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Polonia
La Provincia de Polonia tiene sus orígenes en tiempos de nuestro Fundador S. José de Calasanz. Y aunque las dos primeras casas (Varsovia y Podolín) se fundaron en 1642, los primeros intentos venían de más atrás.
Sabemos por el P. Bartilk y sus Anales que el futuro Rey Ladislao IV de Polonia (1595-1648), siendo aún Príncipe, asistió en Roma a la apertura de la Puerta Santa con motivo del Jubileo de 1625. ¿Conoció entonces las Escuelas Pías y a Calasanz? Es posible, pero no podemos afirmarlo. Otro personaje polaco que tuvo más influencia en el primer intento de fundación escolapia en Polonia fue el Canónigo Mateo Judicki, que peregrinó a Roma en 1636 con un señor al que acompañaba, y que obtuvo para él de Calasanz una supuesta curación y una profecía de descendencia. Por aquellas fechas Pomerania pasó a control polaco, y el Canónigo Judicki fue nombrado Vicario General de la diócesis. Él quiso traer una fundación escolapia a Leoburg, en su diócesis, donde había un monasterio abandonado y muchos herejes por convertir, por lo que habló con el Rey Ladislao IV interesándole en traer allí a los escolapios.
Otro personaje que juega en esta historia un importante papel es el Canciller Jorge Ossolinski, que había visto la obra de los escolapios en Straznice y concibió el plan de traerlos al reino de Polonia para abrir escuelas. Fue de hecho él quien primero escribió a Calasanz, llamándolo “amigo”, en abril de 1639, pidiéndole, con el acuerdo del Rey Ladislao IV, que enviase religiosos a Polonia. El mismo Rey, en junio de 1640, escribió al Cardenal Cesarini, Protector de los escolapios, para que hiciera enviar algunos escolapios para fundar en Polonia. Calasanz tuvo que ceder a tales presiones, y posiblemente estaba encantado con la posibilidad de enviar religiosos a un país que entonces era el más extenso de Europa, y además con reyes ardientemente católicos. Respondió a Ossolinski, diciendo que estaba de acuerdo con fundar en Polonia, pero con religiosos moravos. Escribió una carta al P. Provincial de Germania, Onofre Conti, diciéndole que enviara por allí al P. Pedro Casani, que estaba en Straznice con otros dos o tres religiosos (y menciona que ya hay un religioso polaco, Casimiro Bogatka, que podría predicar en la lengua del país).
Pedro Casani, obediente, salió con dos compañeros desde Straznice, con intención de ir a ver el lugar y aceptar la fundación (el hecho de llevar dos religiosos consigo era una señal clara de que tenía intención de fundar; les acompañaría un tiempo y luego los dejaría a ellos al cargo. Para una simple visita sólo habría llevado un compañero). Sin embargo Casani no pasó de Cracovia, a una semana de viaje de Straznice con los medios de la época. Y luego se volvió. ¿Qué había ocurrido? El P. Bartlik en los Anales dice “llegó a Cracovia, capital del reino de Polonia, pero como estaba muy fatigado por la duración del viaje, y pobre a causa de los gastos, no pudo ir más lejos, así que comunicó por carta al Vicecanciller del Reino lo que sería mejor en este asunto de la nueva fundación, y se volvió en coche con sus compañeros a Straznice, haciendo saber a Roma lo difícil que era llegar a unas colonias tan remotas por caminos y lenguas desconocidos para los hombres”.
