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Contenido
Datos
- Provincia escolapia (1661-1866)
Antecedentes de la provincia.
En octubre de 1640 llegan a Cagliari los primeros religiosos escolapios, enviados por el propio José de Calasanz. Eran los PP. Pedro Francisco Salazar Maldonado, como rector, José Gentile y los clérigos Pedro Pablo de Carduccio y Juan Francisco de Augustinis. En los comienzos se alojaron en el convento de Santa María de Jesús, en el barrio de la Marina; pasaron después a una casa junto a la iglesia de Santa María de las Nieves; finalmente se albergaron en unos locales próximos a la Torre del Elefante. Habían sido puestos a disposición de los escolapios por el notario Sr. Andrés Ordá, gran bienhechor de la Orden; en ellos se levantaría la fundación, colegio y casa, de las Escuelas Pías. Al año siguiente, 1641, llegaron cuatro religiosos más; así se pudo comenzar la actividad escolar el día 19 de octubre y las obras para la construcción de las escuelas y de la vivienda, que serían dedicadas a San José y a Santa Teresa. Pero esta presencia escolapia tenía su razón años antes: desde 1629 los consejeros de la ciudad habían solicitado una fundación para Cagliari; conocían las Escuelas Pías por medio del P. Melchor Alacchi, quien a su vuelta del viaje a España había hecho escala en la ciudad; otra tentativa tuvo lugar en 1637 cuando Calasanz encargó al mismo Alacchi que comenzara los preparativos para una fundación en Cerdeña. El Fundador veía con gusto que su obra se erradicara en esas tierras, pues además de tratarse de un fecundo campo de vocaciones, era puente para llegar a España geográfico y político, al estar bajo dominio del imperio español. Sin embargo, las capitulaciones de fundación se firmaron en Roma, en octubre de 1640, entre José de Calasanz y dos delegados de la ciudad de Cagliari.
Pronto surgieron vocaciones: el primer novicio fue Antonio Vicente de Raimundo, quien vistió el hábito el 27 de abril de 1641. En los comienzos el noviciado estuvo abierto en la casa de San José; más tarde se buscó un lugar apropiado: el antiguo convento de los mínimos, con su iglesia aneja de la Anunciación, del barrio Stampace. El P. Salazar admitía fácilmente a numerosos jóvenes que pedían ingresar en la Orden; continuó, incluso, aceptándolos durante el período de la reducción inocenciana, estando prohibido; en 1648 fue consentida legalmente la admisión, aunque seguía prohibido hacer la profesión. Esto explica cómo pocos años después de la restauración de la Orden por Alejandro VII, en 1663, había cincuenta y seis escolapios en Cagliari, sin olvidar la peste que entre los años 1652 a 1656 los había diezmado, incluido al propio P. Salazar. La casa noviciado de la Anunciación dependía jurídicamente de la casa San José. En 1647 el Sr. arzobispo de Cagliari nombraba rector de la casa de San José al P. Pedro Lucas Battaglione; éste, apenas había tomado posesión de su cargo y de acuerdo con la comunidad, invitó a un canónigo a dar las lecciones de filosofía y teología a los jóvenes religiosos; tal decisión no gustó al P. Salazar que formaba parte de la comunidad del noviciado, ni al mismo Calasanz; sin embargo dio buenos frutos y sirvió para poder acceder a los estudios superiores lo que constituyó un motivo de gloria para la Provincia. Tras la restauración de Alejandro VII las casas de San José y de la Anunciación fueron puestas bajo la jurisdicción del P. General, hasta que en 1659, año en que se celebró el Capítulo general, se decidió que los religiosos sardos fueran agregados a la Provincia romana. Sin embargo, ellos deseaban formar una Provincia autónoma; así que el P. General, Scassellati, les envió como Visitador al P. Battaglione, entonces Asistente general, confiriéndole amplios poderes; era 1661; el P. Visitador conocía ampliamente la situación sarda lo que ayudó a tomar decisiones con prontitud: declaró autónoma la casa del noviciado, acabó los trámites para una fundación en Isili, nombró Vicario provincial al P. Pedro Bartolomei. Como consecuencia de la relación presentada por Battaglione, la Congregación general erigió la Provincia de Cerdeña el 1 de julio de 1661 y nombró Provincial al mismo Bartolomei, hombre culto y capaz, quien falleció cinco meses después.
Desarrollo histórico.
