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Contenido
1. Las escuelas e internados
Dicen las Constituciones de Calasanz (n. 5): “Será, por tanto, cometido de nuestra Orden enseñar a los niños, desde los primeros rudimentos, la lectura correcta, escritura, cálculo y latín”. El Fundador había creado un modelo de escuela en San Pantaleo, y quería que todos los colegios tuvieran la misma organización (CC, Cap. IX de la 2ª Parte). Los sucesores de Calasanz quisieron mantener esa uniformidad, y el P. Foci compiló en una Ratio Studiorum pro externis los puntos principales de la pedagogía calasancia, que debían observarse en todas las Escuelas Pías. Ya en los contratos de fundación de los diversos colegios se especifican también las enseñanzas que darían los escolapios: desde leer, hasta retórica inclusive. En la clase de retórica los alumnos aprendían a expresarse correctamente en latín, de manera oral y por escrito. Viendo los catálogos del año 1696 y las crónicas de las casas, vemos que así se hacía en todas ellas, con la excepción de la casa de Lowicz, donde a petición del primado de Polonia se enseñaba también (al menos durante un periodo de tiempo) Filosofía y teología a los seminaristas diocesanos. También en Varsovia había una clase de filosofía, y posiblemente se admitían alumnos externos a estudiar teología junto con los nuestros. En algunos lugares había una clase de aritmética, y excepcionalmente, de música (en Prievidza, al menos; aunque maestros de música había prácticamente en todos los colegios de Germania). En Lipnik, por voluntad del fundador (y posiblemente también de los escolapios) no se enseñaban los cursos superiores de Retórica y Poética, “para centrarse en el noviciado”.
El nombre que reciben las diversas clases o escuelas en nuestros catálogos no es siempre el mismo; y tampoco tienen todas las escuelas la misma distribución a lo largo del tiempo. Básicamente se podrían dividir en tres ciclos:
- Inferior o básico: clase de leer, de escribir, de ínfimos.
- Medio: rudimentos, gramática, sintaxis.
- Superior: poética y retórica.
Estos tres ciclos se podían asociar en dos categorías aún más amplias:
- “pequeños”: eran las clases inferiores, las más numerosas, donde aprendían a leer, escribir y cuentas; se enseñaba normalmente en la lengua del país.
- “mayores”: eras las clases en las que se estudiaba latín. Más reducidas, de alumnos más selectos.
Aunque prácticamente todas las escuelas tenían todos los niveles, al menos después de varios años de funcionamiento, no todas los tenían separados: eso dependía, naturalmente, del número de alumnos. Era normal que se juntaran dos niveles en la misma clase, con un solo maestro, y a veces más de dos niveles. Dijimos que las escuelas que más alumnos tenían eran las de Varsovia (800) y Lowicz (600). Ambas tenían además aulas superiores, de filosofía y teología. Lo normal de las demás escuelas es que hubiera un promedio de 4 escuelas, con otros tantos profesores, que, sobre todo en los cursos superiores, se ocupaban de dos niveles a la vez (retórica-poética, gramática-sintaxis). A veces, especialmente en Polonia, sólo había una clase de “pequeños”, en la que aprendían a leer y escribir, sin separación.
I. Instrucción en las Letras
En cada escuela había un Prefecto de las Escuelas, encargado de la disciplina y de la organización escolar. El Rector, sin embargo, no quedaba al margen de la vida escolar: al menos debía estar presente en los exámenes solemnes semestrales, tras los cuales los alumnos, si aprobaban, promocionaban al nivel siguiente. También podían asistir algunos Padres mayores del colegio a estos exámenes.
