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Colegio e iglesia escolapios de Horn

Datos

Demarcación Austria

(1657- )

Historia

D. Fernando Segismundo de Kurz, conde Senftenau, señor de Horn, camarero y consejero secreto de Fernando III y vicecanciller del imperio, quiso fundar un colegio en la capital de su señorío con la intención de vitalizar el catolicismo, pues Horn había sido por muchos años, durante la guerra de los treinta años, punto de apoyo de las posiciones protestantes y línea divisoria de ambas confesiones en litigio. Acudió a los jesuitas (1641) y tras el fracaso de sus intentos se puso en contacto con el P. Onofre Conti, Provincial de las Escuelas Pías de Germania, pero la escasez de personal y las dificultades que atravesaba la Orden entonces (1642) desaconsejaron por el momento la fundación. Intentó el conde llamar a los franciscanos (1648) sin mayor éxito. Volvió de nuevo a insistir en 1656 ante los escolapios, prometiendo colegio, iglesia y todo lo necesario para mantener a doce religiosos y la fundación fue aceptada. Las escuelas se abrieron el 9-4-1657 con cuatro clases y 50 alumnos, que al año siguiente eran ya 213, divididos en siete clases. En 1660-1661 se añadieron las dos últimas clases de retórica y poética, con lo que el ciclo quedaba completo: tres clases elementales, cuatro medias o de gramática y dos superiores o de humanidades. El colegio de Horn fue el primero fundado en territorio austríaco. Los alumnos eran en su mayoría gente del pueblo sencillo, sin que faltaran los de clase noble, y provenían tanto de la

ciudad de Horn y sus alrededores, como de toda Austria, lo cual es un signo de su merecida fama. No fueron pocos los que llegaron a ser sacerdotes y religiosos; entre los primeros, sin duda el más célebre fue Segismundo, conde de Kolonitz, primer arzobispo de Viena y cardenal, gran protector de los escolapios; entre los segundos, además de la pléyade de escolapios, merece recordarse Ernesto Berger, que como abad de Klosterneuburg y por voluntad de Carlos VI, transformó su monasterio en uno de los más espléndidos de Austria, queriendo imitar con ello El Escorial, aunque quedó incompleto. Los repetidos intentos de abrir internado fracasaron siempre por la oposición de los ciudadanos de Horn, interesados en mantener sus ganancias por el hospedaje de los alumnos. Sólo en época muy reciente (1945) se pudo actuar la idea. Desde su fundación fue Horn residencia de júniores escolapios, aunque en realidad, durante toda la historia de la Provincia de Austria, hubo clérigos en mayor o menor número en varios colegios. En tiempos recientes fue postulantado provincial (1913-1938). Los descendientes del conde de Kurz siguieron protegiendo su fundación, si bien, por falta de herederos varones, la única nieta del fundador, María Regina de Sprinzestein, al casarse con el conde Leopoldo Carlos de Hoyos (1681), unió este último apellido a la historia sucesiva del colegio. Las leyes restrictivas de José II, sobre todo, la supresión de todos los fondos fundacionales que mantenían las instituciones religiosas repercutieron fatalmente en el colegio de Horn, que de cien alumnos que tenía en 1774 llegó a tener sólo trece en 1785. Ese mismo año ordenó José II cerrar el gimnasio, y así quedó hasta 1796. A instancias de la población volvió a abrirse por voluntad del emperador Francisco II, quien en 1806 visitó el colegio. Desde entonces el apoyo y la contribución económica del Estado dieron nueva vida al colegio, pero las exigencias legales fueron subordinando cada vez más la vida escolar al Estado. Las leyes escolares de 1848 exigieron que el profesorado tenía que someterse a un examen oficial para poder enseñar en los gimnasios. La escasez de personal religioso y otros inconvenientes hicieron imposible continuar manteniendo el colegio, que en 1850 se redujo a subgimnasio con cuatro clases, llegando a suprimirse en 1852-1853. Se abrió de nuevo, pero las dificultades continuaron hasta 1872 en que los escolapios cedieron la administración y dirección completa al Estado, dándole en alquiler sus propios locales, y quedando presentes sólo en clase de religión. Últimamente el gobierno no usa el edificio escolar. Sin embargo, se mantienen por personas escolapias las actividades pastorales de la Iglesia. Entre las aportaciones pedagógicas de este colegio cabe recordar la importancia dada a la lengua vernácula, preocupación común de todos los colegios escolapios de Austria frente a la preponderancia del latín, mantenida por los jesuitas; la valía de su profesorado, manifestada en sus numerosas publicaciones; la importancia dada al teatro, como medio didáctico.

Bibliografía

  • Maier, O. Das Piaristengymnasium in Horn und seine Geschichte, en 300 Jahre Gymnasium Horn 1657- 1957, Horn, 1957, pp. 76-104
  • Silva-Tarruca, E. Der Stifter des Piaristen-Gymnasiums zu Horn, Graf Ferdinand Sigmund Kurz von Senfftenau ein österreichischer Staatsmann: en Ibid., pp. 63-75
  • Krescnischka, J. Schola Pia Hornana, Horn, 1907
  • Pl, 228.

Redactor(es)

  • Severino Giner, en 1990, artículo original del DENES I