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16.07. Qué fue y qué no fue el P. Pedro Casani
Su salida de la Congregación fue muy lamentada por los luqueses, que incluso le tacharon de ingrato, como manifiesta el P. Cioni en una carta al General: 'se ha sentido muy mucho la salida del P. Pedro Casani y parece que mucho ha faltado a Dios y a los beneficios que le ha hecho la congregación'.<ref group='Notas'>La expresión original es realmente ponderativa: 'é ben dispiacciuto assai la ritirata del P. Pietro Casani…' (PosCas, p.253.La carta lleva fecha del 11 de marzo de 1617).</ref> Había sido, efectivamente, una personalidad en la misma desde los tiempos del Fundador, S. Juan Leonardi. El P. Erra escribió de él estas breves líneas de síntesis: “El P. Casani no salió por ningún disgusto, sino por el deseo de vivir en aquella extrema pobreza y aspereza que desde el principio se introdujo en las Escuelas Pías. Había vivido entre nosotros durante 23 años con gran ejemplaridad y nuestra congregación le había honrado con los cargos más distinguidos hasta hacerle rector y asistente general…” Y completa el elogio recordando que en las Escuelas Pías fue “el primer maestro de novicios, el primer asistente general, el primer lector en teología, el primer predicador y el primer escritor… Fue también provincial, procurador general y visitador general…”.<ref group='Notas'>C. ERRA, ‘Cronache…’, cit. en PosCas, p.1870.</ref> . Todo ello es verdad. Y también lo es que todos los nombramientos que recibió en las Escuelas Pías se los dio el Fundador, manifestando el gran aprecio que siempre tuvo de sus dotes personales.
Más todavía, en esa larga lista de oficios y dignidades sólo le faltaba una: ser General. Y Calasanz, viéndose ya excesivamente anciano, a sus ochenta y cuatro años, intentó declinar en el P. Casani la autoridad y dignidad de la Orden, nombrándole Vicario General. Pero Casani no aceptó. Finalmente, Ia suma admiración que sentía el Fundador por la santidad de su vida le movió a dar los primeros pasos para el proceso de beatificación el mismo año de su muerte, 1647. Su presencia en esta historia es, por tanto, ineludible.
Últimamente, sin embargo, al reasumirse su proceso de beatificación (1982), se ha exaltado su personalidad de tal manera que, además de ponderar justamente sus virtudes y dotes espirituales, se ha pretendido atribuirle tal protagonismo en la concepción, fundación, caracterización y desarrollo de las Escuelas Pías, que el mismísimo Fundador queda prácticamente desfigurado y relegado a un segundo lugar. Apenas hay problema importante en toda la larga trayectoria que va desde la unión con los luqueses hasta la muerte misma de Casani (1613-1647) -que precede sólo en un año y medio la de Calasanz- en que no se atribuya a Casani la iniciativa, el acierto y el éxito. Y todo es tanto más grave para la verdad histórica cuanto que la voluminosa obra recoge un ingente y valiosísimo acervo de documentos, muchos de ellos inéditos hasta hoy, en los que se intenta fundamentar las nuevas tesis o hipótesis con criterios y metodología científicamente inaceptables.
En una obra como la presente, de carácter crítico, no podemos menos de referirnos someramente a las principales afirmaciones, opiniones e hipótesis relativas al Fundador, San José de Calasanz, y a su Instituto, vertidas en la mencionada obra que tantas veces hemos citado abreviadamente, ‘Positio Casani’,<ref group='Notas'>La citamos así: PosCas. Su título completo puede verse en la Bibliografía.</ref> como hemos hecho con las opiniones de otros autores antiguos o modernos, con la escueta finalidad de esclarecer la verdad histórica. Por añadidura, la mayor parte de las opiniones personales y contrarias al sentir histórico universal tradicional de la orden escolapia presentadas allí aparecen ya en numerosos escritos del mismo autor, P. Claudio Vilá Palá, anteriores y posteriores a la publicación de la ‘positio’; por lo que no pueden quedar preteridas por imperativo de -crítica histórica por otra parte, no es éste el lugar para examinar detenidamente cada una de las numerosas afirmaciones discrepantes del autor referido, ni todos los argumentos con que las defiende, por haberse ya hecho satisfactoriamente en otra publicación adecuada.<ref group='Notas'>La conmoción suscitada por dicha ‘Posítio’, cuyas tesis fundamentales ya se conocían antes de su publicación incluso por escritos anteriores del autor, decidió al General de la Orden y su Congregación, después de consultar a los demás Superiores Mayores, a nombrar una ‘Comisión oficial’, formada por once religiosos, los más especializados en cuestiones calasancias, para que examinara detenidamente la ‘Positio’ y diera una respuesta crítica sobre su método y contenido. Y tras un año largo de trabajo se publicó un-volumen con este título: ‘Comisión oficial 'Pro Positione P. Casani, nombrada especialmente por el Rmo. P. General. Juicio histórico-crítico sobre la 'Positio super virtutibus' del P. Pedro Casani Sch. P. Con la aprobación de la Congregación General de la Orden de las Escuelas Pías’ (Salamanca 1983), 252 págs.</ref> Algunas cuestiones, no obstante, ya las hemos afrontado en páginas anteriores y otras más nos saldrán al filo de la narración.