Fue nombrado Provincial el P. Martín Riani, originario como el anterior de Luca, pero carente del espíritu y de las dotes de su predecesor; ello ocasionó graves discordias entre los religiosos, fomentadas por el P. Efisio Sotoreal. El clima todavía se empeoró bajo el gobierno del P. Domingo Marchía. No teniendo éxito las Visitas a la Provincia realizadas ya por el P. Felipe Xiria ya por el P. Eusebio Amoretto, se nombró Provincial al P. Onofre Conti en 1670; confirmado en 1671, se le puede considerar segundo fundador de la misma, después de Salazar. Aprovechando las facultades concedidas por la Santa Sede con ocasión del restablecimiento de los votos solemnes en la Orden, según el breve de Clemente IX, Conti actuó de manera que la mayor parte de los religiosos turbulentos salieran del Instituto; entre ellos Marchía; restableció la disciplina religiosa, se preocupó mucho de la formación de los jóvenes, en 1673 fundó la casa de Tempio. De ese modo se robusteció la Provincia, que pudo trasplantarse a España en el provincialato de su sucesor, Luis Cavada. Al comienzo del segundo trienio de mandato, éste recibió una orden del Capítulo general, 1677, para que se llegase a España e intentara una fundación de las Escuelas Pías; así lo hizo acompañado del P. Gabino Cossu y de un pequeño grupo de religiosos que llegaron poco después. La fundación fue en Barbastro, la cual tuvo una vida muy corta. El P. General, Pirroni, reforzando la idea, envió también algunos religiosos de la Provincia de Nápoles, entre quienes figuraba el P. Agustín Passante. Fue una solución más que discutible, pues, entre otras cosas, se fomentó cierta rivalidad entre napolitanos y sardos, especialmente después de que Passante consiguiera en 1683 la fundación de Moyá. Este enfrentamiento duró bastante, aunque no influyera mucho en la implantación de las Escuelas Pías en España; éstas continuaron bajo la jurisdicción de Cerdeña, a pesar de que los sardos suspiraban por volver a su patria. Pero la situación permaneció hasta 1706 en que el General, Salistri, dispuso constituir la Provincia de España, sometida directamente a su gobierno.
Durante este período se fundaban en Cerdeña dos nuevas casas: Oristano (1681) y Sassari (1682). Con ellas consiguió la Provincia su máxima extensión, pues ya no se abrió ninguna otra; sólo se intentó en Santulussurgiu a mediados del siglo XIX. Cuando en 1866 el gobierno italiano confiscó todos los bienes de los religiosos, los escolapios fueron expulsados de sus casas, se dispersaron y no fueron capaces de crear ningún tipo de actividad que los conservara unidos; continuaron considerándose como «religiosos escolapios»; como tales fueron contados incluso por la Curia general; algunos colaboraron en la tentativa de restablecer las Escuelas Pías de Cerdeña en 1903 por la Provincia de Liguria; pero todo acabó negativamente en 1920.
Actividad varia.
Los primeros escolapios sardos fueron suficientes para las seis casas de la Provincia, tenían una buena formación y el número tendía constantemente a aumentar; así en 1677 era 61 y en 1680 llegaban a 64 sin contar a los novicios. A finales del siglo XVII se educaban unos 1700 alumnos, siendo 800 los del colegio de Cagliari y 50, el mínimo, en Isili. Los religiosos, por otra parte, se dedicaron también a la predicación, incluso en pueblos lejanos como consta en las estipulaciones para la fundación de cada casa; esto explica que en esta Provincia el número de predicadores fuera más abundante que en otras y que su preparación teológica fuera superior. Habría que citar a los PP. Antioco Murgia, Luis Cavada, que publicó varios discursos, y Bernardo Salaris, que llegó a ser Asistente general y Vicario general y a quien Salistri eligió como confesor.
La Provincia de Cerdeña se distinguió también desde el primer momento de su historia por el amor al Fundador; los primeros religiosos que llegaron a España recogieron numerosos recuerdos calasancios; los predicadores lo daban a conocer desde los pulpitos, invitaban a los fieles a recurrir a su protección, les procuraban reliquias, en algunos casos insignes, como el cáliz y la patena que se conservan en Isili y en Tempio. A Cerdeña se le debe el único ejemplar original de la medalla que Calasanz hizo acuñar como recuerdo de la profesión en la Congregación Paulina.
