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Última revisión de 10:57 25 ene 2020
Dificultades con los “generalicios” en América
Un problema que se plantea de manera intensa, aunque a nivel local (en Sudamérica) es el de los “generalicios”. Recordemos que en tiempos del P. Ricci el Vicario General de España, P. Manuel Pérez, había creado este grupo de religiosos para servir precisamente en las nuevas fundaciones sudamericanas. Pu sucesor P. Francisco Baroja, mantuvo la institución, pero a la muerte de este en 1897 los Provinciales de España no quisieron saber ya nada de ello, y las fundaciones de Chile y Argentina pasaron a la Provincia de Aragón, contra las esperanzas de no pocos religiosos generalicios que trabajaban allí, y esperaban que aquellas fundaciones podrían dar lugar a la fundación de una Provincia independiente, a cargo suyo. Naturalmente surgieron numerosos incidentes, que se vivieron de manera especial en Córdoba, Argentina, pero que tuvieron repercusiones en los dos países. En Córdoba el P. Antonio Martínez, generalicio muy activo, había sido apartado del Colegio de Santo Tomás, donde estaba desarrollando un brillante ministerio, y enviado al barrio en que estaba comenzando el Colegio Escuelas Pías. Poco antes del final del mandato del P. Brattina le escribe para que defienda la obra de los generalicios[Notas 1]:
Soy admirador entusiasta de la obra magna del Rmo. P. Manuel Pérez q.e.p.d., y veo con intensísimo dolor que las pasiones de los hombres hayan dado en tierra con este elevadísimo pensamiento que tantos días de gloria hubiera dado a nuestra amada Corporación. ¿Lo que un hombre hizo y otros con tan funestos resultados han deshecho no podría restaurarse por la acción bienhechora de V.P., en el que veo al enviado de Dios para calmar tantas conciencias y cortar tantos abusos? ¿Esa savia vigorosa injertada en el árbol de nuestro Instituto por el meritísimo P. Pérez quedará estéril en vista de ese indiferentismo religioso y escolapio, ante esas arbitrariedades de ciertos individuos que han arrastrado casi a su total ruina estos Colegios antes tan florecientes y observantes? No permita el Señor, amadísimo padre, que nuestras infidelidades nos hagan ver la destrucción de esa gran obra. Creo ha llegado el momento de reaccionar, no de cualquier modo, sino según el espíritu e Ntro. Sto. Fundador, encarnado en la idea feliz del Rmo. P. Manuel Pérez de la Madre de Dios.
El P. Pedro Díaz, Vicario General de España, conoce bien el problema de los generalicios, y lo expone de la manera siguiente al P. General[Notas 2]:
La excitación y la división entre los llamados generalicios y aragoneses se va marcando más de día en día, habiendo llegado a inspirarme serias inquietudes el pensamiento de su porvenir. No puedo precisar las causas que han contribuido a formar este estado de cosas, pero me figuro que han de ser muchas y muy diversas: a) los llamados generalicios, aunque jóvenes, estaban allí desde el principio y se creyeron postergados o preteridos por los aragoneses al incorporarles a aquella viceprovincia; b) la dificultad con que tropiezan para venir de vacaciones con alguna mayor frecuencia, como sería su deseo; c) el mucho tiempo que se detienen en la primera enseñanza, porque no van jóvenes que sustituyéndolos los aúpen; d) la diferencia de caracteres o de temperamentos y de modo de ser (aunque yo o creo que esta sea más que una razón especiosa y de recurso); e) poco tacto en algunas determinaciones, y sobre todo, no mucha discreción ni miramiento en ciertas expresiones; pueden ser concausas que han contribuido con otras a colocar los ánimos en este estado de excitación. Es asunto que me preocupa, y del cual me ocupo, aunque hasta la fecha no se ha logrado todo lo que fuera de desear. Dios nos ilumine y ayude.
