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Año 1628 de Cristo. Trigésimo primero de las Escuelas Pías. Sexto de Urbano VIII.
Ephemerides Calasactianae IX (1940, 68-70)
Al principio de este año se ordenaron en las Escuelas Pías las fórmulas para que sean usadas en la mesa por los lectores. Nos recuerda estas nuevas fórmulas expresamente el archivo de Nursia el 3 de febrero, como refiere un texto de la carta del Padre General con estas palabras: “Les envío una nota con las fórmulas a ser dichas en la mesa”. A continuación, siguen las fórmulas.
Al principio de la lectura: “Padres y hermanos, escuchemos atentamente la lectura porque en el día del juicio deberemos dar cuenta de cada precepto”. Durante la comida debía decirse tres veces, y durante la cena dos: “Padres y hermanos, recordemos la hiel y el vinagre que le dieron a Nuestro Señor Jesucristo en la cruz cuando estaba entregando el alma”. La tercera debe decirse al final por el hermano cocinero, o por otro hermano. No consta cuando se introdujo, pero el P. Vicente, haciendo mención de ello en el Tomo I, p. I, fol. 49, dice que cuando vino a Roma en 1624 ya la usaban, y se creía que el origen se debía al hermano Juan Bautista de San Carlos, con otro nombre llamado de la Pasión en memoria de la pasión continua del Señor, a quien se cree que visitó el Seráfico San Francisco en la cocina, el cual estaba angustiado un día porque no sabía cómo dividir una pequeña cantidad de comida en 40 partes, y entonces llegó un religioso con hábito franciscano, y realizó la angustiosa división, y de pronto desapareció del cocina y, ay, no pudo ser visto ni encontrado más. (N.B.: el P. Juan Carlos atribuye este caso de la visión al H. Francisco del Ángel Custodio, Tomo I, N. 556). A causa de este hecho casi milagroso se puso de rodillas en el comedor frente a todos y exclamó: “Padres y Hermanos, recordemos las Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, porque no hay otro camino que conduzca al reino de los cielos”. Cuando el P. General oyó estas palabras pronunciadas con extraordinaria energía, mandó que se repitieran siempre como acción de gracias al final de las comidas, repetidas por el hermano cocinero o por otro hermano operario.
El día 7 de febrero se le dio facultad al hermano Pedro M. de Santa Úrsula para disponer acerca de su herencia, con esta condición: que no quede nada para a religión. El 8 del mismo mes, fallecido en Frascati el eximio Sr. Domingo Gilgio de Fabriano, que al hacer el testamento de sus bienes constituyó como heredera a nuestra Virgen Milagrosa, expuesta allí para veneración, la cual herencia se llevará a cabo después de muerte de su esposa doña Julia, el P. General ordenó que se hiciera un inventario del mismo.
25 de marzo. A pesar de ser un día tan solemne como la Anunciación a nuestra Señora, y día conmemorativo de la toma de hábito de nuestros religiosos, se declaró sentencia contra el H. Francisco del Ángel Custodio, por andar fuera de casa en exceso, con lo que pocos estaban de acuerdo. Este hermano el año pasado, en el mes de noviembre, como un huésped sin saludar, como dicen, salió hacia Ginebra para convertir a los herejes de por allí. Visto que sus trabajos y esfuerzos no producían ningún resultado, volvió a Roma y dijo públicamente su culpa, y se sometió a cualquier tipo de penitencia. Y le fue impuesta la siguiente penitencia: 1. durante un año, ayunar a pan y agua los miércoles y viernes; 2. Cada lunes se contentará con comer una menestra en el suelo; 3. El martes, jueves y sábado hará disciplinas durante cinco padrenuestros y avemarías; 4. Comulgará sacramentalmente sólo dos veces al mes; 5. Pasado el año de penitencia vendrá a Roma (se le ha asignado a la casa de Moricone para hacer la penitencia), y dirá de nuevo su culpa, y entonces se verá si es digno del perdón o merece más penitencia. Se publicó esta sentencia en la casa de S. Pantaleo, en presencia de los padres Francisco de la Anunciación, Peregrino de S. Francisco, Juan Domingo de Sta. María Magdalena, el clérigo Juan Evangelista de Jesús y el H. Felipe de S. Francisco, operario profeso, en el día indicado más arriba.
El 22 de abril se envió una carta al P. Ministro de Cárcare, para que añada las letanías lauretanas al terminar las clases por la tarde, a intención de un grave negocio que algún gran príncipe ha confiado. Esta devoción parece que fue pedida este año a todas las casas, y se continuó desde aquel tiempo hasta que ha sido recientemente abolida.
