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Europa Central

Ya más arriba hemos narrado la visita del P. Mistrangelo, acompañado del P. Viñas, a las Provincias de Europa Central llevada a cabo en 1904. La situación de cada una de ellas era diferente: Bohemia y Austria se encontraban en una situación de franca decadencia, pero había un mayor interés por parte de la Orden por sostener a la segunda, pues Viena era el centro del Imperio. La situación de la casa de Cracovia tampoco era muy airosa, pero aquí el P. General Mistrangelo tuvo el acierto de enviar al hombre salvador: el P. Juan Borrell, y poco a poco fue levantando cabeza. La provincia de Hungría, por su parte, se encontraba en todo su esplendor, y sólo necesitaba una mayor vinculación con el resto de la Orden. Veamos por separado la situación de cada una de ellas.

Bohemia

El Catálogo de 1900 dela Provincia de Bohemia ofrecía los siguientes datos[Notas 1]:

Casa Sacerd. Jun Nov Herm Alumnos


Praga 8 3 262


Beneschov 4 245


Brandeis 1


Boleslav Ml. 2


Litomysl 1


Reichenau 2 1


Nepomuk 3 1 408


Straznice 2


Altwasser 2 1


Trübau 1


Gaya 1


Nikolsburg 4 1 15


Freudenthal 1


Weisswasser 2


Fuera 11 1


TOTAL 45 6 1 1 930


Resulta evidente que el problema de la Provincia era, más que la escasez de religiosos, su dispersión: no se resignaban a abandonar las casas, por lo que mantenían un número sumamente de reducidos de religiosos, normalmente ya ancianos, a cargo de las iglesias. Tan solo les quedan tres escuelas, más el Colegio Lauretano de Nikolsburg, primera obra escolapia en Europa Central. El P. Provincial Basil Kabrhel (1901-1920) presenta la difícil situación de su provincia[Notas 2]:

¡Ojalá pudiera alegrar el ánimo de V.P. contando noticias alegres y buenas del año pasado! La mayor parte de los hermanos están gastados y prematuramente agotados al asumir labores eclesiásticas y escolares por encima de sus fuerzas, pues el número de los hermanos va disminuyendo, por lo que los deberes aumentan; los obreros recientes llamados a la viña del Señor son pocos, y los elegidos aún menos. Pero siendo las cosas como son, ¡no languidezcamos ni perdamos el ánimo! Recordamos que al ser zarandeados por las olas el Señor está junto a nosotros diciéndonos: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Yo estoy con vosotros”.

El P. Mistrangelo, por su parte, tras visitar la Provincia, hace para sí mismo y la Congregación General un informe de lo que ha visto, con los posibles remedios para salir adelante[Notas 3]:

Provincia de Bohemia-Moravia-Silesia.

Estado moral y financiero

Se sienten las mismas consecuencias de las leyes y del descuido de los Superiores Mayores. Abandonada a sí misma, es un milagro que se conserve lo que hay. El Provincial Basilio Kabrel (sic) es un hombre de cabeza, de buen espíritu, de gran actividad y apreciado por el Cardenal, por el Obispo Auxiliar, por todos, Los provinciales que le precedieron inmediatamente le dejaron unas ruinas: uno de ellos no salía de su cuarto; el precedente estaba enfermo, y las cosas iban como podían. Deserciones, desórdenes; cada cual trabajaba para sí. Por suerte había en las casas algunos religiosos buenos y las casas se salvaron, se mantuvieron los lugares. El P. Kabrel desde hace tres años se esfuerza por dar forma y volver a levantar el edificio.

Nikolsburg tiene un buen edificio, una buena iglesia, que es al mismo tiempo parroquia e iglesia nuestra. El párroco es diocesano, dos de los nuestros capellanes; el rector, docto y bueno, está accidentado. Tienen el colegio lauretano y viven de sus ingresos y rentas, que son más que suficientes. Tienen un huerto, y allí hay un viejo hermano operario. Hay un buen espíritu. Pero no se puede hacer vida religiosa, no son los suficientes; los capellanes tienen que atender a la parroquia y al internado, que tiene 15 internos que, por fundación, atienden a la música y a la escuela. Son buenos y piadosos. Los religiosos son sacrificados y trabajadores.

En Straznice hay una parroquia. El rector es párroco. Bueno, activo, celoso. Sólo hay un religioso que da clase en el gimnasio civil. El rector se cuida también de 15 internos bastante buenos y hace de padre. El pueblo es muy religioso y nos quiere mucho. El local es grandioso y óptimo. No faltan los medios de subsistencia; tienen un buen huerto. Los libros y la administración están muy bien llevados. Pero la vida regular, las prácticas comunes no son posibles; con sólo dos, ¿qué puede hacerse? Incluso hacen demasiado.

En Praga son 14. Restos y viejos de las defecciones pasadas. Algunos son pensionados de las escuelas del Gobierno. La desconfianza ante la venida del General era visible; también aquí, como en Viena, tuve que recomendarme mucha prudencia. Conseguí vencerla y ver y hacerme una idea de las cosas. El Cardenal, el Vicario, el Obispo Auxiliar no tiene nada que decir sobre la conducta actual de los religiosos. Sin embargo, todos están de acuerdo en la necesidad de la reforma de la disciplina, desean que se pongan el hábito religioso, que se instituya el noviciado fuera de Praga, que se ponga la clausura, que se vuelva a la regla. Prometen apoyo y todo tipo de favor.

En Praga tienen escuelas privadas y todos los enseñantes son de los nuestros. No tienen gimnasio. Los alumnos son de pago; muchos son judíos. Esto no agrada a la Curia. No se hace ninguna práctica común. Van a comer juntos; rezan en silencio antes y después. Todos celebran misa en nuestra capilla. La iglesia no funciona, y está para uso del Gobierno. El colegio es hermoso y cómodo. No faltan los medios: tienen rentas; el P. Provincial ofrece una casa de veraneo cerca de Praga para impedir que se vayan por ahí. Esto fue alabado por las autoridades eclesiásticas.

Se reúne a los muchachos los domingos en oratorio, donde reciben instrucción, misa, etc. Son disciplinados y buenos. Las escuelas están bien organizadas.

En las demás casas las cosas funcionan igual. No hay más que un religioso o dos en cada una.

En Praga tienen 4 estudiantes de teología, de buena esperanza; un novicio en Litomysl que da clase en la escuela del estado, con admiración y desaprobación de la autoridad eclesiástica.

Medios de reforma.

Según la opinión de las autoridades eclesiásticas, la única manera para levantar la Provincia es abrir en Stranzice o en Litomysl el noviciado, pero regular. Mientras tanto, donde sea posible y en la medida en que lo sea, introducir las oraciones comunes, establecer la clausura, eliminar poco a poco a los judíos de la escuela, ponerse el hábito religioso al salir.

Sobre el noviciado traté con el Provincial y con las autoridades eclesiásticas. El P. Kabrel está totalmente dispuesto; las dificultades no faltan, pero con la ayuda de Dios se podrán superar. Ya es mucho tener las autoridades a favor, los locales preparados y los medios de subsistencia.

Para las demás disposiciones hay que andar despacio, teniendo en cuenta que tenemos que trabajar con religiosos que no están acostumbrados, pues han estado fuera y vivido durante mucho tiempo la vida secular, los cuales, teniendo una buena pensión del gobierno, pueden decir, como señalaba Mons. Vicario, “adiós”. El escándalo sería inevitable.

Las dos Guerras Mundiales y sus consecuencias acabarían de destrozar la vida que quedaba en la que había sido la primera provincia escolapia en Europa Central..