A consecuencia del mal trato que, según ellos, reciben los generalicios, son varios los que piden la secularización. Uno de ellos es el P. Casimiro Martín, que justifica su demanda diciendo que debe atender a sus hermanos huérfanos[Notas 3]
… y principalmente porque aquí la vida no solo se hace difícil, sino poco menos que imposible, por la guerra cruel que se nos hace a los generalicios, a quienes se nos pretende hacer salir poco a poco de la corporación. Cundo en noviembre de 1905 estuvo aquí el M.R. P. Adolfo Brattina, le comuniqué una conspiración contra los Generalicios, descubierta por mí, pero no quiso creerme. ¡Pobres Generalicios! ¡Somos los huérfanos de la Escuela Pía y se nos trata casi peor que si fuésemos unos parias! La anexión de estos Colegios ha sido, es y creo que será perjudicial, porque algunos han perdido la vocación, otros la pierden, y quizás otros… (…) Mi resolución es inquebrantable. Tengo 38 años, he sido y soy muy retirado y he aguantado con paciencia no pocas vejaciones, creyendo que el tiempo mejoraría la situación, pero sucede lo contrario, porque este Rector[Notas 4] se ha envalentonado y llenado más de orgullo con su reelección y nombramiento de consultor del P. Visitador. aquí no quedamos ya más que 4 Generalicios, y no solo no han querido sacarnos de este colegio para vivir tranquilos y evitar la persecución, sino que se nos desprecia, se nos insulta de la manera á soez, después de echarnos las cargas más pesadas. El P. Dionisio Fierro sabe muy bien quién es este P. Rector.
El P. General no quiere intervenir en el asunto: respeta la autonomía tanto de la Vicaría General de España como de la provincia de Aragón, y escribe una circular en este sentido a todos los religiosos de España y América[Notas 5]:
A nuestro Rvmo. P. Vic. General, MM. RR. PP. Provinciales, RR. PP. Rectores y demás Religiosos de nuestras Provincias de España.
Por cartas recibidas de la América del Sur y de nuestra Prov. de Aragón, nos hemos convencido de la duda que, desde la publicación motu Proprio de S.S. Pío X de 29 de junio de 1904, abrigan algunos religiosos de nuestras Casas de a Argentina y de Chile respecto de su dependencia y relaciones con las autoridades superiores de la Orden. Extrañeza grande nos ha causado esta duda, cuyo fundamento no podemos encontrar, por más que lo intentemos, en el citado documento pontificio. S.S. no ha querido con él llevar la perturbación y el desorden a nuestras Provincias, sino más bien uniformar la acción común bajo una dirección general que aúne los esfuerzos de todos hacia el fin común que se propuso nuestro Fundador S. J. de Calasanz. Tampoco fue la mente del Vicº de J.C. alterar la jerarquía regular establecida en nuestras Santa Constituciones ni siquiera la modificación que imperiosas necesidades de la época introdujeron en nuestra patria. Queda, por lo tanto, íntegra la Vicaría General de España, salva la relación de dependencia del Moderador Supremo de la Orden; queda en pie la jurisdicción inmediata de aquel sobre las Casas de la península, y la delegada sobre las Casas de ultramar, con facultad para obrar con entera libertad mediante el acuerdo y conformidad, en determinados casos, con le Generalidad. Por consiguiente, nuestras casas de América Meridional y Central dependen inmediatamente de la autoridad superior de España, y más inmediatamente aún de las Provincias a que pertenecen, cuyos Provinciales podrán disponer del personal de las mismas según las necesidades de sus Provincias, con solo pedir la conformidad del Rmo. P. Vic. General, y este, a su vez, de la Generalidad.
Con motivo del próximo pasado Capítulo General, autorizamos al Rmo. P. Vic. General por tiempo de tres años para que en nuestro nombre pueda dar esta conformidad, para de este modo más y más facilitar la acción de los MM. RR. PP. Provinciales. Supuestos estos principios, obran estos con entera liberta en el gobierno de aquellas casas de su respectiva jurisdicción, recayendo sobre ellos la responsabilidad inmediata de dicho gobierno.