Nos suena un poco extraño. La excusa de los gastos es absurda: sin duda los que le habían llamado en Cracovia le podrían haber dado dinero. Raro también lo de la fatiga del viaje, que no era tan largo como otros que había hecho él mismo. Y lo de las lenguas desconocidas también es una excusa banal, pues él también ignoraba las demás lenguas de Germania. El P. Tomás Viñas añade otras dos excusas: la debilidad causada por una fiebre cuartana y la falta de personal. Lo de la fiebre tiene cierta verosimilitud, aunque lo lógico es que se hubiera reposado y, una vez recuperado, hubiera seguido viaje. Lo de la falta de personal es, simplemente, ridículo: si se había puesto en marcha, y además con dos religiosos, ¿por qué dice ahora, y no antes, que carece de personal? El caso es que se excusó personalmente con Ossolinski, y se volvió. ¿Cuáles fueron sus verdaderas razones para volverse? Quizás se las diría en privado a Calasanz, quizás se las callaría por delicadeza. Yo sólo veo dos posibles: una, que, efectivamente fatigado y enfermo (tenía 68 años, se encontró con el invierno polaco), se vio sin fuerzas o ánimos para continuar un viaje aún muy largo, y que imaginaba muy difícil (el P. Antonio del Monte en la crónica de la Visita General del P. Foci, casi 50 años más tarde, narra algunas de esas dificultades que encontraban los viajeros en Polonia entonces). La segunda, menos probable pero no a excluir, es que viendo la situación social y política en Polonia no le pareció prudente colaborar con sus autoridades. Podría haber dado un informe favorable a Roma, recomendando que enviaran a otra persona más joven, pero de hecho desaconsejó, al parecer sin paliativos, la fundación en Polonia.
Sin embargo parece que la Divina Providencia había decidido que los escolapios fueran a Polonia, y ya que no fueron “por las buenas” en 1640, fueron “por las malas” en 1642.
La causa inmediata de la fundación de las Escuelas Pías en Polonia fue la invasión de Germania por las tropas suecas, a las órdenes de Lennart Torstenson, dentro del marco de la Guerra de los 30 Años, en 1642. Los escolapios tenían entonces tres casas en Moravia (Nikolsburg, Straznice y Lipnik) y estaban comenzando una nueva en Bohemia (Litomysl). En ninguna de ellas se sintieron seguros ante el avance de las tropas suecas, así que el P. Provincial Onofre Conti reunió a buena parte de los religiosos y los llevó consigo a Viena. Una vez allí consultó con el Nuncio Gaspar Matei qué hacer, pues la situación de guerra podía alargarse peligrosa e indefinidamente. Había tres opciones: volverse a Italia (cosa que algunos hicieron), quedarse en Viena (lo cual no era posible a largo plazo), o aceptar la antigua invitación del Rey de Polonia. El Nuncio, “leyendo los signos de los tiempos”, aconsejó la tercera al P. Conti. El cual, ni corto ni perezoso, la siguió, tras consultar a Calasanz.
A principio de julio de 1642 llegó a Cracovia con algunos sacerdotes, clérigos y novicios; eran 14 en total. Fueron acogidos en el convento de los carmelitas, y desde allí, el P. Onofre, dejando en Varsovia al P. Casimiro Bogatka con otros seis, salió con el resto hacia Czestochowa, donde se encontraba entonces el Rey. El rey se alegró mucho, e inmediatamente le ofreció una fundación en Varsovia, y le mandó que se presentara allí unos días más tarde con todos los demás.
Mientras tanto los Carmelitas iban a celebrar el Capítulo Provincial en la casa de Cracovia, y enviaron a los escolapios a otra casa suya, en Wisnicz, que el Palatino Estanislao Lubomirski, Conde de Wisnicz, les había construido. El Palatino Lubomirski tuvo entonces la idea de hacer una fundación escolapia en un territorio que le habían confiado: los 13 pueblos de Szepes, territorio húngaro en la frontera con Polonia, pero que el Rey de Hungría había empeñado al de Polonia tiempo atrás a cambio de un préstamo que no podía devolver, y en el que abundaban los protestantes. El mismo Lubomirski escribió a Calasanz y a Cesarini pidiendo la fundación, pero el P. Conti le dijo que de momento no tenía personal para satisfacer su deseo. Sin embargo también en este caso la suerte (o la desgracia ajena) jugó a su favor, pues un grupo de religiosos de Lipnik, el maestro y otros nueve clérigos y novicios, estaban huyendo de su casa hacia Polonia a causa de la guerra. Al cambiar las circunstancias, cambió la respuesta a Lubomirski, y el P. Conti aprovechó para pedirle que la fundación fuera especial, con noviciado, lo que el Palatino, encantado, aceptó.
En Varsovia, mientras tanto, el Rey había establecido una fundación para mantener a los escolapios, les había ofrecido una casa provisional donde vivir, y habían empezado las obras de iglesia y colegio. Con poca diferencia de tiempo, lo mismo ocurría en Podolín, el pueblo escogido por el P. Conti para establecer la comunidad escolapia en la zona de Szepes. También allí, en el mismo año 1642, fue erigida una comunidad escolapia.
