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Después que el Eminentísimo Sr. Cardenal Francisco de Dietrichstein trajo las Escuelas Pías de Italia a Nikolsburg , tuvo el deseo de que las mismas se fundaran también en Lipnik. Buscando un lugar adecuado en aquel lugar, encontró una iglesia en las afueras de Lipnik, junto a la muralla, con una casa al lado, que había sido vivienda de picarditas, llamada por la gente del lugar Zborscu iudera. Primero adaptó aquella casa como vivienda religiosa, y reparó rápidamente la iglesia, que había sufrido un incendio en 1613, y la dedicó en honor del Seráfico San Francisco. Entonces escribió a Roma al Ven. P. Fundador José de la Madre de Dios, que era entonces Superior General de la Orden, para que enviara religiosos a su ciudad hereditaria de Lipnik, y erigiese allí una casa noviciado para que las Escuelas Pías floreciesen en Germania.

Inmediatamente llegó una orden en relación con este asunto, mandando que algunos padres nuestros salieran de nuestra casa de Straznice. Y así el 28 de octubre de 1634 el P. Juan Bautista de Sta. Tecla [Constantini] Virgen y Mártir, maestro de novicios, salió de Straznice con 8 novicios, y llegó a Lipnik el 30 del mismo mes. El 19 de noviembre tomó posesión de la vivienda en compañía de los suyos, y celebró la primera misa solemne en la iglesia adjunta del Seráfico San Francisco, con asistencia de mucha gente y las autoridades de Lipnik.

[1636]

Nuestros padres no abrieron inmediatamente las escuelas, hasta que se construyó un edificio adecuado para ello, sino que de momento se dedicaron a practicar los ejercicios propios para fundamentar la vida religiosa, hasta el año 1636. Entonces comenzaron a practicar nuestro ministerio, comenzando con las escuelas inferiores hasta sintaxis inclusive. Ni posteriormente se pasó delante de ahí, pues aunque en ese territorio faltan gimnasios para que puedan estudiar los jóvenes, el deseo preciso del Cardenal fundador era que la casa de Lipnik de las Escuelas Pías sirvieran para preparar a los jóvenes en el noviciado.

Por esas fechas se celebró el Capítulo Provincial en Kremsier de Moravia, presidido por el Eminentísimo Cardenal Francisco Dietrichstein , en el cual el P. Juan Bautista de Sta. Tecla V. y M. fue elegido asistente Provincial. Para sustituirle fue enviado como segundo superior de Lipnik y maestro de novicios el P. Alejandro de S. Bernardo [Novari]. Bajo este maestro, entre otros novicios floreció el H. Casimiro de la Concepción de la B.V.M., en el siglo llamado Juan Adán Bogatka de la ciudad de Poznan en Polonia mayor. El cual trabajaba antes como preceptor de los lauretanos de Nikolsburg, y atraído por amor a nuestra Orden, el 6 de diciembre de 1635 cambió el hábito seglar por el religioso en Lipnik. Antes de entregarle el hábito el P. Juan Bautista de Sta. Tecla V. y M., quiso ver si el joven estaba ya maduro para el noviciado, de diversas maneras, pues iba ya a cumplir 29 años de edad.

Entre otras cosas destacadas se cuenta de él lo siguiente. Poco antes de ser admitido al hábito, fue enviado con una cruz negra de casa a la ciudad, para que en medio de la plaza llamase y catequizase a los niños. Este nuevo y exótico tipo de mortificación no hizo retroceder al joven y maduro seglar, pues tan pronto como se le dio la orden, la puso por obra de manera seria, pronta e íntegra, a pesar de que iba a recibir muchos desprecios por ello. Me lo contó el M.R, Deán de Praerovia Constantino Kolnovsky, que entonces formaba parte del grupo de niños que seguían a nuestro candidato por la plaza y le escuchaban la catequesis. No dudo en absoluto de su palabra, pues fue un varón serio y erudito.

El mismo Casimiro, mientras era preceptor de los lauretanos de Nikolsburg, a menudo entraba en secreto a nuestra iglesia y ponía cirios pagados con su dinero sobre el altar y las ofrecía para dar culto a Dios. El sacristán estaba admirado de la liberalidad del hombre, y deseando saber quién era, en una ocasión se ausentó del comedor mientras los padres comían, y se puso a vigilar, y vio al piadoso Casimiro llevando a cabo su buena acción, y comprendió que no quería que su limosna fuera conocida de nadie sino de Dios. Esto lo supe del P. Bernardo de la Natividad de la V.M., que había conocido de vista al hombre.

Lo siguiente es conocido de nuestros ciudadanos: siendo ya novicio, alguna vez se sentaba junto al rollo del castigo en medio de la plaza de la ciudad de Lipnik, y se ponía a vender cebollas, pidiendo por cada una no lo que costaba normalmente, sino una moneda de oro. Y no dejaba aquel lugar, en el que era objeto de risa, hasta que por obediencia era llamado a casa.

Otra cosa me parece digna de mención: era costumbre de vez en cuando hacer disciplinas, es decir, la intención del superior era que se retorcieran cuerdas para hacer un látigo. Pero Casimiro interpretó de manera mejor la orden, y se fue a su cuarto y se dio disciplinas hasta sangrar, hasta que llamado a los ejercicios comunes lo sorprendieron mientras se flagelaba.

Tampoco debe omitirse lo que alguno de los nuestros decía de él. Casimiro recibió un libro espiritual para la formación religiosa del V. Tomás de Kempis. El maestro de novicios se lo dio abierto en la primera página, y el bueno del joven entendió simplemente que sólo debía leer la primera página, y no seguir adelante. Cuando le interrogaban a menudo sobre el fruto espiritual obtenido, siempre recitaba lo mismo. Cuando el maestro le reprendió por ello, respondió que sólo se le había enseñado la primera página, y por ello pensaba que no le estaba permitido leer más. En lo cual se manifestó su simplicidad y su simple obediencia.

En una ocasión volvía de Olomuc con una imagen de la Virgen de Frascati que allí había mandado pintar el superior, y llegó a casa de noche. Cuando quiso mostrar la imagen, no la pudo encontrar. Seguramente se le había caído por el camino y se había perdido. Ya había anochecido, y llovía abundantemente. Casimiro, perplejo, no sabía qué hacer, así que pasó la mayor parte de la noche insomne y rezando, y al día siguiente temprano, después de recibir la bendición del superior, se volvió por el mismo camino por donde había venido, y encontró la imagen seca, en una zona seca, mientras que alrededor todo estaba empapado, y solamente aquel lugar se había librado de la lluvia. Entonces, lleno de alegría, llevó la sagrada imagen a Lipnik. Esta image, de hecho, se puede ver en el noviciado, en Lipnik, y se lleva en las procesiones del Rosario, con mucha devoción de la gente y una veneración particular.

