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10.05. Teólogo del cardenal Marco Antonio

Cuando llegó a Roma José de Calasanz, dos eran los cardenales de la familia Colonna: Marco Antonio y Ascanio. El primero había recibido el capelo de manos de Pío IV, en 1565, y el segundo en 1586, de manos de Sixto V.<ref group='Notas'>Cf.PA5T0R, vol.16, p.327 y vol.21, p.214, respectivamente.</ref> Marco Antonio vivía en el palacio familiar de la plaza de los Apóstoles, y fue quien llamó a Calasanz y le nombró su teólogo, como expresamente recuerdan los testimonios ya aducidos.<ref group='Notas'>Cf. BAU, BC, p.207-213.</ref> El joven Ascanio —que tenía dos años menos que Calasanz— vivía en el recién terminado palacio papal de Letrán, por expresa concesión de Gregorio XIV, en atención a que era Arcipreste de la basílica contigua y con el fin de que habitándolo lo conservase debidamente.<ref group='Notas'>Cf. el documento pontificio, firmado el 4 de marzo de 1591, en PASTOR, vol.22, P.379, doc.45.</ref>

Calasanz, pues, estuvo al servicio del Cardenal Marco Antonio, hasta que murió el 13 de marzo de 1597 en la mansión ancestral de Zagarolo, cerca de Palestrina, donde se hizo trasladar, ya enfermo de muerte. Este viejo purpurado fue siempre una de las personalidades más conspicuas del Sacro Colegio, particularmente en los conclaves, en los que por dos veces fue propuesto para la tiara sin conseguirlo, concretamente después de la muerte de Sixto V y de Urbano VII, en la segunda mitad del año 1590.<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, vol.22, p.266-271 y 283-287. Durante el último largo cónclave, que duró 57 días, los partidarios de la candidatura del cardenal Simoncelli hicieron uso y abuso de la famosa 'Profecía de Malaquías', para forzar su elección, sin conseguirlo. Fue editada luego en Venecia en 1595 (cf. ib., p.293).</ref> Los que denodadamente se oponían a su candidatura tenían sus razones, pues —dice Pastor— 'por su vida mundana no parecía apropiado para la suprema dignidad eclesiástica y mucho menos si, como parece ser, tenía hijos ilegítimos.<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, o.c., p.266 y n.2.</ref> Era ciertamente un hombre muy culto y por ello fue nombrado por Clemente VIII Bibliotecario Apostólico, en cuyo oficio le sucedió al morir nada menos que el doctísimo Cardenal César Baronio.<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, vol.24, p.294.</ref> Sobresalió entre los cardenales más amigos y promotores del arte<ref group='Notas'>Ib., p.345.</ref> y fue también liberal y generoso con los pobres.<ref group='Notas'>Cf. CIAC0NIUS, ‘Vitae et res gestae Pont. Rom et S. R. E. Cardinalium’, vol.III c.946; MORONI, ‘Dizionario Eclesiastico’, vol. 13-14, p.305; ‘Biografía eclesiastica completa’, t.IV, p.22.</ref> En una palabra, era una reminiscencia de aquellos grandes cardenales del Renacimiento que armonizaban pacíficamente el esplendor de su estirpe principesca con la dignidad de la púrpura romana; el lujo, la mundanidad y los deslices amorosos con la piedad, las sacras ceremonias y la caridad generosa; la cultura y el amor al arte con la política, la intriga y la diplomacia.

Entre otras incumbencias y responsabilidades de Curia y en el marco de las Congregaciones Romanas, creadas o reestructuradas por Sixto V en 1588, formó parte de la del Índice, junto con otros cuatro cardenales, que fueron su pariente Ascanio Colonna, Jerónimo della Royere, Felipe de Lenoncourt y Guillermo Allen. Para poder cumplir con diligencia su difícil cometido de velar por la ortodoxia se les facultó para solicitar ayuda a las Universidades de París, Bolonia, Salamanca y Lovaina, además de 'llamar para que tuviesen parte en su trabajo a teólogos, canonistas y otras personas de formación científica y permitirles la lectura de libros prohibidos a fin de que pudiesen prestar su ayuda'.<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, vol.21, p.227.</ref> Esta recomendación justificaría la decisión del Cardenal de admitir en su propia casa a Calasanz como teólogo —además de la norma o costumbre de que los cardenales tuvieran sus propios teólogos consultores—, tanto más si sabía que acababa de obtener el título de Doctor en Teología y que había cursado también cánones y leyes en el Estudio General de Lérida.

La constatación de que en 1596 saliera de la imprenta vaticana una edición del ‘Índice’ de los libros prohibidos<ref group='Notas'>‘Index librorum prohibitorum. Romae. Apud Impressores Camerales. Cum Privilegio S. Pontificis, ad Biennium. MDXCVI’.</ref> nos sugiere la probabilidad de que en su preparación interviniese José de Calasanz, como teólogo del cardenal Colonna, el viejo.

Notas