Ambas fundaciones, contando con el favor real, se consolidaban mientras en Roma llegaban los años difíciles para Calasanz y las Escuelas Pías. El P. Conti, Provincial de Germania y Polonia, fue llamado a Roma y desposeído de su cargo por los PP. Pietrasanta y Cherubini; mientras tanto los escolapios restantes en Germania y en Polonia hacían un gran esfuerzo diplomático a favor de la Orden, movilizando todo tipo de autoridades para que les apoyaran ante el Papa, sin éxito hasta 1656. El Rey de Polonia no quiso aceptar el breve de reducción; el Cardenal Harrach, Primado de Bohemia, dejó tranquilos a los escolapios en las casas de Germania, e incluso reconoció al Provincial y le dio autorización, pues él era Ordinario y Primado del Reino, para admitir a los novicios a la profesión.
Pasaron los años, se terminaron las obras, siguieron adelante las escuelas, murieron los fundadores, y les sucedieron otros: a Estanislao Lubomirski, su hijo Jorge; al Rey Ladislao IV, su hermano Juan Casimiro. Hay que decir que Juan Casimiro tenía tendencias místicas. Parece que pidió el hábito escolapio, pero el P. Onofre, sabiendo que estaba llamado a cosas más altas, quizás a convertirse en Rey (cosa que ocurrió), se lo negó.
El año 1656 comenzó bien para la Orden, con la reintegración parcial de la Orden como Congregación con votos, por Alejandro VII. Sin embargo para Varsovia no fue tan bueno, pues fue atacada por los suecos, que la incendiaron, y en el incendio ardieron nuestro colegio e iglesia. Fue ello ocasión para otra buena cosa, pues el Palatino Jorge Lubomirski había heredado en su ciudad de Rzeszów un convento casi terminado que estaba destinado a una congregación femenina. Pero viendo el desamparo de los escolapios de Varsovia, los acogió allí como huéspedes… y luego no los dejó marchar, estableciendo en el año 1657 una tercera fundación escolapia polaca en esa ciudad, apoyada económicamente con el fondo que estaba previsto para las religiosas. Hay que decir que los Lubomirski siempre se portaron bien con los escolapios en los años que siguieron, a pesar de las dificultades internas (guerras, revueltas) que el país sufrió durante mucho tiempo. Ese año 1657 fue particularmente desastroso para Polonia: fue el año que llamaron del “Diluvio”, pues los enemigos (suecos, rusos, tártaros) les atacaron por todas partes a la vez. La comunidad de Rzeszów tuvo que ir a refugiarse a Podolín, un poco más alejado del escenario de la guerra. La suerte de las armas giró a favor de los polacos en el año 1659, derrotando a sus enemigos en varios frentes.
Estando las cosas tranquilas, y aumentando el número de religiosos polacos, en 1662 los Padres de Germania pidieron que se separaran las casas de las dos naciones, a causa de las distancias y las diferencias entre ellas. El P. General accedió a ello. El anciano P. Provincial, Juan Domingo Franchi, se quedó en Varsovia como primer Provincial polaco, aunque pronto falleció en Podolín mientras estaba de visita. Tenía fama de santo, y en su funeral el predicador dijo que con su vida detenía los castigos del cielo. Falleció a finales de julio de 1662, y una semana después el río Poprad se desbordó en todo el valle de Szepes, causando enormes daños en Podolín.