Siendo ya sacerdote, en una ocasión fue enviado con el hermano Luis de S. Alejo como si fuera un novicio al castillo que se encontraba para cumplir un determinado encargo. El capitán le regaló algunas hortalizas de aspecto magnífico y de vuelta a casa el superior le mando que plantara una de ellas en el huerto de casa, con la raíz hacia arriba y las hojas bajo tierra, y que la regara cada día, hasta que la viera vivir y crecer. Era tiempo de invierno, y todo estaba cubierto de nieve: parecía que se trataba de un trabajo estúpido que repugnaba a la razón. Sin embargo fue Casimiro, plantó la hortaliza de la manera dicha, y la regó cada día sin descanso, hasta el punto que se hizo un charco helado alrededor del lugar. Cuando pasó el invierno en esta obediencia ciega, y llegó la primavera, al final aquella raíz plantada hacia arriba contra la naturaleza comenzó a vivir y echar hojas, y con el paso del tiempo produjo una cabeza tan grande que aquella planta era la más grande del huerto. La cual la guisó luego el cocinero para todos los padres y hermanos. Esto se lo he oído contar al mismo hermano Luis de S. Alejo, de nuestra Orden, que fue testigo ocular de la cosa, y es un varón recto y temeroso.

Así, como este nuestro Casimiro ofrecía un ejemplo tan extraordinario de virtud, los demás compañeros de noviciado imitaban sus carismas mejores. De lo cual resultó que los nuevos religiosos de Lipnik se ganaron fama de santidad y la admiración de la gente, basada además en ejemplos de notable modestia y humildad, además de algunas mortificaciones de tipos diversos, que en virtud de santa obediencia se les imponían, aunque no para practicarlas ante la gente de fuera.

Parece que añadió mucho fervor a esta nueva fundación el Ven. Pedro de la Natividad [Casani] de la B.V.M., que vino por este tiempo a Germania y residió en la casa de Lipnik. Pues viendo a este serio varón sirviendo en la mesa a los hermanos, y dedicarse a trabajar en la cocina, y dedicarse a otras tareas de ese estilo, sentían gran admiración, y se avergonzaban de no hacer ellos lo mismo. Pues la fuerza del ejemplo es muy grande, y, según dicen, el camino más breve para las virtudes. Provocados los jóvenes por lo que veían en el el anciano Pedro, intentaban imitarle lo mejor posible. Un fervor tan grande, un deseo tan fuerte de mejorar, iba dando resultados día a día.

[1638]

Pedro entregó aquí en el año 1638 el hábito religioso a dos jóvenes en Nikolsburg, y acompañándolos a la casa de formación de Lipnik, ocurrió que pasaron por Viscovia, que es una ciudad morava de la diócesis de Olomuc. Como se hacía ya de noche y no podían ir más lejos, el buen padre fue con los dos jóvenes recién vestido a una posada pública, y pidió que dieran algo de cenar a los dos jóvenes fatigados por el camino. El posadero del lugar se excusó, pues su mujer estaba en cama con fiebre, y no había nadie de la familia que pudiera hacerles ese servicio de caridad. Al oír la respuesta, el Padre se acercó a la enferma y le preguntó si tenía fe, y si creía que él podía sanarla mediante la imposición de sus manos sacerdotales con la gracia de Dios. Ella dijo que sí, y entonces le impuso las manos y la bendijo. Y he aquí que la fiebre la dejó de repente, y se levantó curada inmediatamente, y preparó la cena para los religiosos. Esto lo contó el P. Jorge de la Natividad de la B.V.M., que estaba allí presente, pues era uno de los dos nuevos religiosos.

Otra cosa notable de este varón: una sequía terrible afligía a la región en torno a Straznice , pues desde hacía un semestre o más no había caído una gota de lluvia del cielo. Se temía un año de esterilidad y carestía de bienes. Por lo que, movido por esta calamidad, el Excelentísimo Sr. Conde Francisco de Magni , que ya conocía la fama de santidad del padre Pedro, lo invitó a su morada de Straznice. Vino el Padre, y le rogó por aquella afligida región. Y he aquí que poco después cayó una abundante lluvia, que regó abundantemente las mieses y los prados medio secos, extendiéndose la lluvia por todo el horizonte. Oído lo cual, el citado Conde, fundador de la casa de Straznice, fue en persona a pie a honrar al hombre, y le estimó enormemente, pues con sus oraciones había abierto las cataratas del cielo que estaban cerradas.

Estas cosas son las que ocurrieron en tiempos del P. Alejandro de S. Bernardo que, como se ha dicho, fue el segundo superior de Lipnik y maestro de novicios, desde el año 1636 hasta el año 1640. A él le sucedió el P. Casimiro de la Concepción de la B.V.M., tercer superior de la casa y maestro de novicios, bajo el cual la comunidad tenía más de veinte miembros. Cuál era el espíritu de Lipnik, cuánto el fervor y la observancia, puede deducirse por las virtudes de Casimiro. Pues de la misma manera que los astros influyen en este mundo sublunar, de igual modo las virtudes y costumbres de los superiores suelen influir en los súbditos. No puede dudarse que aquella numerosa juventud que había en Lipnik en 1640 fuera elevada en gran medida por el fervor y las virtudes del Padre Casimiro, que alumbraba como una lámpara puesta sobre el candelero.

Los padres de Lipnik no recibían ninguna limosna fija de la fundación, sino que pedían lo necesario para alimentar y vestir a veinte personas, por orden del cardenal fundador de piadosa memoria, a los oficiales del dominio. Y como era difícil pedir cada día lo necesario, y muy molesto para los oficiales, nuestros padres pidieron al Excelso Príncipe Maximiliano de Dietrichstein, heredero sucesor del domino de Lipnik, que concediera una cantidad fija de limosna, que pudiera servir para alimentar y vestir a veinte religiosos según la piadosa intención del piadoso cardenal difunto. El príncipe concedió sin dificultad lo que se le pedía, y decretó, en una carta que se conserva en el archivo de aquí, que se entregara a las Escuelas Pías de Lipnik, de los bienes de su dominio de Lipnik, en dos plazos, cada año, lo siguiente: 1000 florines renanos en dinero; 2 modios de harina (o trigo candeal), 2 modios de trigo, 5 garrafas de vino, 52 barriles de cerveza, 10 sesentenas de carpas ocho veces, y tanta leña de quemar cuanta fuera necesaria.

