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Última revisión de 09:19 25 ene 2020
Prepósito General
Quizás fue el mismo P. Mistrangelo quien, sin quererlo, se buscó el cargo de General. Como vemos en una carta del Card. Gotti, Prefecto de la Sagrada Congregación de Religiosos, el P. Mistrangelo le escribió una carta que iba a marcar su destino[Notas 1]:
Consideré atentamente todo lo que V. Excelencia Rma. me expuso en su grata carta del 7 de los corrientes. La unión de los escolapios españoles con los de las demás provincias sería ciertamente utilísima. Sin embargo, no es de fácil ejecución, y en cualquier caso haría falta un tiempo no breve para llevarla a cabo.
Mientras tanto parece conveniente que la Orden no permanezca mucho tiempo sin un gobierno bien constituido. Por eso Nuestro Santo Padre León XIII, quien tiene un gran interés por el Instituto de Calasanz, ha tomado la determinación de nombrar a V. Excelencia Prepósito General del mismo Instituto.
Se constituirá también la Congregación general, y se invita a V. E. Rma. a proponer los nombres de quienes considere en el Señor más idóneos para el cargo de Consejeros Generales y de Procurador General. Decidiremos luego aquí si deben elegirse en Capítulo o por papeletas, o como más convenga.
El P. Mistrangelo le responde a vuelta de correo[Notas 2]:
Acostumbrado a ver no solo en las órdenes sino también en los deseos del S. Padre la expresión de la voluntad de Dios, a pesar de que parezca muy serio el nuevo encargo que ha determinado confiarme, me someto reverente a su voluntad.
V. Em. no ignora que la Diócesis de Florencia es vastísima y erizada de dificultades especiales; las Escuelas Pías desgraciadamente se encuentran en condiciones deplorables por falta de personal y por la injuria de los tiempos y las circunstancias. Sin embargo, sé que, obedeciendo con simplicidad y humildad al S. Padre, no podrá faltarme la bendición de Dios que me dará fuerzas en la debilidad y descanso en la excesiva fatiga, y esto constituye mi única esperanza.
Y propone 4 Asistentes Generales, uno por cada provincia italiana; dos de ellos (R. Cianfrocca y S. Addeo) ya formaban parte de la anterior Congregación General. Los otros dos, A. Brattina y E. Bertolotti, desempeñarán importantes misiones en el futuro.
El 4 de abril de 1900 el Cardenal Jerónimo Gotti, publicó un decreto nombrando General de las Escuelas Pías al P. Mistrangelo. Decía lo siguiente[Notas 3]:
Como a causa del fallecimiento del P. Mauro Ricci de S. Leopoldo, de feliz memoria, quedó vacante el oficio de Prepósito General de la Congregación de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, y como el mayor de los Asistentes Generales, P. Dionisio Tassinari de S. Sebastián, al cual correspondía el cargo de Vicario hasta el próximo Capítulo General, a causa de su avanzada edad y su débil salud pidió que se le librara de ese peso, Su Santidad Nuestro Señor León XIII, Papa por voluntad de la Divina Providencia, teniendo en cuenta las peculiaridades aducidas, se dignó asumir por esta vez el cuidado de la misma. Por lo cual, después de pensar maduramente todas las cosas, en Audiencia tenida con el infrascrito Cardenal Prefecto de la S. Congregación de Obispos y Religiosos el 2 de abril de 1900, su Santidad mandó publicar el siguiente Decreto, según el cual para gobernar la citada Congregación de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías hasta el Capítulo General que se celebrará en 1904 se nombra Prepósito General al R.P. D. Alfonso Maria Mistrangelo de la Madre de Misericordia, Arzobispo de Florencia; Asistentes Generales 1º el P. Raffaele Cianfrocca de S. Estanislao; 2º P. Salvatore Addeo de S. Juan Evangelista; 3º el P. Adolfo Brattina de la Inmaculada Concepción ; 4º el P. Egidio Bertolotti de S. José de Calasanz. Procurador General, el Asistente 1º, P. Raffaele Cianfrocca. Así, pues, esta S. Congregación de Obispos y Regulares, siguiendo las órdenes de Su Santidad, declara y proclama a los Padres citados nombrados para los respectivos cargos, y del mismo modo, en virtud de la facultad especial concedida, ordena a todos y cada uno de los religiosos de la citada Congregación de Clérigos Regulares, en cualquier grado y situación, que reconozcan a los citados padres como legítimamente nombrados, y les presten la debida reverencia y obsequio, como si hubieran sido elegidos en el Capítulo General. Sin que obste nada en contra. En Roma, en la Secretaría de la S. Congregación citada, el 4 de abril de 1900. Card. Jerónimo Gotti, Prefecto.
El P. Mistrángelo respondió al Cardenal agradeciendo su confianza, y aceptando el cargo[Notas 4]:
Eminencia. No me queda sino repetir: que se cumpla la voluntad de Dios. Someterme al peso ocasionado por las presentes circunstancias de mi Orden, verdaderamente gravísimo, y recomendar mi buena voluntad a la divina misericordia.
Pero siento también el deber de agradecer a V. Em. Por la prueba de confianza que concede a mi mezquindad, y lo hago con mi más profundo sentimiento de gratitud.
