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Revisión de 16:48 21 oct 2014
- CAPÍTULO 1 Elección de General de por vida De N. V. Padre Fundador [1631-1632]
Ya en el Breve del Papa Gregorio XV, de feliz memoria, expedido el día 28 de abril de 1622, había sido elegido N. V. Padre Fundador para Superior General para los nueve años siguientes. Habiendo transcurrido éstos el mismo día del año 1631, N. V. Padre convocó el Capítulo General el mes de octubre de dicho año. Acudieron de Nápoles el V. P. Pedro [Casani] de la Natividad, 1º compañero y Asistente, que también era Provincial en aquel Reino, más dos Vocales, que fueron: el P. Carlos de Santo Domingo y el P. José de la Visitación. De Génova<ref group='Notas'>Al margen hay una nota que dice: “Non bene narrat, nam fuir Florentiae…”</ref> acudió el P. Francisco [Castelli] de la Purificación, 2º Asistente general, y Provincial de Liguria, con sus Vocales, P. Octavio Zacaria de San Miguel, y el P. Pedro Pablo [Berro] de Santa María, doble hermano mío, de sangre y de hábito.
En Roma era Provincial el P. Santiago [Graziani] de San Pablo, que era además Asistente general. El P. Juan Esteban [Spinola] de la Madre de Dios era Maestro de Novicios<ref group='Notas'>Dice una nota “Fuit Provincialis Genuensis”.</ref>.
El trabajo fue descubriendo varias dificultades; tanto por parte de los Vocales, que habían sido elegidos sólo por su P. Provincial y no por los Capítulos Provinciales,
-como dicen nuestras Constituciones- porque no había individuos suficientes para dichos Capítulos, ya que les faltaban años de profesión y de sacerdocio; más aún, a los mismos Vocales que habían venido a Roma, les faltaba alguna de estas cosas; y los mismos Provinciales eran Asistentes Generales, y tenían doble voto; o representaban a dos individuos; o también por otras causas,
Pero la que más pesaba, era que toda la Orden se encontraba sin Cabeza, porque los nueve años de Generalato se habían terminado hacía ya seis meses antes. Así que no podían reunirse legítimamente, no tomar ninguna determinación.
Por estas dificultades se alargaba muchos lo que trataban. Y, viendo que la Provincia de Génova tenía mucha necesidad de los dos Vocales que habían venido de allí, y en su lugar habían sido nombrados el P. Andrés de la Pasión, y yo, Vicente [Berro] de la Concepción, que estábamos en Roma; y al primero incluso le faltaban los años de profesión y sacerdocio, y yo iba para los siete años de la profesión, aunque tenía tres de sacerdocio cumplidos, resultaba que también nosotros éramos ilegales como otros, y casi todos.
Para remediar tantos defectos, se recurrió, con un Memorial particular, a Su Santidad Urbano VIII, de feliz memoria, quien, al cabo de varios días, firmó un rescripto para que Su Eminencia el Cardenal Ginetti, su Vicario General, hablara con los Padres y se lo comunicara.
Su Eminencia reunió muchas veces a los Padres, escuchó el parecer de todos, y luego se lo refirió a Su Santidad, quien, de viva voz, le dio autoridad para decidir. Pero, habían pasado ya muchas semanas desde que Su Santidad había confirmado como General de por vida a N. V. P. José, Fundador, y elegido General ya antes del Papa Gregorio XV, cuando dicho Eminentísimo Cardenal convocó de nuevo a nuestros Padres a su palacio, como siempre lo había hecho, y dijo que la voluntad de Su Santidad era que N. V. P. José de la Madre de Dios fuera nuestro General durante toda su vida. Y por eso se lo publicó a todos, a fin de que como tal fuera reconocido y estimado por todos.
No hubo ninguna dificultad por parte de los Padres en reverenciarlo como tal, lo mismo que siempre habían hecho en el pasado, porque siempre lo habían tenido por Superior y Fundador. Pero, sin embargo, desagradó a algunos. Se produjo entre ellos el estremecimiento de haber oído que uno de los nuestros, movido por alguna razón particular suya, había dicho al Emmo. Cardenal Vicario que, si se hubiera procedido a la elección canónica, no habría sido confirmado nuestro V. P. Fundador, sino habría salido otro. Sin embargo, Su Eminencia recibió de Su Santidad la orden de dicha declaración. Esto agradó mucho a quien tenía esperanzas y deseo de honrar cada vez más a su Padre. Dijeron sobre esto algunas palabras, porque no podían soportar ser considerados en tal estima, pues cada uno, con todo afecto y de todo corazón, reverenciaba y estimaba a N. V. P. como a su Superior y General, pues Dios nos lo había dado por Padre y Fundador de una Obra tan grande.
La conclusión fue que, finalmente, fue nombrado como Fundador, y elegido de por vida por Superior General de nuestra Orden, con todos los privilegios y autorizaciones necesarias para el buen Gobierno de la Orden. Y con esta publicación, fue reconocido como tal y reverenciado por todos, sin ninguna otra elección. De esta forma, se disolvió el Capítulo General, que no podía ser legítimo más que con el Breve Apostólico, por las causas arriba señaladas. De este modo, los Provinciales se fueron a sus Provincias, y los otros Padres Vocales, según le pareció bien a nuestro mismo V. P. General.
BREVE SOBRE EL P. GENERAL
URBANO VIII, “Ad futuram memoriam…”
“Llamados por al Espíritu Santo, por un inescrutable arcano de la divina providencia, al gobierno de la Iglesia universal, aunque por méritos inmerecidos, creemos que los principales cuidados del servicio Apostólico son las de vigilar cuidadosamente de que los fieles de Cristo, entregados a la ofrenda de la inspiración divina, puedan ser regidos favorablemente y gobernados felizmente, bajo el suave yugo de la Religión.
Por consiguiente, si, como hemos recibido, la Congregación de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías se ve privada de Superior General, Nos, deseando velar, en cuanto podemos en el Señor, por el feliz régimen y gobierno de la misma Congregación, de motu proprio, con conocimiento cierto y madura liberación Nuestros, con la Autoridad Apostólica, a tenor de la presente, hacemos, constituimos y nombramos a nuestro dilecto Hijo José de la Madre de Dios, Fundador y Clérigo de la misma Congregación, -que ya anteriormente desempeñó laudablemente el cargo de Superior General de dicha Congregación- Superior General de la Misma Congregación mientras viva; con todas y cada una de las facultades, privilegios, atribuciones, jurisdicciones, privilegios e indultos, de los que disfrutaron, o pudieron disfrutar, otros que, en su tiempo, fueron Superiores Generales de dicha Congregación, de derecho, uso, costumbre, privilegio, o de cualquier otro modo; pero con la condición absoluta de que debe, y está obligado, a tomar como Asistentes o Consultores suyos a los queridos hijos: Pedro [Casani] de la Natividad, Francisco [Castelli de la Purificación, Santiago [Graziani] de San Pablo, y Juan [García del Castillo] de Jesús María<ref group='Notas'>Llamado familiarmente, y luego en la historia de las Escuelas Pías, P. Castilla.</ref>, Clérigos de dicha Congregación.
Ordenando, etc.
Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 12 de enero de 1632. Año noveno de Nuestro Pontificado.
M. A. Maraldo