Pero entre tantas infundadas atribuciones de iniciativas, éxitos y méritos con que se intenta glorificar la figura de Casani, ninguna supera a la increíble afirmación de que el verdadero Fundador de la Congregación Paulina de las Escuelas Pías fue Casani y no Calasanz,<ref group='Notas'>'Esta es exactamente nuestra tesis, no mera hipótesis. Casani se creyó destinado a ser fundador de la nueva congregación (Paulina) y lo fue de hecho' (PosCas, p.227). 'Fundador de una nueva congregación. Visto cuanto antecede, nos creemos obligados a poner en claro que 'de hecho' el fundador de la congregación religiosa destinada a cuidar de las Escuelas Pías como misión suya principal fue el Siervo de Dios, P. Pedro Casani; el creador genial de la obra de las Escuelas-Pías fue, ya en 1599, San José de Calasanz… La tesis es nueva, pues nunca se ha dicho esto entre los escolapios actuales' (ib., p.229). ¡Ni mucho menos entre los antiguos! 'Concluyendo. De lo que antecede, creemos que hay que concluir considerando al P. Pedro Casani como el verdadero creador de la-corporación escolapia en cuanto corporación religiosa, a la que el gran Calasanz confió sus Escuelas Pías como ministerio principal de sus miembros' (ib., p.233).</ref> quien, en pocas palabras, habría usurpado el título de Fundador tras un supuesto pacto secreto entre ambos,<ref group='Notas'>'Sin duda -aclara Vilá- hubo pacto entre los dos: Calasanz asumiría por voluntad del cardenal Giustiniani y del Papa las responsabilidades del fundador como dotado de cualidades acaso más adecuadas a tal función…; Casani, en un ejemplo de humildad sin igual y ciertamente heroica, desaparecerá como ideador y fundador y se mantendrá en la humilde esfera de los súbditos, sin reclamar jamás derecho alguno …' (ib., p.233). A esta increíble farsa habrían, pues, contribuido Calasanz, Casani, Guistiniani, Cobelluzzi y Pablo V. Además, recuérdese la larga lista de oficios y dignidades de Casani que le mantiene toda su vida tan lejos de la pretendida 'humilde esfera de los subditos'.</ref> y -por añadidura- con la connivencia de todos los que estaban 'bien informados' de este asombroso secreto, entre los cuales se incluyen tos papas Pablo V y Gregorio XV.<ref group='Notas'>'En los documentos oficiales de la Santa Sede -sigue afirmando Vilá- ni Pablo V ni Gregorio XV dieron nunca a Calasanz el título de Fundador … Tanto estos Papas como el secretario de Breves, Cobelluzzi, sabían bien cómo y de quién había surgido la nueva congregación. Al entrar años más tarde esto es, en 1623 (sic, por 1623), en la secretaría de breves, Maraldo, éste, ignorante del detalle de los sucesos y basado en que corrientemente se tenía a Calasanz como fundador, le dio sin más este título el día 12 de enero de 1632. Es ello muy curioso: … al cabo de 15 años se le dio por primera vez tal título, ya que por tal se le tenía comúnmente; ‘los bien enterados no se lo dieron nunca’', (ib., 231). Si Pablo V y Gregorio XV no le dan título de Fundador en sus breves, quizá sea simplemente porque en los memoriales o súplicas con que los pedía, Calasanz tuvo la humildad de de no mencionarlo; mientras en este de Urbano VIII, quien pedía el breve a nombre de toda la Orden era precisamente Casani, tan enterado del asunto, y empezaba así: 'Pietro della Natività della Vergine, primo compagno del P. Giuseppe della Madre di Dio, ‘Fondatore della Religione’ de Chierici…', y más abajo reitera: 'il sudetto P. Giuseppe, ‘fondatore …’ (PosCas, p.841). Pero el párrafo inicial de Vilá sugiere por necesidad cuestiones serias. En efecto, 'si Paulo V y Gregorio XV, además de Cobelluccio, ‘sabían bien’ que Casani era el Fundador y no Calasanz, cometieron una injusticia histórica al no reconocer los méritos de Casani. ¿Y por qué razones poderosísimas llegarían dos papas a ocultar la verdad a la posteridad y a los