Los escolapios polacos intentaban desde hacía años abrir una casa en Cracovia, pero se encontraban con la oposición de los Profesores de la Universidad, que no querían tener una escuela que les hiciera competencia, y de otras órdenes religiosas. Consiguieron por fin en 1664 el permiso para instalarse en una casa que les habían regalado fuera de la ciudad, en el barrio Casimira, donde se creó una pequeña comunidad, que al no tener un ministerio específico escolar, podía servir para residencia del Provincial y eventualmente de algunos estudiantes que podrían asistir a la universidad. Ese año precisamente debía celebrarse el Capítulo Provincial en Podolín, y se celebró, pero no sin grandes precauciones, pues la ciudad estaba afectada por la peste. En cuatro meses, siendo una ciudad pequeña, murieron 1500 personas. La peste era un mal endémico que afectaba diversas zonas según los años, e iba siempre acompañada de una gran mortandad. Algunos escolapios después del Capítulo fueron a refugiarse a Cracovia, que se encontraba entonces libre del mal. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos no se conocían bien las causas de la peste, que ocasionaba estragos en toda Europa. Quizás las páginas más gráficas sobre la peste las ha escrito Alejandro Manzoni en Los Novios, describiendo los sufrimientos de Milán en 1630. Esa peste afectó a los escolapios en Italia: los escolapios de Florencia no pudieron acudir al Capítulo General de 1631 a causa de ella. Por esas fechas andaba el P. Alacchi en Venecia atendiendo a los apestados. Él tampoco sabía de dónde venía la peste, pero creyendo que los miasmas andaban a ras de suelo, se había construido una cabaña en un árbol, y allí dormía. Y, en efecto, las ratas negras, cargadas con las pulgas transmisoras de la enfermedad bacteriana, no se subían a los árboles. Unos años más tarde, en 1656, el P. Bartlik nos dice en los Anales que en la Provincia de Nápoles murieron 56 escolapios de peste, en cinco casas. Y eso que aquel era el año en que se empezaba a volver a la normalidad, después que Alejandro VII restaurara la Orden reducida a Congregación con votos…
En el tiempo de este Capítulo comenzó a causar problemas el P. Estanislao Papczynski, que entonces era aún diácono, con una serie de reivindicaciones y propuestas que no fueron acogidas. Entre otras cosas proponía que los Superiores fueran elegidos en la misma Provincia, y no nombrados por Roma. Buscaba en realidad una observancia regular más estricta, pero a su manera. Una vez ordenado, siguió con sus reivindicaciones. Era inteligente y culto, y quizás para quitárselo de encima lo llevaron a Roma, donde lo nombraron maestro de juniores. Pero el P. General Cosme Chiara no aguantó sus impertinencias, y primero lo condenó a la cárcel, y luego lo devolvió a Polonia. Al final fue expulsado de la Orden en 1670. Facilitó la cosa el hecho de que era un religioso de votos simples, y no había querido hacerlos solemnes cuando la Orden fue totalmente restaurada en 1669. Fundó una nueva congregación religiosa, los Padres Marianos, que tenían como ministerio la oración por las almas del purgatorio. Cuando el P. Foci fue a Polonia en 1696 se reunió un par de veces con él, y las visitas mutuas fueron muy cordiales. El P. Estanislao pidió la participación en los bienes espirituales de las Escuelas Pías. Falleció el P. Estanislao en 1701, y fue beatificado por Benedicto XVI el 16 de septiembre de 2007.
Mientras tanto la Provincia de Polonia se iba fortaleciendo en número de religiosos y abría nuevas fundaciones. Al hablar de la historia de Hungría ya contamos que la Condesa Palffi pidió al P. Provincial de Polonia que aceptara una fundación en Prievidza en 1666, y que él aceptó. Al año siguiente, 1667, D. Nicolás Swirski, obispo sufragáneo de Chelm, ofreció a los escolapios una iglesia, una casa y una serie de propiedades en Chelm para que fueran a fundar en aquella ciudad de lo que lo que se llamaba Palatinado Ruso, y les ofreció construirles un colegio nuevo. La fundación fue aceptada, aunque no faltaron dificultades por parte de los cristianos ortodoxos de la ciudad.
En 1668 se aceptó una nueva fundación, en Lowicz, ciudad sede del Primado del Reino, hecha por el noble Juan Szamowski.