[1641]

En el año 1641, el 10 de julio vino aquí el P. Onofre del Stmo. Sacramento [Conti] con el Padre Domingo de la Cruz [Franco], a quien el 12 nombró superior de esta casa y maestro de novicios en lugar del P. Casimiro.

Del P. Onofre cuenta el Excmo. Sr. Doctor Hertot los siguiente: en una ocasión vino por motivos de devoción a Loreto de Nikolsburg, y he aquí que vio a una mujer energúmena de nacionalidad polaca que a las preguntas no respondía otra cosa sino “piasti”, que es una palabra polaca. Así, para comprobar que esta palabra procedía absolutamente de un espíritu maligno, el prudente padre quiso burlar al demonio, o al menos burlarse de él provocándole a hablar. Lo primero le preguntó si leía a Virgilio, y como el espíritu se había quedado mudo, inmediatamente continuó: ‘Me parece que eres un demonio bastante simple, que ni sabes latín ni sabes responder: dime, si alguna vez has leído a Virgilio, ¿cuál es su poema más hermoso? Si no, te lo diré yo a ti’. A lo cual el demonio, para no parecer ignorante dijo: ‘Aprended la justicia, y no temáis a los dioses’. Entonces dijo el padre: ‘¿A ese te refieres? Hasta los niños de la escuela saben recitar esa poesía. Si leíste a Virgilio, dime cuál es su poema más feo, y si no te lo diré yo, para mostrar tu ignorancia’. A lo cual respondió el demonio: ‘Si no puedo conmover a los dioses, me volveré al infierno’. Y el citado padre ya no pudo provocar a la poseída a decir nada más, sino aquel solemne ‘piasti, piasti’. Se ve aquí cuál es el método que hay que emplear para provocar a los demonios, pues como son hijos de la soberbia, nada hay que les siente peor que la confusión.

El P. Domingo nos dejó este ejemplo. Cuando estaba en Podolín de Szepes siendo Provincial y se celebraba la boda del Excelso Príncipe Lubomirski nuestro fundador, un religioso le preguntó por qué no asistía a la boda del fundador a la que había sido invitado, y nuestro Domingo le respondió que no era decente que un religioso asistiese a tales solemnidades. El religioso le dijo que también Cristo había ido a las bodas de Caná en Galilea. Domingo le dijo: ‘Dame las virtudes de Cristo y yo también podré ir a las bodas’. Con esta respuesta despidió al burlón confuso.

[1642]

Era ya el año 1642 cuando llegó a estas tierras la primera edad de hierro. Pues en ese tiempo llegó el ejército sueco a Moravia, y situando su campamento frente a Olomuc, fácilmente tomó la ciudad. Tras tomar la capital de las ciudades moravas, decidió entrar en posesión también de los territorios vecinos. Por lo cual al año siguiente, es decir en 1643, vino a Lipnik y pidió que se rindiera. Los ciudadanos se negaron, por lo cual él colocó sus cañones frente a nuestras escuelas, y desde allí comenzó a bombardear la muralla de la ciudad. Cuando los habitantes de Lipnik se vieron en estos apuros, y que después de perforar el muro los enemigos podrían entrar fácilmente en la ciudad, no queriendo llegar a ese peligroso extremo, hicieron signos a los suecos de que se rendían, con algunas condiciones.

Mientras tanto los nuestros escaparon, buscando lugares más seguros, y algunos fueron a Polonia, disponiendo así Dios tal vez que fueran los autores de nuevas fundaciones. Unos pocos se quedaron en el castillo de Helfenstein, lugar que en aquel tiempo era considerado inexpugnable: no quedó ninguno en casa por temor a los herejes. Sin embargo algunos de los nuestros con más ánimo solían bajar del castillo de Helfenstein, especialmente cuando oían que los enemigos se habían ido, para ver el estado de la casa, pero no siempre tuvieron suerte. Pues en una ocasión en que bajaron tres juntos y mientras se dedicaban a realizar los ejercicios religiosos en la casa, de repente llegó un grupo de suecos, y ellos intentando huir de sus manos salieron por la puerta trasera, pero desgraciadamente los agarraron fuera de nuestro huerto, en un terreno arenoso, y se los llevaron hacia el monte. No podían esperar de los herejes otra cosa que la muerte, o una gravísima ilusión. Pues eran llevados como ovejas al matadero, atados con correas. Ya veían el hierro alzado sobre sus cuellos (no sabían si en serio o en broma) cuando por orden de un señor fueron dejados en libertad.

En este triste estado de cosas ni se podía observar la disciplina regular, ni había medios para poder sustentarse la familia religiosa. Pues en este tiempo dejó de recibirse la limosna de la fundación que, como hemos dicho, comenzó a recibirse en 1640. En parte porque no había quien la recogiera, y en parte porque el señorío de Lipnik sufría enormemente con las exacciones de los enemigos suecos. De lo cual se seguía la dispersión de los súbditos y rentas muy bajas. Hasta que, gracias a Dios, después de estar suficientemente castigada Germania, llegó la deseada paz. Fue en el año 1650, cuando se firmó la paz de Praga en Bohemia entre la Corona de Suecia y el Emperador de Romanos Fernando III, y entonces Moravia comenzó a respirar, especialmente después que los suecos se fueron de Olomuc, que habían ocupado durante 8 años, y desde allí controlaban toda Moravia y Silesia.

Así, pues, desde el año 1642, por las causas citadas, no encuentro ningún superior de esta casa, a no ser el padre Tomás de S. Nicolás, quien más tarde en 1649, tras pedir el Breve Apostólico, abandonó la Orden, y de superior regular se convirtió en presbítero secular. En su lugar le sucedió el P. Alejandro de la Natividad de la B.V.M., quien animosamente restauró el régimen de vida en esta casa con dos hermanos operarios que encontró allí. No había ningún otro sacerdote a parte de él, pues los otros dos que habían quedado se fueron cuando llegó él gracias a la bula de Inocencio X. Sólo habían quedado dos hermanos operarios, que completaban la comunidad de Lipnik con su nuevo superior.

[1651]

En el año 1651 le sucedió como superior de esta casa el P. Esteban de S. Miguel Arcángel, el cual la gobernó durante dos años, pues en el año 1653 falleció en las termas de Baden, más allá de Viena, a donde había ido para recuperar su salud.

[1654]

Después de su muerte fue nombrado para el gobierno de esta casa el P. Alejandro de la Natividad de la B.V.M. en el año 1654, cuando ya se contaban seis profesos y cinco novicios que vendrían al año siguiente. De modo que de nuevo serían más de 12. Y entonces las escuelas que habían estado cerradas a causa de la falta de maestros, volvieron a aceptar alumnos.