19 de mayo. Se tuvo consejo público en la curia del senado de Frascati sobre un escrito enviado por nuestros padres, por el cual se pedía un pago de unos 125 escudos anuales. Pues nuestros padres se habían buscado por su propia cuenta lo necesario para vivir (lo cual por otra parte es contrario a lo prescrito en nuestras Constituciones, que dicen que nosotros no vamos a realizar fundaciones, sino que invitados por las ciudades, deben darnos el lugar para llevar a cabo nuestro ministerio y mantenernos, y nosotros nos obligamos a ejercer nuestro ministerio). El senado aprobó con 30 votos a favor lo que se le había pedido, de manera perpetua, y se hizo instrumento sobre dicha conclusión por medio de D. Raimundo Foliano, el día 20 de mayo.
El 26 de junio en la ciudad de Savona de la Provincia de Liguria se celebró igualmente un consejo de aquella magnífica municipalidad en el cual se decretó que se pagaría a nuestros padres la cantidad de 400 libras de plata en moneda genovesa durante los 16 años futuros, comenzando el plazo el 1 de noviembre, con la condición que se expresa más abajo, a saber, que se dedique ese dinero durante los 16 años a comprar la casa de Filiberto Pareti, o cualquier otra que parezca cómoda y capaz como habitación nuestra, que debe quedar como propiedad perpetua de la magnífica comunidad de Savona, mientras su uso quedará perpetuamente a favor de los religiosos, por todo el tiempo que nos quedemos en ella. Con esta condición aceptada, se tomó posesión de dicha casa. Pero luego se discutió la cosa, y tras un juicio más maduro parecía que la cosa iba en perjuicio de la inmunidad eclesiástica, así que se resolvió el 8 de julio que la comunidad de Savona tendría dominio sobre las 16 libras a recibir, pero no sobre el lugar, pues más tarde la casa debía reducirse a forma de colegio, y habría que destruirla de arriba abajo, y habría que erigir de nuevo desde los cimientos una nueva casa con iglesia, cuando fueran capaces de encontrar bienhechores que les ayudaran; de este modo la comunidad recibiría más de lo que gastaría. Por lo demás, está el axioma en derecho que dice: lo que ha sido dedicado una vez a Dios, que no se transfiera a usos humanos.
Ephemerides Calasactianae IX (1940, 102-104)
A principio de julio se presentó la oportunidad de una fundación en Poli. El heredero de ese lugar era el Excmo. Sr. Apio de los Conti con su esposa Dña. Jacinta de San Vitale, del ducado de Parma. Estos esposos, después de hacer un cierto voto se vieron impotentes para cumplirlo. Pidiendo consejo sobre qué podrían hacer, les recomendaron que acudieran a la Santa Penitenciaría para que se lo conmutasen. Y la conmutación del voto consistió en que deberían fundar algún monasterio que redundara en beneficio no sólo de los mismos señores, sino también de sus súbditos. Hecha una consulta con algunos cardenales sobre qué tipo de monasterio y de qué ministerio sería conveniente fundar, muchos les recomendaron nuestro ministerio, accedió a ello sin ninguna dificultad, y envió una carta de invitación al P. General con este fin. El P. General, para responder a la invitación, encargó al P. Provincial romano, Santiago de S. Pablo, que fuera a Poli, para que saludara e informara al Ilmo. Príncipe sobre nuestros requisitos para fundar, y que llegara a un acuerdo lo más favorable posible para la religión. Después de que el P. Provincial arreglara todo exactamente de la mejor forma para esta fundación, volvió a casa, expuso lo que quedaba por hacer al P. General y recomendó vivamente que se aceptara la fundación.
El P. General no pudo por menos que alegrarse de que se le ofreciera un lugar nuevo tan cerca de la Ciudad, y para que no pareciera que era negligente para aceptarlo, rápidamente pidió la dispensa en Roma para aceptar el lugar, y el permiso para entrar en la diócesis de Tívoli, y tras conseguir las dos gracias pedidas, se dirigió personalmente a Poli el 4 de octubre para poner la cruz para el colegio y la iglesia aceptando la autoridad, y con gran solemnidad se puso la primera piedra del colegio, y se plantó la cruz para la nueva iglesia.
