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(Cuaderno VI)

El año 1676, cuando falleció en Brezno el P. Tomás Szlieszinsky de S. Esteban, polaco, le sucedió en su cargo el P. Tomás Sperat, el cual dedicándose fervientemente tanto al ejercicio de nuestro ministerio como a decir sermones, obtuvo muchos frutos tanto en la piedad y las letras como en la conversión de los herejes y propagación de la fe católica. Había pasado poco tiempo desde su llegada a Brezno cuando, según cuenta el P. Francisco Hanak de S. Wenceslao en sus Memorias, ya había absuelto de herejía doce personas, y más de veintiocho en las aldeas, además de “otras muchas que más tarde absolvió, de día y de noche, y que no hubo ocasión de anotar, pero están escritas en el libro de la vida”. El mismo P. Tomás escribió un testimonio en 1676 con otros religiosos de la comunidad de Brezno sobre las conversiones que habían visto hacer al P. Hanak.

Cuando tuvo lugar la incursión de los rebeldes citada nuestro Tomás, que ya estaba enfermo, después de ser vapuleado con sables, y con heridas que sangraban, le hacen ser su portador llevando dos trozos de tocino colgados del cuello, para humillarle como sacerdote. Como caía a menudo bajo su peso, y ya no podían hacerlo levantar ni a latigazos, al final un hereje le atravesó el muslo con la espada, y lo tiraron medio muerto en un bosque de sauces. Una vez liberado, por orden del P. Provincial fue trasladado hacia Prievidza, pero sufría mucho a causa de los dolores de la pierna, por lo que se detuvo en Kremnica en el convento de los PP. Franciscanos de la Observancia. Allí recibió todos los sacramentos, que había pedido le suministrasen, y en el octavo día de su pasión devolvió piadosamente su alma al Redentor, el 12 de septiembre de 1681.

En un librito manuscrito que se conserva en el Archivo General, titulado “Venerables y Memorables Siervos de Dios de los CC.RR. de las Escuelas Pías, desde su fundación hasta el año 1717”[Notas 1], después que el autor declara al P. Tomás de S. Anselmo un egregio ejemplo de celo por la fe católica, dice lo siguiente: “hay que moverse para obtener la declaración de su martirio y su canonización”. Me esforcé por poner la primera piedra para conseguir esta declaración, no sólo a partir de los documentos que existen en el Archivo General, sino también a partir de los recuerdos que existen en Hungría. A principios del año 1907 pedí al Rvmo. P. Policarpo Latzlo, Asistente General por la Provincia de Hungría de los Frailes Menores, que vivía en Roma, en el convento de S. Antonio de la vía Merulana, que interroga en nombre de las Escuelas Pías al guardián de Kremnica, para ver si quedaba algún recuerdo del Ven. P. Tomás Sperat. Y no hace muchos días recibí una carta del citado P. Policarpo que decía lo siguiente:

“L.I.Ch! nº 10/907
Saludos en el Señor a quien la lea.
En nuestra cripta está enterrado cerca del altar el R.P. Tomás, sacerdote de las Escuelas Pías, que fue raptado y herido por los rebeldes, y luego fue abandonado y llegó hasta nosotros, muriendo en el Señor, el año 1681.
En Kremnica, a 11 de enero de 1907. P. Adalberto Machacsek, Custodio.”

Alegrándome de recibir tan buena noticia, pedía los mismos franciscanos que, observando lo que hay que observar, describieran el lugar de la sepultura e investigaran dentro, y se dignaran tomar fotos. Los padres amablemente lo hicieron, pero dentro de la sepultura no encontraron nada. Es de creer que los restos del P. Tomás serían trasladados a Prievidza, y que descansan allí en nuestra sepultura, esperando el día de la resurrección.

El P. Esteban de la Anunciación de la B.V.M., en el siglo Juan Kinzel, había nacido en Lubloic de Germania, diócesis de Cracovia, el 20 de enero de 1640. Vistió para clérigo en Podolín el 25 de marzo de 1666, de manos del P. Wenceslao Opatowsky del Stmo. Sacramento. Emitió su profesión en Varsovia el 25 de marzo de 1668 en manos del P. Pector Jacobo Weczirka de Sta. Bárbara, al que nuestros Anales proclaman ilustre por sus virtudes. Fue ordenado sacerdote en Varsovia por el Ilmo. D. Esteban Vierbowsky, obispo de Poznan.