contemporáneos? ¿Quién informó a dichos papas y al secretario de Breves con tanto detalle de 'cómo y de quién había surgido la nueva congregación?' ¿Cómo se logró que dejaran de parte al verdadero fundador y pusieran en su lugar a Calasanz? ¿Quiénes eran, pues, 'los bien enterados' que nunca dieron a Calasanz el título de Fundador? ¿Cómo ninguno de ellos salió por los fueros de la verdad, dando a Casani lo que le pertenecía? ¿Cómo puede admitirse semejante conspiración de silencio contra la verdad de los hechos? Son preguntas muy graves que merecerían una respuesta' (‘Juicio histórico-crítico sobre la Positio …’, p.21, y las p.9-35 en que se trata expresamente el tema).</ref>
Todo este disparatado montaje tiene más visos de ciencia-ficción que de historia crítica. No hay, en efecto, un solo documento de los dos protagonistas Calasanz y Casani, ni de sus más íntimos colaboradores y compañeros, ni de los dicasterios de la Curia Romana, ni de los cronistas de primera hora, ni de otros cualesquiera contemporáneos que por una sola vez den el título explícito de Fundador al P. Casani. Ni se encuentra una sola referencia expresa que atribuya tal título al mencionado Padre en las cerca de 5.000 cartas editadas de Calasanz y los miles, editadas también, que le escribieron a él o se escribieron entre sí los escolapios y sus allegados, que llenan más de 6.500 páginas impresas. Y esto es mucho silencio para un hecho tan importante. Silencio que equivale, según Vilá, a una injusticia histórica: 'Casani -dice- fue el verdadero creador y fundador de la corporación religiosa destinada a perpetuar la obra o instituto de las Escuelas Pías creadas por Calasanz… pero la historia, mejor los biógrafos de Calasanz, han cometido una injusticia velando el hecho de que el creador de la corporación, que se denominó Congregación Paulina, fue el Siervo de Diós P. Pedro Casani'.<ref group='Notas'>PosCas, p.1439</ref> Pero vistas las cosas así, los biógrafos no tienen culpa alguna, sino que toda recae sobre Calasanz, Casani, los papas y todos los demás, “dos bien enterados” del pacto secreto, que lo ocultaron a la posteridad y a la historia con celo digno de mejor causa. Y no sólo lo ocultaron, sino que mintieron cada vez que aplicaron a Calasanz el título de Fundador, y no fueron pocas.<ref group='Notas'>Sería interminable la serie de citas de todos 'los bien enterados' del asunto. Basten estas pocas: ‘Calasan escribe el 28 de septiembre de 1647 al P. Grien: 'se io prima havesse havuto relatione di questo fatto, come I'ho havuta per questa ultima lettera di V. R., li haveria scritto come Fondatore della Religione che quanto prima si disfacesse di detti beni …' (c.4490). De ‘Casani’ véase n.112 anterior. De ‘Castelli’, otro de sus íntimos colaboradores, son estas palabras: 'Io ho conosciuto il P. Gioseppe mentre ea Prete Secolare et so che ha instituido la nostra Religione delle Scuole Pie …' (ProIn, p.446). Hay dos largos escritos de ‘Castelli’, titulados: 'Giustificatione del Governo del ‘Fondatore e Compagni y Difesa del Governo del Fondatore e Compagni delle Scuole Píe’, en los que el título de ‘Fondatore’ se aplica a Calasanz. El segundo dice Vilá que es 'obra del P. F. Castelli y en la que acaso colaboró el P. Casani' (PosCas, p.1414), y en tal escrito se vuelve a llamar por dos veces Fundador a Calasanz, además del título. ‘Berro’, a raíz del nombramiento de General vitalicio dado por Urbano VIII al 'dilectum filium Josephum a Matre Dei, ‘eiusdem congregationis fundatorem’' (PosCas, p.862), esribe: 'Non fu nelli Padri difficoltà alcuna a riceverlo per tale, come sempre havevamo fattó per il passato, poiché sempre lo havevamo tenuto per superiore e fondatore' (PosCas, p.810), etc.</ref>