Apenas se habían hecho estas cosas para el incremento del instituto en Poli, se comenzó en Roma a tratar sobre una nueva fundación por parte del cardenal Francisco Barberini. Volvía este con salud de su delegación en España en el momento en que el P. General estaba ausente, y deseaba introducir nuestro instituto cuanto antes en la Abadía de S. Salvador Mayor. Cuando supo que el P. General estaba ausente, hizo venir al P. Provincial, a quien le habló sobre su plan de fundación. El padre provincial no sólo se lo agradeció, sino que le expresó el gran afecto hacia él de nuestra religión, pidiéndole que esperara unos días hasta que volviera el P. General, al que se esperaba próximamente o que le escribiera contándole la intención del cardenal con respecto a nosotros. Y fácilmente obtuvo el plazo de espera pedido. Luego el Ilmo. Cardenal le habló acerca de nuestro instituto, diciendo que se alegraba de que incluso fuera a extenderse a España. Pero el P. Provincial, dándose cuenta de la confusión, le dijo que nuestro instituto había hecho algún progreso sólo en tierras romanas, y en algunos lugares de Liguria, pero no en España. Pues allí, dijo el Cardenal, vimos a vuestro Vicario General, a quien recomendamos en muchas partes, y que acumulaba muchas limosnas. Con estupor, el P. Provincial se acordó de pronto de que el año anterior se había sabido que había un impostor, de lo cual habló al cardenal. Ciertamente hubo uno que llegó a nuestro noviciado de Roma pretendiendo ser un candidato, y con las constituciones y volviendo para ver nuestro estilo de vida, obtuvo una recomendación del P. Vicario General de la Congregación de Foligno, y a imitación suya falsificó una obediencia de nuestro P. General, y con pretexto de fundar nuestra religión viajó a muchos lugares, para fundar la cual recibió incluso una recomendación del Nuncio Apostólico en España. Cuando el cardenal se dio cuenta de que había sido engañado (el impostor había viajado en la misma nave en que él con su corte viajaba de España a Roma) demandó enérgicamente que lo apresaran, investigaran y lo encarcelaran sin necesidad de hacer otro juicio. El cual había dejado el navío en Civita Vecchia, sin llegar a Roma; sin embargo poco después fue reconocido, capturado y encarcelado por la Santa Inquisición mientras llevaba el hábito secular, no el nuestro.
Mientras tanto el P. General había vuelto de Poli, e informado sobre la óptima intención del Rvmo. e Ilmo. cardenal, fue a saludarle tan pronto como pudo, y le dio gracias según se lo dictó la gratitud por su ánimo tan favorable hacia nuestro instituto, y con plena autoridad del Ilmo. Sr. Cardenal, hizo llevar por el P. Provincial la petición hecha a nuestros religiosos para el lugar llamado de S. Salvador Mayor al Rvmo. D. Marcio, Vicario General en una carta escrita el 14 de noviembre, con el apoyo de la cual el P. Provincial fue a tomar posesión de la abadía o monasterio el 13 de diciembre, y en presencia de D. Santiago Jacobuti, abad de Valle Cúprea y de Roberto Rici y Dominica Testucia ordenó prepara un inventario de las cosas que se le confiaban en la iglesia, y al mismo tiempo estableció cuánto debía pedirse al año al gobernador del lugar en concepto de alimentación por orden del Cardenal. Esto es todo lo que podemos decir de momento sobre esta fundación de S. Salvador Mayor.
Acerca del fingido Vicario de las Escuelas Pías, que estaba detenido en la cárcel, lo que se sabe es que él (llamado Mateo Massimi), gracias a una petición hecha por nuestro P. General al cardenal, se libró de la pena de galeras, y despojado de nuestras Constituciones, del sello y de la obediencia falsa, después de verse debilitado a causa del ayuno en la cárcel, fue puesto en libertad, pero no se enmendó, sino que efectuó muchos viajes en otras tierras para daño de la religión, como quizás diremos más adelante.