Los profesores ordinarios solían ser los clérigos antes de ser ordenados, y en algunos casos (si no había suficientes clérigos), algunos padres jóvenes. Nunca, o sólo muy excepcionalmente, los hermanos operarios. Algunos clérigos enseñaban mientras estudiaban; otros se dedicaban sólo a estudiar. Hay que tener en cuenta que las comunidades, si constaban de unos 12 religiosos, y sólo necesitaban 4-6 maestros, dejaban a los Padres mayores la posibilidad de ocuparse de otras cosas: predicadores, confesores, y cargos de dirección. Había una especie de “itinerario” que todo escolapio debía recorrer: después de terminar los estudios, dedicaba unos años a enseñar en las clases inferiores, y luego ascendía a las superiores. Tras unos 15 años de ejercicio pedagógico se terminaba su actividad académica (a no ser que se convirtiera en profesor de los jóvenes escolapios). Algunos, más brillantes o de familia más elevada, eran requeridos como tutores de familias o capellanes cortesanos. Aunque el P. Foci en sus Ordenanzas pone muchas trabas, deja la puerta abierta a que se puedan aceptar, con permiso del P. General. Y fueron muchos los que, especialmente en el siglo XVIII salieron por esa puerta. El P. Viñas en su Esbozo menciona a cientos de ellos, calificándolos además como escolapios destacados.
En muchas de nuestras casas se menciona que junto al colegio había un campanario con dos campanas: una para llamar a la gente a los oficios litúrgicos, otra para llamar a los estudiantes a clase. Teniendo en cuenta que prácticamente todas nuestras casas (Varsovia y Cracovia eran una excepción) se encontraban en ciudades pequeñas y pueblos grandes, las campanas de los escolapios las escucharían todos los vecinos de la localidad. Hay un caso de disputa en San Jorge en relación con el uso de la torre: los vecinos querían usarla también como lugar de vigilancia y para avisar a los vecinos en caso de ataque por enemigos, cosa que no debía ser excepcional en aquellos tiempos.
Tenemos un caso de reglamento escolar impreso de uno de nuestros colegios, el de Litomysl, inspirado probablemente en los reglamentos de otros colegios escolapios italianos, e inspirador seguramente de los de otros colegios de Europa Central. Lo reproducimos a continuación:
- 1.Quienes deseen frecuentar las Escuelas Pías para aprender, aprendan diligentemente, y sean estudiantes no sólo de palabra, sino de verdad, y se graben en el pecho estas dos sentencias: EL TEMOR DE DIOS ES EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA, y NO HAY NADA MÁS PRECIOSO QUE EL TIEMPO.
- 2.Para ello cada cual irá a la clase que le indique el Prefecto de las Escuelas, y no saldrá de ella sin permiso del mismo Prefecto o de su Maestro.
- 3.Pidan ardientemente la Sabiduría al Espíritu Santo. Encomiéndense frecuente y fervientemente a la Santísima Virgen y a su Santo Patrón, y pidan también a menudo la ayuda de los Ángeles, especialmente de su Ángel Guardián. Recuerden que Dios Omnipotente está presente en todas partes. Procedan con modestia en todos los lugares, especialmente en la iglesia y en el colegio.
- 4.Al menos una vez al mes confesarán todos sus pecados, y recibirán la Santa Comunión. Cada día asistirán piadosamente a misa a la hora establecida. Los días de fiesta se reunirán en el oratorio por la mañana, en el cual los mayores dirán el Oficio de la S. Virgen, y los pequeños rezarán piadosamente el Rosario. Escucharán atentamente las palabras piadosas que les dirán. Después de comer acudirán a la doctrina Cristiana o Catecismo, y en la medida de lo posible dirán las Vísperas.
- 5.Absténganse por completo de jurar, de insultos, de injurias, murmuraciones, mentiras, juegos prohibidos, de leer libres perniciosos e inútiles, de lugares peligrosos o prohibidos por el Prefecto de las Escuelas, de compañeros perversos y díscolos, y de todas las cosas que se oponen a las buenas costumbres.
- 6.Al Maestro venérenlo tanto como a su padre, y obedézcanle estudiando diligentemente como él les mande, tanto en la escuela como en casa. Sean asiduos en la asistencia a clase, diligentes en la escucha y estudio de las lecciones, esforzados en las disputas, siempre preparados y ansiosos de hacer bien todos los ejercicios escolares.
- 7.Si no entienden bien algo, o tienen dudas sobre ello, vayan al Maestro y pregunten y consulten, dejando fuera un pudor propio de gente ruda. Lo que no sean capaces de retener en la memoria, apúntenlo en un cuaderno de papel. Escriban mucho y de muchas cosas; no escatimen el papel y la tinta.
