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20.09. Graves acusaciones contra el p. Alacchi

En el capítulo Generar de 1627 se trató del caso del p. Melchor Alacchi en estos gravísimos términos: 'acerca del p. Melchor de Todos los Santos vea el P. Provincial de Génova en particular, y los otros en común, de hacer nuevas diligencias y procesos, y el P. General, habiéndole mandado a una larga peregrinación para que no perturbase ni infectase más la Religión por las cosas aducidas en procesó, procure a su vez, con la excusa de necesidad de su casa u otra parecida, obtener del papa la gracia de que salga de la Orden; y si volviera sin haber hecho la peregrinación a Santiago [de Compostela], procédase contra él jurídicamente'.<ref group='Notas'>PosCas, p.565 </ref>

¿Qué había hecho? No es fácil saberlo a ciencia cierta. A pesar de la abundante documentación al respecto, lo más prudente es suspender el juicio sobre la verdad de los hechos de que fue acusado y que las cosas no estaban muy claras se deduce de las disposiciones mismas del capítulo General, pues impone al Provincial de Génova, P. Castelli, y a los otros, que hagan nuevos procesos y averiguaciones, Io cual quiere decir que las hechas hasta entonces no eran del todo convincentes. Y no obstante se le castiga con una peregrinación penitencial, se pide su expulsión de la Orden y se le amenaza con nuevas penas jurídicas.

La cuestión era grave, pero quizá se dio excesivo peso a las primeras acusaciones sin calibrar fríamente la credibilidad de los acusadores. Es indudable que el Fundador estimaba mucho al P. Alacchi y le había confiado oficios y encargos de responsabilidad. Pero también es cierto que el carácter especial del P. Melchor le había hecho antipático a no pocos, por no decir odioso. Recuérdense las acusaciones del P. Ottonelli contra él, que provocaron su desafortunada petición de Visita Apostólica en 1625. No faltaron entonces indicios claros de celotipias en el Asistente general por las muestras de confianza del Fundador hacia el extravagante P. Alacchi. Ni faltan tampoco ahora indicios de malquerencia del F. Castelli contra el mismo Alacchi, que llega a Cárcare con patente de Visitador y que en ocasiones anteriores, por ligereza o imprudencia, había excitado las iras del Asistente general y Maestro de novicios F. Castelli. Y hay algo más que malquerencia en la larga carta que escribe Castelli a Calasanz el 2 de julio de 1627, exponiéndole entre insultos y arrebatos de ira los supuestos delitos de Alacchi, sin una ligera duda sobre su veracidad, no obstante su gravedad. Pero vayamos por partes.

Cuando estaba ya encaminada la fundación de Nápoles, el Santo Fundador se desprende del P. Alacchi y le manda a Cárcare con patente de Visitador General, firmada el24 de enero de 1627.<ref group='Notas'>Cf. el texto completo en G. SÁNTHA, ‘P. Melchior Alacchi ex Omnibus Sanctis (1591-1642): Archivum 13 (1983) 29, n.61. </ref> Le acompañó hasta Roma el Hº. Ambrosio Ambrosi. Después de algunos días en Roma, reemprende el viaje por mar llevando de acompañantes a los Hermanos Ambrosio de nuevo y José de Mesina, y a los clérigos Pedro Agustín Abbate y Juan Bta. Poli. Durante la travesía desde Roma a Livorno, por la noche, mientras dormían, Pedro Agustín sintió que alguien le ponía una mano donde no debía. No se supo por entonces de quién había sido la mano, pero luego, meses más tarde, alguien acusó de ello al P. Melchor y se le formó un proceso, promovido por el Provincial Castelli con la supuesta licencia del General. El asunto se complicó en seguida, pues a la primera acusación sobre el pecado nocturno se añadieron otras mucho más graves sobre revelación del secreto de confesión.