En 1671 tuvo lugar el “sacrilegio de Olas”, un hecho que dio cierta notoriedad a los Escolapios y que trajo importantes consecuencias políticas para la zona de Szepes. Este territorio, considerado húngaro en su época y bajo control polaco (hoy en Eslovaquia) era en su mayor parte luterano, excepto Podolín, donde estaban los escolapios. El P. Francisco Hanak trabajaba como misionero en la conversión de los luteranos de la zona, con audaz celo y poniendo su vida en peligro en ocasiones. Se encontraba una vez en uno de los pueblos, Olas, donde la comunidad de católicos iba aumentando. Solían celebrar el culto en una casa particular, pero las autoridades decidieron que, por ser un lugar menos digno, mientras se construía la iglesia católica el culto debía celebrarse en la escuela. Los luteranos sin embargo le negaron su uso. El organizó una procesión con una imagen de la Virgen para celebrar una misa fúnebre por un niño frente a la pared de la escuela, ya que no le dejaban entrar, y los católicos que le acompañaban y él mismo fueron atacados con barro, piedras y palos, en medio de terribles insultos. Incluso el cuadro de la Virgen que llevaban resultó dañado, por lo que el P. Francisco dio parte a las autoridades católicas, y mandó levantar acta de lo sucedido. Luego por su cuenta, con la imagen profanada de la Virgen, acudió a donde estaban reunidas las Cortes del Reino, y denunció el hecho, causando una gran conmoción (que sus superiores religiosos hubieran preferido evitar). Pero siendo las Cortes Polacas tremendamente católicas, se tomaron muy a mal lo sucedido, y la consecuencia fue que decretaron la expulsión de todos los predicadores luteranos de Szepes, y la entrega de todas las iglesias a sacerdotes católicos. El P. Francisco fue nombrado Misionero de la zona. Heraclio Lubomirski, prefecto de Szepes, se enfadó mucho con él por no haber recurrido antes a su autoridad ordinaria, pero luego lo nombró su capellán.
Ese mismo año 1673 se aceptó la fundación de Brezno, en Hungría. La fundación había sido ofrecida a los Padres de Prievidza, y pareció una buena oportunidad para aumentar la presencia escolapia en el país, aunque iba a ocasionar muchos problemas, como hemos visto al hablar de la historia de esa casa.
En 1674 tuvo lugar la fundación de Piotrkow, un poco “de rebote”. Resulta que un noble, Juan Gorzynski, había dispuesto una importante cantidad para la fundación de Cracovia. Pero las cosas no avanzaban por allí, pues no acababa de obtenerse el permiso por parte del obispo. Para no perder el capital, los escolapios convencieron al fundador de que estableciera la fundación en otro lugar; si no con todo el dinero, al menos con una parte. Y el Fundador accedió a ello, y el lugar que los escolapios escogieron fue Piotrkow, ciudad de la cual habían recibido diversas invitaciones. Los escolapios compraron una casa con el dinero del fundador, obtuvieron los permisos correspondientes y en 1675 comenzaron a dar clases en unas escuelas de madera provisionales.
En el mismo año obtuvieron del Príncipe Heraclio Lubomirski, Capitán de Szepes, la administración de la parroquia de Bela, próxima a Podolín, en parte como compensación de la disminución de las rentas de la fundación del colegio. En ella debían residir permanentemente dos sacerdotes y un hermano, que formaban parte de la comunidad de Podolín, cuyo Rector era el párroco titular de Bela.
En 1675, D. Esteban Wierzbowski, obispo de Poznan (1663-1687), ofreció la fundación de Gora, después de obtener el permiso del P. General. La recibieron los escolapios de Varsovia, comprometiéndose a permanecer y enseñar allí en nombre de la Provincia, sin que lo supiera el Provincial Pablo Frankowics, pues era opuesto al aumento de nuestra Provincia, y se esforzaba más bien por que disminuyera: quería entregar las fundaciones húngaras a la Provincia de Germania.
En 1679 una señora rica ofrece construir una iglesia nueva en Varsovia. Varsovia se convierte en la casa de estudios de teología para los clérigos que hacían esos estudios (no todos: algunos eran ordenados sacerdotes sin haberla estudiado, como se ve en la visita del P. Foci en 1696). Como las provincias ultramontanas están experimentado un auge importante, el P. General Carlos Juan Pirroni anuncia que va a hacer una visita general a esas provincias, pero no pudo hacerla. Alrededor de Podolín se extiende de nuevo la peste. El P. Rector envía a los estudiantes de Retórica con su profesor a Prievidza, y a los novicios a Rzeszów, deseando que no les ocurra nada.
En 1680 los escolapios organizaron en Varsovia en el mes de abril un acto escénico en el palacio real, ante el Rey Juan Sobieski y los próceres del reino con un gran éxito y muchas alabanzas. El Rey quedó muy complacido por la destreza de aquellos jóvenes nobles, por la creatividad, por la elegancia de estilo, hasta el punto de decir: “Nos habían dicho otra cosa de estos religiosos (pues algunos envidiosos los trataban de rudos, para impedir el crecimiento de la Orden); pero ahora hemos visto por experiencia propia lo que son, y pensaremos diferentemente a partir de esto”. Se puede ver que en la provincia polaca comenzaba una tradición teatral que se cultivó con gran esmero, y que ha sobrevivido hasta nuestros tiempos.