[1656]

El año 1656 se anunciaba muy feliz, como los anteriores, a causa de la Bula de Alejandro VII por la cual nuestra pobrecilla Orden volvía del estado secular al regular. De modo que se levantaron los ánimos y se abandonó el temor de aquellos que hasta entonces vacilaban entre la esperanza y el miedo. Por lo cual ese mismo año se construyó en nuestra iglesia el altar mayor con el tabernáculo, con las limosnas de los bienhechores y el esfuerzo de los nuestros, principalmente del P. Alejandro de la Natividad de la B.V.M., quien fue recibido como primer superior en estas fechas, y que tenía ese año bajo su cuidado espiritual 12 personas.

[1657]

Vuelta la paz, en casa y fuera, muchos de los nuestros volvieron de Polonia a Germania. Entre ellos estaba el P. Alejo de S. Onofre, quien llevado por la obediencia, llegó a Lipnik el 6 de noviembre de 1657, y nombrado Rector y maestro de novicios, y como tal tomó el timón de esta casa. Al año siguiente, 1658, llamado a Schlan en Bohemia, ocupó su lugar y oficio el padre Martín de la Madre de Dios. Sólo estuvo un año gobernando la casa y enseñando a los novicios, hasta el año 1659, en el que se presentó el P. Ambrosio de Santa Ludmilla [Prachowsky] después del Capítulo General. Este dirigió su atención a asuntos exigentes. Pues viendo que la casa era antigua y ruinosa, y no poco estropeada a causa de los cañonazos de los suecos, no la consideró idónea para vivir en ella, ni capaz para 20 personas, y comenzó a pensar de qué modo podría construirse una nueva. Parecía difícil poder construir sin tener dinero. Pues en la caja difícilmente se encontraban los pocos florines necesarios para la alimentación de cada día. En su ánimo dudaba en poner toda su confianza en Dios o no. Después de larga lucha, prevaleció la esperanza en Dios. Así que envió una nota al P. Provincial y le pidió una resolución. El P. Provincial se alegró mucho de una cosa tan útil y necesaria. Para llevar a cabo la cosa y conseguir su objetivo, los padres decidieron dirigirse al Excelso Príncipe, y pedirle ayuda para ello.

Para poner en práctica la decisión, tres padres, a saber el P. Provincial Domingo de la Cruz [Wroblowski], el P. Miguel de Santa María [Gaiselbrunner], Viceprovincial, y el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla [Prachowsky], rector de esta casa, se dirigieron juntos a Brno, y allí suplicaron al Príncipe que fuera el patrono y autor de la nueva construcción, o bien que entregara íntegra la cuota de la fundación, que piadosamente había decretado en 1639 su piadoso pariente el difunto príncipe Maximiliano de Dietrichstein, según la intención del Cardenal fundador, para que bastara para 20 personas, de modo que ahorrando alguna parte de ella cada año se pudiera construir un colegio nuevo en Lipnik. El príncipe estuvo de acuerdo con la segunda propuesta, y confirmó con un nuevo documento el diploma de fundación de su piadoso pariente, pero a su beneplácito, añadiendo una condición a las anteriores: que durante la construcción, de cada mil florines doscientos se dedicarían cada año a la construcción, y ochocientos servirían para las necesidades de los hermanos. A cambió prescribió que no se entregarían víveres por medio de los oficiales del señorío. Lo demás, a saber, el vino, la cerveza, el trigo, la harina, la leña, quiso que quedara en vigor.

[1660]

Habiendo recuperado nuestros padres las condiciones de la antigua fundación para 20 religiosos, consideraron que sería bueno y útil escribir para consultar acerca de la nueva construcción. En cuanto se recibió el necesario permiso del Muy Rev. P. General, el 19 de mayo de 1660, a las 4 de la tarde el R. P. Miguel de Santa María colocó la primera piedra de fundamento, en presencia del P. Ambrosio de Sta. Ludmilla, rector de la casa, y de todos los hermanos. Fue un día gozoso para todos, que presagiaba no sé qué de bueno. Para que las obras avanzaran más aprisa, los hermanos también trabajaban en ella. De lo cual resultó que la construcción se habría terminado completamente en un decenio, si lo hubiera permitido la guerra de los turcos, que ocasionó una gran demora.

Todos se admiran de que una casa para 30 personas pudiera construirse con tantos gastos. Pues viendo su forma y tamaño, a penas bastarían veinte mil florines para terminarla. Parece que sólo puede explicarse por la providencia de Dios, que suscitó tantos y tan generosos bienhechores para que aquella obra empezada animosamente para gloria de Dios y bien del prójimo pudiera acabarse.

Así, pues, este año se comenzó la construcción, y se continuó en los siguientes, de modo que se iba demoliendo una parte después de otra del edificio antiguo y se iba sustituyendo por la nueva. Se dedicó ardientemente a esta tarea durante cinco años el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla, rector y maestro de novicios, hasta que en el año 1665 fue enviado por la obediencia a la corte del Excelso Príncipe, para hacerse cargo de la prefectura de sus hijos. Permaneció allí durante un sexenio, y formó en las letras y buenas costumbres a los hijos del Príncipe confiados a su cuidado.

[1665]

Mientras tanto ocupó su lugar el P. Domingo de la Concepción de la B.V.M., y continuó con no menor diligencia la construcción desde el año 1665 hasta el 1668, en cuya fecha llegó el P. Luis de S. Lucas con el nombramiento de rector de Lipnik y maestro de novicios. Parece que este hombre había sido especialmente enviado por Dios para bien de esta casa. Pues desde los primeros meses comenzó a reformar el huerto, trazando los caminos en paralelo a la casa, cuando antes eran oblicuos e irregulares. Al año siguiente se continuó con gran fervor la construcción de la casa, sin dejar por ello de poner interés en el cultivo del huerto.

[1770]

Cosa que parecía muy difícil, pues no se podía reducir a una forma cuadrada, pues había unos manzanos de unos vecinos que parecían impedirlo, cerca un arroyo que pasaba por allí oblicuamente. Y además estaba el huerto vecino del Príncipe, a cuyo muro el camino principal de nuestro huerto llegaba en forma de aspa, y deforme. Por lo tanto había que hacer algo para conseguir que las partes que faltaban para hacer un cuadrado perfecto se obtuvieran de un modo u otro. Y la cosa se arregló felizmente. Pues en el año 1670 se compró aquella parte que bañaba el arroyo por un precio razonable, y el Príncipe al año siguiente generosamente concedió la mitad de su huerto, y muchos se admiraron de que afeara su parte para embellecer la nuestra.