El P. Scoma, en sus Memorias, apoyándose en las desaparecidas ‘Annotationes Siculae’ del P. Alacchi, dice que el Clº. Abbate, la mañana siguiente al hecho; se lo comunicó al P. Melchor, que por cierto no había dormido con los cuatro jóvenes, sino 'arriba, junto al timón'. Al oír el relato, le dijo chillando: “Traidor, ¿por qué no gritaste?” Y él le respondió: “Por no dar escándalo a los otros”. El P. Melchor creyó conveniente interrogar en secreto al Hº. Ambrosio, “del que dudaba, recordándole algún desliz que había tenido en el noviciado, según relación del P. Nicolás Mª. Gavotti hecha a dicho Padre. Pero este Hermano, después de diez años, acusó al P. Melchor de haberle revelado la confesión por este hecho”.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA I p.121-122. El acto pecaminoso lo describe sencillamente así: 'il Fr. Pietro Agostino fu tocco nelle braghe'. </ref> La acusación de Ambrosio pudo repetirse al cabo de diez años, pero lo cierto es que ya en este primer proceso se le acusó a Alacchi de ambos delitos.

Curiosamente, el P. Fundador, con fecha del 20 de febrero de 1627, antes de haber recibido comunicación alguna de la llegada a Cárcare, escribió al P. Melchor: 'Tenga los ojos muy abiertos a los Hermanos que ha llevado consigo, porque no tengo de ellos referencias muy buenas'.<ref group='Notas'>C.587. </ref> De los dos Hermanos, al de Mesina le expulsó de la Orden apenas volvió de Cárcare -sin que sepamos por qué-, como escribía a mediados de junio;<ref group='Notas'>C.638. </ref> y Ambrosio; además de lo que nos revela Scoma, queda bastante comprometido en un párrafo sibilino que le dedica Castelli en su larga carta incriminatoria contra Alacchi, en el que se lee entre líneas mucho más de lo que se expresa.<ref group='Notas'>'Doppo essersi esaminato [Ambrosio] contro al Padre N [Alacchi] s’q un poco inquietato per essersi scoperto se stesso, se bene solo in generale senza limitatione di tempo ció da me procurató per tenerlo coperto quanto ho potuto, se bene temo assai che egli per il medesimo rispetto di non scoprir se stesso lasci di dir molte altre cose, ma poco importa mentre ci basta per quel che pretendiamo, quanto costa fin hora. Gli ho detto che non si pigli fastidio, che nessuno di noi puó servirsi contro di lui di tal cose che derivano da la confessione sagramentale (EHI, p.567). En 1641, en carta al Fundador, Alacchi incluye a Ambrosio entre 'quelli che si relaxino nel vitio della carne' (EHI, p.45). </ref>

Lo sucedido en el viaje quedó en secreto hasta pasados unos meses. Hubo, sin embargo, otro grave acontecimiento. Hacia mediados de mayo, el P. Melchor, acompañado de cinco novicios, fue desde Cárcare a Alba para hablar con el obispo, don Ludovico Gonzaga. Aprovechando la ocasión, pidió y obtuvo del obispo que en la festividad de la Ascensión, día 13 de mayo, recibiera la primera tonsura y las órdenes menores el Clº. Juan Bta. Poli, Al día siguiente, ya de regreso, iban todos a pie, excepto el recién tonsurado, que iba a caballo porque no se encontraba bien. Al acercarse al río Monesiglio, el clérigo dio rienda suelta al caballo y se lanzó al río, siendo arrastrado por la corriente. El P. Melchor se quitó la sotana y se tiró al agua para salvarle, pero fue inútil; más todavía, él mismo se sintió en grave peligro de ahogarse y se encomendó de corazón a la Inmaculada Concepción. En aquel instante se encontró detenido por una rama y uno de los jóvenes le tendió la mano y le llevó a tierra. El pobre Juan Bta. Se hundió en el agua y su cadáver fue encontrado a los tres días. Y concluye el P. Scoma, que es quien nos refiere el caso: 'El P. Melchor entonces hizo voto de ir a Santiago de Compostela en acción de gracias, cuanto antes se lo permitiera la obediencia'.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA I, p.122. El 29 de mayo de 1627 comunicaba Calasanz la desgracia al P. Cherubini que estaba en Narni, de donde era el novicio fallecido, rogándole se lo dijera a la madre (c.623). </ref>

