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Contenido
Datos
Demarcación Aragón
(1735- )
Fundación.
El año 1735 D. Pedro Ripa Bonet, alcalde de Jaca conoció en un viaje a Barbastro la labor educativa que allí realizaban los escolapios. Vuelto a su ciudad, comunicó al ayuntamiento, al obispo D. Ramón de Nogués (exalumno de las Escuelas Pías) y al Cabildo su propósito de establecer una fundación similar en Jaca, y a todos, incluidas las comunidades religiosas de dominicos, franciscanos y carmelitas calzados, pareció bien la idea: es quizás el único caso de fundación española en el siglo XVIII que se realiza sin oposición. Se puso en contacto con su hermano Antonio, canónigo en Zaragoza, para que tratara el asunto con el P. Provincial, Juan Crisóstomo Plana. Este designó como procurador suyo al P. Marcelino Pérez el 29 de mayo, y el 30 de junio se firman las escrituras de fundación. Se habla de cuatros maestros: dos de primeras letras y otros dos de gramática y retórica, más dos suplentes; de las obligaciones de enseñar la doctrina cristiana por las calles e iglesias que parecieran oportunas; no pedir limosna, ni competir con el clero diocesano ni regular en cuestiones de culto. A cambio se les entregan una casa de Dña. María Castillo, la iglesia de la Inmaculada Concepción (de la que tomará nombre el colegio), y 220 libras jaquesas de renta anual en concepto de alimento, a las que se podrán añadir otras 60 si las Escuelas Pías ponen un profesor de filosofía. El ayuntamiento consigue de este modo, y con un desembolso mínimo en relación con lo que gastaba antes, una fundación educativa altamente beneficiosa para la ciudad.
Una vez firmada la escritura, se procede a la acomodación de los locales cedidos por cuenta del ayuntamiento. El 12-8-1735 se inauguran las escuelas, y el 15 del mismo mes se celebra la primera misa en la capilla restaurada. El primer año fue dramático. Jericó narra en sus Noticias: enfermaron sucesivamente todos los religiosos, hasta llegar al estado de administrarles la extremaunción; el fundador y primer rector, P. Marcelino Pérez, falleció como consecuencia de la epidemia; la gente de la ciudad, se portó muy bien con los escolapios, atendiéndoles caritativamente.
Historia.
Pronto el colegio se queda pequeño ante la afluencia de alumnos, y se hace necesario ir adquiriendo casas contiguas para convertirlas en aulas. En 1746 el ayuntamiento se dirige al rey solicitando la autorización definitiva para la fundación, exponiendo la magnífica labor que venían realizando los escolapios en aquella ciudad, tan desatendida hasta entonces de instituciones docentes. El mismo D. Pedro Ripa responde ese año a un oficio de la Audiencia de Aragón solicitando información sobre los colegios de las Escuelas Pías, que al parecer se habían instalado en algunos lugares del Reino sin solicitar la autorización pertinente. D. Pedro informa de manera muy favorable.
En 1768, siendo rector el P. Juan Francisco (fundador del colegio de Sos del Rey Católico), se derribó buena parte del colegio, que amenazaba ruina. En los años siguientes se van comprando casas colindantes, con la intención de ir adquiriendo toda la manzana de edificios, y disponer así de mejores condiciones educativas y de vivienda. En 1776 se construyó de planta la nueva iglesia, bajo la dirección de Catalinete. Jaca es plaza militar, y esta circunstancia se puso de manifiesto en los años 1792-1795; con motivo de la guerra con Francia, el colegio es convertido en cuartel, y los religiosos tienen que buscarse otra vivienda.
En los últimos veinte años del siglo XVIII el número de alumnos varía entre 200 y 300, repartidos en cuatro clases. No parece que hubiera internado, al menos de manera fija. Aunque existe alguna queja contra el método de enseñanza empleado en el colegio (el mismo usado en el resto de la Orden) o contra la preparación de alguno de sus maestros, lo cierto es que muchos de sus alumnos pasan después sin problemas a la Universidad. La situación económica es a final de siglo, si no angustiosa, al menos apurada: el pago que recibe del ayuntamiento en concepto de alimentación no alcanza para comer, y tienen que salir a pedir limosna por los pueblos limítrofes; no por la ciudad, a causa de las cláusulas de fundación; pero incluso para mendigar fuera encontraban obstáculos por parte de los demás religiosos.
La guerra de la Independencia es un período oscuro; desaparecen las anotaciones del libro de secretaría. Siguen a la guerra unos años de restauración, pero de nuevo el período liberal (1820-1823) crea dificultades, que se agravarán aún más en los años 1836-1845. Vuelve la normalidad con el decreto de restauración de la Orden en España; así en 1846 se recibe la autorización para matricular alumnos de segunda enseñanza, dependiendo de la Universidad de Zaragoza; al año siguiente se pasa a depender del instituto de Huesca.
