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Capítulo 4º. Sobre la fundación de la casa de Nikolsburg

(Primera época de las Escuelas Pías en Germania)

José de Calasanz de la Madre de Dios, santísimo fundador y legislador de las Escuelas Pías, contó en Roma el 4 de enero de 1646 la fundación de nuestro instituto en Germania con las siguientes palabras:

“Hacia el año 1631, el Emmo. Cardenal Dietrichstein envió a Roma un obispo titular para introducir el Instituto de las Escuelas Pías en sus ciudades hereditarias de Moravia, y el P. General, a causa de la dificultad de hacer lo que le pedía el obispo, pidió permiso al Emmo. Cardenal Vicario Ginetti, que vivía entonces en el Palacio de San Pedro, en el edificio de la derecha, antes de entrar al patio. Concedido el permiso por el citado Eminentísimo, envió cinco o seis padres a Moravia, que produjeron el fruto que el antes citado Eminentísimo refiere en su carta a la Sagrada Congregación de Propaganda Fide con fecha 5 de mayo de 1633. En fe de lo cual, el P. General, poniendo su mano sobre el pecho, afirma ser verdad lo que dice, y firma la presente con su propia mano. Yo, José de Calasanz, Superior General afirmo lo escrito con mi propia mano”.[Notas 1]

La casa de Nikolsburg se gloria de ser la primera fundada en Germania por el Eminentísimo y Excelso Príncipe Cardenal de la S. I. R. con el título de Santa María del Trastevere, Francisco de Dietrichstein, Obispo de Olomuc, Supremo Gobernador del Marquesado de Moravia, de feliz memoria, que ya había conocido a José en Roma a finales del siglo XVI, y pocos años después, admirando en Génova el instituto de la Orden, pidió al P. Francisco Castelli de la Purificación, Provincial, que fundara las Escuelas Pías en Nikolsburg. Sin embargo fueron instauradas el 4 de noviembre de 1630, en nombre del eminentísimo príncipe, a petición del Reverendísimo e Ilustrísimo Señor Juan Bautista Gramay, Prelado de Ornheim, nombrado arzobispo de Upsala, en la cual también ofrecía dirigir un seminario llamado Lauretano[Notas 2]. La petición decía como sigue:

“Hace tres años, más o menos, pasó un individuo que decía pertenecer a vuestra Orden, y que sólo después puso descubrirse que no lo era (a saber, Mateo, a veces Massimi, a Millini, impostor en Italia, Francia, España y Germania), que vino a ver al Príncipe Cardenal Dietrichstein, Obispo y Gobernador de esta Provincia, y trato con él de introducir vuestra orden en la ciudad de Nikolsburg, y se les asignó un lugar adecuado. Pero el citado religioso, después de recibir una cantidad de dinero nada despreciable, ya no volvió a aparecer por aquí… La ciudad de Nikolsburg está situada en Moravia, cerca de las fronteras con Hungría, Austria y Bohemia, y es frecuentada por gran cantidad de nobles y mucha más gente; el citado Príncipe y Cardenal me encargó la dirección de una Academia y Seminario de nobles el año pasado, fundados por él, en el cual los jóvenes aprenden junto con el latín, la piedad y las buenas costumbres, las disciplinas matemáticas y las lenguas extranjeras, y todos los ejercicios convenientes a la nobleza, en el lugar asignado para ello, con templo, casa y una dotación abundante, por lo que vino gente de muchas partes… Ruego a vuestra Reverendísima Paternidad, no sólo por hacer un bien a mi seminario, sino por bien común, que se digne enviar algunos de sus religiosos aquí cuanto antes”[Notas 3].

José hizo de buena gana lo que le pedía el Eminentísimo Cardenal fundador, y envió el 2 de abril los primeros religiosos nuestros, que llegaron felizmente a Nikolsburg el 2 de junio, por un camino a menudo interrumpido, a consecuencia de la peste. Los religiosos enviados fueron los siguientes:

  • P. Peregrino Tencani de S. Francisco, Superior
  • P. Ambrosio Leailth de Sta. María
  • P. Antonio Rodríguez del Stmo. Sacramento[Notas 4]
  • Cl. José Apa de S. Nicolás Tolentino
  • H. O. Ambrosio Ambrgoi de la Concepción
  • H. O. Juan Verdun de Sta. María
  • Cl. Nov. Alejandro Riccardi de S. Luis
  • Cl. Nov. Francisco Stossel de Sta. María.