Toda esta absurda tesis se apoya principalmente en una oscura frase del P. Cioni, de una carta a Bernardini, con fecha del 11 de marzo de 1617, en que dice: 'me temo que quiera quedar confundido [el P. Casani] creyendo haber de hacer congregación nueva; Dios le ayude. Le he dado mi parecer; que haga lo que quiera'.<ref group='Notas'>Literalmente: 'temo che vogli restar confuso stimando lui di haver a far congregatione nuova; Iddio lo aiuti. L'ho scritto l’animo mio; faccia lui' (PosCas, p.253)</ref> comenta Vilá a pie de página: “Tenemos aquí la afirmación clara y contundente del que es el P. Pedro Casani el “fundador de la nueva congregación”. Parece cierto que se lo había notificado el mismo P. Pedro Casani directamente”.<ref group='Notas'>Ib., n.76.</ref>
A decir verdad, lo más claro y contundente es el temor de que quede confundido, o sea, que acabé en fracaso lo que piensa hacer. Y no se ve tan claro lo que pretende en concreto. El 6 de marzo se firmaba el breve de creación de la Congregación Paulina, pero cuando el día 11 escribe Cioni esa carta, ignora que ya existe esa 'congregación nueva'. Sabe, sin embargo, que están en trámites para criarla, pues así se lo ha comunicado Casani. Pero Cioni, por lo visto, desconfía que puedan conseguirlo, dada la dificultad de crear congregaciones nuevas. Parece la interpretación más lógica. No obstante, aun concediendo que Casani estuviera pensando efectivamente en fundar una nueva congregación, lo que teme Cioni es que llegue a realizar su intento; pero lo que no se afirma en manera alguna es que de hecho la fundara. Con otras palabras, pudo pensar y querer ser fundador, pero de ahí no se deduce que lo fuera. Más claramente aparece la ilación ilógica en aquella otra expresión: “Casani se creyó destinado a ser fundador de la nueva congregación y lo fue de hecho”.<ref group='Notas'>Ib., p.227.</ref> Todo quedó, pues, en sueño, si es que lo tuvo, pues toda la documentación escrita nos comprueba categóricamente que el verdadero Fundador de la nueva congregación fue San José de Calasanz.
Sería también una prueba -la segunda en importancia que aduce Vilá- el hecho de que Casani escribió unas Constituciones para una futura congregación. 'Casani -dice- ha preparado las constituciones ‘Pussilli gregis idea’ y en ellas legisla como auténtico e indiscutible fundador, “tanquam auctoritatem habens', no como delegado de Calasanz, y ello antes del Breve del 6 de marzo de 1617. Hasta el P. Jorge Sántha adivinó esta posibilidad de que fuera realmente el P. Pedro Casani quien de hecho pensara en fundar una nueva congregación”.<ref group='Notas'>Ib., p.230. EI texto de Sántha es el siguiente: 'Auctor (del ‘Pussilli gregis idea’) loquitur tamquam auctoritatem habens et fundator, personam gerens, uti putamus, Calasanctii. Ast non videtur omnino excludenda hypothesis, iuxta quam in difficili illo tempore quod erectionem Congregationis Paulinae… immediate praecessit… ipse P. Casani quodam modo consilium cepit hanc religionem cum ministerio principali scholarum piarum condendi' (G. SÁNTHA, ‘Pussilli gregis idea. Textus et commentaria’: Archivum 3 [1978], 91, n.9).</ref>
Las hipótesis de Sántha son, en realidad, dos, a saber: que Casani hubiera escrito sus constituciones para la Congregación Paulina en nombre de su fundador Calasanz, o incluso que hubiera pensado él mismo ser el fundador y, por tanto, las escribió en nombre propio. En ambos casos, tratándose de un código de leyes, es lógico que mande y ordene con autoridad y como si fuera el fundador. Pero en buena lógica no puede concluirse que lo fuera. Como quienes preparan una encíclica papal hablarán como si fueran el papa mismo. Sántha se queda en mera hipótesis de que Casani pensara en fundar. No es, por tanto, aceptable que de esta mera hipótesis se pase a esta afirmación: Sántha 'intuye que Casani se podía justamente considerar el fundador de la nueva congregación'.<ref group='Notas'>PosCas, p.227. Nótese el matiz atenuante del texto anterior: no parece totalmente desechable la hipótesis de que Casani en cierto modo pensara en fundar. De aquí a decir que se pueda justamente considerar el fundador hay un abismo.</ref> Pero es mucho menos aceptable todavía la última conclusión personal de Vilá: “Esta es exactamente nuestra tesis, no mera hipótesis, Casani se creyó destinado a ser el fundador de la nueva congregación y lo fue de hecho”.<ref group='Notas'>PosCas, p.227.</ref>