El ayuntamiento, que se considera patrono de la fundación, concede algunas ayudas más para que también la segunda enseñanza sea gratis, hace obras, y realiza en ocasiones tareas de inspección.
En 1866 se pide autorización para impartir la segunda enseñanza según el nuevo plan de educación (bachillerato); se consigue la normalización en 1870 y en 1873 se restaura la iglesia, que amenazaba ruina.
Un pequeño conflicto surge cuando en 1888 los escolapios pretenden vender el huerto del Arenen, del que antaño obtenían las hortalizas para su consumo. Si bien la propiedad era suya, existía una cláusula fijada por el donante, D. Manuel Ripa, en virtud de la cual se prohibía la enajenación del huerto; un descendiente de aquel benefactor, lo recuerda, y el huerto no se puede vender.
En 1890 se celebra un acontecimiento notorio: del 2 al 4 de junio se celebra un solemne triduo en honor del Beato Pompilio. Toda la ciudad se une a la fiesta. Se celebran actos religiosos, literarios y sociales de gran esplendor. La común alegría es muestra de la simpatía que la ciudad tiene a los escolapios.
En 1891 y 1892 se instalan en la ciudad y colegio el agua corriente y luz eléctrica. En este último año se suprime el reducido internado y se inaugura el sistema de vigilados. En 1901 una muchacha cursa bachillerato en el colegio a petición del ayuntamiento.
Pero por el motivo que fuera, las relaciones con el ayuntamiento se enfrían; en 1910 pretende suprimir la segunda enseñanza en el colegio, retirando la subvención que aportaba. El público, especialmente los militares, se rebelaron contra la medida. Intenta entonces otros ardides para deshacerse de los escolapios: alegando su propiedad sobre el edificio, exige a los religiosos que lo desalojen. El P. rector demuestra documentalmente que sólo una pequeña parte del edificio y solar habían sido cedidos por el ayuntamiento; el resto les pertenecía por compra. En este marco, los PP. José Beltrán y Pedro Serrate fundan La Aurora del Pirineo, revista periódica que tanto prestigio dio el colegio; el P. Beltrán, además, compuso y ofreció el himno de Jaca al ayuntamiento.
Bajo el rectorado del P. Clemente Merino se celebró en noviembre de 1917 el III centenario de la fundación de las Escuelas Pías, posiblemente con más solemnidad que en ningún otro colegio escolapio. Tres obispos presidieron los actos religiosos del triduo.
Nueva tormenta en 1920: se inauguran en la ciudad las escuelas elementales, por lo que el gobierno decide suspender el pago de las nóminas de los maestros de primera enseñanza, y además el trasladar todo el material escolar a las nuevas aulas estatales. Los escolapios alegaron sus casi dos siglos de servicio generoso a la ciudad para protestar ante tal atropello. En abril de 1921 obtienen un decreto por el que se vuelve a la situación anterior.
Llega la II República, y el nuevo ayuntamiento decide retirar las subvenciones tanto a la primera como a la segunda enseñanza, y lo mismo a la clase especial de contabilidad e idiomas, al considerar innecesario realizar tales gastos, pues recientemente se habían creado once aulas nacionales, y un instituto; incluso los gabinetes, adquiridos con ayuda del ayuntamiento, fueron trasladados al nuevo instituto. El número de alumnos, como es lógico desciende sensiblemente. Lo difícil de la situación no impide que en 1934 se celebre con la solemnidad acostumbrada en Jaca en estas ocasiones, un triduo con motivo de la canonización de San Pompilio.
En 1935 se inaugura una simpática fundación: la «cantina escolar calasancia», que se propone dar de comer, a base de donativos, a alumnos necesitados. Son 6 los niños atendidos al principio, que crecerán hasta 25 el año siguiente. En este mismo año se crea la sección de comercio. En el verano se acoge en el colegio, financiada por Acción popular, una colonia de niños. 1936 es, como en todas partes, un año dramático. El ayuntamiento intima la incautación total del edificio, alegando la copropiedad. El 11 de mayo alguien coloca una bandera comunista en la fachada, y la turba intenta entrar al asalto en un edificio que algún exaltado ha proclamado de propiedad popular. Con el fin de la guerra vuelve la normalidad: en 1940 el colegio es reconocido como escuela de enseñanza media; en 1941 las escuelas primarias son reconocidas como nacionales y oficiales, con derecho a subvención; va aumentando el número de alumnos (en 1948 se llega a 300, de ellos 250 de enseñanza primaria), y se hace necesario contratar maestros seglares; en 1953, se consigue al fin comprar al ayuntamiento su 25% de propiedad del colegio. En 1960 se crea un instituto de bachillerato, lo que supondrá al colegio un descenso de alumnos; se plantea la conveniencia de seguir o no en la ciudad. En 1965 se supera la crisis; el número de alumnos aumenta y el internado va adquiriendo importancia. Se crea la cofradía de la «Entrada de Jesús en Jerusalén» que participa en las procesiones de Semana Santa. Se abre la casa para colonia de verano y da comienzo un conjunto de actividades extraescolares que darán fama y gloria al colegio.