Austria

La situación de la Provincia de Austria era también delicada. Según el Catálogo de 1900, la provincia contaba con tres casas en Viena (Maria Treu, con 6 sacerdotes, 3 juniores y 1 novicio; el Colegio Loewenburg, con 4 sacerdotes, y Santa Tecla, con 6 sacerdotes) y dos fuera (Horn: 2 sacerdotes; Krems: 3 sacerdotes). Había viviendo fuera de casa otros 3 sacerdotes. El mismo P. Provincial Antonio Brendler, escribiendo al P. General, le explica la situación[Notas 4]:

Nuestra Provincia Austriaca, floreciente hace seis lustros, ahora está muy reducida, pues sólo tiene cinco colegios, de los cuales 3 en Viena y dos en San Polten. La causa de esto fue que, a causa de la penuria de individuos en las escuelas, pues en aquel tiempo no queríamos que los maestros obtuvieran los diplomas cesáreo-reales exigidos, por lo que las ciudades o las comunidades nombraron maestros laicos para nuestras escuelas. Esperamos mientras tanto, si Dios benignamente quiere, recobrar juniores aptos, para poder abrir nuevas escuelas. Que podamos llamar nuestras. Encomendándome…

Dos años más tarde, el P. Brendler vuelve a presentar la misma situación[Notas 5]:

Nuestras condiciones siguen igual, sin que podamos esperar que cambien a mejor, a nuestro favor. Pues nos escuelas, campo de nuestro trabajo, destinado a nosotros por nuestro S. Fundador, están todas en manos de maestros seglares, de modo que vienen pocos jóvenes dispuestos a consagrar su vida a nuestro Instituto, que de momento sólo tiene dos pequeños internados y una parroquia donde colocar a los religiosos. Pero yo procuraré conservar lo que hemos salvado de la ruina de la situación desastrosa de los años pasados.

Sobre la situación de la provincia informa también un visitante que luego será ilustre, el P. Juan Borrell, de la provincia de Cataluña. Ha ido a Viena en el verano para estudiar alemán, con el P. Eugenio Salarrullana, de Aragón. Pero el P. Borrell es un hombre entusiasta, y junto con el problema, ve la solución. Desde Viena escribe al P. General[Notas 6]:

Con gran estupor vemos que mujeres recorren toda la casa, pues no hay ninguna clausura. Y en toda la Provincia ocurre lo mismo. No hay hermanos religiosos, y sacerdotes no más de 25 en toda la Provincia, que no trabajan en las escuelas de los colegios, pues aquí (para no cerrarlas, imagino) debió hacerse cargo de ellas la autoridad civil; en Santa Tecla los nuestros las alquilaron a los Hermanos de la Doctrina Cristiana. Pero hay algunos en otros lugares que dependen del gobierno, y reciben su salario, en contra de los votos, y esto es la causa de todos los males.

No existe la pobreza, ni la vida común; tan solo los que no pueden hacerlo más cómodamente en otro lugar, vienen a comer y dormir gratis donde nosotros. Cada cual se las arregla por sí mismo. Por la casa, por la corporación, sólo se ocupan alguno que otro. Ya saben, y algunos lo confiesan abiertamente, que el espíritu de la Corporación está desapareciendo aquí, y no hay ninguna esperanza en absoluto a no ser que se inyecte en las venas sangre nueva y vigorosa.

Consideré necesario, Excmo, y Rvmo. Padre, decirle estas cosas, afectado y dolido por este espectáculo tristísimo, para ver si por medio de la cabeza se puede reparar lo que falta en los miembros.

Para que V.P. conozca algún urgente remedio entre otros que en esta extrema angustia he pensado, le hablaré de él. La Provincia de Aragón, que el P. Salarrullana conoce bien, según él dice ya abundaba en religiosos. Y ahora, en estos días, vuelven a ella otro nuevo e importante grupo, que han terminado los estudios. Si dos o tres de ellos, con otros tantos hermanos operarios pudieran venir a la casa de Krems, viviendo allí la clausura, la vida común, la santa pobreza, se podrían instaurar el ejercicio de las escuelas, revivir el cuerpo oprimido por el hielo secular. Allí sólo están el P. Rector, un novicio y su Maestro que abrazarían con gran amor a los que vinieran, evitándoles dificultades. Para empezar a estudiar el alemán durante dos meses podríamos ayudarles yo o el maestro de novicios. Yo podré hacer algo al año próximo, después de volver al colegio de Sarriá. Podría ir a Krems, y si vienen otros a Krems, podríamos recuperar las escuelas de Santa Tecla, confiadas ahora a extraños, y luego otras, si conviene. Los otrora grandes colegios calasancios ahora están hechos una ruina. Para resolver un problema tan grande tan pronto como sea posible una visita de Vuestra Paternidad durante el año ayudaría mucho. Perdone si le he causado molestias; no era mi intención.

La carta del P. Borrell es bien recibida; en reunión de la Congregación General celebrada el 11 de septiembre en Florencia, se acuerda Tras recibir la carta del P. Borrell de España relativas a las condiciones de la Provincia Austriaca, encargar al P. General que trate con el Vic. General de España que envíe al noviciado de Krems algunos padres y hermanos españoles para restablecer allí la observancia regular.[Notas 7] No debió hacerse nada al respecto, pues de nuevo la Congregación General, reunida el 27 de diciembre de 1902 en Florencia, vuelve a decidir pedir al P. Vicario General de España que envíe dos religiosos a Krems para restaurar la provincia de Austria.[Notas 8]

Esta nueva decisión era consecuencia de la recomendación del P. Viñas, que había sido enviado a realizar una visita al colegio de Cracovia, y a la ida había querido ir a conocer la situación de Krems. Y, desde allí mismo, había escrito al P. General que se alegraba de haber ido a esa ciudad[Notas 9]:

Tanto más me decidí a ir a esta ciudad, cuanto más me alabaron al P. Mestan, Maestro de Novicios. Un sacerdote croata que vive con los PP. De Viena me dijo: “El P. Mestan es el único escolapio digno de ese nombre. Los demás escolapios… no se distinguen del clero secular”. Hemos hablado largamente del asunto de mandar un Padre a Krems: muy bien.

Otro padre de Cataluña, Martín Fabregá, que también ha ido a estudiar alemán a Viena, y que debía estar al corriente de los posibles planes para Krems, escribe una larga carta al P. General, narrando lo que ha visto y ofreciendo las recomendaciones que le parecen convenientes para salvar la provincia de Austria[Notas 10]:

Cumpliendo un orden de nuestro P. Provincial, a mediados del último mes de julio nos trasladamos dos padres de esta Provincia de Cataluña a la hermosa ciudad de Viena con el objeto de ejercitarnos en el habla el idioma alemán. Después de haber permanecido seis semanas en el grandioso Colegio Josefino de dicha capital, aprovechando la magnífica ocasión que la Divina Providencia nos deparaba, emprendimos el camino de Budapest y de Praga en cuyos colegios calasancios nos detuvimos por espacio de dos o tres días. Así pude ver satisfecho hasta cierto punto mi ardiente deseo de conocer el espíritu religioso de aquellas desgraciadas provincias escolapias algún día florecientes y en la actualidad tan decaídas, tan relajadas que con relación a la de Austria bien puede afirmarse, por desgracia, que sus casas son ramas de un gran Instituto religioso que, por hallarse tiempo ha separadas de su tronco, han pasado ya del estado de aridez y sequedad al de la más completa putrefacción. Sobre tan lastimoso asunto me había orientado bastante el P. Juan Borrell, excelente religioso, connovicio y compañero mío, de esta comunidad de Sarriá, quien, junto con e P. Eugenio Salarrullana[Notas 11] de la provincia de Aragón, había pasado dos meses durante el anterior verano en Viena con el propio objeto que nosotros en la misma época del presente año. Huella profunda y triste dejó en mi corazón el indicado relato y consecuencia del mismo fue el que se avivara en i pecho el deseo de que mis superiores me mandaran emprender el viaje a la capital de Austria, conforme me habían indicado bastante tiempo atrás.