Podría quizás discutirse con fundamento la posibilidad de dar a Casani una trascendencia comparable a la del Fundador mismo, si su obra ‘Pussilli gregis idea’ hubiera sido aceptada como Constituciones de la nueva congregación o, en último término, si fuera clara y abundante la influencia que tuviera sobre las que compuso Calasanz y fueron aprobadas por Gregorio XV. Pero el mismo Vilá afirma rotundamente: 'descartamos que tuviera influencia en la elaboración de las Constituciones posteriores de Calasanz para la Congregación Paulina: Calasanz jamás conoció este escrito del P. Casani; es natural que éste no se lo mostrara nunca, cuando vio, contra toda posible humana expectación, que Calasanz se decidía a vestir el hábito religioso'.<ref group='Notas'>Ib., P.228, Sántha supone que Casani compuso su obra en los años 1617-1620, pero nunca fue difundida entre los escolapios, ni como manuscrito, pues al aprobarse las Constituciones de Calasanz, ya no tenía sentido. Quedó, pues, ignorada hasta 1908 en que por vez primera habló de ella con cierta detención el P. F. Rolletta en su ‘Commentario della vita del Ven. Servo di Dio P. Pietro Casani delle Scuole Pie’ (Roma 1908), p.60-68 (cf.G. SÁNTHA, o.c., p.89, n.5). Sigue siendo enigmática la finalidad de la obra de Casani. Lo más probable es que la compuso durante el período en que se estaba discutiendo la famosa 'fórmula de concordia' entre la Dieta de los luqueses por una parte y Calasanz - Giustiniani por otra. En esa 'fórmula' se hablaba de hacer ‘constituciones nuevas’; para la congregación luquesa que querían reformar profundamente al aceptar las Escuelas Pías como ministerio principal. Pero cotejándola con la fórmula aprobada el 20 de enero de 1616 se ve que no la tiene en cuenta, pues contradice muchas de sus suposiciones. Luego no podían servir esas constituciones para la congregación luquesa reformada. Ni podía tampoco servir para la Congregación Paulina, pues no tiene en cuenta las disposiciones del breve fundacional. ¿Para qué congregación, pues, estaban hechas?</ref> Entonces, ¿que clase de fundador fue? Lo cierto es que para las Escuelas Pías fue una bendición que Casani guardara en secreto sus constituciones librando así a la nueva Congregación de sus utopías, excentricidades y ridiculeces.<ref group='Notas'>Véase el texto y comentarios del ‘Pussilli gregis idea’, en el estudio póstumo de Sántha, citado en la n. 118 anterior. Otra edición del texto y comentarios de Vilá en PosCas, p.226-229 y 1442-1484; respuesta a estos comentarios en ‘Juicio histórico - crítico…, p.224-232. Valgan de muestra estos ejemplos: el nombre de la congregación es ‘Pequeño rebaño’ o ‘Rebañito’ (‘Pussillus grex’); el de los religiosos, pobres (‘pauperes’); el de las casas, ‘apriscos’ (‘ovile’); el del superior local, ‘paupérrimo’ (‘pauperrimus’); el del Provincial, ‘Mendigo’ (‘Mendicus’), y el del General, ‘Mendicísimo’ (‘Mendicissimus). Los religiosos viven en tugurios o chozas, hechas de paja, mimbres o algo semejante, con pavimento de madera un poco elevado del suelo; algunas dependencias comunes serían de piedra, ladrillo y cal. El comedor sería un gran tugurio en que no habría ni mesas ni sillas y se sentarían en el suelo, apoyados en la pared. Dormirían sobre esteras, etc. ¡Increíble! Todo esto hace pensar en los monjes de la Tebaida y no en religiosos de vida activa en pleno siglo XVII.</ref>