Se puede ver que nuestro citado Esteban tenía una gran prudencia en el hecho de que en 1674 era ya prefecto y rector del colegio de Prievidza, en el momento preciso en que “el 14 de octubre en presencia de personas ilustres y con gran asistencia de público las Escuelas Pías de Prievidza se trasladaron a su residencia en el nuevo colegio, aunque no estaba aún completamente terminado, y tomaron posesión sin que nadie se opusiera. Estaban presentes el P. Pablo Frankovics de la Natividad de la B.V.M. y su asistente el P. Miguel Krausz de la Visitación, con tres sacerdotes nuestros, y diez clérigos y hermanos”[Notas 2]. Diremos cuánto se esforzó por el progreso de los estudios en ese lugar cuando tratemos de los los estudios en Germania.

El auxilio del cielo no faltó en medio de las adversidades. El hermano Pedro de S. Pablo, clérigo profeso, atestiguó que siendo aún seglar, habiendo oído que se había declarado un incendio en Prievidza por la noche el P. Esteban de la Anunciación de la B.V.M. fue corriendo a ver al P. Rector, echó pan bendito de Sta. Águeda a las llamas, y con gran admiración de la gente el incendio cesó, y sólo se quemó un almacén.[Notas 3] En este tiempo ocurrió también lo que el mismo H. Pedro narra: “Cuando yo iba a la escuela en Prievidza, fueron robados 300 florines en casa del Sr. Andrés Kubranski, luterano, que no pudieron ser recuperados de ninguna manera, ni siquiera por medio de una vidente. Se encontraba triste en su situación, y fue persuadido por el Rvdo. D. Jorge Czermak, párroco de Prievidza, a ir a la iglesia de las Escuelas Pías. Recibió la instrucción en la fe católica, se confesó sacramentalmente, fue absuelto de la herejía y recibió la comunión. Mandó decir en nuestra iglesia algunas misas en honor de S. Antonio de Padua, y bastante después el dinero apareció en un camino cerca de Trnava, y se la devolvieron al Sr. Tomás. Y esto consta al P. Comisario, al P. Rector y a otros padres”.

Aunque nos desviemos un poco, quiero copiar algunas cosas sobre el H. Pedro, que él mismo cuenta graciosamente.

“Cuando era niño y vivía con mis padres luteranos, alguna vez veía una imagen de nuestro Ven. P. Fundador, y mi madre me decía en broma: ‘algún día serás como un negro con cuernos’, y siempre tenía ganas de ver a esos padres. Así que me enviaron a Prievidza a casa de unos parientes e iba a las Escuelas Pías, y una vez a otros niños les regalaron imágenes del Ven. P. Fundador, y a mí por ser luterano no me diern. Volví triste e inquieto sin ella a casa, y delante de nuestra iglesia conseguí dos de aquellas imágenes, cambiándolas por otra cosa a unos estudiantes. Al llegar a casa, las puse en mi habitación. Después de contemplarlas durante bastante tiempo, y tras invocar al Espíritu Santo, empecé a pensar que aquella debería ser la verdadera y única fe, puesto que un hombre tan venerable como el padre José de la Madre de Dios se había esforzado por propagarla. Recibí pronto la gracia del Espíritu Santo y me convertí del luteranismo, me confesé y recibí la comunión. Desde entonces siempre tuve un gran afecto hacia aquellas imágenes, y a veces rezando ante ellas sentí algunos gozos espirituales extraordinarios. Durante un tiempo me limité a su culto y veneración, y parecía como si me miraran con mala cara, por lo cual arrepentido de corazón iba a confesarme y a comulgar, y después les ofrecí la veneración primera, y con un gran consuelo de mi espíritu tuve un solo deseo: entrar en la Orden de las Escuelas Pías.”

Pero volvamos ya al P. Esteban.