Después de que dicho padre terminó felizmente las obras del edificio, construyó un muro alrededor del huerto, en una forma cuadrada regular, incluido el curso del arroyo. Nada parecía más difícil que construir un muro sobre el arroyo, cuyo cauce era bastante profundo en aquella parte, por encima de la cual había que allanar un camino. Sin embargo este infatigable padre venció el obstáculo, y construyó un puente de piedra sobre el barranco, y encima construyó un muro regular.

[1673]

Ya se había terminado la casa, ya se estaban levantando los muros del huerto e iban creciendo poco a poco los setos, cuando he aquí que se les ocurre levantar también una escuela nueva. Pues ya se había fijado un terreno para ella por el Excelso Príncipe en la parte posterior de la iglesia, y no faltaban materiales. El año 1673 se comenzó a construir una escuela desde los cimientos, con rapidez y afán, para que se terminara al año siguiente, con el tejado y todos los demás requisitos. Se destruyeron entonces las antiguas escuelas, y en la zona se plantó un jardín de flores, que subsiste hasta el día de hoy. En el año 1674 un muro ciñó el atrio de las nuevas escuelas.

Este año dejó el mundo de los vivos el H. Miguel de S. Cristóbal, el primero de los fallecidos en esta casa. Pues en los 39 años pasados desde la fundación de las Escuelas Pías aquí, ninguno faltó antes. Este hermano mostró el camino que toda carne debe seguir, y que otros seguirían en años posteriores.

[1675]

El año 1675 se dedicó todo el verano a levantar el muro del huerto, no sin un trabajo enorme en aquella zona donde corría el arroyo. Pues allí el suelo era blando y arenoso, y relleno con escombros de los habitantes anteriores, y bastante profundo, por lo que no era fácil encontrar una tierra sólida para el fundamento, a no ser cavando pozos muy hondos. Pero el ingenio de los arquitectos superó esta dificultad.

Me agrada narrar aquí lo que el P. Tomás de S. Wenceslao, varón serio y erudito, contó a sus discípulos en la clase de teología. El hilo de la narración, tal como lo recuerdo, era el siguiente: contó dicho padre que en una ocasión, el rector de Schlan había pillado in fraganti a un cierto hermano operario de la Orden, llamado Pablo de la Anunciación, que usaba demasiada calefacción. El hermano no sólo respondió de mala manera, sino que además vertió su bilis contra el superior. Ocurrió que murió poco después, quizás porque era mayor, quizás a causa de alguna enfermedad, y no se le ocurrió pedir perdón. Quizás porque consideraba que era cosa de poca importancia hablar mal al superior, quizás porque pensaba que era poco el daño hecho, teniendo en cuenta que era mayor y estaba enfermo. Ocurrió no mucho después de la muerte del hermano citado que el superior citado estaba despierto alrededor de media noche cuando oyó llamar a la puerta, y dando permiso para entrar, notó que se dirigía hacia él un fuerte viento. Tenía entonces la mano derecha fuera de la manta, y de repente sintió en ella un beso helado. Como era prudente y sagaz, se olió la causa de aquello, y era que el hermano citado había venido a pedirle perdón, cosa que estando vivo dejó de hacer, a pesar de que se lo habían dicho. Luego notó que el espíritu con un silbido se iba por el mismo camino que había venido.

Aprendan por este ejemplo los súbditos de ánimo exaltado a reverenciar a sus superiores; aprendan a ser humildes; sepan que en la vida futura nada queda sin castigo. Pecó Pablo con la calefacción, debió expiar la culpa de su pecado con el frío.

[1676]

Pero volvamos a nuestro tema. El año 1676 transcurría bien en todas las cosas tanto de la casa como de las escuelas, pero la muerte cruel, que ya había cortado el hilo del Hermano Miguel, metió inoportunamente su guadaña en otros religiosos de esta comunidad. El H. Fernando de Jesús María, clérigo profeso; el P. Wenceslao de Todos los Santos y el P. Anastasio de S. Bernardo. Los dos últimos en el espacio de diez días pasaron de esta vida a otra mejor a causa de una disentería.

[1677]

Al año siguiente, aunque no se había terminado por completo la construcción, se veía el techo de la iglesia que poco a poco se iba consumiendo de viejo y se estaba pudriendo. Por lo cual se vio que había que construir una nueva bóveda de ladrillo. Y así se hizo. Pues este mismo año, después de comprar todo lo necesario, en parte regalado, y en parte con dinero, se construyó la bóveda de la iglesia de Lipnik, y se sujetó bien con anclas de hierro para que estuviera sólido. Y como parecía que faltaba algo, a saber una cripta para enterrar a los difuntos, al año siguiente, 1678, se pusieron las manos a esta obra, y se excavaron y construyeron dos criptas en forma de cubículos: una sólo para nosotros, orientada hacia el altar, y otra que se destinó para los seglares. Al año siguiente se añadieron nuevas sedes en la iglesia, y se comenzó una pérgola en la parte meridional.

Este fue la última obra del P. Luis en esta casa, y después, llamado al gobierno de la Provincia, cambió su lugar con el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla. Así pues la comunidad de Lipnik recibió a su segundo rector, pero no mereció retenerlo durante mucho tiempo, pues en julio fue enviado a Litomysl. Sin embargo, durante el poco tiempo que mandó aquí, no descuidó el provecho del a casa. Pues además de las imágenes que adornaban las paredes del templo, comenzó también una nueva cátedra por medio del albañil habitual, el H. Urbano de S. Simón.

Después de que se marchara el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla, le sucedió en el rectorado de Lipnik el P. Jerónimo de la Natividad de la B.V.M., quien se preocupó de adornar la iglesia con muchas imágenes pintadas. Este año el destino hizo que el P. Simón de s. Francisco fuera el primero en ocupar un nicho en la nueva cripta de Lipnik.

También este año se creó la Congregación del Santo Rosario, y fue aprobada por el ordinario del lugar. ¡Ay, cuántas dificultades, cuánta oposición sufrió esta piadosa intención! Se oponían a ella algunos ciudadanos de los que dirigían la ciudad; protestaban los espirituales, que debían alegrarse de ella, y no dejaron piedra sin mover para que, una vez obtenida la bulla del Ordinario del lugar, la hiciera retirar, y casi consiguieron su objetivo. Pero lo cierto es que no fue tan poderosa la malicia humana para poder echar atrás una obra tan piadosa y tan santa, de la que se esperaba tanto bien. Como no cedió el Ordinario, cedieron los adversarios, vencidos por las razones, y reducidos por el temor de la pena. Y los que antes se mostraban como enemigos del Santísimo Rosario, se volvieron clientes marianos, y se hicieron miembros de la congregación.