- 8.No vayan dando vueltas por la escuela, sino que cada cual permanezca modestamente en su lugar, y dedíquese en silencio a sus estudios. No se duerman, no charlen, no hagan chistes, no riñan, ni molesten de ningún modo al Maestro.
- 9.No estropeen ni marquen los bancos, la cátedra, las paredes, las puertas, las ventanas ni ningún otro lugar pintando, escribiendo, etc. No traigan navajas, ni ningún otro tipo de arma.
- 10.Entre sí hablarán siempre en latín.
- 11.Al terminar las clases, cuando vayan a la iglesia guardarán estrictamente silencio, e irán con su compañero; el cual deberán observar también cuando vayan de la iglesia a su propia casa (como se acostumbra) acompañado por el Maestro.
12.Entiendan, para terminar, que puesto que en lo que se refiere a las costumbres y el estudio de las letras, como las palabras solas aprovechan menos, los maestros usarán los azotes. Los que rechazaran los castigos o no mostraran esperanza de enmienda, o molestaran a los demás estudiantes o fueran perniciosos con su mal ejemplo, no serán tolerados de ningún modo, sino que serán inmediatamente expulsados de nuestras escuelas.
Litomysl, impreso por Mateo Wenceslao Brzezyna, el año 1648”.
Fácilmente se detectan una serie de elementos significativos:
- Íntima mezcla de la Piedad y las Letras: la educación y la práctica cristiana son inseparables de la actividad escolar.
- Importancia de la disciplina
- Se usaba que el maestro acompañara a los niños a su casa, práctica comenzada en Roma por Glicerio Landriani y apoyada por Calasanz.
- Uso del latín (se supone que a partir de un cierto nivel: cuando lo hubieran estudiado suficientemente).
En cuanto a los materiales de estudio, dice el P. G. Sántha, en la biografía del P. Juan Francisco Foci, que el Capítulo General de 1692 deseó que los textos escolares fueran en lo posible de autores escolapios, desde la clase de lectura hasta la de retórica, y aritmética, pero no sabemos si estos materiales estaban a disposición de las escuelas centroeuropeas. Al ver algunos catálogos de bibliotecas podemos pensar que al menos para las clases superiores sí tenían los libros adecuados. No podemos decir, a la vista de los documentos de que disponemos, si la imprenta de Varsovia se dedicaba a imprimir materiales escolares, o tenía una finalidad más bien lucrativa.
En el curso escolar había un mes de vacaciones, en agosto. Se les concedían además dos días de fiesta en los carnavales, de gran tradición en estos países (lunes y martes antes del Miércoles de Ceniza). Por lo demás, el calendario litúrgico tenía un número considerable de días festivos, que no quedaban “vacíos” de educación, sino que, al igual que los domingos, eran aprovechados para la educación en la Piedad, como veremos a continuación.
Una diferencia entre las escuelas de Germania y las de Polonia es que en las primeras normalmente hay un maestro de música, y a veces también un instructor de instrumentos musicales. Aparte del gusto de los pueblos germanos por la música, vemos aquí una especie de eco de las escuelas de San Pantaleo, donde la música tenía para algunos alumnos el carácter de formación profesional. Da la impresión de que en Polonia se privilegia más el teatro.
Hemos habado ya de la importancia de los exámenes semestrales, para promocionar curso. A veces tenían carácter público, e iban acompañados de alguna función especial, sobre todo si había algunos hijos de nobles que iban a lucirse. Vemos que cuando el P. General visita las casas le ofrecen normalmente una representación dramática, y que al describir el estado de algunas casas (especialmente en Polonia) se habla de alguna habitación en la que se guardan “objetos para las representaciones dramáticas”, lo cual nos dice que era una actividad corriente. Sabemos que esta práctica se consolidó en el siglo siguiente, cuando algunos colegios incluso construyeron un teatro para estas representaciones. Y la utilidad del teatro escolar ha llegado viva en estas naciones hasta nuestros días[Notas 1].