Con estos sencillos antecedentes fácilmente se formará V.R. Rvma. cargo de la satisfacción interior con que oí de labios de mi Padre Provincial la orden de trasladarme por algún tiempo a dicha ciudad, pues comprendí la ocasión propicia que se me presentaba de poder personalmente apreciar el estado en que se hallan las Escuelas Pías de aquellos lejanos países a fin de ponerlo en conocimiento de V.E. Rvma., para que pudiese utilizar, si lo juzgara conveniente, mis impresiones recogidas sobre el terreno.

Mientras escribo estas líneas me ocurre naturalmente la idea de V.E, Rvma., comprendiendo la gravedad y trascendencia del asunto, sentirá la necesidad de tener previamente informes referentes al autor de esta carta, que es un pobre escolapio cuyo único mérito consiste en el amor que siente para cuanto dice progreso espiritual y literario del Pío Instituto, al cual tiene la dicha de pertenecer gracias a la bondad y misericordia infinitas de Dios. Puede, pues, V.E. Rvma. obtener fácilmente todos los informes relativos a mi humilde persona valiéndose a efecto de mi Provincial P. Antonio Mirats y del P. Juan Miracle, a quienes he expresado todas mis dudas y comunicado todas mis ideas, pidiéndoles a la vez consejo acerca del particular.

Entrando ahora de lleno en el fondo de la cuestión que motiva la presente, he de manifestar a V.E. Rvma. que durante mi estancia en Viena, y singularmente en los tres días que permanecí en nuestro colegio de Krems, hablé repetidas veces sobre el asunto de referencia con el vicerrector de aquel, P. Francisco de Paula Mestan[Notas 12], quien me expuso llanamente el plan que se proponía seguir para lograr que fuese un hecho la reforma de la Escuela Pía de Austria: reforma que, una vez realizada, pudiera servir, a mi modo de ver, perfectamente de base para la restauración del espíritu calasancio en las provincias húngara y bohemia. El P. Mestan me comunicó, en sustancia, que se proponía presentar en el próximo Capítulo Provincial una proposición referente a la segregación completa de la Casa donde él residía con el exclusivo objeto de dar comienzo en ella a la por dicho Padre tan deseada reforma. El P. Provincial, que es un anciano muy venerable[Notas 13], prometió pedir oportunamente a V.E. Rvma. el auxilio que reclaman las circunstancias azarosas que atraviesa su provincia, y yo, por mi parte, contraje con el P. Mestan formal compromiso de contribuir con todas mis fuerzas a tan santa obra preparando el terreno, a fin de lograr de mi P. Provincial que, a la menor indicación de nuestro P. Vicario General, se prestara de buen grado a mandar a Krems tres individuos, a saber, dos Padres, uno de los cuales reuniera todas las cualidades apetecibles en un buen maestro de novicios, y un hermano operario que sirviera de modelo a los pretendientes que allí podrían admitirse. La reforma debiera montarse allí sobre las tres siguientes bases:

a.Abolición completa del peculio;
b.Unión estrecha e íntima con el P. General en Roma existente;
c.Observancia de nuestras Reglas, tal como se halla implantada en las comunidades más fervorosas de España.

Con estos datos e impresiones regresé a Cataluña y durante el tiempo transcurrido de entonces acá no he dejado, ni un momento siquiera, de acechar la primera ocasión favorable para hablar detenidamente de ello con mi P. Provincial. Este superior, después de permanecer unos dos meses y medio en Madrid por asuntos económicos de este Colegio de Sarriá, ha venido a pasar unos cuantos días para reponerse de su fatiga, por lo que fácil me has dios obtener lo que tiempo ha y con tanto ardor venía deseando; habiendo sacado de mis conversaciones con él las más halagüeñas esperanzas, de suerte que puedo asegurar a V.E. Rvma. que el P. Antonio Mirats, Provincial de Cataluña, se halla excelentemente dispuesto a coadyuvar, en cuando de su parte dependa, a la realización de la consabida reforma. Prueba evidente de ello es el que me haya autorizado dicho superior para indicar a V.E. Rvma. que habemos conversado los dos largamente y más de una vez sobre tan capital asunto, y al que desde un principio me manifestó conceder gran interés e importancia.

Si V.E. Rvma. desea saber detalladamente el pésimo estado en que al presente se halla nuestra provincia de Austria, me permitiré indicarle que, a mi modo de ver, el medio más expedito es acudir al P. Mestan, cuya dirección por un si acaso le pongo aquí: P. Franz de Paula Mestan. Vice-Rector des Piaristen Collegiums. Krems a.d.D. (Austria).

Como que, según me manifestó nuestro P. Provincial, el P. Tomás Viñas debía dirigirse, comisionado por V.E. Rvma., a Hungría, no expondré aquí los datos que, referentes a dicha provincia escolapia, pude recoger durante nuestra permanencia en Budapest, pues considero al ya mencionado Padre mejor impuesto que yo en esta materia.

En cuanto a la provincia de Bohemia, solamente puedo indicar a V.E. Rvma. que, por lo poco que pudimos observar, nos pareció muy abatida, si bien conservaba algún espíritu religioso todavía. Creo que fuera relativamente fácil reducirla a estrecha dependencia de Roma.

Comprendo que esta carta va haciéndose excesivamente larga y temo por consiguiente pecar de indiscreto e importuno abusando de la reconocida bondad de V.E. Rvma. Por lo que me apresuro a poner término a la presente, aunque no si pedirle antes humildemente se digne dispensar mi atrevimiento en dirigirle estas líneas que deseo acepte V.E. Rvma. como inspiradas por la mejor voluntad y rectitud de intención.

Plegue a Dios conceder a V.E. Rvma. plenamente felices las presentes Pascuas de Navidad, como también un buen principio de año nuevo, el que ruego al Señor sea para la escuela Pía todo año de esperanza y bendiciones.

Su humilde hijo en Jesucristo, quien pide humildemente a bendición y besa la mano de V.E. Rvma.

Aunque el P. Viñas no había ido a visitar Austria en su paso hacia Polonia en 1902, sí que pudo observar algunas cosas sobre la vida en la provincia, que dejó anotadas, y que muestran una imagen preocupante de la misma. No se trata de un texto elaborado, pero es muy explícito. Dice lo siguiente[Notas 14]:

Krems: están el rector J.E. Urwalek, F. Mestan, un novicio y un prefecto sacerdote seglar. Hay 21 alumnos internos. Quieren abrir clases de gimnasio. El padre que vaya de otra nación no puede enseñar como titular, pero sí de auxiliar. Y puede ocuparse del internado y los novicios. Tampoco hay en este colegio clausura: las mujeres campan por dentro; estando yo en mi aposento entró una y me dio una taza de caldo. El rector es favorable a que venga alguien.

Viena: viven como sacerdotes seglares. Sólo tienen en común la comida a mediodía. No hay clausura. Mujeres se ocupan de los quehaceres de la casa. Los padres enseñan en colegios de la ciudad; al terminar vienen a casa como a un hotel. Esta Provincia Austriaca, si no se remedia, morirá por inanición, pues solo dos jóvenes estudiantes hay; uno estudia la carrera de teología para ser profesor de religión; el otro la carrera de filosofía. Luego cada uno se buscará una cátedra y se acabó.

Preguntado el P. Mestan si era permitida la vida de comunidad en Austria, respondió que sí, que era floreciente en otras corporaciones. Menos en la nuestra que va perdiendo cada día más y más, va de capa caída. No hay espíritu religioso, ni arriba ni abajo.

En el colegio de Viena se admiten sacerdotes pupilos: en lugar de vivir en un albergue, viven en el colegio. Pagan su alquiler, comen en común a mediodía, y santas pascuas.

Un sacerdote croata que vive con los PP. De Viena me dijo: “El P. Mestan es el único escolapio digno de ese nombre”. Los demás no tienen nada de escolapios. Son, en una palabra, sacerdotes seglares.

El colegio Loewenburgense tenía antes más de 100 alumnos, era floreciente. Ahora tiene sólo unos 21 alumnos internos. Está muy bien arreglado, pero no es, en el espíritu, escolapio.