Al principio del mes de noviembre, el P. Provincial de Nápoles, a petición del Excmo. Marqués de Henríquez, envió a tierras de Campi al P. Pedro de S. José con el H. Francisco de la Corona de Espinas, para ver el lugar para construir un colegio y una iglesia. El mismo P. Provincial, llamado por el P. General, vino a Roma, y como se creía que ya no iba a volver a Nápoles, los Sres. Complatearios de la Duchesca escribieron una carta al P. General pidiéndole que lo volviera a enviar; pero él no hizo caso a su petición, sino que les envió una carta haciendo referencia a su petición, asegurándoles que volvería con fecha 19 de noviembre<ref group='Notas'>Falta una página: “Circa hoc ipsum tempus, idest circa Calendas novembris, Illustrissimus Dnus. Gabriel Squarciafica Patricius Casalis in Monte ferrato, sed in Urbe Romana multis officiis et beneficiis honoratus, cuius substantia facile ad centum viginti millia scutorum ascendit, aegrotare coepit, et quia P. Ntro. Generali multa familiaritate conjunctus erat, etiam Religioni nostrae prodesse volens, illam totius dicta sub stantia voluit esse erede cum oneribus tamen insfrascriptis videlicet. 1. Ut duae Missae perpetuae quotidie legantur. 2. Ut anniversarius eius obitus celebretur perpetuo cum distribitione trium rubiorum panis in pauperum solatium. 3. Ut certae puellae anno dotentur. 4. Ut Institutum Scholarum Piarum in sua Patria cum omnibus requisitis ad praescriptum nostra rum Constitutionum fundetur. Cum hice igitur conditionibus formatum testamentum requirebat prudens juditium, num forte acceptandum? An relinquendum? Et quamvis ex parte pro Instituto nostro visum fuerit favorabile, nihilominus cum tot onera concurrerint decidit P. Generalis non esse acceptandum: pro ut reipsa non acceptavit, partim quia per Constitutionibus prohibitum, partim quia Instituto nostro minus videbatur convenire; maluit enim P. Generalis cum omnibus pacifice vivere in paupertate, quam cum molesto in exigendis centibus litigis, indivitiis, et aliquo splendore. Proinde Dnus. Squarciaficus de mente Ptris. Generalis informatus, aliud testamentum condidit, in quo legatus nobis quinquegentis scutis. Pie obit, sepultusque est ad S. Andream de la Valle.” Traducción: Más o menos pro estas fechas, es decir, a principios de noviembre, el Ilustrísimo Sr. Gabriel Squarciafica, patricio de Casale en Monteferrato, aunque honrado en Roma con muchos oficios y beneficios, cuyo patrimonio fácilmente ascendía a ciento veinte mil escudos, se puso enfermo, y como tenía mucha amistad con nuestro P. General, quiso favorecer también a nuestra Orden, y quiso que ella fuera heredera de todo su patrimonio con algunas cargas, a saber: 1. Que se dijeran dos misas diarias perpetuas. 2. Que se celebre perpetuamente el aniversario de su muerte con la distribución de tres arrobas de pan para consuelo de los pobres. 3. Que cada año se doten un cierto número de muchachas. 4. Que se funde un instituto de las Escuelas Pías en su patria con todos los requisitos prescritos en nuestras constituciones. Como un fundamento hecho con estas condiciones requería un juicio prudente, ¿se aceptaría quizás? ¿Se rechazaría? Y aunque en cierto modo parecía favorable para nuestro Instituto, sin embargo, puesto que había tantas cargas, el P. General decidió que no se podía aceptar. Y no lo aceptó; en parte porque estaba prohibido por las Constituciones; en parte porque no parecía ser muy conveniente para nuestro Instituto. Pues el P. General prefería vivir pacíficamente con todos en la pobreza antes que sufrir las molestias de cientos de pleitos, envidias y tener algún esplendor. Por lo cual, informado el Sr. Squarciafica de la manera de pensar del P. General, hizo otro testamento en el cual nos legó quinientos escudos. Falleció piadosamente y fue sepultado en S. Andrea della Valle. </ref>.
Ephemerides Calasactianae IX (1940, 130-131)
El 7 de diciembre de este año 1628 falleció nuestro P. Gaspar Dragonetti, o sea la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción, después de haber vivido esta vida durante 120 años. Este hombre no tomó el hábito de nuestra religión, pero vivió con nosotros como oblato con hábito de clérigo secular cerca de 28 años, la mayor parte ocupado en las actividades escolares. Escribió de él el P. Juan Carlos en sus Not. Hist. Tomo I que explicó Virgilio ante Urbano VIII, a petición suya, en el Palacio del Monte Quirinal, de la misma manera que solía explicarlo en la escuela.
Fue un gran devoto de la Beatísima Virgen, y a petición suya gastó un censo, que tenía investido en los PP. Servitas, la mayor parte para comprar papel, plumas y otros materiales necesarios para el estudio de los niños pobres. Promovió el culto de los Tres Santos Reyes, a los cuales erigió un altar en la antigua iglesia de S. Pantaleo para honrar el sacrosanto misterio de la Epifanía, al igual que el de los tres santos niños mártires Alfio, Filadelfio y Cirino, que murieron en su patria Leontino.