He aquí, después de una larga confrontación, el culto triunfante del Stmo. Rosario erigido por las Escuelas Pías de Lipnik. Permita Dios que no decaiga nunca, sino que esté siempre vivo y floreciente, como lo vemos ahora florecer en el Señor. Ciertamente, si se nos permite gloriarnos en nuestras debilidades, véase el número de miembros del culto mariano, cómo aumenta día a día entre nosotros. Pues no creo que haya pueblo o aldea al menos en dos leguas alrededor en el que no haya clientes marianos que acudan a dar culto a esta devoción nuestra de Lipnik. Pero sea dado honor y gloria sólo a Dios, y alabanza a su Santísima Madre María, que ha querido erigirse aquí un emporio de tan noble devoción.

Aquí en Lipnik existe también otra devoción, el Santo Escapulario, cuya distribución por los nuestros comenzó hacia el año 1669, por especial gracia concedida a ellos por el M.R. Padre Visitador General de los Carmelitas que pasaba hacia Polonia, aunque solamente a un cierto número de personas, y con esta condición: que a su debido tiempo se transmitieran a Roma los nombres de los miembros. Ese año 1683 se obtuvo un diploma del Padre General de dicha Orden, que reconoció nuestra cofradía de Lipnik, y la hizo partícipe de todos los méritos e indulgencias, dando potestad al Presidente diputado para ello, o al superior en su ausencia, para bendecir y distribuir en el futuro el escapulario a todas las personas de uno y otro sexo en nuestra iglesia.

Por estas fechas todo transcurría felizmente, habiendo terminado la construcción de la casa, el templo, el huerto y las escuelas. Pero como nada es estable y duradero, en el año 1683 los turcos vinieron con un ejército enorme a Austria, y sitiaron Viena. Y aunque se encontraban lejos de aquí, estaban también los rebeldes húngaros, que se iban acercando a estas tierras, y nos daban mucho miedo. A causa de lo cual se produjo entre los nuestros la fuga y la división: unos se fueron a la ciudad, otros a la fortaleza, otros a Bohemia; los pocos que se quedaron en casa temían cada día la llegada de los enemigos.

[1684]

En estos tiempos turbulentos el P. Ladislao de S. Wenceslao se hizo cargo del gobierno de la casa, habiendo sido enviado su antecesor el P. Jerónimo a Litomysl. Y verdaderamente intervino la protección divina, de modo que Viena resistió el furor de los enemigos valientemente, y finalmente en el otoño todo el ejército turco fue puesto en torpe fuga por los cristianos. La victoria permitió respirar por un tiempo al citado P. Rector, pero al año siguiente, 1684, enfermo de una fiebre maligna, expiró al final de mayo, y tomo su lugar y oficio el P. Crisóstomo de la Concepción de la B.V.M.

Pero este no ejerció su cargo durante mucho tiempo, pues cuando aún no había pasado un cuatrimestre, durante las vacaciones de otoño fue nombrado en lugar suyo el P. Alberto de S. Miguel Arcángel. En tiempos de este rector se pusieron solemnemente los fundamentos de la capilla de San José, el 25 de abril de 1685. Al mismo tiempo se comenzó la segunda pérgola, que mira al cementerio. Dedicado a trabajar ardientemente en estas dos obras, falleció el P. Domingo de la Concepción de la V.B.M., enfermo de un catarro sofocante.

[1686]

Después de dos años, o sea en el año 1686, llegó por tercera vez como superior de esta casa el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla. Y como no se había terminado la capilla de S. José, se esforzó por terminarlo, junto con la pérgola próxima a él. Durante los dos años siguientes no se hizo nada memorable aquí, hasta el año 1688, en el que falleció piadosamente el M. R. Sr. Constantino Kolnovsky, Deán de Prerov, llevado a enterrar a nuestra cripta. En un tiempo este había profesado en nuestra Orden, pero en aquellos tiempos turbulentos en que apareció la bula de Inocencio X, el entonces clérigo se pasó al estado eclesiástico, y siendo presbítero secular, estuvo al cargo de algunas parroquias en esta diócesis, hasta que llegó a esta vecina a la nuestra, para poder mejor favorecer a los nuestros, y conversar más a menudo con nosotros. Puso en obra aquella piadosa intención suya, pues nos nombró herederos de la mayor parte de sus posesiones, y pidió ser enterrado en nuestra cripta entre los hermanos. Lo cual obtuvo, tras pedir permiso a los superiores, y vestido con nuestro hábito, tal como lo había pedido, fue enterrado en la tumba común de los hermanos el 11 de julio del año citado más arriba.

[1690]

Al año siguiente tampoco se edificó nada de especial, sino que una vez terminada la capilla se hicieron grabados para adornar las puertas de las pérgolas y se acomodaron mejor las ventanas de la iglesia para que entrara más luz. Ese año 1690 fue odioso y luctuoso. Pues ese año perdimos al Padre de la Provincia Alejo de S. Onofre [Eder], que con su secretario el P. Felipe de la Concepción [Schön] se ahogó el 8 de julio en la ciudad de Lostiz en Moravia. Así ocurrieron las cosas: Tres días antes, esto es el 6 de julio, llegó a Losstiz desde Bohemia, y a causa de que el torrente estaba crecido por la fusión de la nieve que había caído, se vio obligado a esperar a que decreciera el nivel del agua. Pero al cabo de tres días, impaciente a causa del retraso, decidió intentar atravesarlo. No pudo esconder su intención a la gente del pueblo. Intentaron disuadirlo, advirtiéndole del gran peligro que representaba el pasar. Pero de nada sirvieron los consejos y los ruegos: había decidido llegar al día siguiente a Kremsier, donde tenía que tratar asuntos de la Orden con el Príncipe. Así, pues, entre la esperanza y el miedo se metieron en el vado, y llegaron felizmente hasta el centro. No estaban ya muy lejos de la otra orilla cuando a causa del fortísimo ímpetu de las aguas (¡oh infortunio!) se rompió un clavo y se cayó una rueda delantera, y finalmente empujado por la fuerza de las aguas el carro se cayó hacia adelante. Entonces el P. Provincial cayó al mismo tiempo, y parecía que allí iba a morir. Su secretario, que era más joven y más robusto, viendo el evidente peligro de su vida, se lanzó al agua para salir a nado. Pero llevado por la fuerza del agua, no pudo conseguirlo, ni poner pie, ni agarrarse a nada. Más tarde fue encontrado arrastrado por las aguas a unos diez estadios, incrustado profundamente en el lodo. De este modo se hundieron dos estrellas de Germania el mismo día en las aguas de Losstiz. Buscaron sus cuerpos, que no fueron encontrados hasta el tercer día, y fueron enterrados en la iglesia de Losstiz.

Fue un año luctuoso, pues además del fallecimiento del P. Provincial, se perdió Belgrado, nuestra muralla defensiva, que hacia mitad de octubre de modo miserable volvió a caer en manos de los turcos.