Mientras tanto le ruego coronar su bondad expresando al S. Padre mi agradecimiento por este nuevo testimonio de su soberana benevolencia, que yo le presentaré personalmente cuando vaya a Roma con la peregrinación florentina dentro de pocos días.
Que Dios me conceda, por intercesión de S. José de Calasanz, el ser útil a mi pobre Instituto, y llevarlo a la regular observancia, la única que puede hacerle producir los frutos que la Iglesia y la familia humana esperan de su obra.
Me atrevo a encomendarme para este fin también a las oraciones de V. Em., cuya s. púrpura beso con profundo respeto, profesándome su obediente servidor.
El P. Mistrangelo envía a todas las casas de la Orden el decreto anterior, junto con la carta circular en la que comunica su nombramiento[Notas 5]:
Alfonso Maria Mistrangelo de la Madre de Misericordia, Prepósito General de la Orden de las Escuelas Pías, Arzobispo de Florencia.
Inesperadamente hemos sucedido al famoso e ilustre P. Mauro Ricci, al que lloramos, por medio de un Decreto de la Congregación de Obispos y Regulares, que debe leerse en todas las casas y que transmitimos ahora.
En nuestro caso esperamos ciertamente que Dios nos ayude a llevar sobre nuestros hombros ya cargados con el peso de una vasta y difícil diócesis, movidos por el deber de la obediencia y con ánimo agradecido, este nuevo peso de la Orden.
Cualquiera de vosotros que sea sabio y prudente, cualquiera que no deje de ver cómo se encuentran nuestras casas en nuestras provincias, principalmente las de Italia, tanto por el escaso número de religiosos, como por la maldad de los tiempos y la perversidad de las leyes de los hombres, que redujeron a casi toda la Orden, tendrán compasión ciertamente del piloto al que se le ha ordenado guiar esta agotada nave por un mar agitado y tempestuoso.
Por lo cual, hermanos, confieso que no espero ponerme una corona de rosas, sino de espinas.
Pero como vuestra obediencia, concordia, ánimo dispuesto a abrazar todo lo que se refiere a la mayor gloria de Dios, esplendor de la Orden y bien de los jóvenes, pueden aplastar la agudeza de las espinas, nos encomendamos con insistencia a la caridad de todos vosotros, para que nuestros consejos y obras sirvan de manera más fácil y rápida al bien de la Orden.
Para lograr su honor y prosperidad os ruego que miremos todos, solícitos, a Nuestro Santo Padre José de Calasanz. Roguémosle todos que, tras unir nuestras fuerzas, nos logre el apoyo de Dios en esta viña en la que trabajamos con tantos esfuerzos y lágrimas, para que nuestra virtud vuelva a ser fuerte, florezca y produzca el fruto justo.
Recibamos, pues, carísimos, el libro de las Constituciones de nuestro Padre. Par mí será el código de conducta, y deberá serlo para vosotros. A mí me tocará vigilar “para que se gobierne bien, se conserve y crezca todo el cuerpo de la Congregación” (Const. C. II); a vosotros, observar la disciplina regular, cumplir las órdenes de los superiores, llevar a cabo vuestra tarea de la mejor manera posible y amaros mutuamente con caridad.
Que, finalmente, cooperando con nuestros esfuerzos y oraciones, merezcamos recibir la bendición sobre nosotros y nuestros Instituto de nuestro Santísimo Señor el Papa León XIII, que Dios conserve y guarde durante mucho tiempo.
Florencia, 12 de abril de 1900.
Comenzaba de este modo un generalato que se preveía breve: debía durar hasta la convocatoria de un Capítulo General en que estuvieran presentes todas las Provincias de la Orden ya reunida y que, de acuerdo con las Constituciones, eligiera al nuevo Prepósito General. El P. General debería seguir ocupándose mientras tanto de la administración de su archidiócesis, tarea, a los ojos de la Iglesia y del mundo, mucho más importante que la de pilotar la barquilla de las Escuelas Pías, como él decía en su primera circular. En las Escuelas Pías son varios los Generales que han sido nombrados obispos (abandonando automáticamente la dirección de la Orden): los PP. Adolfo Groll (1724-1730, Obispo de Györ, en Hungría); Giuseppe Agostino Delbecchi (1748-1751, Obispo de Algher en Cerdeña); Carlo Maria Lenzi (1818-1819; Obispo de Lipari en Italia) y Giovanni Battista Rosani (1836-1844; Obispo auxiliar en Roma), pero él es el único Obispo que ha sido nombrado General por un número de años, para volver luego a ocuparse íntegramente de su carga diocesana.
El anterior P. General, Mauro Ricci, había sido bien acogido (especialmente en las provincias italianas) porque gozaba de un gran prestigio literario en Italia. El P. General fue muy bien acogido en toda la Orden porque gozaba de un gran prestigio eclesial: nunca antes, y nunca después (hasta hoy) un escolapio había desempeñado una responsabilidad eclesial tan elevada. Si el Papa León XIII había colocado al P. Mistrangelo al frente de la gran archidiócesis florentina, sin duda era un hombre de gran valor, y con influencia en el Vaticano, lo que sin duda sería una bendición para la Orden.