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Straznice (1633)

Cuando el Conde Francisco de Magnis, de origen italiano y fiel vasallo del Emperador, que le había recompensado con títulos y posesiones, supo que su pariente el Cardenal Dietrichstein había fundado en su Nikolsburg un colegio de Escuelas Pías, él quiso también hacer lo mismo en su propia ciudad, Straznice. Disponía de unos locales (iglesia y colegio que habían sido confiscados a una secta de herejes picarditas, que habían sido expulsados de la ciudad) que podrían servir para ello. Por recomendación del Cardenal obtuvo que Calasanz le enviara el 6 de febrero de 1633 una comunidad de siete religiosos: el P. Juan Bautista Constantini, Maestro de Novicios, con dos profesos y cuatro novicios, todos ellos desde Nikolsburg. Para las Escuelas Pías era un buen trato: conseguían tener una casa para noviciado diferente de la de Nikolsburg (hasta el 5 de noviembre de 1634, en que se desplazaron al noviciado definitivo de Lipnik). El generoso fundador ofrecía para la fundación 400 florines renanos más una notable cantidad de alimentos, tejidos, etc. para el mantenimiento de los religiosos. Se comprometía además a edificar a su costa un colegio e iglesia nueva.


El Conde de Magnis siempre fue un incondicional de las Escuelas Pías. Quizás en parte se debiera a un episodio relacionado con el Beato Pedro Casani. A pesar de que el Capítulo General de 1637 había decretado que los Asistentes Generales debían residir en Roma con el P. General, de Germania llegaban peticiones insistentes para que fuera enviado allí el P. Casani, para comprobar que en aquellas nuevas fundaciones todo se hacía como en Italia. Quizás había surgido algún problema entre el Conde de Magnis y los escolapios de Straznice. El caso es que Calasanz decidió enviar allí al P. Casani, que llegó a Nikolsburg el 12 de mayo de 1638 con tres compañeros (uno de ellos el P. Onofre Conti, que tanto trabajaría en esas provincias). Pocos días después, respondiendo a la invitación del Conde de Magnis, se dirigió a Straznice. “Así invitado, llegó a Straznice, donde Dios quiso que prosperase e hiciese milagros. Pues en Straznice reinaba una terrible sequía, de modo que durante un semestre y más casi no había caído una gota de agua. Se temía una gran carestía de alimentos. Bajo la amenaza de esta desgracia, el conde escribió a nuestro Venerable Siervo de Dios el Padre Pedro, cuya fama de santidad era ya conocida, y le invitó, como dijimos más arriba, para que fuera a su residencia, y él en cuanto pudo se puso en camino y bendijo las tierras afligidas por la sequía, de modo que cayó una lluvia abundante, que regó abundantemente los campos y los prados. Qué agradecido le quedo el Conde, se puede deducir a partir de este milagro”.[Notas 1]

El apoyo del Conde se mostró años más tarde, en los años de pruebas para la Orden en Roma. No sólo escribió por su cuenta cartas de apoyo a favor de la Orden en el momento de la reducción, sino que actuó como Embajador Extraordinario del Rey de Polonia, y llevó cartas suyas, de los nobles y obispos polacos a favor de la Orden ya reducida. Que no sirvieron de nada, pues el Cardenal Panziroli, Secretario de Estado, le dijo que el Papa ya no haría nada a favor de las Escuelas Pías. Además pidió a su hermano Valeriano, capuchino y teólogo insigne, que hiciera un estudio canónico a fondo sobre el asunto de la reducción para aconsejar al Rey de Polonia. La conclusión del P. Valeriano era que seguramente el Papa al tomar su decisión había sido mal informado, por lo que el Rey tenía derecho a actuar de modo que intentara hacer ver al Papa cómo eran las cosas en realidad. El caso es que ni en Polonia ni en Germania (con la protección del Cardenal Harrach de Praga) se aplicó sobre los escolapios la dureza de las mediadas que sufrieron no pocas casas en Italia, tal vez gracias al informe del P. Valeriano de Magnis.

