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3. Situación cultural

Dejando aparte otros elementos culturales, se puede decir que en toda Europa existe una cierta homogeneidad cultural caracterizada por el uso universal del latín como lengua culta y de comunicación entre la gente con una formación superior de diversos orígenes nacionales. Muchos libros estaban escritos en latín, facilitando así la expansión de una manera común de pensar. Buena parte de los contratos y correspondencia oficial se hacía también en latín. Por eso nuestros colegios orientaban el currículo escolar a un buen conocimiento del latín, necesario para proseguir luego estudios más elevados o, simplemente, para desenvolverse en la vida.

La gente en la vida normal se comunicaba en las lenguas que han sobrevivido hasta nuestros días con pocas variaciones: en alemán en lo que era Germania (actual República Checa, y Horn en Austria), sobre todo para las comunicaciones oficiales, al mismo tiempo que el checo (o “bohemo”) y diversos dialectos moravos; el polaco en Polonia y el húngaro con el eslovaco en lo que entonces se llamaba Hungría y hoy llamamos Eslovaquia. Hay que señalar que las diferentes lenguas habladas en las provincias escolapias de aquel tiempo (a excepción de la casa de Horn) pertenecen a la familia eslava, y no resulta difícil a sus diferentes hablantes entenderse entre sí hablando la respectiva lengua. Cuando Calasanz envía los primeros religiosos a Nikolsburg, procura que vayan algunos que hablan alemán, para poderse comunicar con la gente. Luego las vocaciones llegaban de diversos contextos lingüísticos, y aunque la formación se hacía en latín, se buscaba que los religiosos hablaran al menos un par de lenguas. Así lo expresa el P. Foci en las Ordenanzas para la Provincia de Germania: “Los novicios de la Provincia Germana estudiarán la lengua bohema, y los bohemos el alemán, lenguas que también estudiarán los húngaros, pues son lenguas corrientes allí. Dedíquense a ello con especial esfuerzo, y sean difícilmente admitidos a la profesión si aprovechan poco en esta disciplina”.

De hecho, la situación era bastante uniforme en Polonia, más compleja en Germania y mucho más en Hungría. En el catálogo de la Viceprovincia de Hungría de 1696, en el que figuran 26 religiosos (13 sacerdotes, 8 clérigos, 1 hermano operario y 4 novicios), entre otros datos se indica cuál es su “patria y lengua”, y nos encontramos con una sorprendente diversidad:

  • 4, “alemán”
  • 3, “eslavo”
  • 1, “polaco”
  • 6, “eslavo, alemán”
  • 3, “húngaro, eslavo”
  • 2, “bohemo, alemán”
  • 1, “moravo, eslavo”
  • 1, “moravo, alemán”
  • 1, “croata, húngaro, alemán”
  • 1, “eslavo, húngaro, alemán”
  • 1, “croata, alemán, eslavo”
  • 1, “silesio, alemán eslavo”
  • 1, “húngaro, alemán, eslavo, croata, valaco”.

Aunque predomina el alemán, es sorprendente la diversidad de “patrias” y “lenguas” de los religiosos que componen la viceprovincia. Lo cual les era útil en el culto público, que podían atender en dos lenguas diferentes: no es raro encontrar que un religioso esté encargado de los sermones en eslavo y otro en alemán, por ejemplo. Naturalmente, la lengua de comunicación normal entre ellos, ante esta diversidad de orígenes, era el latín. De hecho el P. General en la entrevista o visita personal a todos los religiosos hablaba con ellos en latín, exceptuado algún hermano operario que necesitaba traducción. El latín era también la lengua usada en la escuela a partir de los cursos medios.

Notas