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CAPÍTULO 7 Instancia hecha al Papa Inocencio X Por uno de los nuestros Para hacerse Benedictino [1646]

Oliver Vecchia, ciudadano veneciano, jovencito de buena inteligencia, de buena esperanza y buenas costumbres, llevado por el Emmo. Y Remo. Sr. Cardenal Ottoboni, entró primeramente en nuestro Colegio Nazareno, y en él hizo muy claro progreso en las bellas letras, tanto en prosa como en verso; y después de mucho tiempo, pidió nuestro santo hábito, y portándose religiosamente en el Noviciado, fue admitido a la Profesión de los votos solemnes el día 24 de octubre de 1644, según las Constituciones. Continuando sus estudios, se encontró, jovencito, en medio de nuestras tareas. Y cuando la supresión hecha por el Papa Inocencio X, no queriendo retornar al siglo, hizo instancia (dado que tenía licencia) de entrar en la Congregación de los Monjes Casineses. Pero, aunque dicho Eminentísimo lo protegía mucho, no pudo nunca recibir tal favor, pues tal Congregación tiene un Decreto especial de no recibir ningún Profeso de otra Orden. Por eso, viendo cerrados los pasos de su deseo, por medio de dicho Emmo. Ottoboni, y por ser ciudadano veneciano, fue recibido por el Ilmo. Y Excmo. Sr. Embajador de la Serenísima República de Venecia, su patria. Y viendo Su Excelencia el justo deseo de nuestro H. Tomás [Vecchia] de la Asunción (que así se llamaba nuestro Religioso), compadecido de los sufrimientos de dicho jovencito y de todos nosotros, determinó ayudarlo en su buen pensamiento con todo su poder.

Con esta determinación suya, la primera vez que su Excelencia fue a la audiencia del Papa (redactado un memorial), lo condujo consigo a los pies del Sumo Pontífice, para obtener la gracia. Y, después que el Señor Embajador hizo la instancia, en nombre de nuestro Tomás, para ir entre los Monjes Casineses, y escuchando también la súplica que le hacía el jovencito, respondió Su Santidad: “¿Y por qué queréis dejar vuestra Orden, e ir adonde los Monjes”? Al responderle que a causa del Breve publicado por Su Santidad sobre su supresión, añadió Su Santidad: “Nos no la hemos extinguido ni suprimido, sino ampliado, para que se pueda extender mejor para el bien público”. Y añadió más: “Quédese, quédese en su Orden, donde Dios lo ha llamado, no busque cambios”. Pero como de nuevo el mismo Excmo. Embajador le pidió la gracia de poder cambiar nuestro hábito por el de los Monjes Casinenses, tal como se lo pedía nuestro Tomás, Su Santidad le firmó el memorial, y le concedió la gracia. Al cabo de pocos día vistió el hábito de dicha Congregación, donde profesó a su debido tiempo, y ha resultado buen predicador, habiendo predicado una Cuaresma en San Lorenzo in Damaso, no hace muchos años.

Notas