Es probable que aquella inesperada desgracia removiera la conciencia de alguno de los jóvenes compañeros del pobre desaparecido, buscando razones y responsabilidades morales donde no las había, y salió a flote lo ocurrido en el viaje marítimo. También es probable que el P. Castelli, como Provincial, se trasladara a Cárcare desde Génova para asistir al funeral y enterarse con detalle de lo ocurrido, recibiendo entonces las primeras acusaciones contra el P. Melchor e incoando inmediatamente un proceso informativo contra él. Parece ser que todo procedió con excesiva rapidez y nerviosismo, pues el 29 de mayo, al comunicar el Fundador al P. Cherubini la desgracia, esperaba la llegada del P. Alacchi a Roma 'dentro de pocos días'<ref group='Notas'>'Il detto P. [Alacchi] me I’ha scritto et credo sará qui tra pochi giorni (c.623). </ref> Mas antes de que él llegara, ya había sido informado el General sobre las graves acusaciones contra él, de modo que tomó la decisión de no recibirle, trasladándose al Noviciado, mientras Alacchi residía en San Pantaleón,<ref group='Notas'>Alacchi escribía al General: 'il Signore lo ha spirato ad ordinare al P. Antonio Ma¡ia [Vitali] che mi dicesse che io non ci venghi innanzi come ho fatto e faró' (EHI, p.23). </ref>

Durante aquellos dos meses escasos -junio y julio-que pasó Alacchi en Roma, hizo lo que pudo por defenderse de las muchas acusaciones contenidas en el proceso y otros informes supletorios. Y como no podía explicarse de palabra, lo hizo por escrito. Se han conservado cinco cartas escritas por Alacchi a Calasanz, sin fecha, desde San Pantaleón al Noviciado,<ref group='Notas'>Cf. ib., p.7-25. </ref> y que no pueden leerse sin conmoción. Son un intento dramático de autodefensa. Reconoce sus muchas faltas, cometidas antes de ser religioso y después, con una sinceridad pasmosa, pero se niega rotundamente a admitir las dos más graves, que le atribuye Castelli, referentes al pecado carnal y abuso del secreto de confesión, apelando a la justicia de Dios. Respecto a lo primero escribe:

De las cosas que me han dicho que llegaron escritas desde Génova, testimonios, procesos, informes, créame que hubiera podido hacer mucho más si no hubiera tenido sobre mi cabeza la mano de Dios bendito, y de ello puedo gloriarme, pues no ya en Religión, sino también en el siglo, ni mujer ni persona alguna podrá jamás gloriarse de haberme tocado, ni tampoco de haberles mirado yo provocándome malos pensamientos. La defensa la dejo en manos de Dios bendito. Estar aquí me parece estar en el infierno. Además, el demonio me sugiere que todos me dicen: el hombre que tanto exageraba el pecado de la carne ha caído ahora en él. De ello me defiendo dentro de mí con la inocencia.'<ref group='Notas'>Ib., p.22-23. </ref>

Respecto a las confesiones escribe:

Me han acusado de haber hablado de las confesiones del P. Pedro Andrés [Taccioni] y de otros de quienes no me han dicho el nombre. No les respondo a ellos, pero digo a Su Paternidad: jamás cosa alguna oída en confesión la he revelado, pudiéndose conocer al penitente.'<ref group='Notas'>Ib., p.21. </ref> Y en otra carta: “Si me han atacado en mi honor, como me insinuó el P. Jacobo [Graziani], lo dejo a la justicia de Dios, pues en asunto que entra la confesión no puedo hablar; en asunto sabido fuera de confesión ya lo he dicho de palabra. Pero que bajo color de ello hagan dos mil diabluras y luego me las digan en confesión, ¿qué quiere que le haga? Aunque esto lo hicieron en tiempo en que por escándalo no se pudo remediar”<ref group='Notas'>Ib., p.19. </ref> .