[1691]

Un poco más feliz parecía ser el año siguiente 1691, pues en Hungría el ejército cristiano obtuvo la victoria de Salankement sobre los turcos, pero no sin una lucha cruenta y la pérdida de muchos héroes. En estos años y los siguientes la comunidad de Lipnik contaba con algo más o algo menos de treinta religiosos. Por supuesto al aumentar el número de personas los edificios se iban quedando pequeños.

Contaré lo que ocurrió ese año en nuestra iglesia. Mientras yo[Notas 1] celebraba la misa en la capilla de San José, vino un peregrino, de origen moravo, que estuvo llorando durante toda la misa. Al terminar la misa entró en la sacristía, y me pidió la confesión de sus pecados. Allí mismo me dispuse a escucharle, y él me dijo: ‘Padre, durante su misa no pude ver la hostia en el momento de la elevación, porque mis ojos en aquel momento fueron cegados’. Después de escuchar lo demás que corresponde al santo tribunal, me di cuenta de que el hombre estaba endemoniado, y que por justo juicio de Dios, sufría a causa de sus pecados. Viendo pues que el inquilino del infierno moraba en aquel hombre, a veces porque casi le salían chispas de los ojos, a veces por algunas palabras que decía al confesar sus pecados, antes de darle la absolución le mandé que me dijera un Padre Nuestro y un Ave María. El energúmeno lo hizo, aunque mientras rezaba ante mí el espíritu le debía bloquear con gran fuerza. Cuando llegó a las palabras ‘y líbranos del mal’, no puedo explicar lo reticente que se volvió el genio malo, y qué signos de despreció y aversión hizo. Pero como era urgido a ello, debió sufrir el pronunciar esas palabras con una voz quebrada y con espíritu anhelante. Lo mismo ocurrió cuando al rezar el Ave María llegó a las palabras ‘ruega por nosotros pecadores’. Entonces el espíritu intentó bloquear al hombre, enmudecer su boca, aterrorizar su cuerpo y no dejar nada sin hacer para impedirle decir esa fórmula. Está clara la fuerza que tienen esas palabras en una y otra oración, cuando los demonios las aborrecen y se oponen a ellas. ¡Ojalá fueran dichas siempre piadosa y atentamente!

[1692]

Avanzaba ya el año 1692 cuando he aquí que el 21 de enero llegaron de Losstiz los dos cadáveres de los nuestros ahogados. Después de rezar por ellos, como es nuestra costumbre, los depositamos en nuestra cripta común. Abrieron los nuestros la tumba del Padre Provincial y encontraron allí su cuerpo incorrupto y sin ninguna mancha, aunque la cara se le había oscurecido algo.

Después que ese mismo año nuestros Padres volvieran del capítulo general de Roma, trajeron junto con las determinaciones del Capítulo las patentes de los superiores, en las cuales el P. Ambrosio de Sta. Ludmilla era nombrado Rector de Kremsier, y el P. Atanasio de S. José Rector de Lipnik y maestro de novicios. Cuando el primero se fue a Kremsier, el otro tomó su cargo y el gobierno de la casa, el 5 de agosto del año citado. Poco después debió despedir a dos de los suyos: el primero el hermano Martín de San Bricio, novicio de segundo año, a quien la enfermedad fatal de la disentería se llevó de este mundo el 26 de octubre, aunque felizmente pudo profesar antes de morir. El otro fue el P. Luis de S. Francisco, que falleció de tisis el 30 de octubre. Con el funeral de dos religiosos en esta casa cerramos el periodo de este año.

[1693]

El año 1693 se construyó el puente de piedra para pasar el arroyo de nuestro huerto, y los muros fueron sujetados con anclajes de hierro. Por aquel tiempo nuestra cripta no parecía llena con los cadáveres depositados en ella en los cuatro años anteriores: había lugar de sobra no sólo para los nuestros, sino también para gente de fuera. Pues por esas fechas se trajo aquí el cadáver de D. Carlos de Bylnis, Vicario de la iglesia catedral de Olomuc. Este Carlos en otro tiempo fue de los nuestros, pues había emitido no sólo los votos simples, sino también los solemnes. Después de ser ordenado sacerdote, como sintió que el siglo le sonreía, se atrevió a reclamar y logró, mediante gran habilidad, obtener una sentencia favorable, y su profesión fue declarada nula. Abandonó el hábito religioso, y como sacerdote seglar obtuvo fortuna y gracia de los magnates. Fue odiado de muchos y querido de pocos, y cuando vio que se le cerraban los caminos, consiguió entrar en la categoría de Vicario de la iglesia catedral de Olomuc. Pero allí tampoco vio ni una chispa de posibilidad de promoción, y mientras tanto se puso gravemente enfermo (timpanitis llaman a la enfermedad) y perdió la esperanza de una vida más larga. Entonces el bueno de Carlos volvió en sí, reflexionó sobre el mal que había hecho, y no dejó de hacer nada para volver a nuestra Orden. Envió muchas cartas invocando a nuestros padres, condenado con muchos signos su propia temeridad, llamándose oprobio de los hombres, desecho de la plebe, hijo abortivo de la Orden; sépanlo aquellos a los que interesa tratar de estas cosas. Así, pues, como insistió durante mucho tiempo para que le pusieran nuestro hábito después de muerto, y para que se le enterrase en la cripta de Lipnik, obtuvo ambas gracias de la mano de los superiores, y tal como lo había pedido insistentemente, el 25 de noviembre fue traído de Olomuc y enterrado en la cripta común entre los hermanos, con el hábito religioso puesto. Mira por dónde el bueno de Carlos, que parecía que pisoteaba nuestra Orden, al final de su vida, como dicen, vino a mendigar un poco de gracia y consuelo. Aunque parece que también fue algo honrado, pues hizo heredera de sus bienes a nuestra casa de Straznice, añadiendo una fundación para que se dijeran eternamente unas misas. Esto es lo que hay en relación con el reclamante Carlos, cuyo nombre de religión era el mismo.

