volvió muy consolado. | Estando Nuestro Padre Fundador en Narni, Ciudad de Umbría, para escribir las Constituciones -como hizo- con el espíritu que en ellas resplandece, en ese tiempo, el Emmo. Cardenal Benedicto Giustiniani, nuestro Protector, fue enviado como Legado a Bolonia por Su Santidad el Papa Paulo V; y pasando por Narni, se alojó en nuestras Escuelas, con gran alegría suya, por ver las cosas tan ordenadas, y a los Padres tan bien considerados por la Ciudad; y por ver el fervor con que nuestro P. José, Fundador, escribía nuestras Constituciones, y el alejamiento que de las cosas mundanas resplandecería en nuestros Religiosos, gracias a éstas. Así que se volvió muy consolado. |
Última revisión de 17:36 27 oct 2014
Ver original en ItalianoCAPÍTULO 26 De cómo en las Escuelas Pías de Narni Alojó al Emmo. Ludovico, Que luego fue Gregorio XV. [1618-1623]
Estando Nuestro Padre Fundador en Narni, Ciudad de Umbría, para escribir las Constituciones -como hizo- con el espíritu que en ellas resplandece, en ese tiempo, el Emmo. Cardenal Benedicto Giustiniani, nuestro Protector, fue enviado como Legado a Bolonia por Su Santidad el Papa Paulo V; y pasando por Narni, se alojó en nuestras Escuelas, con gran alegría suya, por ver las cosas tan ordenadas, y a los Padres tan bien considerados por la Ciudad; y por ver el fervor con que nuestro P. José, Fundador, escribía nuestras Constituciones, y el alejamiento que de las cosas mundanas resplandecería en nuestros Religiosos, gracias a éstas. Así que se volvió muy consolado.
En su viaje, aquel mismo día, se encontró con el Emmo. Cardenal Alejandro Ludovisi Borghese, Arzobispo de aquélla insigne Metrópoli, que iba a Roma. Cumplimentando entre ellos, nuestro Emmo. Protector ofreció al Emmo. Ludovisi alojamiento en nuestra Casa, diciéndole: -“Vaya Vuestra Eminencia adonde mis Padres de las Escuelas Pías”. Aceptó el ofrecimiento, y con toda confianza fue allá. Recibido por nuestro P. Fundador con el mayor afecto y decoro posible, S. E. estuvo allí con toda satisfacción, durmiendo en la segunda celda, en el dormitorio grande, que da a la plaza, reflexionando muy familiarmente con nuestro mismo Padre. Al oír sus santos pensamientos y sentimientos sobre las Constituciones que estaba componiendo, para los Religiosos de una Obra tan grande, le dejó tan admirado, que le prometió su protección y su favor; y poniéndole la mano sobre el hombro, le dijo: -“Padre, si Dios me da la gracia de poderlo hacer, prometo ayudarle”. Celebró por la mañana la Santa Misa en el Oratorio que da enfrente a dichas celdas, y después se fue a Roma.
Cuando fue elevado al Sumo Pontificado, el día 9 de febrero de 1621, con el nombre de Gregorio XV, hizo amplísimamente lo que había prometido en Narni, elevando nuestro santo Instituto y Congregación Paulina de las Escuelas Pías al estado de Orden, confirmándolo con el Decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, bajo el título de “Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías”, aprobando nuestras Constituciones con Breve particular, y concediendo a los Religiosos y lugares todas las gracias y prerrogativas de las demás Órdenes Mendicantes y no Mendicantes. Eligió a nuestro P. José, Fundador, Superior General por los nueve años siguientes; y le asignó en Dalmacia y Grecia lugares donde ejercitar nuestro santo Instituto, para el progreso de la santa Fe en aquellas tierras; aunque no pudo ir allí, por haber dicho Sumo Pontífice pasado a mejor vida demasiado pronto para nosotros y nuestra Congregación; es decir, al cabo de treinta y cinco meses de Pontificado, el día 8 de julio de 1623.
La Ilma. Y Excma. Casa de este Santísimo Pontífice siempre ha protegido y ayudado a nuestra Orden. El Emmo. Cardenal Ludovisi, su nepote, Vicecanciller de la santa Iglesia, asignó a las Escuelas Pías diez escudos al mes de limosna; y el Excmo. Príncipe de Venosa y Piombino siempre la ha favorecido y protegido con todo afecto.