Diferencia entre revisiones de «Cartas de hermandad»

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Última revisión de 10:51 15 oct 2014

Ver Relación de Cartas de hermandad

Presentación

Dice el n. 225 de nuestras Reglas:

“El P. General, por iniciativa propia o a petición de un Superior Mayor, podrá otorgar la Carta de Hermandad a personas que, por su amor y sus favores, se han hecho beneméritas de nuestra Orden. Los Superiores Mayores informarán cada año al P. General de las Cartas de Hermandad concedidas.
Quienes reciben la Carta de Hermandad participan de los beneficios espirituales de la orden. En cada Demarcación habrá un catálogo de las personas a quienes ha sido concedida la Carta de Hermandad”.

La práctica de conceder cartas de hermandad se remonta al origen de la Orden. En 1625 llegó a Roma desde Germania el Conde de Althan, que era el Comisario de una confederación piadosa llamada Milicia Cristiana de la Inmaculada Concepción de la B. Virgen María. Allí conoció a Calasanz y su obra, y le ofreció después en una carta la participación en los bienes espirituales de la misma. Calasanz le respondió lo siguiente:

“Nos, José de la Madre de Dios, Prepósito General de dicha Orden de los Clérigos Regulares, abrazando con suma gratitud la pía Confederación y el magnífico obsequio de los fundadores, príncipes, prelados y caballeros de la misma, a nuestra vez la consideramos entre los patronos de nuestra Orden, y les hacemos partícipes de todas y cada una de las gracias y buenas obras que podamos hacer por nos y por los nuestros en toda la Orden, sin omitir nada para la promoción de dicha Milicia y Comunión cristiana y de sus ejercicios que pudieran ser hechos por nosotros; y rogaremos asiduamente a Dios para que con su bendición haga aumentar y crecer a unos y otros en toda obra buena para mayor gloria de Dios, y nuestro bien y el del prójimo, para la exaltación de la Madre Iglesia, la propagación de la religión y ejercicio de las obras de misericordia. Dado en Roma el 19 de julio de 1625.”

Esto es, en la práctica, una carta de hermandad, que Calasanz (y sus sucesores) ofrecieron de forma más o menos oficial a otros muchos benefactores después. No es fácil seguir la pista de todas las cartas de hermandad concedidas en la Orden; sólo desde hace unas décadas se guarda un registro específico en la Curia General.

Redactor(es)

  • José P. Burgués, en 2014