El P. Nicolás María del Sto. Rosario escribe que él fue consolado con la visión de Cristo en el sacramento de la Eucaristía. También que fue tentado y perturbado por un espíritu maligno mientras estaba meditando. A causa de su vida ejemplar y por su especial y rara virtud, nuestro P. General le llama santo en las cartas enviadas el 17 y 29 de diciembre al P. Castilla, en Frascati. Por lo cual mandó que sus vestidos, escritos y cualquier otro objeto usado por él, se guardaran cuidadosamente en su habitación, esperando que, de la misma manera que nos había ayudado en vida, nos seguiría ayudando después de la muerte.
Su cuerpo, después de la partida de su alma (como suele hacerse comúnmente), no se puso rígido, como normalmente ocurre, sino que los brazos, los dedos y los demás miembros permanecieron flexibles, e incluso podría creerse que se trataba de los miembros de un hombre vivo; ni olía a cadáver, sino que parece que había un olor agradable. Permaneció durante tres días en la iglesia, y después fue enterrado en el altar del santo pesebre o de los tres reyes magos. El catálogo de los muertos le atribuye el elogio siguiente: Hombre de vida íntegra, puro de toda falta, no se sabe que perdiera la blancura de la nieve<ref group='Notas'>Falta un párrafo: “Fuit ordine decimus qui hoc anno in diversis locis apud Scholas Pias defuncti sunt sed eorum locum suppleverunt 26 neoprofessi. Meminit hujus autem nostri P. Dragonetti Petrus de la Valle Tom. 3 suorum itinerum. Item Ludovicus Jacobellus in Vitis SS. Umbriae Cap. 14. P. Rudolphus a S. Hieronimo inter primos P. Ntri. Fundatoris socios n.3. P. Vicentius, Joan. Carlus et omnes alii scriptores ntri.” Traducción: Fue el décimo de los que fallecieron este año en los diversos lugares de las Escuelas Pías, pero sus puestos fueron ocupados por 26 neoprofesos. Pedro de la Valle recuerda a nuestro P. Dragonetti en el tomo 3 de sus Caminos. También Luis Jacobelli en las Vidas de los SS. De Umbria, cap. 14. El P. Rodolfo de S. Jerónimo lo sitúa entre los 3 primeros compañeros de nuestro P. Fundador. El P. Vicente, el P. Juan Carlos y todos nuestros escritores. </ref>.
Poco antes de la muerte de nuestro dicho P. Gaspar se había decidido que para dirigir la construcción de la nueva fundación de Poli irían allí el P. Vicente de la Concepción con el H. Jacinto de San Francisco. Poco después de llegar el P. Vicente se puso gravemente enfermo, y se cree que recobró la salud por los méritos del Abad Glicerio. Pues yacía casi paralítico, y no se esperaba de que pudiera mover ni pies ni manos. Sucedió entonces que, volviendo el P. General con el corazón del Ven. Siervo Glicerio de visitar al enfermo Sr. Squarciafico, fue a visitar al P. Vicente, y allí le ofreció a besar el mismo venerable corazón, expresando su esperanza en Dios de que, en virtud de los méritos del Siervo de Dios, pudiese recobrar la salud. ¡Oh! Tan pronto hizo como se le pidió, el enfermo empezó a moverse, y por sí mismo pudo levantarse de la cama, sintiéndose además la presencia del Venerable Abad en forma de una graciosa brisa que se sintió de manera dulce y amena. Así él mismo lo escribió en el Tomo I, parte 2, cap. 29.
El 18 de diciembre envió una carta el P. General al P. Ministro de Moricone, de la que se deduce que a finales de este año corriente se habían recogido las antífonas que se suelen recitar para la Natividad del Señor y la Corona de la Virgen María, según se usan en las citadas y en otras muchas celebraciones. Así escribió el P. General expresamente al P. Francisco de S. Francisco, para que transmitiera dicha devoción al Sr. Caprara.
Cierra este año la Visita Apostólica que se limitó a la casa e iglesia de San Pantaleo y alguna otra cercana, y que pedía la lista de los que se consideraban aptos para el gobierno de toda la religión. A la cual respondió el P. General, especificando los padres siguientes: R.P. Pedro de la Natividad; R. P. Francisco de la Purificación, R.P. Santiago de San Pablo; R. P. Peregrino de S. Francisco; R. P. Domingo de S. María de la Misericordia; R. P. Francisco de la Anunciación; R. P. Esteban de la Reina de los Ángeles; R. P. Octavio Zacarías; R. P. Antonio María de la Anunciación; R. P. Arcángel de la Madre de Dios.
Estos padres son los que el P. General consideraba más aptos que él mismo para el gobierno y más idóneos, como aparece en una nota del decreto de la visita apostólica del presente año 1628. Desde el cual pasaremos al nuevo.