Por su parte, el P. Mistrangelo elaboró su propio informe sobre la vista realizada a Austria en 1904[Notas 15]:

Estado moral de la Provincia.

Los religiosos tenían miedo de la venida del P. General. Para vencerlo y para evitar que se me escondieran, creí deber abundar en bondad, para que se persuadieran de que no había venido a reformar, sino a visitar como hermano sus casas. Logré mi objetivo y pude hacerme una idea clara de todo. Vi también al Nuncio, al Vicario General Mons. Schneider y a otros.

En el pasado, a causa de las apostasías de algunos que incluso se casaron, entre los cuales el Provincial (así me dijo Mons. Schneider), los PP. Escolapios no tenían ninguna estima; ahora un poco más, porque se portan bastante bien.

Vida religiosa y prácticas no existen. Yo sólo vi que la comunidad recitaba después de cenar, en el comedor, las Letanías: bastante bien. El Provincial me dijo que se dicen las oraciones en el oratorio cuando no hay impedimentos. Nuestra iglesia del Colegio Josefino es una parroquia. El Rector es el párroco. Bueno y celoso. Dos padres le ayudan. De los demás, 12 en total, los que son válidos dan clase en las escuelas civiles, o son maestros de religión. En el antiguo Colegio Loewenburg hay 4 religiosos y 22 internos. Parece que funciona bien. Los internos van a las escuelas públicas: 15 son mantenidos por el Emperador (cantores palatinos). En Santa Tecla hay 6 religiosos, algunos enfermos y otros ocupados como los anteriores. El rector se ocupa de la iglesia.

Individualmente son buenos; visten a su modo; algunos llevan barba. Lujo en el vestir y en el mobiliario. No se hace recreación y no se lleva vida de familia. Es admirable que sigan adelante y con concordia.

En el noviciado de Krems hay dos postulantes sacerdotes: se presentan muchos y luego se van. Algunos de los padres son jóvenes, “cantan bien pero fuera del coro”. Acostumbrados a esta vida que parece regular, pero en realidad es secular, no se acostumbrarían a otra. Tienen opiniones de mundanos. Incluso el Rector Hersan, que por otra parte tiene celo y una actividad fenomenal.

La visita del P. General a Viena fue ocasión para visitar a los Calasantinos o Kalasantiner, fundados por Anton M. Schwartz, de la que ya hemos hablado más arriba. Debió mantenerse algún contacto con ellos, y probablemente más adelante el P. Brattina debió proponer al P. Schwartz unir su congregación con las Escuelas Pías. Pero este, con razón, se negó a la unión, enviado una cortés respuesta[Notas 16]:

Recibí con gran alegría la carta de Vuestra Reverencia, pues no sabía que el Rvmo. Padre General favoreciera a nuestra Congregación con su favor y benevolencia. Sin embargo, la unión de nuestra Congregación con las Escuelas Pías no puede hacerse, pues ello haría totalmente ilusorio el fin de nuestra Congregación. Ya que la finalidad que persiguen los Calasantinos no es sólo el trabajar con los jóvenes aprendices y educarlos en la piedad, sino que están al servicio de enseñar la doctrina cristiana y la piedad a los obreros, tanto si son aprendices como luego en cualquier grado y edad, hasta la vejez, y además procurar favorecer, y luego consolidar y aumentar, todo lo relativo al bienestar temporal de los obreros, en todo lo que se pueda, de acuerdo con las Constituciones. Por esta razón, en función de lo que es propio de nuestra vocación, hemos añadido y cambiado las Constituciones del glorioso S. Padre José de Calasanz en aquello que hemos considerado conveniente. Los Calasantinos sirven exclusivamente a los obreros, por lo que a nosotros nos está absolutamente prohibido ocuparnos de los estudios de los jóvenes en gimnasios o universidades.

Ruego a Dios con fervientes oraciones que cuanto antes sean restauradas las Escuelas Pías en Austria. Amo las Escuelas Pías desde lo más profundo de mi corazón y consideraré el día más feliz de mi vida aquel en el que pueda ir a saludar a los Padres de las Escuelas Pías reformados en Viena. Sin embargo, creo que Dios, para mayor glorificación del S. Padre José de Calasanz, de la raíz calasancia - pues yo fui novicio de las Escuelas Pías – quiso que floreciese el nuevo brote de nuestra pequeña Congregación de los Obreros Píos.

Le ruego, Reverendo Padre, que transmita esta mía al Rvmo. P. General de las Escuelas Pías en Roma.

Me alegro mucho de las noticias sobre el progreso de las Escuelas Pías en Polonia. Pero por ahora no podemos hacernos cargo de la casa para aprendices calasantinos en Cracovia, por falta de hermanos.

Con verdadero afecto de caridad, y rogando se acuerde de mí en sus oraciones, quedo…

Hungría

La provincia de Hungría gozaba de buena salud, y continuaba consolidándose con el paso del tiempo. No aumentaba el número de sus casas, pero sí el de sus religiosos y el de sus alumnos. Ofrecemos los datos del catálogo de 1901.1902[Notas 17]:

Casas Sacerdotes juniores Novicios Total

1.Budapest 26 1 27
2.Calasancio Budapest 4 26 30
3.Debrezen 6 6
4.Kekskemet 13 31 44
5.Kis-szebeni 6 6
6.Kolosvar 14 14
7.Calasancio Kolosvar 4 28 32
8.Lévai 13 13
9.Magyarovar 6 6
10.Marmaros-szigeti 8 8
11.Nagy-becskereki 6 6
12.Nagykanizsa 13 13
13.Nagy Karoli 16 16
14.Nitra 7 7
15.Podolinec 8 8
16.Prievidza 8 8
17.Rózsahegyi 8 19 27
18.Satoral J. 13 13
19.Selmeczbányai 5 5
20.Szeged 21 1 22
21.S. Jorge 6 6
22.Tata 7 7
23.Temesvar 11 1 12
24.Trencin 6 6
25.Vac 15 1 26 42

26.Vezsprem 14 14

TOTAL 263 108 26 397

Tenían una sólida estructura para la formación de los candidatos: además del noviciado de Vac, contaban con dos junioratos para estudios de Gimnasio (Kekskemet y Rózsahegyi) y otros dos para el estudio de la filosofía (Kolosvar y Budapest). Estudiaban teología también en Budapest. Un pequeño gráfico nos muestra la progresiva consolidación de la provincia durante estos años:

Casas Sacerdotes Juniores Novicios TOTAL Alumnos


1901 26 263 108 26 397 8918


1902 26 259 108 30 397 8988


1903 26 265 107 26 398 9264


La visita del P. General a Hungría en mayo de 1904 tuvo una gran importancia. Quizás el ambiente estaba un poco caldeado por la indiscreción del Nuncio de Viena, que reveló a la prensa una frase de la conversación entre el Emperador y el P. General, relativa a la reforma de los escolapios húngaros. Para calmar los ánimos, la prensa húngara, informando sobre la visita, decía lo siguiente[Notas 18]:

El 20 sale para Florencia Alfonso Maria Mistrangelo. Tiene 51 años, de estatura mediana, con el cabello un poco gris, de una cultura e inteligencia fuera de lo común. Con su singular ingenio y afabilidad se gana la estima y el corazón de todos cuantos hablan con él. Todo el alto clero y principalmente la Orden de las Escuelas Pías lo rodea con tierno afecto, y se dice que pronto será hecho Cardenal. La visita del Arzobispo no tiene otra finalidad que conocer el estado actual de la provincia húngara. Sin duda esta visita es consecuencia de una misión más elevada, pero como la Santa Sede no tiene derecho de examinar oficialmente las Escuelas de la Orden, según el decreto del Rey Leopoldo II, esta visita es puramente un acto de cortesía y no tiene en absoluto carácter oficial.

