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Actividad científica y literaria de los religiosos durante el generalato del P. Viñas
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General34/Conclusión
Índice

 


Conclusión

¡He aquí todo el generalato del P. Viñas y todo P. Viñas en su generalato de 11 años! ¿Qué más se puede decir, a modo de conclusión?

I.En lo referente al generalato, nadie podrá negar que ningún otro generalato, excepto el de Calasanz, se tuvo que enfrentar a tantos y tan graves problemas como el generalato del P. Viñas. Algunos de esos problemas surgieron como consecuencia de la misma evolución interna de la Orden; otros, de la historia europea y de las diversas naciones en los que se encontraba nuestro Instituto.
1.Problemas internos de la Orden en aquel tiempo eran, como ya hemos visto:
a)la necesaria restauración de la vida y observancia regular, exigida por la Santa Sede, bastante relajada durante todo el siglo XIX, principalmente en lo referente a la perfecta vida común y a los ejercicios de piedad en común;
b)la renovación de los estudios de filosofía y teología de nuestros juniores, de acuerdo con las recientes normas de la Santa Sede;
c)la adaptación de nuestras Constituciones y de toda nuestra legislación al nuevo Código de Derecho Canónico;
d)la restauración de la perfecta unión jerárquica entre la Vicaría de España y el resto del cuerpo de la Orden, y de Hungría y Roma;
e)la separación de la Curia General de la Curia Provincial romana;
f)la solicitada nueva provincia de Vasconia.
2.Dificultades extrínsecas a nuestra Orden eran:
a)la guerra mundial de 194-1918, y sus tristes consecuencias, que volvieron precarias la vida y la acción religiosa de cada casa y de cada religioso, especialmente en Europa Central;
b)el ánimo del Gobierno de Italia contrario a la Iglesia, lo que sugirió a los Superiores tomar varias medidas económicas, dañinas en general para toda la corporación;
c)la mayor parte de los problemas internos citados más arriba eran de tal índole y medida que casi nunca pudieron resolverse por las simples fuerzas del gobierno generalicio (siempre débil en nuestra Orden, ya que después de los tiempos de Calasanz raramente hubo un poder central fuerte), a no ser por milagro por algún General con un arte diplomática singular, y siempre cooperando en todo con la Santa Sede. Ese milagro no ocurrió en el caso y la persona del P. Viñas, pues por un lado su arte de gobernar no tenía el grado de diplomacia deseable, y por otro lado su manera de actuar, principalmente en la cuestión de la unión jerárquica no respondía a los deseos de la Santa Sede[Notas 1]. Por eso fue necesario que viniera un Visitador Apostólico, que en nombre y con la autoridad de la Santa Sede, resolviera eficazmente los asuntos citados, como de hecho hizo. Algunos de esos problemas, como la cuestión de la venta de la casa en Vía Toscana 12, la acción para crear la nueva provincia de Vasconia, el tema del P. Pietrobono y todo el asunto de los tres Padres napolitanos probablemente los habría podido resolver mejor si hubiera dicho desde el principio de manera clara su opinión, y si, dejando de lado el arduo campo del derecho, hubiera preferido descender al terreno de los compromisos. Y, lo que es más importante, si antes hubiera explorado cuidadosamente la idea de la Santa Sede sobre esas cuestiones, y una vez explorada, hubiera procurado seguirla fielmente. Lo cual hizo o nunca o tarde, más audaz que equilibrado, y confiando en su propia ciencia y en el dictamen de su conciencia.
d)El P. Viñas fue capaz de sanar de manera más eficaz las dificultades externas que acosaban a nuestra Orden, y en este sentido es de admirar cuánto hizo en las provincias y por las provincias de Europa Central, las cuales sin su válida intervención y frecuenta ayuda se habrían visto en situaciones límite de miseria y de ruina.
