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Introducción

La Orden de las escuelas Pías fue invitada por el Ilmo. y Rvmo. D. José Miralles y Sbert[Notas 1], obispo de Barcelona, para participar en la exposición misionera que se iba a celebrar en su ciudad en el año 1929. En un primer momento parecía mejor no aceptar el honor de esa invitación, pues nuestra Orden nunca tuvo como finalidad enviar gente a predicar a los gentiles para que se convirtieran a la fe una, santa y católica con la gracia de Dios.

Yo ciertamente no pienso así, pues pienso que las Escuelas Pías podrían depositar en el gazofilacio misionero si no una gran cantidad de dinero, al menos una pequeña moneda, valorada sin duda por Dios y por los hombres. Y no sólo de manera indirecta, es decir, por el medio eficaz de su beneficiosa enseñanza, que formando la inteligencia y la piedad de los niños germanos prepara nuevos maestros, nuevos pastores unidos a Cristo, que lucharán duramente contra los errores y la ignorancia, y de este modo impedirán con todas sus fuerzas que esas pestes progresen. Consta, en efecto, que los institutos religiosos fueron el ejército de la fortaleza católica, ordenados en columnas más o menos densas, para hacer fracasar las agresiones de la pseudo-reforma, y así fue proclamado por Roma, y nuestro instituto fue nombrado junto con otros cuando se celebró el tercer centenario de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide (1622-1922). Pues, aunque las Escuelas Pías cumplieron su trabajo sólo por espacio de un siglo, con aplauso de la Santa Sede, nuestra Orden tuvo éxito añadiendo humildes ramos de verdes palma en el triunfo de la fe predicada y propugnada.

En las actas manuscritas de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, página 231, año 1640, existe un documento en el que el primer secretario de la ilustre Congregación, Francisco Ingoli, sacerdote de Ravena, escribió lo que leo en “Periodica de Re Canonica et Morali…”, editada por el P. Arthur Vermeersch S.J. el 15 de octubre de 1922, tomo XI, vol. III, que dice lo siguiente:

“El Secretario enumeró las misiones generales que existían en el año 1640, con estas palabras: 1º de los Benedictinos etc.; 2º de los Cistercienses etc.; 3º de los Dominicos etc.; 4º de los Franciscanos etc.; 5º de los Jesuitas etc.; 6º de los Agustinos etc.; 7º de los Reformados de S. Francisco etc.; 8º de los Conventuales menores etc.; 9º de los Mínimos etc.; 10º de los Capuchinos etc.; 11º de los teatinos etc., 12º de los Mercedarios para la redención de cautivos etc.; 13º de las Escuelas Pías, sólo en Germania; 14º de los Eremitas de S. Pablo etc.; 15º de los Carmelitas Calzados etc.; 16º de los Carmelitas Descalzos etc.”

José de Calasanz dedicó toda su vida a la educación de la niñez. El que fue luz ilustre del Carmelo, Juan de Jesús María, en el libro De pia Educatione sive Cultura Pueritiae, en la dedicatoria al Emmo. Cardenal Justiniani, protector de las Escuelas Pías, lo llama varón dignísimo de alabanza por su insigne perfección de vida cristiana[Notas 2]. De hecho desde 1597 mostraba claramente actuar con las palabras arraigadas en su pecho que el mismo P. Juan escribió: “Es de alabar la caridad, paciencia y cuidado para promover el éxito de una obra tan agradable a Dios, de modo que niños pobres y sin cultura que se veían presa del demonio, por medio de la obra de las Escuelas Pías crecen en las buenas costumbres, y aumentan el culto a la Divina Majestad.”

Verdaderamente no hay duda de que el ánimo de nuestro Fundador a finales del siglo XVI y principios del XVII se sintió conmovido de manera admirable por lo que vio en Roma para lograr la salvación de todas las personas, cismáticos, herejes, judíos, musulmanes y demás infieles. Estaba de acuerdo, no podía no estarlo, con otros hombres que se esforzaban por la dilatación de la Iglesia, como eran Domingo Ruzola de Jesús María, Juan Leonardi, Juan Bautista Vives y Jerónimo de Narni, para evangelizar a los pobres hombres que gemían bajo el yugo de la ignorancia, el error y la corrupción. ¿Habrá alguien que no crea que se alegró con gozo inefable cuando fue erigida la Sagrada Congregación de Propaganda Fide por medio de la Bula Inscrutabile divinae Providentia arcano el 22 de junio de 1622, por Gregorio XV, al cual, siendo aún Alejandro Ludovisi, pastor solícito de Bolonia, y yendo al conclave de los cardenales, Calasanz pronosticó el Principado Pontificio?

No tiene nada de sorprendente que en el año 1631 y siguientes, accediendo a las súplicas de los Príncipes, nuestro Fundador José enviara religiosos a Germania, cuyo objetivo era no sólo formar a los niños en la piedad y las letras, sino también convertir a la fe y buenas costumbres a los hombres desviados. Y tampoco nos sorprende que el mismo Patriarca ayudara a sus hijos en la doble tarea por medio de escritos y oraciones, y dando gracias a Dios, se alegrara enormemente de los frutos logrados por ellos en la viña del Señor.

Escribo en un estilo simple las páginas que siguen para que sea conocida la obra de propagación de la fe, y además nos deleitemos con el fruto de la misma. Su veracidad se basa en los documentos de nuestro Archivo, y en otros hechos históricos que confirman lo que en ellas se dice.

El documento que hemos citado del archivo de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide explica claramente que nuestras misiones sólo se encontraban en Germania, que en nuestra Orden religiosa comprendía territorios de Moravia, Bohemia, Silesia, Polonia, Hungría y Austria. En años sucesivos la Provincia de Germania de las Escuelas Pías se dividió en cuatro, a saber: Bohemia (que comprendía también Moravia y Silesia), Polonia, Hungría y Austria[Notas 3]. Sin embargo, en lo que se refiere a nuestras misiones, esta división que se produjo más tarde.

Notas

  1. D. José Miralles y Sbert (1860-1947) fue Obispo de Barcelona de 1925 a 1930. Antes había sido obispo de Lérida (1914-1925) y después lo fue de su tierra, Palma de Mallorca (1930-1947). (N. del T.)
  2. Roma, Jacobo Mascardo, 1613.
  3. Otra mano añade en italiano: y más aún: Lituania y Renano-Suiza.