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Situación religiosa

La evangelización de los pueblos centroeuropeos comienza en el siglo IX, con los santos bizantinos Cirilo y Metodio. Hungría y Polonia se convirtieron al cristianismo un siglo más tarde; Lituania en el siglo XIV. Posteriormente tuvo una gran influencia en la zona germana el checo Juan Hus, condenado a la hoguera en el concilio de Constanza (1415). Sin embargo sus seguidores siguieron activos en Bohemia y Moravia, preparando el terreno para la conversión al protestantismo de vastas regiones un siglo más tarde. El protestantismo se convirtió en la religión predominante en muchas zonas de la Europa Central durante los siglos XVI y XVII. La Guerra de los 30 años (1618-1648) tuvo mucho que ver con las diferencias religiosas, y al final la Paz de Westfalia selló un statu quo que globalmente permaneció vigente durante siglo y medio. Según el principio “cuius regio, eius religio” se tendía a favorecer una religión u otra; Germania y Hungría (de las Escuelas Pías) estaban bajo el poder de los Habsburgo, católicos, que habían infligido una derrota definitiva a los grupos husitas y protestantes en la batalla de la Montaña Blanca, a las puertas de Praga, en 1620. Polonia era territorio católico, pero ocurría que el rey incorporaba a la corona terrenos protestantes, como la Pomerania o los Szepes que había que “convertir”, y para ello pedía ayuda a los religiosos.

El Emperador, para controlar sus territorios, los ponía bajo el gobierno de obispos (como el Cardenal Dietrichstein, gobernador de Moravia) o de señores católicos (como el Conde Magnis, venido de Italia). Y estos señores también pedían ayuda a los religiosos para convertir al catolicismo a todos sus fieles, y así conseguir una pacificación duradera de sus territorios. En esta situación aparecen los escolapios: el Cardenal Dietrichstein sabe muy bien que la mejor manera para conseguir conversiones es comenzar con los niños, y para ello pide ayuda a los escolapios. Se había creado poco antes la Congregación de Propaganda Fide, con la intención precisamente, de convertir gente al catolicismo, tanto en países nuevos como en países de “herejes”.

El P. Tomás Viñas, en la Introducción de su Esbozo Histórico dice que “nuestro instituto fue nombrado junto con otros cuando se celebró el tercer centenario de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide (1622-1922). Pues, aunque las Escuelas Pías cumplieron su trabajo sólo por espacio de un siglo, con aplauso de la Santa Sede, nuestra Orden tuvo éxito añadiendo humildes ramos de verde palma en el triunfo de la fe predicada y propugnada”. En efecto, los escolapios trabajaron activamente en esta tarea misionera, como lo prueban muchas cartas con cifras de conversiones. Se puede decir que contribuyeron a cambiar completamente el panorama de algunas zonas donde estuvieron más activos, como Litomysl, Szepes (en torno a Podolín) y en especial en Prievidza, donde el cronista escribe el año 1692: “Pues cuando se aceptó esta fundación en 1666, en Prievidza y en el señorío de Bojnice estaban muy extendidos los herejes luteranos, y había muy pocos católicos, mientras que en el año presente la herejía había sido oprimida y expulsada, y en todas partes quedaban pocos herejes, y en Prievidza apenas ninguno, excepto un noble con su esposa, cuyos hijos ya se habían hecho católicos, que mostraba abiertamente su adhesión a la secta herética. Los que han venido a nuestra escuela y han sido formados y nutridos en la santa fe, y han ofrecido en obsequio su fe y la de los suyos a la Santa Madre Iglesia, son los católicos más fervientes”. Escribe el mismo al año siguiente: “El mes de noviembre se convirtió a la fe católica la viuda noble Karaszi, de Prievidza, y a partir de entonces ya no quedó ningún hereje público, a no ser algunos huéspedes que venían de otras partes, y eran poco numerosos”.

La convivencia con protestantes de todo tipo se presiente en casi todas las fundaciones de Germania y Hungría; en algunos lugares las relaciones son cordiales, en otros son más tirantes. Y seguramente cambiaban con los tiempos y las personas. En algunos casos, concretamente en Brezno, bien se puede hablar de persecución y hasta de martirio a causa de la fe. Hay que decir que en unos cuantos casos los escolapios ocuparon edificios que habían pertenecido a protestantes y habían sido expulsados después a partir de 1620.

En Polonia, y especialmente en algunas zonas, hay una presencia fuerte de judíos. En Chelm los escolapios tienen invertidos varios capitales en su sinagoga, para recibir los intereses, que solían ser más altos y seguros que los pagados por otros banqueros. Cuando el P. General visita Rzeszów, nos cuenta el cronista, “hoy por la mañana, en cambio, han venido a ofrecerle el mismo homenaje tres hebreos de la Sinagoga, delegados de los Ancianos de la misma Sinagoga; y, como regalo, le han ofrecido dulces. Conviene saber que la mayor parte de los ciudadanos de Rzeszów son hebreos, y muy poderosos”. Sin embargo durante el viaje procuran evitar las posadas y albergues regidos por hebreos. No parece que en relación con los judíos hubiera esfuerzos por conseguir conversiones, aunque sí se mencionan algunas.

También en Polonia, y en Chelm, existe una abundante población de rito ortodoxo. Cuenta el P. Chojnacki en su Historia: “Al principio tuvimos muchos inconvenientes con los habitantes de rito griego, particularmente con su Obispo Jacobo Susza, y con los monjes de S. Basilio, que se nos opusieron porque preveían la disminución de alumnos en sus escuelas”.

Como podemos ver, la situación era bastante compleja en estos territorios en lo referente a la religión. Hay que contar, además, con el factor “turco”, muy presente en buena parte del territorio húngaro histórico, y amenazando el corazón de la cristiandad europea en 1683. Lo que es cierto es que entonces la religión no dejaba indiferente a nadie, y a veces existían enfrentamientos violentos entre unas religiones y otras. Los conflictos podían acentuarse en algunos momentos más delicados, como nos cuenta el cronista de Litomysl en relación con un viaje que hacía el P. Provincial Luis Baumon hacia Viena en 1682, al atravesar un pueblo de mayoría protestante: “Cuando lo estaban atravesando los detuvieron violentamente y los querían obligar a bajar del carro por una gran multitud de uno y otro sexo; eran alrededor de las dos de la tarde. Algunos estaban ya borrachos, otros armados con botellas de vino les gritaban: ‘Malvados, vosotros sois la causa de esta guerra con los turcos; id ahora con Tököly y reformaos en Hungría’ (suponían que los nuestros eran de la Compañía). Cuando los Padres explicaron quiénes eran, sus palabras de poco les sirvieron ante la multitud enfurecida, Mientras intentaban calmar a los pueblerinos, inesperadamente fue por detrás de la carroza un villano con una estaca quemada cogida de un seto, y de repente le dio un fuerte golpe al P. Provincial, en parte amortiguado por las barras del carro. Si le hubiera dado en la cabeza, seguramente habría dado muerte a la víctima”.

Y si la situación externa en relación con la religión era compleja, lo era aún más el mundo interior de las creencias religiosas y la piedad popular.

Notas