Se ve también un cierto forcejeo con los jesuitas, que se hará mucho más sensible unos años más tarde, y no sólo en Polonia, en cuanto a la enseñanza secundaria. Se perciben también ciertas tensiones en el interior de la Provincia. Estas tensiones se harán insoportables en 1695, cuando la mayor parte de los religiosos se niegan a aceptar al P. Juan Mudran como Provincial nombrado por Roma, lo que es la causa inmediata de la visita General del P. Foci en 1696. Leyendo las crónicas de aquellos años y los interrogatorios de la Visita, se percibe que había una cierta división en la Provincia, entre algunos Padres de origen noble que tenían excelentes relaciones en la corte, y por ello estaban acostumbrados a ejercer posiciones de mando, y los demás de origen más humilde. Nos extenderemos más al hablar de la Visita General.
En Radom había gente que quería hacer venir a los escolapios, contribuyendo con distintas donaciones. Fue un noble, Martín Wasowicz de Smogorzow quien puso el capital suficiente en 1683 para que la fundación fuera aprobada al año siguiente. Las condiciones materiales fueron mejorando poco a poco, y en 1696 todavía vivían y tenían las escuelas en locales provisionales, y la iglesia se estaba decorando.
En 1684 en Dabrowica (actual Dubrovytsia, Ucrania) se erigió una nueva fundación escolapia, que entonces se encontraba en el Gran Ducado de Lituania, gracias a la generosidad de Juan Carlos Dolski de Dolsko, Copero del Gran Ducado de Lituania, quien más tarde, en 1693, estableció otra fundación en Lubieszow, también en la misma región, que en honor suyo cambió el nombre en Neodolscum y hoy se conoce como Lyubeshiv, también en Ucrania.
En 1685 se asumió la fundación de San Jorge, en Hungría. Ese año el obispo de Cracovia permitió a los escolapios instalarse en una casa en el interior de la ciudad, y abrir su capilla al culto público.
En el Capítulo General de 1686 los vocales ultramontanos pidieron que los Asistentes Provinciales fueran elegidos en el Capítulo Provincial, pero la proposición no fue aprobada. Todavía hubo que esperar unos cuantos años hasta que se concediera a las Provincias la elección de sus superiores.
En 1688 se fundó la casa de Warez (hoy Varyazh, Ucrania), por el noble Marco Matczynski, Tesorero del reino. Se construyó una casa de madera, y en 1689 comenzaron las clases. Por ese año las diferencias entre los padres de la Provincia, especialmente entre los que tenían cargos, iban subiendo de tono, lo que motivó la primera Visita General, por obra del P. Juan Crisóstomo Salistri, en 1690. El P. Juan Crisóstomo visito minuciosamente cada casa, y gracias a los informes hechos con esta ocasión tenemos muchos datos de la época. Al final de la visita reunió a los Padres que habían ocasionado las disensiones, y consiguió una aparente reconciliación entre ellos, aunque en realidad resurgiría, más fuerte, unos años más tarde, motivando la segunda Visita General. El P. Alejo Armini, General, pidió al P. visitador que se quedara hasta el Capítulo Provincial de 1691, que él debía presidir.
En 1691 se aceptó una nueva fundación, en Wielun, por parte del noble Alberto Casimiro Urbanski. La fundación se fue consolidando poco a poco.
En el año 1692, después del Capítulo General en el que fue elegido Prepósito General el P. Juan Francisco Foci, las tres casas húngaras fueron separadas de la Provincia de Polonia, creándose con ellas un Comisariado General.
En 1696, con ocasión de la Visita General, el P. Foci constituyó la Viceprovincia de Lituania, dependiente de la provincia de Polonia, con las casas de Casas de Dabrowica (casa de estudios de Filosofía) y Lubieszow (noviciado y estudios de retórica). Fijó como sede del P. Viceprovincial en la casa de Chelm (que además establece como casa de estudios de Teología para la viceprovincia), sin que se mencione que formase parte de la nueva Viceprovincia. Lo hizo en parte para resolver conflictos personales en Polonia, como veremos luego al hablar de la Visita General. Pero lo cierto es que Lituania, que se convirtió en Provincia independiente, llevó una vida muy próspera hasta el siglo XIX, en que la incorporación al territorio ruso dio fin a la Provincia, que contaba 12 casas en 1766. Siendo tan breve la historia de la Viceprovincia Lituana, no nos parece necesario crear un apartado dedicado a ella. Simplemente hacemos constar que en 1696 constituía una demarcación nueva, la segunda Viceprovincia creada por el P. Foci, después de crear la de Hungría.