El día 20 de ese mes de junio se abrieron las Escuelas Pías, a las cuales acudieron una gran cantidad de niños. No es nada de extrañar que después de algunos meses que nuestros Padres ejercían el ministerio en Nikolsburg recibieran peticiones de muchos príncipes y ciudades de Germania para que fueran a fundar las Escuelas Pías, como se ve en la carta que el Eminentísimo Cardenal Dietrichstein escribió dando gracias a José el 3 de noviembre, que dice lo siguiente:

“Hace tiempo que tengo ganas de escribir a Vuestra Paternidad, pero hasta ahora no he podido a causa de estar ocupado con negocios absorbentes de esta provincia, cuyo gobierno se me ha confiado. Con esta ocasión le quiero dar las debidas gracias por haber enviado sus religiosos a esta provincia mía, pues le aseguro a Vuestra Paternidad que ellos se portan de tal modo que yo, no sólo como príncipe y señor temporal del lugar, sino también como obispo de esta región, recibo mucho consuelo de su vida buena, ejemplar y religiosa, y recibo de ellos tanta satisfacción que ya no puedo pedir más. Y como estos padres son muy queridos, son deseados también por muchos señores. Por lo cual someto a la consideración de Vuestra Paternidad, más aún, deseo que se esfuerce por promover su deseada Orden con la vestición de sujetos tanto aquí como en Italia, para dar satisfacción a los que la esperan para sus dominios. Entre otros hay un Barón, el coronel César Francisco de Magnis (al año siguiente recibió del Emperador el título de Conde del S. R. I.), que desea fundar en alguna ciudad suya (se refiere a Straznice) que le recomiendo para que sea preferido para satisfacer sus deseos antes que a los demás. Quedo pues en la esperanza de que Vuestra Paternidad, que es cabeza y fundador, y además español, siendo yo también hispano[Notas 5], no dejará de lado mi petición, pues yo no busco otra cosa que la gloria de Dios y el servicio del prójimo, y el crecimiento y exaltación de su santa Orden. Por lo demás, rogándole que se dirija a mí confiadamente en todo lo que pueda serle de utilidad, le deseo toda clase de felicidad y gozo.
Siempre a disposición de Vuestra Paternidad, Cardenal Dietrichstein”. (P. Nicht)

Esta carta, que copiamos en honor del fundador de la casa de Nikolsburg, fue precedida por otra del citado Ilustrísimo Sr. Gramay, que con fecha 9 de julio de 1631 escribía lo siguiente a nuestro Padre General:

“Escuche por mi propia carta, mejor que por la de ellos, cuán gratos fueron los óptimos padres de vuestra Orden al Emmo. Príncipe Cardenal, y a toda la ciudad, o más bien a toda la provincia. Me atrevo a decir ciertamente que nada me ha ocurrido más gozoso en toda mi vida, que aquel divino encargo que se me hizo de traer al huerto del Sacro Romano Imperio tan aromáticas y fructíferas plantas. La Orden, apenas conocida, nacida aquí hace pocas semanas, es alabada por todos sin excepción, y solicitada por muchos príncipes, por lo que parece que hay que esforzarse por aumentar las personas y constituir un noviciado” (P. Vicente Talenti).

El buen olor de la religiosidad y trabajo de los nuestros se difundía por todas partes; la escasez de obreros era la causa de que no se pudieran satisfacer las invitaciones de los príncipes y las ciudades. En ese mismo año de la fundación de Nikolsburg ya no se pudo hacer una fundación de nuestro instituto en Viena, como consta por la carta del mismo Ilmo. Sr. Gramay, escrita a José el 17 de septiembre de 1631 desde Nikolsburg: “Escribí no hace mucho acerca del deseo que tiene el Obispo y el Senado de Viena de introducir vuestra Orden en esa metrópolis; añado ahora que nuestros padres (los de Nikolsburg) son también esperados en Bratislava y en Opava, metrópolis ambas de Silesia, y que el reducido número de religiosos necesita ser ampliado” (P. Nicht).