En lo que se refiere a la disciplina, se aplicaba el castigo físico, pero con moderación, tal como lo había establecido Calasanz en San Pantaleo. Dice el P. Foci en las Ordenanzas: “Castíguense con mucha discreción las culpas de los alumnos, no con bastones o varas, y no sobre la carne desnuda o la palma de la mano, sino sólo azotes o correazos sobre la ropa. Y no permitan los maestros que unos niños azoten a otros, o que riñendo se peguen unos a otros con varas”. Por lo demás, recomienda también el mismo P. Foci que los maestros estimulen con premiecillos (algunas estampas) a los alumnos que lo merezcan.
II. Educación en la Piedad
Hemos visto en las Normas de Litomysl la conexión tan íntima que existía entre la Piedad y las Letras. El P. Foci lo pone también de manifiesto en sus Ordenanzas cuando dice “Todos los Maestros promoverán sólidamente con habilidad mediante sus actuaciones y las explicaciones de los autores la piedad en sus alumnos”. Está claro que en el carisma escolapio la educación en la piedad era esencial. ¿Cómo se llevaba a cabo en los colegios escolapios de las provincias ultramontanas en 1696?
Por la cita última, vemos que cada profesor (y todos eran religiosos escolapios en aquellos tiempos, recordémoslo) promovían la piedad en las clases normales. Sin duda había oraciones al principio del día, y también por la tarde, al final.
En la sección “Ejercicios Espirituales de los Estudiantes” del Colegio de Prievidza, 1696, encontramos la siguiente descripción: “Frecuentan el catecismo, exhortaciones espirituales, ejercicios de la Doctrina Cristiana, oración continua, letanías de la B.V.M. Asistencia a misa y otros ejercicios piadosos de las Escuelas Pías. Los oratorios de estudiantes y sus cofradías celebran sus reuniones los domingos y días de fiesta, tanto los mayores como los pequeños. Cada año en la congregación de los mayores se hacen elecciones de los oficiales y las admisiones de los novicios. En Cuaresma hacen flagelaciones públicas, yendo los estudiantes en procesión con capuchas a la iglesia. Cada mes hay confesión y comunión de los estudiantes, y para los cofrades son más frecuentes, en las fiestas de los santos patronos del mes, que son distribuidos al comienzo de mes en la cofradía, y se canta el oficio de difuntos. Se acompaña a los estudiantes, yendo uno de nosotros delante y otro detrás. Los estudiantes participan en las misas cantadas; en las leídas con música y cantos. Se suelen hacer las letanías de la B.V.M., vísperas y otras devociones solemnes en la iglesia”.
No sabemos si en todas las demás casas seguían el mismo programa; probablemente no, pues la casa de Prievidza, por su condición de Noviciado (como las de Podolín y Nikolsburg) era ejemplar para las demás en muchos aspectos. Pero es interesante notar aquí (y es la única vez que lo hemos visto en nuestros documentos) la referencia a la oración continua, y el acompañamiento de los estudiantes a casa, con dos religiosos, uno delante y otro detrás, en el mejor estilo romano. Pero como la casa de Prievidza no es la primera fundada, no hay razón para pensar que no se hiciera en las otras casas, al menos en las más antiguas.
En cambio lo que sí existía en todas las casas, con toda seguridad, pues se citan los nombres de los responsables, eran los “oratorios”, uno de mayores y otros de pequeños. Hablando en términos modernos, serían lo más parecido al actual Movimiento Calasanz, aunque con otra metodología, por supuesto. Pero el objetivo era el mismo: captar alumnos voluntarios que quisieran formar parte de un “grupo pastoral”, para ir más lejos; tal vez con intenciones vocacionales. A veces había en los colegios un local especial para estos dos grupos, otras veces se reunían en dos aulas, puesto que en los días de fiesta estaban vacías. Se trataba de una “pastoral especializada”, que se añadía a la “pastoral ordinaria” de todos los colegios.