Copiamos a continuación la explicación del mismo P. General sobre las causas de erigir la Viceprovincia, entre las que no nombra para nada la resolución de los conflictos personales (aunque esta fue la razón inmediata):
“Juan Francisco de San Pedro, Prepósito General de los CC.RR.PP. de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, Comisario y Delegado de la Sede apostólica.
Como, gracias a Dios, y con el patrocinio de Su Santísima Madre, nuestro humilde Instituto de las Escuelas Pías se ha extendido a nuevos y extensos territorios, desde nuestra Provincia de Polonia hasta regiones hasta ahora inaccesibles a ella, lo que ha sucedido hace poco en Lituania, con las fundaciones de la Excelsísima Princesa Ana Dolska y de su difunto y piadoso cónyuge, Nos, el primero de entre nuestros predecesores que ha salido desde Italia a visitar las casas Ultramontanas de nuestra Orden, en virtud de nuestro cargo y con autorización Apostólica, visitamos estas fundaciones de Lituania, tan remotas de la inspección de los colegios de la Orden en Polonia, ya que es muy difícil poder mantener comunicación con ellos, para gestionar los negocios que cada día suceden, y para la tranquilidad de nuestros Religiosos que actualmente viven en ellas.
Por eso, el día 30 del pasado enero de 1696, mediante decreto nuestro, con nuestra autoridad y la Apostólica, erigimos dichas fundaciones de Lituania en Viceprovincia, unida a la Provincia de Polonia, de la misma forma que la de Hungría está unida a Germania, y la de Cataluña en España con Cerdeña, y, a tenor de la presente, la confirmamos. Y, al frente de ella, ya constituida en Viceprovincia, nombramos, con la misma autoridad de General, y junto con los Asistentes, al futuro Viceprovincial pro tempore, con todos y cada uno de los privilegios y facultades de la susodicha Viceprovincia, para que la presida, según la forma como lo hacen los demás Superiores.
Y para mayor comodidad de los Ministros de nuestro Instituto en dicha Viceprovincia, constituimos y erigimos la reciente fundación de Lubieszow o Neodolscum en Noviciado, según la norma de nuestras Constituciones y de las Apostólicas, para que en ella los novicios, servatis servandis, puedan ser admitidos por el Viceprovincial al hábito; después del noviciado, a nuestra profesión solemne; y, luego, ser promovidos a conocimientos cada vez mayores de Piedad y Letras.
Reservándonos ulteriores declaraciones y ordenanzas, para el incremento de la misma Viceprovincia, para cuando, con la gracia de Dios, vayamos allí.
Dado en Gora, en nuestra Casa de las Escuelas Pías, a 15 de febrero de 1696”.
Es probable que cuando escribió la carta no tuviera intención de visitar personalmente las casas de Lituania (hoy geográficamente en Ucrania), pero sí que encargaría a otros visitarlas en su nombre, como ocurrió con las otras casas de Polonia y de Bohemia que no pudo visitar.
Esta era la estadística de todas las casas de la Provincia y Viceprovincia en 1696:
Congr. Provincial
Varsovia (1642)
Podolín (1642)
Rzeszów (1657)
Cracovia (1664)
Chelm (1667)
Lowicz (1668)
Piotrkow (1674)
Gora (1675)
Radom (1684)
Dabrowica (1684)
Warez (1688)
Wielun (1691)
Lubieszow (1693)
Las dos casas más antiguas eran las más importantes. La de Varsovia por encontrarse en la capital, cerca de la Corte, y por tener el colegio más importante de todas las provincias ultramontanas. La de Podolín por ser casa noviciado y primer juniorato para los estudios de Retórica. En Rzeszów se encontraban los clérigos estudiantes de Filosofía.
Pasemos ahora a ver por separado, brevemente, la historia de cada una de las casas.