La situación debió de ser tensa y dolorosa para Alacchi y para Calasanz, pues a pesar de la actitud dura y hostil del Fundador Alacchi reconoce la profunda estima que le ha tenido siempre y que sigue teniéndole, y él mismo le confiesa su afecto, casi besando la mano que le castiga. Así empieza una de sus cartas de entonces: 'He leído con gran gusto la de Su Paternidad y entendido lo que ha ordenado, y de tal orden he descubierto el amor que me ha tenido y me tiene. Alabado sea el Señor. Y la termina ast: “Su hijo que le ama, Melchor de Todos los Santos'<ref group='Notas'>Ib., p.15-18. </ref> Calasanz, por su parte, escribe el 28 de junio al P. García: “El P. Melchor está en las escuelas muy solitario y necesita la ayuda de las oraciones de V. R. No se ha portado en este viaje a Cárcare como yo creía. El Señor le ayude”.<ref group='Notas'>C. 646 </ref> Efectivamente, dejando aparte las dos grandes acusaciones contra las que se revuelve desesperadamente, cometió Alacchi otras imprudencias relacionadas con la administración y gobierno de la casa de Cárcare, apoyado en su cargo de Visitador, chocando con el Provincial Castelli, como preveía antes de haber llegado.<ref group='Notas'>'Io alle Carchere non vi voleva andare, sapendo chi era il padre Francesco [Castelli] et si io non seppie governare, sua paternità non mi havesse mandato. Si accessero mali intra di loro a danno loro. Et se hanno toccato me nel honor si come mi accennó detto padre Giacomo, lasso la giustizia a Dio (EHI,.p.l9). Calasanz escribe a Cárcare el 2 de julio de 1627: 'Adesso che non vi q I’impedimento del P. Melchior costi procurate tutti che le cose caminino con molta quiete et conoscano tutti che da esso procedeva ogni disordine'. (c.650). </ref>

Por estas y otras faltas semejantes decidió Alacchi en un principio imponerse la pena canónica de renunciar en adelante a la voz activa y pasiva.<ref group='Notas'>Cf. EHI, P.7-8 </ref> Pero la requisitoria de Castelli contra él era mucho más grave, y por todo ello exigía al Fundador que lo expulsara de la Orden como un ‘apestado’ e indeseable.<ref group='Notas'>El genio impetuoso de Castelli vibra de indignación en la carta que escribe al Fundador el 2 julio, poniendo de manifiesto una excesiva credulidad en todo lo que le han dicho contra Alacchi, sin un solo matiz atenuante de duda. véanse algunos párrafos: 'Padre caro, non basta per la nostra Religione che la peste [Alacchi] si parta, ma bisogna provedere che piu non torni; me basta che ritenghino il fiato in boca gli appestati, ma bisogna serrargliene in manera che non possin, piu aprirla; massime se è che quell’appestato gli ha detto di voler andar de Novitiato in Novitiato d’altri Religioni fin a la norte di V. P., per tornar allora a rovinar la nostra. Peró anchorch’io creda ch’il proceso mandato basti per espellerlo senza rimanerli tale diabólica speranza, mando tuttavia per aggiunta l’incluso, dov’oltr’al provarsi meglio le cose del primo, oltr’ad alcun’altre delle nuove sta sufficientemente provato un punto che stimo maggior di tutti e degno di galera, ch’q la rivelazione delle Confessioni Havrei ben caro al mio arribo in Roma di non trovarlo dentro, perchè se Dio mi mantiene questi humori in testa,dureró not gli metter le mani adosso dove lo trovo' (EHI, P.565-566). </ref> El propio Alacchi llegó a admitir, desear y aun pedir que cuanto antes le buscaran otra Orden que le aceptara benévolamente, pues continuar entre conocidos y enterados del asunto se le hacía un infierno.<ref group='Notas'>'Lo stare qui mi pare stare nel inferno' (EHI, p.23); 'io non intendo stare piu qui ma ritirarmi ad strictiorem' (ib., p.24). </ref> No obstante, lo que no estaba dispuesto a admitir era que se le inculpara de aquellos -dos graves pecados, ni creía justo que por ellos se le mandara a otra religión, pues sería desprestigiarla igualmente. Pedía, por tanto, que se hicieran nuevos procesos e investigaciones y se le castigara adecuadamente según los resultados,<ref group='Notas'>'Il P. Giacomo [Graziani] mí ha detto che sua paternità ci ha deto che mandasse in esecutioni quanto prima lo trasferirmi in altra religione, altrimente sarà sforzato a procedere contro me alla peggio, poiché vi sono informationi tali che al meno vi sará la perpetua prigione. Io ho. resposo si come respondo a sua paternitá che non sta bene a imbrattare una altra religione havendo fatto mancamento tale che merita questo, perció facci fare tutto il processo che vuole et sapi et mi castighi. Et si è cosa grande, grande sia il castigo et si è piccola, piccolo. Gia io sto con la faccia scoperta ne dubito che mi possi essere levata la giusticia appresso Iddio' (ib., p.19) </ref> .

