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El contexto político, social, cultural, y religioso
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1696EuropaCentral/1. Situación política
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1. Situación política

Por supuesto, no queremos hacer un curso de historia, pero es conveniente dibujar el entorno en que se encontraban los escolapios en la segunda mitad del siglo XVII, para poder entender mejor su vida. Digamos que en esta época el oeste de Europa está dominado por tres potentes estados (España, Francia e Inglaterra) que sobre todo miran hacia el oeste, al otro lado del océano, donde sus colonias llevan una vida próspera. En el centro de Europa tenemos un Imperio Germánico, del que son titulares los Habsburgo, con centro en Viena. Después de la paz de Westaflia (1648), que puso fin a la Guerra de los 30 años, se encontraba en una fase de decadencia o desintegración, pues los 350 estados que lo componían gozaban de gran autonomía y se agrupaban de acuerdo con su fe: los católicos del sur en torno a Austria, los luteranos del norte en torno a Brandeburgo y Suecia, y los calvinistas del oeste en torno a Holanda y Francia. Al norte se encontraba el Reino de Suecia, luterano, fuerte y ambicioso, que invadió y ocupó durante años partes de Germania y de Polonia en distintas épocas. Al sur se encontraba Italia, dividida también en múltiples estados, con los Estados Pontificios en el centro, y el control de buena parte de su territorio por España, Francia y Austria. En el este de Europa se encontraba al norte un gran país, Polonia, en realidad confederación del Reino de Polonia y del Gran Ducado de Lituania, fragilizado por las disputas para conseguir el poder real, que no era hereditario. Al sur se encontraba el Imperio otomano, con capital en Estambul, que controlaba Grecia, los Balcanes y Hungría, y que todavía era capaz de poner en peligro el equilibrio europeo atacando Viena en 1683.

Los escolapios estaban acostumbrados a tratar en Italia con distintos gobiernos; no les resultaba difícil entenderse con las diversas autoridades en los países europeos a los que iban. Para ellos estaba muy claro que la suma autoridad pertenecía al Papa, Vicario de Cristo en la tierra, al que guardaban fidelidad en toda circunstancia. Después del Papa la persona más apreciada para ellos era el Emperador, ardiente defensor de la fe católica desde tiempos de Carlos I, más de un siglo antes. Para ellos fue providencial además que el otro gran monarca del centro de Europa, el Rey de Polonia, les ofreciera su protección y les invitara a ir a su ciudad residencial, Varsovia.

Debemos viajar con nuestra imaginación a aquel mundo, tardo-feudal, en el que la autoridad política y la religiosa están mezcladas: para la gente era tan normal ver ejercer autoridad política a algunos obispos, como tomar medidas religiosas a algunos señores seglares. La política condicionaba la religión, y la religión condicionaba la política. Nuestros religiosos estaban movidos por una finalidad religiosa: “la mayor gloria de Dios y el bien del prójimo”, lo cual no quita para que jugaran también un papel político, o que les apoyaran para utilizarlos con una finalidad política. El que los escolapios trabajaran activamente como “misioneros”, convirtiendo protestantes (particularmente en Litomysl, Prievidza, Brezno…) tenía consecuencias políticas. Pues las poblaciones convertidas al catolicismo no reaccionaban de la misma manera cuando se producían los conflictos bélicos, indudablemente teñidos de un matiz religioso.

Sin olvidar que al aceptar la protección de los grandes, los escolapios se comprometían a obedecerles, hipotecando en cierto modo su autonomía. Como muy bien pudo comprobar el P. Foci en su viaje a Polonia, al escuchar las propuestas del rey Juan III Sobieski para resolver el conflicto escolapio. No fue nada fácil para él encontrar una “vía media” entre el derecho canónico y las presiones del monarca, claramente inclinado a favor de una facción.

Los escolapios llegaron a Moravia en plena Guerra de los 30 años, y les tocó sufrir las consecuencias de la misma, pues todos tuvieron que huir ante los ejércitos suecos. Sin embargo esta misma situación de violencia fue providencial para la llegada de los escolapios a Polonia, refugiándose allí en aquellos años de turbaciones. Quizás habrían llegado de todos modos, pues las autoridades polacas invitaban a los escolapios a ir a sus tierras, pero el caso es que llegaron forzados por las circunstancias. Años más tarde los ejércitos suecos invadieron Polonia, destruyendo la casa de Varsovia. Y ello fue ocasión para que les ofrecieran las autoridades un refugio en Rzeszów, que de este modo se convirtió en la tercera casa en el país.

Las cosas moravas volvieron a sufrir los ramalazos de la guerra otra vez cuando en 1683 los ejércitos turcos y húngaros se dirigieron al ataque de Viena. Pero quienes más sufrieron, y durante varios años, fueron las casas de Hungría (Prievidza y Brezno), donde se puede decir que algunos de los nuestros padecieron el martirio.

En la época de que tratamos, 1696, las cosas están bastantes tranquilas en esta parte de Europa, las rutas son bastante seguras para el viaje, y los turcos están a la defensiva más al sur, después de haber perdido importantes extensiones de terreno en Hungría y los Balcanes. Algunas ciudades, como Straznice, no se han recuperado aún de las consecuencias de la guerra y las razias que ocasionalmente llevan a cabo diversos grupos de bandidos, animados por la debilidad del señorío.

Notas