En mayo de 1968 se presenta la ocasión de comprar a Eléctricas Reunidas siete barracones, con una extensión de más de 5.500 m2. que luego se transformarán en residencia juvenil.
En 1967 se busca un acuerdo con el obispado; los alumnos no caben ya en el viejo edificio, por lo que trasladan las clases de bachiller a locales del seminario diocesano, poniendo los escolapios parte del profesorado; se ratifica en 1971 y en 1973 se amplía el contrato con el obispado a la segunda etapa de EGB; en 1974 se renueva el nuevo plan de bachillerato.
En 1976 ante la falta de espacio para atender a un alumnado que sigue creciendo, se estudian diversas soluciones; tras muchas deliberaciones se opta por buscar terrenos amplios y edificar un nuevo colegio; así en 1978 se ve la posibilidad de comprar 30.000 m2 junto a la residencia juvenil. Para poder comprarlos hay que resolver la calificación del solar del viejo edificio (de «educacional» a «edificable») y del terreno a adquirir (de «deportivo» a «educacional»). El ayuntamiento, facilita las cosas; se da luz verde al proyecto de edificar un nuevo colegio, a condición de que se autofinancie vendiendo la chopera del Arenen, una casa proveniente de un legado pío junto a la catedral, y el solar del colegio viejo. Sin perder tiempo se comienzan las obras, según los planos de los arquitectos Cabrerizo (hijos del arquitecto que trazó los del colegio de Soria). El nuevo colegio abre sus locales en el curso 1983-1984.
Recursos y logros didácticos.
Conserva el colegio de Jaca una importante biblioteca de fondos antiguos, legado que se transmite desde los tiempos de su fundación. Abarcaba entonces lo que se consideraba el ideal de la cultura. En lo moderno, resulta menos rica. Algo parecido se puede decir de los gabinetes y laboratorios; comprados en el siglo pasado con ayuda del ayuntamiento; existía incluso un pequeño observatorio astronómico. En 1931 el ayuntamiento se llevó los gabinetes al recien creado instituto, y aunque: fue luego devuelto parte del material, ya no han recuperado su antiguo esplendor.
Entre los logros culturales dignos de mención figura la aparición de la revista La Aurora del Pirineo, que gozó de buena acogida en los escasos años (1912-1914) en que vio la luz. Dificultades económicas y problemas de gestión cortaron la vida de esta interesante publicación.
En la actualidad es el internado la realidad pedagógica más destacable; de carácter mixto; acoge también con horario especial de clases a un grupo de muchachos becados por la federación de esquí que durante la temporada deportiva comparten los estudios con su preparación específica.
Las actividades extraescolares siguen estando marcadas por el folklore y la nieve, notas características de la ciudad de Jaca.
Se erigió en 1917 la asociación de exalumnos, y desde 1969 funciona la asociación de padres de alumnos. A lo largo de la historia han aparecido (y desaparecido) varias instituciones de carácter piadoso: las Hijas de María (1773), congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento (1775), congregación de Siervos de María Santísima de los Dolores (1802), obra de la Santa Infancia (1860), congregación de la Agonía (1874), Tarsicios adoradores (1917), cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén (1965).
Por sus aulas han pasado multitud de muchachos, que luego han sobresalido; así entre las jerarquías eclesiásticas a D. Mariano Barrio, arzobispo de Valencia y cardenal; D. Ramón Fernández Lafita, obispo de Jaca, y D. Francisco Aznar, obispo de Tortosa; entre los políticos, a los ministros D. Joaquín Gil y Bergés, D. José Fernando González, D. Alejandro Olivan y D. Joaquín de Pablo y Blanco y D. Manuel Gómez Jordana; entre los literatos, al sainetero don Ramón de la Cruz; pero el exalumno más ilustre y querido es D. Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina, que en Jaca cursó su bachillerato.
Superiores
NOTA: En el original están desordenados los superiores. Hemos procedido a reordenarlos
Bibliografía
- JER, 289-296; 405-406
- CL 2, II, 294-372
- LEC 77-80; 218-221; 367-368; 505; 527
- Learte García, Culto a María en la Diócesis de Jaca Lérida, 1889
- Arch. de la casa
Redactor(es)
- José P. Burgués, en 1990, artículo original del DENES I