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Última revisión de 12:34 14 mar 2019
La formación de los religiosos
En las Constituciones de Calasanz había un capítulo, el X de la 2ª Parte, titulado “Estudios de nuestros candidatos”. Es bastante vago; en realidad Calasanz no parece que tuviera intención de que los religiosos, en general, alcanzaran una formación elevada. Quería que aprendieran metodología y humanidades (latín), mientras trabajaban en las casas ordinarias, de dos en dos. “Y cuando se les considere ya preparados, podrá el General o el Provincial por orden suya, encomendarles cualquier servicio en cualquier casa y Provincia”. No se dice nada de estudios de filosofía y teología. En todas las Constituciones sólo se habla de profesores de filosofía y teología en el n 298: el Provincial los nombra.
Se trataba de una deficiencia con la que las Escuelas Pías tuvieron que luchar durante muchos años, hasta que el P. General Carlos Juan Pirroni logró en 1681 poner orden en los estudios de los jóvenes escolapios, y establecer un currículo formativo, que consistía en dos años de noviciado, durante el segundo de los cuales estudiaban ya gramática y aritmética; un bienio de humanidades, tras el cual, los que aprobaban pasaba a estudiar dos años de filosofía, con matemáticas; luego pasaban a hacer prácticas durante dos años más, y los que demostraban tener capacidad, se dedicaban a estudiar tres años de teología. Al final de cada ciclo debían superar un examen. Se trataba, pues, de un itinerario de 11 años, que el P. Pirroni en la práctica no vio puesto en práctica, pues murió joven.
Fue el P. Foci, elegido General en 1692, el que precisó el plan y lo puso en práctica. Lo podemos ver en las Ordenanzas dictadas para las Provincias de Polonia y Germania tras la visita: era el mismo plan de estudios para toda la Orden. Suprimió el bienio de prácticas, y fijó con precisión las materias a estudiar durante cada uno de los cuatro ciclos. Insistió en que en los estudios de humanidades se incluyera el griego (y cuando se detenía algunos días en una casa de formación, pedía al P. Antonio que enseñara a los jóvenes rudimentos de griego, que probablemente ningún religioso de aquellas provincias había estudiado). No quiere que los juniores estén en cualquier casa: “Del mismo modo prohibimos absolutamente, a pesar de la necesidad del instituto, que los clérigos sean enviados a enseñar en las escuelas a no ser en las casas previstas como junioratos o profesorios, en las cuales estarán bajo la disciplina del maestro de juniores, separados de la compañía de los mayores”. Hay algo que nos resulta sorprendente: “Luego, si por necesidad del instituto y por capacidad conviniera, estudiará un trienio de Teología Sagrada”. Es decir, no todos los escolapios, incluso los ordenados sacerdotes, estudiaban teología, sino sólo algunos que más adelante eran orientados hacia el profesorado de teología o la predicación. Y esto lo podemos comprobar perfectamente en las visita personal a las casas de Radom y Rzeszow: muy pocos sacerdotes han estudiado teología, y cuando da dimisorias para que cinco juniores que han terminado los estudios de filosofía sean ordenados sacerdotes, lo único que escribe en las dimisorias al obispo es que “habiendo tenido ante nos un examen”, los considera aptos para recibir las órdenes. Es más, incluso encontramos el caso de un sacerdote, el P. Lucas de S. Pantaleón, que cuando el P. Foci le pregunta qué estudios ha hecho, responde: “Sólo hice estudios de Retórica en Rzeszów, y ya no hice más estudios a causa de que hacía falta que me dedicara a la pintura”. Ni siquiera había estudiado la filosofía, ni había trabajado nunca en la escuela: sólo se dedicó a pintar. Y era uno de los objetos de escándalo de aquella casa porque el P. Rector le había hecho su confesor, sin tener la autorización para oír confesiones que sólo daba el P. Provincial. Para paliar estas afirmaciones, digamos que parte del programa que hoy forma parte de los estudios de teología estaba incluido en los estudios de filosofía de entonces; la teología de entonces tenía un carácter más moral o práctico, como de especialización.
En 1696 parece que ya las cosas se han estabilizado en cuanto a casas de formación, aunque no se ajusten aún a los planes del P. Foci; por eso era necesario dejarlo claro en las Ordenanzas, para que se implementara en lo sucesivo. En Germania el noviciado se encontraba en Lipnik y en él hay 17 novicios entre 1º y 2º año; los de 2º año tienen un profesor de humanidades. Pero no se ve que haya en ninguna otra casa juniores estudiando humanidades: probablemente tendrían que conformarse con las del segundo año del noviciado. Hay también otra casa, Horn, donde están los estudiantes de filosofía (por cierto, su profesor huyó el 31 de mayo de ese año); no se dice que en ninguna otra casa se enseñe ni se estudie teología.
En Hungría la casa de Prievidza es al mismo tiempo noviciado y juniorato: en 1696 hay un profesor de filosofía y humanidades, y con él estudian tres juniores filosofía, y un junior y dos novicios del segundo año, humanidades. En la casa de San Jorge hay dos juniores que estudian teología moral, aunque no se dice quién es su profesor.
En Polonia las cosas parecen estar mejor organizadas. En la casa de Varsovia hay 4 profesores de teología, 5 estudiantes de teología y matemáticas, y 2 estudiantes de matemáticas. En Podolín está el noviciado y juniorato de humanidades: hay un maestro de humanidades, y 13 jóvenes que las estudian, incluyendo los novicios del segundo año. En Rzeszów hay un profesor de filosofía y 9 juniores que la estudian.
Está claro, pues, que toda la formación de los juniores escolapios es interna, con profesores escolapios. Viendo las respuestas dadas en las visitas personales de Radom y Rzeszów, se puede ver el recorrido normal de un escolapio en su periodo formativo: dos años de noviciado, dedicado el primero a temas espirituales, y el segundo a estudiar las humanidades; un bienio de estudios humanísticos, para dominar perfectamente el latín; otro bienio de estudios filosóficos (con las nociones básicas de teología); algunos años de práctica escolar (aunque algunos de ellos, según las necesidades de las casas, hacían los estudios y al mismo tiempo daban clase); más tarde algunos religiosos, no todos, estudiaban teología, orientada sobre todo a la moral (para preparar confesores, fundamentalmente). Tanto la filosofía como la teología se basaban en las enseñanzas de Sto. Tomás de Aquino. Los religiosos de más talento y más interés eran elegidos para dedicarse a su vez a enseñar a otros religiosos más tarde, pero para perfeccionar sus conocimientos no tenían a su alcance que los recursos de la propia biblioteca: no se habla de ninguno que fuera a hacer estudios a algún tipo de universidad o centro de enseñanza superior.