e)Algunos otros negocios de la Orden, de menor importancia, al menos en aquellas circunstancias, que el P. Viñas gestionó bien fueron, por ejemplo, las fiestas y celebraciones, literarias y espirituales, de los Centenarios, que fortalecieron no poco en los nuestros el espíritu y el celo calasancio, y la promoción eficaz de las causas de algunos de nuestros Venerables. También propuso muchas cosas prudente y diestramente en la adaptación de nuestras leyes al nuevo Código de Derecho Canónico, dejando aparte los defectos que ya hemos señalado antes, que servirían a los futuros legisladores. Otras muchas cosas fueron pensadas y puestas en práctica por él, que en tiempos posteriores más tranquilos darían abundantes frutos, como por ejemplo los estudios superiores de algunos de los nuestros, el aumento de escuelas técnicas o profesionales, las actividades post y paraescolares de los nuestros, etc.
II.En lo que se refiere directamente al P. Viñas, debemos decir:
1.El P. Viñas fue ciertamente un hombre de ingenio nada común, óptimo religioso, muy erudito en las letras humanas, amantísimo de toda la Orden y de todo lo escolapio, que nunca ahorró fatigas a favor de la Orden, ni se reservó tiempo para sí, para poder dedicarse siempre y en todas las partes al bien de las Escuelas Pías y al cuidado de la juventud a ellas confiada.
2. Pero, a pesar de todas sus cualidades y talentos personales, no era un hombre nacido para el gobierno de las almas, que, según S. Gregorio Magno, es el arte de las artes. Pues era un nombre muy obstinado en su propia opinión y voluntad, poco inclinado al dialogo paterno con los súbditos.
3.Dañó no poco su gobierno su manera de actuar con respecto a sus propios Superiores, con los Prelados de las Congregaciones Romanas, incluso con el mismo Sumo Pontífice, a los cuales a menudo, incluso después de haber sido avisado o corregido, intentaba demostrar que tenía razón con su modo de actuar y con su buena conciencia.
4.Su manera de gobernar podría haber sido más eficaz si hubiera habido una mayor colaboración entre él y sus Asistentes, que no hubo. Lo demuestra claramente el cambio de tantos Asistentes por una u otra causa, el que en los últimos años de su gobierno sólo hubiera un Asistente fiel a él, y la manera doble de actuar del Procurador General. Parece que ningún tipo de colaboración, “horizontal” o “vertical” duraba con él de manera eficaz. Por ello, lamentablemente el P. Viñas careció de colaboradores sinceros, mientras debía colaborar estrechamente con adversarios tenaces. Estos, más próximos a los Prelados de la Curia Romana y mejor aceptados, iban poniendo minas en el campo de acción del P. Viñas, para que él pudiera conseguir de la Santa Sede cosas justísimas y santísimas solo con grandes dificultades.
5.Así, por desgracia, el deseo expresado por el P. Francesco Ulderico Tiboni cuando su primera elección, de que una vez elegido General pusiera en orden a los vivos como antes había puesto en orden a los muertos como Archivero, no se cumplió. Pues el P. Viñas puso en orden con gran habilidad las cosas inanimadas, pero no siempre lo logró con los religiosos animados y sus asuntos.
6.A pesar de todo ello, sin peligro de error o de exageración nos atrevemos a decir: la índole del P. Viñas y su “ineptitud” para gobierno no fue la causa de su deposición y de la Visita Apostólica a la Orden, pues hubo otros Generales más “ineptos” que sin embargo agotaron el tiempo de su gobierno; sino más bien la gravedad de los problemas y de los tiempos, que nuestro débil gobierno central sólo podría haber superado por medio de un milagro. El Cardenal Mistrángelo, con su autoridad apostólica, no fue capaz de resolver los problemas ciertamente menores surgidos antes de su gobierno, y el Visitador que sucedió en el gobierno al P. Viñas solo fue capaz de resolver nuestros asuntos, algunos ya bien enderezados por el mismo P. Viñas, en un sexenio.

Si bien es cierto que el P. Viñas no pudo recoger durante su gobierno los frutos esperados, se puede decir que hubiera sido difícil que otro de los nuestros hubiese podido obtenerlos mejores. El P. Viñas hizo lo que pudo, y con todo ánimo y todo corazón escolapio. Y no fue poco lo que hizo. Por lo cual los escolapios futuros lo recordarán siempre agradecidos, y no como el menos de los sucesores de Calasanz.

Notas

  1. No queremos afirmar que el P. Viñas resistiese abiertamente a las disposiciones de la Santa Sede, sino que intentó prorrogar indefinidamente las disposiciones provisionales toleradas en el Motu Proprio Singularitas regiminis.