Era importante hacer notar que no se trataba de una visita “oficial”, alegando los decretos de Leopoldo II.[Notas 19] El P. Mistrangelo, por su parte, escribe una larga relación de esta visita, en la que se ve su prudencia y su habilidad para tratar con la gente, que le permitió obtener el objetivo que se había trazado: que los húngaros aceptaran participar en el próximo Capítulo General. Escribió lo siguiente[Notas 20]:

Hungría.

El 10 de mayo entré en Hungría, y luego en Trencin, con malos auspicios, viendo las cosas desde el lado humano. Pues habiendo tres estaciones con el mismo nombre, llegué por la tarde, después de una dura jornada de viaje, a Tepla –Teply – Trenscén, es decir, no a la ciudad residencia de los escolapios, sino al sanatorio, y después de un buen trecho en mala carroza, casi de noche, llegado entre gente que no quería hablar y no nos entendía, debí volver atrás y después de una hora de carroza, llegué a Trenscén ciudad, y me condujeron al conservatorio o convento de las Hijas de la Caridad. Como dios quiso, con la ayuda de un sacerdote, llegamos finalmente al colegio.

Los periódicos de Hungría, dirigidos por judíos, habían hablado no poco sobre mi venida. Los Escolapios, por las leyes josefinas y leopoldinas eran independientes de Roma; no estaban sujetos a visitas; no debían reformarse; el gobierno debía estar atento ante un peligro y una indebida intromisión. Era de pensar que les habían inspirado los religiosos: así me lo confirmó el Obispo de Vac y el Consejero de Budapest. Las casas estaban preocupadas y malhumoradas. El Provincial Magyar, auténtico magiar, se lo pensó mejor y no vino, contrariamente a lo que me había escrito, a encontrarme en Trenscén, para no ofrecer un acto de sumisión. En mi conversación con el Rector de Trenscén pronto me di cuenta de que había dado instrucciones: que tantearan el terreno, olfateasen el aire y le informaran.

La situación era difícil. Las demás provincias no tienen importancia, ni por número ni por organización. En cambio, Hungría tiene fuerza y está bien organizada civilmente; tiene 24 colegios florecientes, ricos en religiosos y en medios. Tiene una potente organización, fundada sobre un gran respeto a la autoridad del Consistorio, o sea la Congregación Provincial. Si se hubieran percibido que yo venía para hacerles someterse a mí, me habría ocurrido lo que contaba el Nuncio sobre el General de los Menores, o Servitas, o Benedictinos, no recuerdo bien, que en Viena lo acogieron en la puerta, le hicieron entrar en la iglesia y luego le hicieron salir por otra puerta.

Me convenía, pues, más que en Austria o en Bohemia, hacer el indio, olvidar la ofensa hecha por el Provincial al no venir a mi encuentro en Trenscén, ganarme la confianza para poder ver, estudiar hombres y cosas y escuchar todas las campanas. Después de mis declaraciones al rector de Trenscén, el ambiente se serenó; los padres que estaban serios y desconfiados, se aproximaron a mi alegría e indulgencia. El rector enseguida escribió al Provincial, voló la voz: la mía era sólo una visita fraterna, nada de reforma, aunque yo nunca dije nada de esto; s eme podía colmar de gentilezas, pues no había ningún peligro en hacerme ver casas, iglesias, escuelas, todo.

Esto me permitió conocer el estado moral y material de la Provincia. El Provincial vino a esperarme el 12 a la estación de Budapest con el Asistente Feheld, con el Secretario y el Rector, y me acompañó luego a Vatz, casa de noviciado, al Ketskemet, juniorato, a Tata, dispuesto a llevarme a las demás casas si el tiempo lo permitía. Pero después de decirle tres veces que reuniera el Cosnistorio para decidir el venir a Roma, prometió siempre, aunque objetaba que ellos no conocen ni las personas ni las cosas de la Orden, y que por tanto su venida sería superflua, y hasta hoy, día de mi partida, no me ha dicho aún nada definitivo. Pensaba llevar al perro de paseo por la era, o tomarme el pelo. Apresurándome yo ayer por la tarde, se maravilló cuando se enteró de que partía hoy por la tarde, cuando él estaba convencido de que iba a marcharme de mañana.

El P. Magyar es un hombre bueno en el fondo, y bajo una apariencia de simplón esconde una agudeza poco común. Y los demás Asistentes no lo son menos, y todos son cultos y expertos como para poner en apuros a cualquiera.

Estado moral de la Provincia.

La Provincia abunda en casa, hombres y medios. Las casas son amplias, hermosas, bien equipadas. Las habitaciones de los religiosos son espléndidas, amuebladas con lujo y buen gusto. No hay clausura. Las mujeres entran por todas partes. Dicen que no es posible hacer de otro modo para el servicio, no teniendo hermanos operarios, para la limpieza, en lo cual son exigentes, ni en las escuelas, pues las madres quieren oír de los profesores noticias sobre sus hijos. ¡No sería nada fácil mantenerlas en la puerta!

Se tratan señorialmente; se come bien y se bebe mejor y mucho. Se fuma siempre y todos, en casa y fuera.

Los religiosos llevan la sotana, con un capotillo y un sombrero redondo; van bien peinados, con raya, incluso los novicios. Van a las casas particulares y se diferencian poco de los seglares. No tienen prácticas de piedad, ni oraciones, ni meditaciones, ni recreaciones en común. En general dicen misa los días de fiesta. Pocas veces los días ordinarios. Breviarios no vi ni traza. Solo el P. Kalmar me dio a entender que había dicho el oficio. Estudian mucho y son muy instruidos. Por esto son muy apreciados. Por la religiosidad, poco; y por la conducta, menos. El Obispo de Vatz me afirmó que era necesario que volvieran a la Regla; el Obispo de Budapest, amigo e indulgente, ve también la necesidad de la reforma, pero afirma que hay que hacerla despacio, y que son exageradas las acusaciones que les hacen. El de Transilvania es más riguroso y desaprueba abiertamente a los Escolapios. El Conde Esterazy, patrono de Tata, me confesó que está descontento de la conducta de los Escolapios jóvenes, y quiere que se reformen, pero dice que es muy peligroso hacerlo con prisa; el Preboste de Tata. Óptimo sacerdote, me dijo lo mismo y me rogo que metiera mano despacio a la necesaria reforma. Hacía pocos días, me dijo, había sucedido un escándalo. El prefecto de policía le advirtió que los jóvenes escolapios frecuentaban las casas de tolerancia.

A los novicios se les educa muy bien de acuerdo con las Constituciones. Pero mientras se les predica la pobreza etc., ven la lujosa habitación del Maestro, y que los religiosos mayores no hacen ningún caso de las Reglas. Cuando salen del noviciado son libres, y se acabó todo. Por lo tanto, se embarcan con los demás. En el juniorato o Calasancio de Budapest y de Kolosvar tienen un Director de estudios que está con ellos. Cada uno desde el noviciado tiene su libro donde diligentemente se anotan las inclinaciones, el aprovechamiento, las tendencias, etc. Cada mes se informa al Consistorio. Estudian con empeño, son buenos en las materias filosóficas y teológicas, van a la Universidad y con peligro. Tienen la misa y las oraciones en común. Cada mes dan una academia a la que asiste la comunidad. Se da mucha importancia la estudio. Pero sólo se confiesan una vez al mes y de piedad tienen bastante poca, y no entienden mucho. Salidos de la Universidad y convertidos en profesores, como he dicho, la cosa se acabó.

Así que los religiosos un poco hacen a su modo, viven opíparamente, están bien y ninguno quiere reformas. Tienen dinero; editan obras a beneficio propio. Reciben unos 250 florines al año, la tela para hacerse dos hábitos a medida. Están servidos como señores y ni se les ocurre salir de su comodidad, ni siquiera los viejos. De hecho, ninguno me mostró el menor deseo de ello, ni de lejos; si acaso, temor.