En los primeros años la vida de los escolapios en Straznice fue cómoda: era una pequeña ciudad de 700 casas, rodeada de campos fértiles, con una población activa e inclinada a la religión católica después de la expulsión de los picarditas. Pero con el tiempo las circunstancias empeoraron: primero con las guerras suecas, en los años 1642-1643; luego con las revueltas húngaras, unos decenios más tarde. Se encuentra muy cerca de la frontera con el antiguo reino de Hungría (hoy Eslovaquia), por lo que a menudo era saqueada por tártaros, húngaros o simples bandidos. Un problema añadido es que después de la muerte del Conde, sin hijos, en 1652, las cosas fueron a peor, pues había diversos pleitos sobre la propiedad del señorío, que mientras tanto quedaba privado de señor y a merced de los violentos. Ya en vida del Conde, a causa de la guerra había tenido que disminuir la provisión anual, prevista para mantener a 15 religiosos, primero para sólo 12, y luego para 8. A finales de siglo, cuando en 1695 llega para la visita el P. General, la ciudad ofrece un aspecto lamentable. La casa, sin embargo, ha sido preservada cuando se han producido incendios que han asolado la ciudad, pues estaba fuera de ella. Cuenta el P. Antonio del Monte, Secretario de la visita General: “Nuestra casa es bastante cómoda; tiene un huerto muy grande, con vides, árboles frutales y hortalizas. La Iglesia es también amplia, dedicada a la Santísima Virgen. En otro tiempo fue de unos acatólicos que se llamaban ‘Congregación de Picarditas’. Apenas hay estudiantes, pues, debido a la pobreza de los habitantes, en Straznice no hay más Orden que la nuestra; y sólo dos sacerdotes, uno el párroco, y el otro el vicario. Los nuestros dedican casi todo su tiempo al culto espiritual de las almas”.

Cuando el P. Rector describe el estado de la casa en 1696, lo hace con tonos muy pesimistas: “El estado de la casa de Straznice, si a veces ya era miserable a causa de que se nos negara la fundación por completo, en la actualidad es más miserable aún, pues no se nos entrega ni en dinero ni en bienes naturales nada, sino sólo lo poco que por ruegos de la Ilma. Fundadora se consigue en trigo, o lo que graciosamente se ofrece en dinero para misas. No se ve cómo haya personas en esta casa que puedan sustentarse, puesto que no dan nada para que se sustenten. En los años anteriores desde la fecha de la fundación, aunque no todos, se restringió lo que se daba para 8 personas por el Ilmo. Conde Francisco de piadosa memoria, y su Ilma. esposa lo ha reducido ahora, a causa de que el señorío quedó arruinado por los tártaros. Y si entonces sólo se podían mantener 8 personas en la casa, ¿de qué modo podrán mantenerse más ahora que la fundación no da nada?”


De hecho, se mantenía en Straznice una comunidad bastante numerosa aquel año 1696:

P. Wenceslao de Sta. Ludmilla, Rector, decisión de casos, confesor

P. Andrés de S. Cristóbal, vicerrector, confesor

P. Estanislao de S. M. Magdalena, ecónomo, confesor

P. Alejandro de la Asunción de Ntra. Sra.

P. Remigio de S. Jerónimo, catequista, director de la iglesia, confesor

P. Bernardo de S. Antonio, predicador de los domingos, prefecto de las escuelas, confesor

P. Andrés de S. Leopoldo, predicador de las fiestas, confesor

H. Basilio de S. David, maestro de música, sacristán, portero

H. Severino de Santiago, maestro de latín, profesor del oratorio

H. Paulino de la Madre de Dios, maestro de bohemo

H. Gaspar de S. Wenceslao, cocinero, hortelano

Puede verse que sólo había dos escuelas: una de pequeños (de bohemo) y otra de mayores (de latín).

A pesar de todas las dificultades, el colegio de Straznice se mantuvo abierto hasta que fue cerrado en 1950 por el gobierno comunista de Checoslovaquia, y hoy es la única casa que los escolapios conservamos en la República Checa (resto simbólico de la Provincia de Bohemia).

Notas

  1. Domesticae Ephemerides Calasanctianae. Año III, bim. V, Florencia 1895, pág. 75, tomado de VIÑAS, Esbozo histórico.