El P. Provincial, como dijimos, lo había destinado a Brezno. No se sentía a gusto, y escribió al P. General explicándole que sufría a causa de algunas molestias asociadas a la prefectura, y temía que ellas darían motivos para quejarse a sus súbditos. Esto se puede deducir por la carta que escribió de Roma a Brezno el Rvmo. P. Carlos Juan Pirroni, el 10 de mayo de 1681, que dice lo siguiente:

“P. Esteban de la Anunciación de la B.V.M., Brezno.
Conociendo en qué consiste ser superior, es fácil sentir aversión hacia ello, como supongo que le ocurre a Vuestra Reverencia, pues no los hay sin su cruz, y tanto más pesadas cuanto más elevado y más amplio es el cargo. Esperamos lo que el P. Provincial hará con el hermano Miguel. Me resulta fácil comprender cuántas molestias le han causado él y los demás de los que se queja. Dios se lo pagará, porque si no tenemos esperanza, ¿de qué sirve sufrir tanto?
Es cierto que han llegado a nuestros oídos algunas quejas de religiosos húngaros con respecto al gobierno polaco, para calmar las cuales no dudé en escribir en nombre del vínculo amor mutuo, que ata la caridad religiosa. Sin embargo nadie tiene motivos para quejarse de Vuestra Reverencia, ni yo lo consideré reo de corrección, y mucho menos porque veo en su carta que tiene una intención recta y justa. Por lo tanto, tenga buen ánimo, y que las murmuraciones no perturben su paz. Demos gracias a Dios”.

Su paz fue realmente turbada por la crueldad de la rebelión de los herejes. Fue capturado juntamente con el P. Tomás Sperat y con el clérigo Wolfgang Zuikauer. Al primero lo dejaron medio muerto, y al segundo lo soltaron, como hemos dicho, y los rebeldes centraron todo su furor en el P. Esteban. Una vez detenido lo ataron fuertemente, hasta el punto de que se le entumecieron las manos y le salía sangre por las uñas. Le pidieron una fuerte suma por el rescate, que un religioso pobre nunca podría pagar, y entonces le ataran las manos y los pies por la espalda, y lo echaron al suelo sobre la cara y el vientre, y así echado comenzaron a golpearle fuertemente con palos y cuerdas las plantas de los pies. Lo desatan medio muerto, lo cubren de estiércol de caballo, y de nuevo le dan otra ración de palos. Cuando los monstruos de torturadores se dan cuenta de que el padre vuelve un poco en sí, de nuevo lo vuelven a poner boca abajo, como antes, atado, y lo retuercen, le aprietan, y lo mismo que antes, le golpean cruelmente con palos y cuerdas el cuerpo, y principalmente las plantas de los pies, y de nuevo, después de de golpearle cruelmente, lo desatan. Luego, de manera más mesurada, le atan los pulgares de las manos y los pies, y atando las cuerdas a una largas pértigas lo levantan en el aire como si fuera una araña, y con varas le golpean cruelmente las piernas y las plantas de los pies, y el dolor le hace gritar, y sangrar abundantemente por la nariz y los oídos. Sin ninguna duda hubiera muerto de dolor en manos de los crueles herejes si no le hubiera rescatado uno de sus jefes. Ya no le quedaban fuerzas, y no podía tenerse de pie, lo sacuden y finalmente lo montan en un caballo flaco, y como consideran vergonzoso el espectáculo de verle manar sangre de los pies, lo llevan a Roznava. Llevado fuera de la ciudad, habría terminado su vida seguramente a espada o a palos, que ya tenían preparados, si sus ministros no católicos no hubieran temido la ley del talión (como algunos sugirieron), que se les aplicaría a ellos luego. Finalmente fue rescatado del príncipe calvinista Tököly por los embajadores polacos, que habían tratado antes familiarmente con Esteban. De él obtuvo la gracia de la vida, y el mismo príncipe le confió mientras tantos algunos secretos acerca del arzobispo y los duques Caraffa (caballero napolitano) y Rabatta, que no rebeló a nadie en lo que le quedó de vida, que fueron tres años.