Se ocupan mucho de la escuela, y con celo, también por mantener alto el prestigio. Todas las casas y colegios tienen tierras. El gobierno les ayuda. Para los jóvenes reciben 25.000 coronas al año, puesto que al Gobierno, según me dijo el Ministro, le convienen los Escolapios, por lo que está siempre dispuesto a subsidiarlos, para que tengan profesores. En los 24 colegios no tienen más que seis o siete maestros seglares. Dentro de dos o tres años los cubrirán con religiosos.

El deseo de que brillen en la piedad, brillen en los estudios, es general. El Emperador me lo dijo. Cuando fui a la villa del Conde Esterhazy se lo dijo claramente. El Obispo de Transilvania, Mons. Mailat, que ha venido hoy, 18, a verme, me ha repetido lo mismo. Está de acuerdo en que se vaya lentamente para no dar lugar a escándalos. En Kolosvar, su diócesis, actualmente se portan bien. Fue él quien me dijo que los Escolapios no rezan el Oficio. A sus observaciones le respondieron que una bula de Clemente XIV les dispensaba debido a las ocupaciones escolares (!?). De ordinario rehúsa ordenar a los nuestros porque no hacen ejercicios espirituales, ni prácticas religiosas, etc. El obispo de Gran Varadino, al que oí hoy, me ha dicho que la casa de Debrezen, en su diócesis, un sacerdote joven apostató el año pasado a causa de mujeres.

A pesar de todos estos problemas debo confesar que hay mucho de bueno en cuanto a la sustancia; sólo falta la forma. En todos hay un gran respeto a la autoridad, espíritu de trabajo, de estudio, de sacrificio, amor a la orden. Muchos inconvenientes deben atribuir a las costumbres del país y a las leyes de independencia. Encontré mujeres incluso en casa de los Premostratenses, y en los Capuchinos los novicios llevan la raya en el pelo… y el guardián fuma de la mañana a la tarde, lleva calzones largos y sombrero redondo. Y el Conde Esterhazy me dijo de él que era un santo varón.

Hoy, 18, el Provincial Magyar vino y me dijo que el Consistorio había decidido enviar al Capítulo 3, comprendido el Provincial. Pero como estaban presentes sólo 5 de los 12, en la reunión plenaria de julio establecerán a quién enviar para la elección del General. Por lo tanto, habrá que pedir a la S.C. de Obispos y Religiosos que los presentes puedan y deban tomar parte en todas las deliberaciones del Capítulo.

Por lo demás, viejos y jóvenes se alegraron mucho de mi visita, y los dejé agradecidos y conmovidos por mi visita, expresando el deseo de que volviera, que amara y me ocupara de la provincia, y muchos lloraban. Pienso que, con mucha dulzura, fuerza y prudencia la Orden puede lograr volver a la observancia a esta provincia floreciente.

Cracovia

La casa de Cracovia sobrevivía desde que los PP. Adam Slotwinski y Tadeusz Chromecki la habían puesto en pie treinta años atrás, pero sobre ella pesaba como una losa la deuda que el P. Adam había contraído para restaurar el colegio, y que no habían sido capaces de repagar. También la falta de entendimiento entre los padres polacos, los dos mayores y las escasas vocaciones que iban llegando. Desde allí llegaban noticias preocupantes. En 1901 enviaron al P. Ladislao Zabrzeski, polaco incardinado en Liguria y que debía resolver un asunto relacionado con su servicio militar volviendo a su país, que informara sobre la situación de la casa. Y este es el informe que envió desde su casa[Notas 21]:

Hasta ahora no sé nada positivo de los escolapios de Cracovia. No me he movido de casa de mis padres. Sé solamente que el Cardenal está muy indignado contra ellos. Me dijeron que ninguno de los religiosos tiene actualmente la facultad de confesar. Haría falta una reforma, pero insensible al mismo tiempo, para no sacudir demasiado de golpe aquella comunidad. Por lo demás, sin noviciado ¿cómo recobrar la sangre perdida? Para levantar la obra que se va descomponiendo progresivamente haría falta un rector instruido, piadoso, prudente, laborioso y verdaderamente amante de las Escuelas Pías. Pero incluso con estas cualidades, uno solo, en medio de tanto egoísmo, en vano intentaría salvar la obra del precipicio. Tengo la esperanza de que nuestro P. General no dejará de visitar las Escuelas Pías en Austria etc. Quizás desde cerca él mismo comprenderá mejor que nadie lo que hay que hacer para conservar aquella única casa de Polonia. Lleno de confianza en la Providencia…

El P. Mistrangelo desea recibir más información, y para ello escribe al Cardenal Puzyna, Arzobispo de Cracovia, quien le responde[Notas 22]: Con dolor debo confesar a V.E. que las vocaciones auténticas para el convento de los PP. De las Escuelas Pías son pocas. Además, ese convento, que se encuentra en mi sede episcopal, no corresponde a la idea de su Santo fundador, ni a las necesidades de mi diócesis.

Se trataba de una respuesta realmente inquietante. Mientras tanto, fallece el P. Tadeusz, rector, y el P. General nombra para sustituirle al P. Gustavo Kalman, la primera vocación de la nueva época. Pero cuando va a presentarse al Cardenal, no lo quiere recibir. Tiene muy mala fama, comete irregularidades canónicas. Pasa el tiempo, y el Cardenal Puzyna vuelve a escribir otra carta aún más alarmante[Notas 23]:

El deplorable estado en el que se encuentra la casa de las Escuelas Pías de esta ciudad de Cracovia hace que me dirija a V.E. Rvma., que según he oído, no sólo es Arzobispo de Florencia, sino que por voluntad el Sumo Pontífice es también General de las Escuelas Pías.

Pues el colegio de las Escuelas Pías de Cracovia, floreciente durante más de doscientos años, en nuestros días se ha hundido a un tal estado, no a causa de la maldad de los tiempos, sino más bien de la incuria de los rectores de esa casa, que es de temer que no pueda subsistir.

Sobre las costumbres de los religiosos, sobre el estado moral del colegio, mejor será que me calle, pues no puedo decir nada bueno. Son absolutamente inútiles, más bien sirven de escándalo a los católicos, y si no se lleva a cabo pronto una reforma, aquella casa irá a la ruina, pues la situación material del colegio es casi desesperada. Hace más de 20 años el rector de la época del colegio, P. Slotwinski, con permiso de la S. Sede y del Gobierno pidió un préstamo a la Caja de Ahorros de Cracovia de 30.000 florines austriacos (casi 63.000 L) para reparar la casa. Puesto que durante diez años no devolvió ni una parte del capital y descuidó pagar el censo, a petición de la Caja de Ahorros se secuestraron judicialmente las posesiones de la casa. Inútilmente, sin embargo, pues después de otros diez años la deuda no ha disminuido, por lo que se pensó en la venta del colegio. Para evitar este extremo, el P. Chromecki, rector entonces de la casa, pidió y obtuvo permiso para pagar buena parte de la deuda a costa de los capitales del colegio destinados a la manutención de los religiosos. Pero no han pagado los impuestos desde hace tres años, y el Gobierno también amenaza con el secuestro.

Tras exponerle el estado material y moral del citado colegio de las Escuelas Pías, no hace falta que le diga mucho sobre los medios para remediarlo. Sería muy bueno que V.E. Rvma. enviara algún religioso imbuido del espíritu de S. José de Calasanz a Cracovia, pon potestad de Rector o de Visitador, que intentara al menos reformar las costumbres de los tres religiosos que forman dicho colegio. Si evitaran gastos inútiles mejorarían también la situación del colegio. Si ello le parece imposible a V.E. deme al menos la facultad de vigilar seriamente las costumbres y los gastos de los religiosos, a pesar del privilegio de exención. Sin dicha facultad, temo por el futuro del colegio. Ruego a V.E. me perdone por darle tan tristes noticias, que sin embargo nacen del deseo de devolver al colegio de las Escuelas Pías de Cracovia a su prístino estado.