Se puede creer que este deseo de Viena y de otros lugares fuera motivado por el famosísimo varón Conde Gaspar Scioppio, convertido de la secta de los innovadores, y entonces defensor acérrimo de la religión católica contra los errores del impudente Paulo Sarpi; émulo de Scalígero en la doctrina filosófica; censor agudo en sus cartas; consejero de estado del emperador Fernando II. Le dio motivo para ello la fundación de nuestro instituto en Florencia. José ya en el año 1629, a petición de los Sres. Zanobio Mazzinghi y Juan Francisco Fiamelli entre otros, del Ilmo. y Rvmo. D. Alejandro Marzimedici, arzobispo de Florencia, había enviado algunos religiosos suyos a la ciudad, capital de Toscana. Sin embargo a causa de algunas dificultades que debían superarse, nuestro instituto no pudo comenzar allí hasta el 21 de junio de 1630. Cuando llegó a oídos de Scioppio la noticia de la fundación que se estaba llevando a cabo, escribió a María Magdalena, Serenísima Archiduquesa de Austria, que estaba en Milán, la siguiente carta, fechada el 10 de marzo de 1630:

“Con sumo agrado me enteré que vuestra Excelsa Serenidad se dignó considerar y favorecer de manera eficaz y sabia la obra de las Escuelas Pías, puesto que todas las personas de ciencia y recto sentido y costumbres consultadas desean en todas partes esta nueva Orden y su instituto, pues príncipes y ciudades saben que de él vendrá el mayor bien público y privado, más de lo que yo pueda decir. Propondré a su Cesárea Majestad (con el que espero reunirme en breve) este instituto como principal medio para propagar la fe católica. Pues se trata de religiosos que no ambicionan nada para sí, ni buscan las riquezas y las glorias del mundo. Ejercen su ministerio principalmente por amor ardiente a Dios y al prójimo, y sin duda servirán de edificación en el futuro para los mismos herejes, a los que atraerán voluntarimente a sus colegios. Si se dirigen a mí, recibirán todo favor, y les mostraré un método fácil para enseñar y explicar la lengua latina y la doctrina cristiana. Por ello me alegro mucho por el mérito que Vuestra Serenidad puede esperar ante el Altísimo en el cielo, por haber ofrecido su mediación a favor de dicha religión, rogando para que la divina Majestad la conserve durante mucho tiempo feliz y en buena salud, y que le haga ver el fruto abundante que producirá el árbol las Escuelas Pías”[Notas 6].

Nuestro santo fundador no dejó de ayudar a Germania con nuevos religiosos. El 24 de noviembre del mismo año envió dos religiosos de Italia a Nikolsburg, y al año siguiente otros seis. José anuncia su envío al eminentísimo Cardenal con la carta siguiente:

“Roma, 28 de octubre de 1632. Eminentísimo Cardenal Príncipe Francisco Dietrichstein, Obispo de Olomuc. La paz de Cristo.
Eminentísimo y Reverendísimo Señor y Protector, de toda mi consideración.
Aquí en Roma hemos tenido unos días de excesivo calor, por lo que a todos ha parecido mejor esperar un poco antes de que nuestros padres se pusieran en camino. Entre ellos va uno, llamado Juan Bautista (Constantini) de Sta. Tecla capaz de dirigir el noviciado, que podrá hacer en lengua latina mientras aprende el alemán. He pensado que los nativos bohemos son más adecuados que los italianos; después de haber sido preparados durante algunos meses en la oración y en el conocimiento de nuestras reglas, y ayudados al principio por alguno de los italianos estará pronto preparados para enseñar. Van ahora un sacerdote español y otros cuatro con él, los cuales pronto se esforzarán en la escuela para bien del prójimo. Perdóneme Vuestra Eminencia si no correspondo según la gran obligación que toda la Orden le debe, y el afecto que yo le tengo, para darle gusto en todo a Vuestra Eminencia, pero con la ayuda del Señor no dejaremos en el futuro de enviar algunos sujetos, y oraremos al Señor para que dé a Vuestra Eminencia muchos años de vida y salud, y gozo por el incremento de la santa fe católica en toda Germania. Siervo humildísimo en Cristo de Vuestra Eminencia, José de la Madre de Dios, m.p.” [Notas 7]

Notas

  1. Archivo General, plut. I, fasc. 3.
  2. P. Guido Nicht de los Ángeles Sch. P., Documenta Spiritualia ex Epistolis S. Josephi Calasanctii… excerpta” Nikolsburg, 1772.
  3. P. Vicente Talenti Sch.P., Vita del B. Giuseppe Calasanzio della Madre di Dio ecc. Florencia, 1917.
  4. Otra mano: después pasó a los Carmelitas.
  5. El Cardenal Dietricstein había nacido en Madrid, donde el príncipe su padre era embajador del Emperador ante el Rey Católico.
  6. P. Atanasio Canata de Jesús Sch.P., L’educatore cattolico secondo lo spirito di S. Giuseppe Calasanzio, Florencia, 1887.
  7. Del Archivo del Príncipe Mensdorf-Dietrichstein. Traducción del P. Procopio Dvorski Sch.P. en el Archivo de la Provincia de las Escuelas Pías de Bohemia, ahora en Roma.