Diferencia entre revisiones de «BerroAnotaciones/Tomo2/Libro3/Cap23»
(Página creada con «{{Navegar índice|libro=BerroAnotaciones|anterior=Tomo2/Libro3/Cap22|siguiente=Tomo2/Libro3/Cap24}} :'''CAPÍTULO 23 Nuevos embrollos Del P. Esteban [Cherubini] [1646] As...») |
(Sin diferencias)
|
Revisión de 16:49 21 oct 2014
- CAPÍTULO 23 Nuevos embrollos Del P. Esteban [Cherubini] [1646]
Así como a quien se le ha formado un callo en un sitio, no siente ya en él el trabajo natural que le producía antes la obra que hacía, así, exactamente, me parece que le ha sucedido al desgraciado P. Esteban de los Ángeles. Al formársele un callo ante el mal y los embrollos, perdió el razonamiento y el remordimiento de la conciencia; o el oído interno de la mente se acostumbró tanto a ello, que ya no reflexionaba nada, ni por el honor propio, ni por la salvación eterna.
Además de la venta de los 27 terrenos del Monte Novenal, correspondientes a un legado, con todos aquellos enredos hechos con el Maestro de obras Simón Broggi, por las obras de San Pantaleón; del dinero, vino y cosas de seda traídos de Nápoles y de otras Provincias y de otras Casas; de haber adosado setecientas Misas a la Casa de Narni; y del robo efectuado en la sacristía de San Pantaleón de Roma, de dinero de las limosnas de las Misas, y el cáliz, cosas todas hechas, como se cree, a sabiendas y por orden del P. Esteban, -hablo sobre todo de las de la sacristía de San Pantaleón, que de las demás no hay ninguna duda- puso también en los Libros de Entradas y Salidas de la Casa, como en ellos se puede ver, y me parece que están escritos de su propia mano, diversas partidas de grandes sumas de muchos centenares [de dinero], dado por diversos Señores devotos a nuestro santo Instituto. Era dinero destinado a hacer diversos servicios desinteresados, bajo este título: “Dinero recibido en préstamo, para necesidades de la Casa”.
Entre este dinero, pone tres partidas recibidas del Sr. Silvestri, es decir, una de más de 100 escudos –me parece que eran 125 escudos del Ilmo. Sr. Abad Silvestri- , con la que hizo, de su propia mano, una letra al portador. Todo para cubrir mejor su trampa. Por ésta letra, hubo luego que litigar; porque, cuando la encontraron entre sus escritos Monseñor y el Ilmo. Marqués Silvestri, hermanos del Señor Abad, pretendieron exigirla, aunque luego, cuando se dieron cuenta de la trampa y maquinación tramada por el P. Esteban, se callaron; incluso creo que encontraron señales de que era falsa.
A dicho Ilmo. Sr. Abad le hizo también otra de menor cantidad; me parece que fue sólo de sesenta escudos.
La tercera partida iba a favor de Monseñor Ilmo. y Revmo. Silvestri, Obispo de Macerata; si no me equivoco, era la más gorda de todas. El mismo Monseñor no hablaba de ésta, y buscaba la otra, de su hermano Abad, ya muerto. Por las tres se demostró que todas eran simuladas, asentadas sólo para ajustar las cuentas a su modo. La cantidad de estas letras, con el nombre para quien fueron hechas por el P. Esteban, se verá mejor por el Libro; a no ser que las hayan arrancado, como han hecho con tantas otras cosas de gran importancia.
Había otra Mención de una deuda de veinticinco o treinta escudos, prestados por el Sr. Lucio Salvi, Secretario de la Venerable Compañía de la Santísima Anunciación, de la Minerva de Roma. Aquellos se pagaron ciertamente, porque dicho Señor dijo que los había desembolsado efectivamente. Por último, había una partida de veinte o treinta escudos, que decía haberlos recibido como préstamo de no sé qué Revdo. Sacerdote, que era sacristán, o cura, en Santa María in Trastevere; se cree que éstos eran también simulados y ficticios, porque dicho Cura no habló de ello más que a finales del año 1647; y después de tantos escudos se conformó con tres, y con algunas pocas Misas, que N. V. P. Fundador le ordenó decir, que celebraron según su intención. Se tiene por cierto que era un embrollo, porque el mismo dinero que se dio al Cura de Santa María in Trastevere, fue después entregado al H. Francisco María, para que hiciera en el Colegio Nazareno una función, en la fiesta de San Esteban, donde el P. Esteban estaba de Comunidad, como se dirá en el tercer tomo.