Ya hemos visto más arriba, al presentar el Reglamento de Litomysl, la importancia que se daba a las actividades religiosas los días de fiesta. El P. Foci en sus Ordenanzas insiste en la manera de preparar a los niños para la confesión y comunión mensual de todos los niños: “Aunque acontezca que el día mensual de la comunión de los escolares caiga en día festivo, antes de la misma comunión tengan una preparación con un rito solemne, con las oraciones, la oportuna conferencia y soliloquio. Igualmente para la acción de gracias estén al menos un cuarto de hora, para que los adolescentes se acostumbren a dar el culto debido al Santo Sacramento. Alabamos también el que si además de las confesiones y comuniones mensuales, se instituyen igualmente algunas celebraciones extraordinarias y peculiares con algún motivo, y se consigue proteger la inocencia de la adolescencia mediante la frecuencia del santo convite de todos los escolares o de algunos más capaces”.
Entendemos que todos los niños que acudían a las escuelas aceptaban la enseñanza católica y las prácticas religiosas normales. Los padres protestantes que enviaban a sus hijos a las escuelas aceptaban esas condiciones, lo que normalmente significaría su conversión al catolicismo (y seguramente la conversión de los hijos movería a los padres a dar el mismo paso). Pero incluso para los que no iban a la escuela, y que recibían la catequesis en la parroquia, tiene el P. Foci (en sus Ordenanzas a la casa de Brezno) algunas recomendaciones particulares: “El P. Párroco procure también suavemente y con habilidad que incluso los hijos de los luteranos acudan a la catequesis; el cual frecuentemente por su cargo visite e intervenga como los demás religiosos que enseñan a los niños en las clases”.
Un ejemplo de esa pastoral de conversión nos lo cuenta el H. Pedro de San Pablo, recordando su niñez (según recoge el P. Viñas en su Esbozo: “Cuando era niño y vivía con mis padres luteranos, alguna vez veía una imagen de nuestro Ven. P. Fundador, y mi madre me decía en broma: ‘algún día serás como un negro con cuernos’, y siempre tenía ganas de ver a esos padres. Así que me enviaron a Prievidza a casa de unos parientes e iba a las Escuelas Pías, y una vez a otros niños les regalaron imágenes del Ven. P. Fundador, y a mí por ser luterano no me dieron. Volví triste e inquieto sin ella a casa, y delante de nuestra iglesia conseguí dos de aquellas imágenes, cambiándolas por otra cosa a unos estudiantes. Al llegar a casa, las puse en mi habitación. Después de contemplarlas durante bastante tiempo, y tras invocar al Espíritu Santo, empecé a pensar que aquella debería ser la verdadera y única fe, puesto que un hombre tan venerable como el padre José de la Madre de Dios se había esforzado por propagarla. Recibí pronto la gracia del Espíritu Santo y me convertí del luteranismo, me confesé y recibí la comunión. Desde entonces siempre tuve un gran afecto hacia aquellas imágenes, y a veces rezando ante ellas sentí algunos gozos espirituales extraordinarios. Durante un tiempo me limité a su culto y veneración, y parecía como si me miraran con mala cara, por lo cual arrepentido de corazón iba a confesarme y a comulgar, y después les ofrecí la veneración primera, y con un gran consuelo de mi espíritu tuve un solo deseo: entrar en la Orden de las Escuelas Pías.”
El canto de las letanías los sábados por la tarde, y a veces también los miércoles, era una práctica que comenzó en Nikolsburg, con el colegio de los Lauretanos. De allí debió extenderse a todas las casas. Encontramos en relación con Rzeszów: “También en Rzeszów nuestros Padres erigieron una hermosa estatua de la B.V.M. en la zona del templo, ante la cual el sábado por la tarde los estudiantes cantarían las letanías, antigua devoción que dura hasta hoy”.
Notas
- ↑ Sobre la actividad escolar de los Escolapios en este siglo, concretamente en los colegios de Germania, véase BOMBERA, Jan, Piaristisches Schulwesen in Bohmen und Mähren im 17. Jahrundert. Archivum S. P. 27 81990), 167-192. También, del mismo autor: Die Piaristen in Stará Voda (Altwasser in Mähren), ASP, 13 (1983), 98-114.