Es probable que insinuara el mismo Alacchi el voto hecho de peregrinar a Compostela, aunque no se alude a ello en las cinco cartas romanas antes mencionadas. Y ésta debió parecer la mejor solución al problema, pues se daba posibilidad de nuevas investigaciones y procesos durante su ausencia; se evitaba el peligro de dar una sentencia judicial precipitada; se alejaba de Italia por un tiempo al P. Melchor; se calmaban las iras del Provincial de Génova; se salvaba el honor público de Alacchi, al presentar el viaje como una más de sus extravagancias, y se dejaba también como solución definitiva y deseable la expulsión de la Orden.<ref group='Notas'>Por el párrafo del Capítulo General de 1627, referente a Alacchi, con el que la peregrinación a Compostela con el que hemos empezado este apartado n.9, cabría deducir que la peregrinación a Compostela fue un ‘castigo’ o medida penitencial por los delitos atribuidos al P. Melchor, lo cual serta confirmado por las amenazas del P. General en caso de que no se lleve a cabo el viaje, como veremos en seguida. Pero en la cédula obediencial o licencia se ve que es un mandato, pero que responde a un viaje ‘sumamente deseado’ por los peregrinos, cuya meta queda ampliamente indefinida dentro de los dominios del Rey de España, sin excluir las Indias o Italia: 'mandamus vobis, ut omni cunctatione postposita Compostellam ad sepulcrum S. Jacobi Apostoli et alia sacra loca in Ditione Regis Hispaniarum veneranda, ‘ut summopere vos optare novimus’, contendatis, sub nostra obedientia (cf. G. SÁNTHA, ‘P. Melchior Alacchi ’, p.33). </ref>

El 24 de julio de 1627 firmaba el General la licencia de viaje, dándole como acompañantes al P. Sebastián Montagnani y a un terciario que se les murió en Finale (Liguria) de fiebres tercianas. También el P. Melchor sé vio gravemente atacado de tales fiebres, que le forzaron a detenerse primero en el hospital de Finale y luego buscar asistencia en Cárcare y Savona, donde fue recibido muy mal, acusándosele de que fingía estar enfermo para librarse de la peregrinación.<ref group='Notas'>Cf. ib., p.35. Scoma, siempre apoyándose en las Memorias de Alacchi, describe con negros trazos la actitud adversa con que les recibieron en Cárcare y Savona y los informes tergiversados que mandaron al General, con la venia del Provincial Castelli (cf. SCOMA I, p.128-129). El General de nuevo se atiene a lo que le escriben y aconseja incluso que recurran al brazo secular y les metan en la cárcel si se niegan a proseguir la peregrinación (cf. c.708). Pero exige que les traten con caridad si de veras está enfermos (cf. c.709). </ref> Lo cierto es que los dos peregrinos siguieron su camino, alargándolo desmesuradamente hasta finales de enero de 1629, en que volvía a pisar tierra italiana el P. Alacchi solo, desembarcando en el puerto de Cáller, capital de Cerdeña.<ref group='Notas'>Cf. SCOMA I, p.129-130, 135-137. La biografía entera del P. Alacchi es una constante aventura, dominada por contrastes desde el principio al fin: contraste en su propio carácter y psicología y en sus relaciones personales con el Fundador y sobre todo con los demás religiosos. El mejor estudio biográfico hasta el presente es el citado del P. Sántha, aunque-probablemente no quedó todavía satisfecho pues habiéndolo terminado ya en 1965 lo dejó inédito al morir en 1975 y vio la luz en 1983 (Archivum 13 [1983] 14-75). Otro esbozo reciente lleva el acertado tttulo de ‘Una paradoja en la vida de Calasanz: el P. Melchor Alacchi’ (cf. M. A. ASIAIN, ‘Calasanz y sus hijos. I. Cinco facetas del Fundador: AnCal 38 [977] 512 534) </ref> Su compañero Montagnani se quedó en España, acabando sus días en Zafra (Badajoz).

Notas