En la primera mitad del siglo (1706-1757) disfrutó de gran paz y produjo frutos abundantes; los religiosos atienden con diligencia a las escuelas, extienden el ministerio de la predicación a toda la isla, son asiduos y celosos confesores, su número aumenta considerablemente resultando extraño que no hubieran pensado en fundar otras casas; por ejemplo, en 1718 eran 56 sacerdotes, 19 clérigos y 49 hermanos. Es considerable el alto número de hermanos operarios que se cuentan siempre en Cerdeña, algunos de gran fama. Leonardo Pinna (1648-1745), especializado en el arte de la farmacia; fue enviado a Scanno, de la Provincia Romana, a dirigir un establecimiento farmacéutico, creado en favor de los pobres y encomendado a los escolapios, que todavía existe y guarda recuerdos de aquel tiempo; y Pedro Damiano Mariis, muerto en 1663,cuyo nombre va ligado a la iglesia de la Anunciación.
En este período de esplendor dio a la Orden dos Asistentes generales: Antonio Copola (1730-1736) y Diego Manconi (1742- 1745), quien a la muerte del P. Oliva hubo de sucederle como Vicario general (1745-1748) y gobernó la Orden con prudencia, firmeza y común satisfacción. A él le tocó inaugurar el colegio nuevo de Roma (1747) y acabar la causa de beatificación de José de Calasanz. Con tal ocasión se celebró un solemnísimo octavario en la casa de Cagliari en el cual ocho predicadores eran alumnos de las Escuelas Pías.
Mucho más agitado y, en cierto sentido, glorioso fue el último siglo de la Provincia (1757-1866). Comienza a alterarse la paz con el nombramiento, como Provincial del P. Alfonso Chera; religioso óptimo y de mano dura. Cinco religiosos, -dos padres, un clérigo y dos hermanos- marcharon sin autorización alguna hasta Roma para presentar sus quejas ante la Curia general y la Santa Sede: la razón era que el tal religioso había sido nombrado sin encontrarse su nombre en la terna presentada por la Provincia. Los disturbios crecieron por el número elevado de predicadores, quienes, naturalmente, desertaban de la escuela. En aquellos años aparece un tercer problema: la intromisión acentuada del gobierno en los asuntos de la Orden, con aspectos positivos y negativos, pero que cambiaban la orientación, especialmente cultural de la Provincia. El ministro G. B. Bogino, encargado de Cerdeña por el rey Carlos Manuel III en 1759, promulgó una serie de decretos relativos al número de los religiosos, a sus bienes agrícolas y a la organización de las escuelas. Referente al primero, siguiendo las ideas de su tiempo, creyó que era perjudicial para el Estado italiano un número elevado de religiosos; se propuso impedir su aumento; estableció límites numéricos en relación a las casas o conventos de cada Orden. Para los escolapios: con seis casas les correspondía 125 religiosos, de los cuales 60 sacerdotes, 15 clérigos, 40 hermanos y 10 novicios. El único beneficio derivado de esta ley fue una mejor selección en las vocaciones y una formación más digna. La eficacia puede verse en el siguiente cuadro:
Año | Religiosos | Sacerdotes | Clérigos | Hermanos | Novicios |
1762 | 140 | 60 | 18 | 52 | 10 |
1765 | 129 | 62 | 12 | 50 | |
1772 | 112 | 58 | 12 | 42 | |
1794 | 121 | 56 | 18 | 47 | |
1802 | 100 | 47 | 12 | 42 |
(debido a la ley y otras causas)
1820 | 85 | 42 | 13 | 30 |
1830 | 70 | 31 | 12 | 27 |
1848 | 90 | 37 | 20 | 33 |
1862 | 69 | 32 | 18 | 29 |
La segunda de las leyes del ministro Bogino se refería a la administración de los bienes rurales de las Órdenes religiosas; mandaba que los hermanos operarios dejaran los arrendamientos y fueran sustituidos por seglares; esta disposición, aunque un tanto mitigada a consecuencia de fuertes presiones por parte de los superiores religiosos y de las autoridades eclesiásticas, perjudicó bastante a la economía de la Provincia y de las casas; y no puede decirse si favoreció a la vida espiritual de los hermanos.
La tercera clase de innovaciones se refería a la escuela, y por ello tuvo mayor importancia en las Escuelas Pías. El gobierno había elaborado un amplio y minucioso programa de reformas escolares a todos los niveles incluyendo a los seminarios. Imponía que la enseñanza debía hacerse en lengua italiana y no en lengua española; para las escuelas de gramática, humanidades y retórica se habían preparado programas muy precisos y requerían libros de texto puestos al día. Incluso las dos universidades de la isla (Cagliari y Sassari) fueron reguladas por leyes prácticas, se les aumentó los bienes económicos y todo ayudó a impulsar la cultura. En todo este planteamiento y legislación tomó parte el escolapio Mons. Agustín Delbecchi, entonces obispo de Alghero. Fue llamado a Turín, donde conversó con varios ministros, fue llevado a Roma, al Papa Clemente XIII, de quien consiguió una bula que preveía la devolución de los bienes eclesiásticos en favor de los ateneos sardos. Por todos estos méritos fue promovido a la sede arzobispal de Cagliari en 1763 e inmediatamente nombrado rector magnífico de aquella universidad.