Sabido es de todos, porque es acuerdo del último Capítulo General, que los Provinciales pueden ejercer su jurisdicción sobre las casas de ultramar por medio de Visitadores Provinciales, provistos de las facultades que tengan a bien el concederles.
Lo que participamos a V.R. para que a su vez lo comunique a los Provinciales, Rectores y demás Religiosos de nuestras Provincias de Cataluña y Aragón.
Los generalicios, en efecto, pidieron la independencia para la Provincia de Sudamérica, y que se les confiara a ellos, pero la Congregación General, tras recibir los informes de la Provincia de Aragón, se lo negó rotundamente[Notas 6]. el P. Pedro Díaz, Vicario General de España, giró visita a las casas de América para ver in situ su estado, e informó al P. General de sus impresiones[Notas 7]. No encontró la situación tan tensa como le habían dicho, pero sí había algunos problemas que debía resolverse, principalmente con el traslado de algunos religiosos (generalicios) a España. Todavía el P. Federico Vicente, nombrado Visitador o Superior de la Viceprovincia, insiste en lo mismo años más tarde. Algunos religiosos quieren recurrir a la Sagrada Congregación de Religiosos[Notas 8]:
Y ya no es la debatida cuestión de los Generalicios la que da margen a eso. Semejante cuestión, según creo haber indicado a V.P., podía y debía haber sido sofocada en su principio; un poco de resolución habría bastado para ello. Se le dio importancia, se anduvo con vacilaciones y condescendencias, se echó mano de procedimientos que acabaron por agriarla y echarla a perder. Con eso se arraigó el descontento en todos. Esperaban ahora el remedio dos o tres Generalicios cambiando de Provincia, los otros y los de Aragón sabiendo de fijo a qué atenerse acerca de su permanencia en estas tierras, y ninguna esperanza se les da.
Piensan que ahí no se les tiene en cuenta para nada, que se les considera como a espurios y se confirman en semejante opinión por el hecho, como dicen, de que envían aquí a los que quieren castigar o a los que no tienen hombre que influya por ellos cerca de los Superiores. Robustecen el argumento con lo sucedido últimamente. Reconocen las prendas de los que han sido nombrados de España para estos Rectorados, pero eso precisa más el contraste, pues los religiosos de aquí ni para esos, ni para estos han sonado y añaden nuevo peso con el nombramiento de Consultor para el P. Coll, pues observan que para desempeñar ese cargo habría valido muchos de estos religiosos. Es verdad que se ha dicho también que el referido padre ha sido enviado en expectativa de los acontecimientos, especie que hace más crítica su situación y la mía, y en la que nadie cree, porque se desconfía de los Superiores y se mira ya con recelo su gestión, en vista de que no remediamos cosa alguna, ni se descubre nada que de aliento a los espíritus abatidos.
Opino que por ahora todo marcha normalmente, pero si al organizar el próximo curso hubiera una sonada, no me cogería por sorpresa Por eso urge que se resuelva algo positivo, concreto y permanente con respecto a repatriación de religiosos y sustitución por otros, que encajen en los moldes de estas tierras. Pensar que con trasladar los individuos de unos colegios a otros he de conjurar los sucesos, es un absurdo, y se darían casos de recusar la obediencia para no venir a este colegio, del cual querrían regularmente salir todos. ¿Debo dar lugar a eso? Creo que no. La situación me parece seria y comprometedora, tanto más cuanto los ánimos están más concentrados; una explosión siempre coge de sorpresa, pues ocurre en el momento que menos se pensaba.
Si aquí no hubieran pasado coas serias, seríamos excusables de no prevenir otras; pero han sucedido, y o no se han tomado providencias, o si se han tomado, no han sido eficaces. ¿Ha de suceder siempre lo mismo? Desde que llegué vengo insistiendo sobre lo mismo; nada he conseguido, pero pongo con ello a cubierto mi conciencia. No es pequeña la responsabilidad que todo esto entraña.
Viendo cómo estaban las cosas, los generalicios que quedaban se resignaron, o dejaron la Orden. El problema se fue extinguiendo por sí solo.