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06.22. A modo de epílogo
La ‘Breve Notizia’ decía que, muerto el obispo de Lérida, 'fue enviada la patente de Visitador, propuesto de antemano al Rey por el Residente [Bardaxí] y por nuestro Calasanz, quien fue en seguida comisionado a comunicar la nueva a dicho obispo'.<ref group='Notas'>Cf. BAU, RV, p.11.</ref> Los biógrafos posteriores ampliaron los datos, diciendo que el nuevo visitador, una vez llegado a Montserrat, suplicó a Calasanz que siguiera de secretario de la visita, y que el delegado regio le insistía para que se quedara, prometiéndole que cuando acabara la visita se lo llevaría a Madrid para que fuese su confesor y director espiritual, pero Calasanz se excusó con uno y con otro y se fue a su pueblo, pues había recibido noticias de que su padre estaba de nuevo gravemente enfermo.<ref group='Notas'>Cf. ARMINI, ‘Vita’, p.29-30; TALENTI, ‘Vita’, p.20-21.</ref>
Las propuestas de don Iván de Bardaxí pudieron ocurrir antes de que muriera el visitador. En las largas horas de convivencia desde finales de octubre hasta mediados de febrero había tiempo para conversar, comentar y proponer. Y es fácil que entre ambos surgiera cierta confianza y estima — incluso es posible que hubiera lazos de parentesco<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.387-391; J. LÓPEZ NAVÍO, ‘Don Juan de Mercado y Calasanz’: AnCal 20 (1968) 464-466, 475-476; ID., ‘Ambiente histórico y social en que vivió San José de Calasanz’: AnCal 26 (1971) 212. Supuesto el parentesco, Navío atribuye a Bardají la mediación para entrar Calasanz al servicio de La Figuera.</ref> —, y el viejo 'delegado real', admirando las dotes del joven sacerdote, quisiera llevárselo consigo, no a la Corte, sino a Zaragoza, donde residía.<ref group='Notas'>Cf. J. LÓPEZ NAVÍO, ‘Don Juan de Mercado y Calasanz’, p.464. El P. Berro escribió: 'El viejo Regente no sabía estar sin José y proponíale que, terminada aquella [visita], marchase con él a Madrid para tener ocasión de tratar de cosas espirituales. Durante el día atenderé a la corte —le decía— por el oficio que tengo; pero la tarde y la noche vacaremos a discursos y lecturas espirituales y os entregaré el gobierno de mi alma. En tan alto concepto de hombre de Dios tenía a nuestro .Calasanz' (cf. BAU, BC, p.146-147, trad. de BERRO I, p.59).</ref>
Las cosas, sin embargo, ocurrieron de otra manera. El delegado regio Bardaxí y el secretario de la visita, Jerónimo Pérez, permanecieron en Montserrat en espera del nuevo visitador. Pero antes de que éste llegara murió repentinamente el 14 de mayo de 1586 don Iván de Bardaxí 'con harta priesa y no sin sospecha', como diría luego el abad Carrillo.<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.385 y 395-396.</ref> El nuevo visitador fue el obispo de Vich, don Juan Bautista Cardona,<ref group='Notas'>P. CRUSELLAS, en ‘Nueva Historia de Montserrat’ (Barcelona 1896), además de confundir muchas fechas, dice que el visitador don Juan de Cardona, obispo de Vich, 'trajo por secretario al que hoy es San José de Calasanz' (p.411), mientras en otro lugar dice: 'D. Gaspar de la Figuera se llevó por secretario a San José de Calasanz' (p. 100). Y son dos confusiones más.</ref> quien quiso mantener hasta el fin de la visita al antiguo secretario, Jerónimo Pérez. Calasanz, en efecto, declaró de sí mismo en 1637, con cierto laconismo: “El dicho Obispo [La Figuera] murió en dicha Visita, y Yo me bolví a mi patria”.<ref group='Notas'>Cf. J. POCH, ‘El Fundador…’, p.234.</ref> Y así lo confirma el absoluto silencio de las actas de la visita del obispo de Vich respecto a la presencia de Calasanz.
Fray Gregorio de Argaiz, cronista de la Orden Benedictina, resumió así la actuación del último visitador: 'Entró en 22 de junio de 1586, queriendo extinguir la ocasión de las disensiones, ‘vivae vocis oraculo’, el 8 de septiembre de 1586, después de Vísperas, nombró por abad de Montserrat al presidente, P. Fray Juan Campmany. En él se acabaron las diferencias que había entre monjes de las dos coronas de Castilla y Aragón y comenzó la alternativa que hoy [1677] dura, en esta forma: Que un trienio sea de la una, otro de la otra, con tal consideración que cuando el abad es de una corona, el prior sea de la otra'.<ref group='Notas'>Fr. G. DE ARGAIZ, ‘La perla de Cataluña’ (Madrid 1677) p.209-211.</ref>
Lo que parece 'sencillísima solución',<ref group='Notas'>Cf. A. ALBAREDA, ‘Historia de Montserrat’ (Montserrat 19462), p.74-94.</ref> es decir, la independencia canónica de Montserrat respecto a la Congregación de Valladolid, no lo era entonces; ni fue tampoco problema y drama solamente para los benedictinos de Montserrat, sino para todas las órdenes antiguas, cuyas Congregaciones de Observancia habían surgido en la Corona de Castilla y habían penetrado, con mayor o menor oposición, en la Corona de Aragón. Y la forzada dependencia ocasionó litigios, disturbios y escándalos, de los que no fue Montserrat el único escenario.<ref group='Notas'>Entre los dominicos ocurre también que la 'reforma castellana' se impone en la Corona de Aragón en 1530 por Breve papal. Los 'aragoneses' reaccionan fuertemente En 1531 es elegido Provincial de Aragón Fray Domingo de Montemayor, enérgico promotor de la reforma. Pero en 1534 tanto él como el Prior de Valencia, Amador Pi, fueron asesinados a puñaladas en una emboscada por dos frailes apóstatas dominicos que huyeron luego a África (cf. ‘Historia de la Iglesia en España’, BAC, vol. III-1°, p.306)</ref>