Mons. Delbecchi se interesó mucho por los escolapios bien como arzobispo, bien como rector de la universidad; invitó al P. Provincial a que enviara a los clérigos a estudiar a las aulas universitarias, al suprimir las cátedras de filosofía y de teología del colegio de Cagliari; tal invitación fue rechazada en aquel momento. Secundando los deseos del gobierno nombró profesores universitarios a personas provenientes del continente, a fin de acentuar el conocimiento de la cultura italiana; entre ellos a los escolapios Liberato Fassoni (1764), Juan Felice Arrighi (1766) y Estanislao Stefanini (1769), todos de la Provincia Romana. Entre los escolapios se acentúa el cultivo de estudios superiores y la conquista de las cátedras. A partir del último decenio del siglo XVIII se cuentan veinticinco profesores universitarios escolapios en los dos ateneos de Cerdeña. Son dignos de mención Vicente Cossu (1752-1823), Tomás Napoli (1743-1825), Basilio Dettori (1772-1815) e Ildelfonso Dessi (1778-1815).
Entretanto, bien por las ideas revolucionarias que corrían, bien por otros motivos, se reproducían nuevos desórdenes en la Provincia; por ello el P. Stefanini, en 1805, que hacía unos veinte años que había ido a Roma, vuelve a Cerdeña como Visitador. Entre él y otros Visitadores enviados por la Santa Sede a todos los religiosos consiguieron restablecer el orden, la disciplina y la observancia; así, en 1815, las cosas estaban bastante serenas. De esta época surgieron algunos Asistentes generales: Antonio Sini (1766-1772), Saturnino Hermes (1790-1794), muerto en el cargo y sustituido por Hilario Soddu (1794-1796) y, finalmente, Ignacio Satta (1818) el cual sustituyó primero al P. General, C. M. Lenzi, y luego le sucedió con el título de Vicario general, que conservó hasta su muerte en 1820. Contó con tres obispos: Domingo Pes (1757-1832), obispo de Ozieri, Federico Cao (1784-1852), delegado apostólico en Birmania, Miguel Todde Valeri (1789-1852), obispo de Ogliasta.
En 1840 el gobierno confiaba a los escolapios la tarea de crear escuelas de Magisterio; a modo experimental, se abrieron en los colegios de Cagliari de Sassari y de Oristano. Fueron sus directores los PP. Serafín Usai, José M. Scipioni, Francisco Melis. Habían sido preparados debidamente para tal misión en Milán, asistiendo a cursos especiales. Poco antes, Miguel Todde, futuro obispo, había sido inspector general de todas las escuelas elementales de la isla. Esta fue cronológicamente la última, pero no pequeña distinción conseguida por los escolapios en Cerdeña a escala general.
Superiores:
Obras:
Obra | Años | Años en Demarcación |
---|---|---|
CAGLIARI (Col. S. José) | (1640-1866) | (1661-1866) |
CAGLIARI (Cas. Form. La Anunciación) | (1645-1862) | (1661-1862) |
ISILI | (1661-1872) | (1661-1866) |
TEMPIO | (1673-1872) | (1673-1872) |
BARBASTRO | (1677-1680; 1721- ) | (1677-1680) |
ORISTANO | (1681-1866) | (1681-1866) |
SASSARI | (1682-1866) | (1682-1866) |
MOYÁ | (1683- ) | (1683-1689) |
SANTULUSSURGIU | (1852-1866) | (1852-1866) |
Bibliografía
- Spano, G., Guida della città e dintomi di Cagliari, Cagliari 1861
- Scano, E., Storia della educazione e degli Istituti educativi in Sardegna. Cagliari 1894
- Eph. (1909) 82-84
- (1932) 211-212
- (1961 y 1970)
- Filia, D., La Sardegna cristiana. Sassari 1929
- PaBC. (1933), fasc. V, 24
- RaSB. (1940), fasc. VIII, 59
- (1950) fasc. XV, 41-42
- SuV. (1953-1970) varios artículos del P. Poch.
- P 1, 264-269
- S 5, 129-130
- Colli, F., Gli Scolopi in Sardegna. Cagliari 1982
- Colli, F., Gli Scolopi in Sardegna, en «Ricerche» (1981) 33-45
- 115-129, 182-193.
Redactor(es)
- Giovanni Ausenda, en 1990, artículo original del DENES I