[1694]

Llegó el año 1694, en el cual experimentamos la escasez de limosnas, y oímos de los enemigos en el transcurso del verano. Pues en ese tiempo, bien movidos por la necesidad, bien atraídos por la dulzura de la presa, por la noche salían de sus escondrijos los valacos e iban a robar por la vecindad. Quemaban a los padres de las familias de las casas que acababan de saquear, y procuraban hacerles confesar dónde habían enterrado tesoros de dinero. Por este tiempo había gran miedo en Lipnik de que esta nación bárbara y audaz agrediera con alguna tormenta nocturna a nuestra casa, que se encuentra en los suburbios, máxime porque en la taberna vecina ya se había oído algo sobre que los ladrones se preparaban para atacar la fortaleza contigua a nuestra casa, para evitar cuyo mal entonces se tocaron las campanas, llamando al auxilio a los ciudadanos, de modo que al menos esta vez las harpías rapaces renunciaron a su plan. Mientras tanto, mientras nuestros hermanos estaban tocando las campanas, oyeron el disparo de una bala de plomo, que atravesó el techo de la torre. Desde dónde se disparó, no se sabe: pero se puede sospechar que fue obra de la maldad de los valacos a quienes se les había impedido llevar a cabo su crimen. Desde entonces no se permitió salir por la noche sin protección, hasta que llegaron los fríos y las nieves.

Pero poco después volvimos a pasar miedo, pues el 9 de noviembre a primera hora de la noche del llano vecino hacia oriente se produjo un incendio. No puedo explicar en qué apuros nos vimos todos, cuando veíamos que nuestra casa estaba en peligro, a causa del viento del este que se había levantado. Se debe atribuir ciertamente a la divina protección el que después el viento cambiara de dirección, yendo hacia el sur, cuando ya había comenzado a arder la paja de los tejados. Lo que vale lapena relatar es que en el momento del incendio se vieron algunas aves blanquecinas dar la vuelta en torno a nuestra casa, con un dulce y suave canto. Yo mismo oí ese agradable canto cerca del tejado de la casa, pero no pude verlas a causa de que estaba ocupado con las faenas obvias. Pero otros padres y hermanos atestiguaron más tarde que las habían visto. Si esas aves blanquecinas de tamaño semejante al de las palomas pertenecían a los criados, o venían huyendo de las casas vecinas y graneros en llamas, o si eran aves enviadas por el cielo para guardar esta casa, ni puedo ni me atrevo a decidirlo. Baste con decir que nunca se habían visto tales aves ni oído tal tipo de canto. Que el varón prudente decida por sí mismo; yo sigo con mi relato.

Después que las casas de algunos vecinos fueron dejadas en presa a Vulcano, el hermano Elías de S. Lucas, operario, sufre grandes dolores, los cuales duran hasta el 17 de diciembre, y al amanecer del día siguiente fallece a causa de problemas pulmonares. La tumba cierra este periodo de tiempo.

[1695]

Se esperaba que el año siguiente fuera más sano y alegre, pero nuestra esperanza fue vana, y en lo que se refiere a fertilidad, fue parco y lluvioso; en lo que se refiere a la salud de nuestra casa, desgraciado. Pues trajo consigo la enfermedad de la disentería, que atacó a tres de nuestra comunidad. Dos de ellos por gracia de Dios salieron del peligro; el tercero fue llevado de entre los vivos. Este fue el H. Norberto de S. Juan, novicio de segundo año, el cual, cuando se vio que estaba al final de dicha enfermedad, después de proveerle con todos los Sacramentos necesarios para la lucha suprema, y tras emitir felizmente la profesión solemne antes de morir, el 19 de agosto, en el tiempo de la oración mental matutina plácidamente expiró en el Señor, y tres días más tarde fue depositado en nuestra tumba común, cubierto de flores, de las cuales era digno a causa de la integridad de vida y loable obediencia. Más o menos pudo saberse que iba a morir, Pues catorce días antes de que expirara este hermano, más o menos a la misma hora de la mañana, se oyó en nuestro dormitorio un gran estrépito, como si se cayera algo de gran peso, y luego no pudo averiguarse qué era lo que lo había producido. Pero parecía un mal presagio, y una señal de que se iba a cortar la vida del hijo.

Quiero añadir lo que ocurrió este año. En 1695, el 9 de agosto, vigilia de S. Lorenzo, se vio lucir aquí algo así como el sol a media noche, tan claramente, que parecía ser otro día en el horizonte de Lipnik. Cuando al día siguiente referimos este portento a algún seglar enfermo nuestro, el paciente añadió que él también lo había visto con admiración, y que había durado unas dos horas. A causa de la novedad hicimos más averiguaciones, y los nuestros comprobaron que el mismo fenómeno había sido observado por muchos en aquella noche. Algunos sospecharan que tal vez era la luna, pero la sospecha desapareció porque era día de novilunio y en ese tiempo la luna debía estar bajo el horizonte. Fuera lo que fuese, está claro que se trataba de un portento. Ciertamente (si se me permite expresarlo) nuestro sol nos iluminó en nuestro horizonte de Lipnik. Pues el día 11 de noviembre a la hora tercia de la tarde llegó hasta nosotros el M.R. P. General nuestro Juan Francisco de S. Pedro [Foci], el primero que vimos, y el primer que abrazamos de todos sus antecesores. El cual después de pasar aquí tres días, el cuarto, o sea el 15 de noviembre, salió de aquí hacia Freiberg y desde allí hacia Polonia. Haga Dios que vuelva felizmente, para que merezcamos saludarlo con el ósculo santo, y que nos dé su bendición paterna.

[1696]

Y estas son las cosas dignas de mención desde la fundación de esta casa, el año 1634, hasta el año presente 1696. Las cuales las he transcrito fielmente en esta obrita, dando fin a esta cronología. Lo que he escrito lo atestiguo en fe de sacerdote, y no he inventado nada de lo que he escrito, sino que sólo he escrito lo que me han referido hombres dignos de fe, o lo que he encontrado escrito en nuestros archivos, o lo que he visto con mis propios ojos, y he vivido yo mismo. Si hay algún error en ello, perdónese la culpa de la fragilidad, e interprétese mejor la cosa. Sólo a Dios honor y gloria, y a su Santísima Madre la Virgen María, y a su esposo y protector, nuestro divino San José, alabanza y bendición por los siglos. Amén.

Atanasio de S. José. Rector y Maestro de Novicios de Lipnik, m.p.

Estado de la Fundación de la Casa de Lipnik en Moravia de los Cl. Reg. Pobres de la M. de D. de las E. Pías

Nuestra casa de Lipnik no tiene ningún instrumento fundacional. Desde el principio, cuando nuestros padres comenzaron en Lipnik, se les daba una limosna arbitraria, parte en dinero, parte en especie, por manos de los oficiales de este Señorío según lo mandado por el Emmo. Fundador Cardenal Francisco de Dietrichstein . Los más antiguos de los nuestros dicen que el citado Cardenal fundador antes de su muerte obligó en su testamento a sus sucesores en el Señorío de Lipnik a que entregaran comida y vestido perpetuamente para 20 religiosos de los Padres de las Escuelas Pías en Moravia, de las rentas de dicho Señorío.

Notas

  1. P. Atanasio Zanger (Cf. Esbozo). N. del T.