El padre Juan Martín informó al P. General sobre el infortunio del padre Esteban, quien escribió el 23 de agosto de 1681 al P. Provincial Adalberto lo siguiente:

“… Por lo demás nos afligió mucho lo que nos contó el P. Juan Martín acerca del pobre P. Esteban, capturado y cruelmente golpeado por los rebeldes húngaros. Respondemos que de ningún modo pagamos un rescate de 2000[Notas 4], pues eso sería animar a los bandidos a secuestrarnos continuamente. Quizás conmovió más eficazmente su ánimo la miseria de los pobres que la riqueza de los ricos. He ahí el tipo de problemas que originan tales residencias. Le ruego que reflexione seriamente acerca de las calamidades que pueden sufrir nuestras casas, y que en caso de que haya un nuevo incendio bélico, en caso de peligro haga que se trasladen a casa más protegidas. Por lo demás rogamos a Dios por la seguridad del Reino y de todos los católicos, y te confiamos que tengas cuidado de palabra y de obra como pastor de la grey de nuestras casas y religiosos, y que Dios os guarde a todos a salvo”.

Una vez liberado, el P. Esteban, lleno de heridas volvió a Brezno, donde recibió la siguiente carta del Rvmo. P. General escrita el 4 de octubre:

“P. Esteban de la Anunciación de la B.V.M.
Lamentamos con paterno amor la dura cautividad de Vuestra Reverencia bajo el despotismo de los rebeldes, y nos alegramos mucho en el Señor de la libertad, y puesto que creemos que se debe a la protección de la B. Virgen, esperamos que cumplas el compromiso de visitar la casa de Loreto para agradecérselo a la Madre tan amable, tal como lo prometiste. Por lo demás, como nuestra pobreza no permite realizar gastos tan grandes, nuestra obediencia te dispensa de hacer esa visita, y a cambio te mandamos que recites una tercera parte del Rosario diariamente durante tres meses ante algún altar de la Virgen en nuestra iglesia, y creemos que este cambio no te repugnará, y la aceptarás ganando méritos a causa de la obediencia. Los grandes males nos enseñan a ser precavidos, por lo cual si la residencia de Brezno parece que no es muy segura, poneos de acuerdo con el P. Provincial para abandonarla, pues no está bien servir ahí como párroco en medio de tantos peligros, especialmente en una actividad que es extraña a nuestro ministerio. Por lo demás, cuídate, y ofrece de buena gana lo que has sufrido como méritos ante el Señor”.

Abandonando Brezno, el P. Esteban fue primero a Prievidza, luego a Cracovia y finalmente a Podolín, donde el príncipe Jerónimo Lubomirski le pidió que le acompañara como director espiritual a la liberación de Viena. Actuó con gran destreza con su doctrina, consejos y prudentísimo juicio. En el campamento contrajo la disentería, y después de la liberación de Viena fue trasladado a Bratislava, a la casa de los PP. Franciscanos de la Observancia, donde falleció piadosamente el 10 de octubre de 1683, y allí fue enterrado en su iglesia de la Santa Familia.

Al poco de volver del Capítulo, el P. Valeriano de la Inmaculada Concepción de la B.V.M., superior, regresó en medio de grandes peligros a Brezno disfrazado con ropas de campesino, y encontró a todos los suyos en buena salud aunque despojados, contentos sin embargo porque habían sufrido por Cristo insultos y golpes de los herejes.

Encontramos unidos a nuestros héroes el P. Esteban y el P. Tomás en una carta de Roma fechada el 15 de noviembre de 1681, enviada desde Roma por el Rvmo. P. General al P. Juan Martín a Prievidza:

“Damos humildemente gracias a Dios por la liberación del P. Esteban de manos de los rebeldes sin pagar rescate, y oramos por el P. Tomás, piadosamente fallecido, para que sea recibido en los tabernáculos eternos…
Nos duele mucho que tengan que sufrir continuamente tantos peligros en esas regiones. Ojalá la mano del emperador, ayudada por Dios, rompa de una vez el brazo de los rebeldes turcos y de Transilvania, y de este modo se pueda esperar la tranquilidad y la paz universal”.

Notas

  1. Plut. III, nº 237*.
  2. Archivo General: Epitome Annalium Prov. Hungariae (1666-1692), nº 1.
  3. Archivo general: Hungaricae Prov. Annales (ab anno 1666).
  4. En otro lugar se dice que el rescate fue de 6000 áureos.