Ante un ultimátum de este tipo, el P. General no podía quedarse parado, así que inmediatamente decidió enviar un visitador de confianza, el P. Tomás Viñas, para que viera la situación y propusiera las decisiones a tomar. La Congregación General, reunida en Roma el 23 de noviembre de 1902, decide que el P. Viñas salga inmediatamente hacia Cracovia. El P. Viñas, Archivero General, llega a Cracovia (tras detenerse en Viena y Budapest, tratando sin éxito de averiguar algo a partir de los provinciales respectivos) el 12 de diciembre. Guarda minuciosamente todos los documentos de la visita y elabora un magnífico cuaderno con todos los datos, para informar al detalle al P. General[Notas 24]. Lleva a cabo una cuidada visita, de la manera más clásica, empezando por los lugares y concluyendo con las personas. Al concluir su visita, deja una serie de órdenes para la casa:

-Cada tarde se haga media hora de oración vocal y mental antes de la cena, y después de cenar, las letanías de los santos.
-Todos juntos renueven los votos el próximo día de Navidad. Y luego dos veces al año, como mandan las Constituciones.
-Léase durante la comida, puntos de las Constituciones y otros libros piadosos, de historia, etc. Hasta la mitad de la comida.
-Obsérvese clausura en las habitaciones de los religiosos, biblioteca y cocina. Póngase el cartel “Clausura”. Obligatoria a partir de Navidad.
-Para recibir seglares, en el comedor. Añadan sillas de las que sobran en las habitaciones de los religiosos.
-Si viene de visita una mujer, dejen abierta la puerta.
-Procure el rector sacar cuanto antes de casa a los seglares, para que los religiosos vivan solos.
-El sacerdote novicio absténgase de celebrar misa y de comulgar hasta que lo disponga de otro modo el P. General y su Congregación.
-Para poder ayudar en el actual estado económico lamentable, en adelante no se hagan gastos sin consultar al P. General, excepto los de diaria necesidad.
-Todos vayan a la escuela según el horario asignado, y si faltan que les supla otro religioso. Eduquen a los niños bien con la palabra y el ejemplo.

Todo ello no constituía más que un parche. Pero en una carta que envía desde Budapest, porque le parece que es urgente que se tomen medidas cuanto antes, incluso antes de su vuelta, informa sobre su impresión al ver la casa, y sus propuestas para detener la inminente ruina:

La casa de Cracovia está verdaderamente en condición misérrima, pero no desesperada. He visitado al Emmo. Cardenal Puzyna, quien me ha recibido con grandes muestras de benevolencia. Yo al llegar a Cracovia le había escrito un billete diciéndole que creía muy conveniente, antes de visitarle, empezar la Visita de la Casa y concluirla, así para conocer yo mejor el estado de la misma, como para que los Padres no pensaran que yo preguntaba y obraba conforme a indicaciones recibidas fuera de casa. En efecto, cuando fui a ver al Emmo. Sr. Cardenal, sabía yo muy bien las cosas y asuntos, y por consecuente pude decir al Emmo. las disposiciones radicales que la prudencia y necesidad me habían sugerido. Además, convenimos con el Emmo., no menos que con el Sr. Vicario General de la Diócesis, con quien hablé largamente, que es absolutamente necesario quitar de Cracovia al P. Kalman. De él tanto el Emmo., como dicho Vicario (que es amigo de los Padres), me han dicho mucho: sus escándalos son inaguantables y amenazan acabar con nuestra casa.

Además, los débitos son muchos, como verá su E. Rvma. En la relación exacta y detallada que in scriptis he hecho y que traigo conmigo. Pero conviene pagar cuanto unas 6 o 7000 coronas para evitar el secuestro y la venta de la casa, que amenaza para el próximo enero. Digo esto a V.E. Rvma. Para que empiece a pensar de dónde podrán sacarse dichas coronas, pues luego cuando llegue a Florencia las cosas se verán más claras.

Cambiando el rector y pagando este perentorio débito, aunque quede la casa bastante, muy grabada, no obstante, puede conservarse y pagar en pocos años los débitos. Por lo demás, el Emmo. dice que favorecerá en cuanto pueda nuestra casa, con tal que esta sea casa religiosa, no foco de escándalos.

Los padres restantes son buenos, y en otras circunstancias contribuirán al decoro de la Orden. Además, he dejado en la casa unas ocho disposiciones que, en virtud de las atribuciones y oficio de Visitador, que indignamente se me han dado, he mandado se cumplan en adelante en dicha casa, en virtud de Santa Obediencia.

Creo, Rvmo. Padre, que con todo esto podemos dar gracias a Dios del resultado de esta Visita. Debe V.E. Rvma. Hacer un sacrificio buscando aquel dinero, pero Dios lo recompensará.

Había que cambiar cuanto antes al rector, y conseguir el dinero más urgente para salvar la casa. Con respecto al religioso, nos cuenta el P. Viñas en el mismo informe de la visita[Notas 25]:

El religioso en el que los superiores habían pensado para dirigir la casa de Cracovia era el P. Juan Borrell, de la Provincia de Cataluña, hombre religioso, conocedor de idiomas, con gran facilidad para aprenderlas, pero no podía dejar su clase en Barcelona hasta final de curso. En su lugar fue enviado de momento el P. Leandro Cuixart, que acababa de volver de Argentina y Chile, donde había vivido varios años, y que se preparaba para ir a Palestina para visitar los Santos Lugares. A causa de la interrupción del viaje, tuvo que detenerse en Roma, por designio divino sin duda, para estar disponible en la necesidad presente. De acuerdo con la obediencia, se sacrificó, y a finales de enero salió para Cracovia.

Al P. Cuixart le había pedido que fuera por unos pocos meses, mientras se nombraba otro rector, y partió con el dinero necesario para realizar los primeros pagos. Se trataba de un donativo de 10.000 pts. (convertido luego en liras), que generosamente había ofrecido la Vicaría General de España[Notas 26]. Le acompañó el P. Ladislao Zabrzeski, pues de otro modo no hubiera podido comunicarse con la gente. No debió ser nada fácil para él la estancia, pero con diplomacia consiguió ganarse la voluntad de los cuatro religiosos polacos, y convencer al P. Kalman para que fuera a Liguria, renunciando al rectorado. Poco a poco va imponiendo orden en la casa, que ahora respeta un mínimo de observancia religiosa y de clausura. Dice que aquel no es puesto para él, pues era ya demasiado viejo (tenía 47 años) para aprender el polaco; pero viendo que ninguno de los escolapios polacos tenía dotes para rector, estaba dispuesto a seguir en Cracovia hasta que llegara el nuevo rector. Que sería el P. Borrell; pero él no podía dejar su colegio de Sarriá hasta que terminara el curso. Y, efectivamente, cuando llegó el P. Juan Borrell, acompañado del H. Ramón Beltrán, el 14 de agosto de 1903, el P. Cuixart regresó a España, tras hacer el traspaso de poderes y de información. Deja las cosas en marcha, como informa al P. General[Notas 27]:

El P. Borrell ha tomado hoy posesión del rectorado después de enterarlo e instruirlo minuciosamente de todo lo de la casa. Yo partiré dentro de poco para ir el sábado próximo día 29 a Génova a saludar a V.P. Rvma. Allí llegaré con el favor de Dios en el tren de la tarde de dicho día. Entonces referiré a V.P. Rvma. cómo queda esta casa y qué cosa puede esperarse de ella. Ya está casi todo preparado para abrir el internado el día 1 de septiembre. La comunidad está entusiasmada para llevarlo adelante. Se han aceptado ya algunos internos y alumnos para la escuela que tuvimos el año pasado. En el internado quizás haya pocos niños al principio y puede ser aún este año, pero crecerá el número el año próximo con el favor de Dios. A buen seguro será necesario que V.P. Rvma. envía un padre más. Para ello le avisará el P. Borrell, pues es necesario esperar para saber algo fijo del enfermo y también ver si vienen muchos internos.

El enfermo de que hablan era el P. Bieganski, que había tenido un ataque de locura y estaba pasando unas semanas en el hospital. Llega la época del P. Borrell, un hombre genial para la tarea pendiente, que en pocos meses aprendió la lengua, y se entregó con empeño a sacar la casa adelante. No era un hombre de escribir largas cartas, pero en las muchas, breves, que escribió a los sucesivos Padres Generales muestra un gran sentido del humor, una total desenvoltura y una firme decisión y confianza en sí mismo y en Dios. Véase un simple ejemplo, cuando escribe al P. General después de su visita[Notas 28]:

Sólo no puedo hacer nada, o casi nada más que sufrir inútilmente contemplando cómo nos desacreditamos con este internado. Hace más de un mes que va un interno a la clínica a que le curen un dedo en que se hirió con una pistola. Jugando con la misma poco después un interno ensartó una bala a otro en el muslo, y todavía no han podido sacársela. Es de esperar que al fin salga bien librado, pues anda ya sin dificultad, pero estuvo en un tris que no le hiriera mortalmente. Y aun estos dos sucesos no son de los que más miedo me dan. Hace tres días que los internos, ya por tercera o cuarta vez, echaron por este corredor la basura y uno o dos cubos de agua, y las patatas por el suelo y por las paredes; descerrajaron la puerta del agua, remojaron al cocinero y le ensuciaron el cuarto. Cuando llegué y vi lo que pasaba, fui a ver al P. Prefecto, le dije si sabía lo que pasaba, si por ventura en mi ausencia se había embriagado el cocinero. Díjome que el cocinero no tenía culpa. Después oí que a los niños les decía que tenían razón. Esto es una casa de locos, de ningún modo casa de educación. Y lo peor es que con los factores actuales no es posible otro producto.

Pide al P. General que le envíe algún compañero de España, si puede ser el P. Leandro Cuixart, que ya conoce la situación del lugar y tiene más tacto que él para tratar con la gente. El P. Mistrangelo, efectivamente, había hecho su visita a Cracovia el mes anterior, y esto es lo que escribió sobre ella[Notas 29]:

Polonia. Cracovia.

Estado moral y financiero.

Después que se pagaron las deudas más urgentes el año pasado y el esfuerzo del P. Cuixart y del actual rector P. Borrell, la casa se ha levantado en prestigio moral y se ha vuelto a poner financieramente en el buen camino.

Antes ante el Cardenal, con quien hablé largamente, y luego ante la Curia, los nuestros tenían una fama pésima. Ahora la comunidad consta del rector, el P. Zabrzeski que es prefecto de estudios y del internado; el P. Bieganski, salido del manicomio, es casi inútil; el P. Juan a consecuencia del abuso de licores durante los meses pasados está terminado a los 45 años. Están el H. Ramón, buenísimo, y el oblato Simón, dedicado al vino.

Los religiosos son observantes. Los españoles llevan hábito; los demás fuera siguen la costumbre del país. En la curia me dijeron que podrían vestirlo todos, y que les gustaría. El que trabaja es el P. Zabrzeski; sabe la lengua y es activo, pero caprichoso y poco regular. A pesar de ello trabaja con empeño. Quisiera ser superior, pero por ahora es imposible. El rector es muy apreciado; estudia la lengua y creo que dentro de un año la conocerá bien. Todos ofician en la iglesia, y la cripta sirve como depósito de difuntos; rentan varios miles. Tienen una finca que produce un millar de coronas. La casa en gran parte está alquilada; con el internado se pagan al gobierno los intereses por el dinero que se debe.

Tienen 20 internos o pensionistas, porque van a los gimnasios de la ciudad, y están como en familia. Para tener un verdadero internado faltan locales y gente. Los nuestros tienen una escuela preparatoria para el gimnasio, a la que asisten 16 externos. La situación del colegio es hermosa y céntrica.

Medios para levantar la Provincia.

El Cardenal y todos insisten en el noviciado, sin el cual, dicen, no puede hacerse nada.

En Cracovia no es posible. Convenimos, y los religiosos están de acuerdo, en que se envíen a Litomysl en Bohemia. Bohemos y polacos se llevan bien, y las lenguas son parecidas. Con la renta de los alquileres y los ahorros podrían pagar la pensión de los novicios.

Prescribí un horario para los pensionistas, de modo que modo que haya orden y pueda hacerse la oración. Recomendé que ampliaran la escuela, admitiendo también niños pobres. Recomendé la observancia, la clausura. Amenacé con despedir al oblato si se emborracha. La tolerancia a los sanos, la observancia a los enfermos.

Las condiciones generales son tales que, si se puede tener algún buen novicio, la Provincia ciertamente se levantará. Dejé a las autoridades bien dispuestas, muy favorables, a condición de que se sometan a la disciplina regular. La gente aprecia a los escolapios, y es buena y piadosa, y aprecian a su cardenal.

De todas las casas visitadas, Cracovia es aquella en la que más se siente la pobreza.

El P. Mistrangelo hizo lo que pudo por la casa de Cracovia, pero del único lugar de donde podía obtener ayuda personal era de España. Y, aun de España, con mucha dificultad: a sus peticiones, el P. Llanas, Vicario General de España, le responde[Notas 30]:

Respecto al envío del P. Borrell a Krakovia [sic], veré de arreglarlo ahora cuando vaya a Cataluña. Miraré de que vaya un hermano operario con él, si hace falta. Pero un Padre para profesor no sé dónde buscarlo; estamos escasísimos de buen personal docente. Conviene reforzar el profesorado de Buenos Aires, y no hallamos religiosos aptos; los que hay hacen falta en los colegios, y es que lo bueno escasea. Para mandar fuera un religioso que nos desacredite, vale más no mandarlo. Los que valen se habilitan para el título y son las columnas de estos colegios. Así que no me es posible hoy por hoy mandar para Polonia más que al P. J. Borrell, pues ni a Buenos Aires puedo mandar dos que hacen falta, para elevar la altura de aquel profesorado.

Pero el generalato del P. Mistrangelo estaba tocando a su fin; la casa de Cracovia debía seguir adelante por sí misma, con los esfuerzos de los que estaban en ella, en especial el P. Borrell, y con la ayuda de otros escolapios españoles que en años sucesivos fueron a echar una mano.

Notas

  1. RR 33.
  2. RP 51, 465. 6 enero 1903.
  3. RP 51, 470. 5 mayor 1904.
  4. RP 53 9, 2. 13 junio 1900.
  5. RP 53 9, 7. 22 diciembre 1902.
  6. RP 53 9, 5. 31 julio 1901.
  7. RG 21 pág. 20-21.
  8. RG 21 pág. 30-31.
  9. RP 57 5, 30. 8 diciembre 1902.
  10. RG 250 f 2, 5. 25 diciembre 1902.
  11. 1864-1920. Perito en psicología y lingüista; rector de Pamplona. Fue Secretario General.
  12. 1865-1941. Provincial de Austria 1906-1925. Destacó a nivel mundial como esperantista.
  13. Antonio Brendler, 1826-1904; Provincial 1896-1904.
  14. RP 57 6, 57.
  15. RP 53 9, 11. 24 abril 1904.
  16. RP 53 9, 31. 22 noviembre 1905.
  17. RP 54 10, 7. 16 noviembre 1901.
  18. RP 54 10, 16. 13 mayo 1904.
  19. Había sido Emperador y Rey de Hungría de 1790 a 1792.
  20. RP 54 10, 25. 18 mayo 1904.
  21. RP 57 5, 8. 31 julio 1901.
  22. RP 57 5, 9. 10 agosto 1901.
  23. RP 57 5, 26. 12 noviembre 1902.
  24. Se trata de RP 57 5, 33 y 34.
  25. RG 57 5, 34 pág, 36.
  26. RG 251 o, 36. 5 enero 1903.
  27. RP 57 6, 20. 23 agosto 1903.
  28. RP 57 6, 38. 10 junio 1904.
  29. RP 57 6, 37. 10 mayo 1904.
  30. RG 251 o, 41. 18 junio 1903.