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Personajes destacados

Hemos hablado ya de dos escolapios italianos de relieve en este periodo, los PP. Ernesto Balducci y Angelo Sapa. Digamos también unas palabras de otro que destacó en su servicio a las Escuelas Pías y a la Iglesia, el P. Giuseppe Righetti (1905-1974). De la provincia de Liguria, fue ordenado sacerdote en Florencia por el Cardenal Mistrangelo en 1930. Doctor en teología, fue formador en el Juniorato interprovincial de Florencia y de Roma (Calasanctianum), Consiliario General de los Maestros Católicos. Fue nombrado Postulador General en 1956; Procurador General de la Orden (1956-1961), Asistente General por Italia (1961-67). En 1959 fue nombrado miembro de una Comisión Conciliar, la de Laicos. Estuvo también destinado en Savona y Ovada (Rector y Director). Gran parte de su actividad estuvo dedicada a la formación de los jóvenes escolapios y al movimiento de Maestros Católicos, del cual fue el Primer Consiliario General y trabajó en la preparación de su estatuto y desarrollo en las provincias italianas (DENES). De él se escribió que “Estaba convencido de que el Movimiento de Maestros de Acción Católica tenía valor de servicio necesario para testimonia y actualizar la dimensión cristiana de la educación” (Consueta).

En España adquirió gran relevancia el P. Francisco Llenas (1910-1985). Tras hacer el noviciado y la primera profesión en 1926, fue enviado a estudiar a la Universidad Gregoriana de Roma, donde obtuvo el doctorado en teología. Enseñó en Florencia y en Nápoles. Vuelto a España tras la guerra civil, desempeñó diversos cargos en su provincia de Cataluña. Fue Provincial en dos periodos: 1955-1961 y 1964-1967. Entre ambos fue Delegado General de España (1962-1964). Posteriormente sería Asistente General (1971-1979) y Ecónomo General (1971-1980). Como Delegado General estuvo muy atento a la marcha de los junioratos interprovinciales de España, y consiguió calmar algo las tensiones de su provincia; como Provincial, siguió de cerca la evolución de las casas de México y California. Fomentó las vocaciones a la Orden, procuró el diálogo entre los religiosos apoyando la creación de una revista de uso interno, Catalaunia (por cierto, que el P. Tomek le envió el 29 de julio de 1957 una serie de observaciones sobre los 2 primeros números, por algunas ideas peligrosas[Notas 1]). Consolidó las obras existentes, compró y condujo el primer coche que tuvo la provincia (un seiscientos), puso orden en la administración de los colegios, con lo que se consiguió una consolidación económica: la economía jugó desde este momento un papel importante en cualquier obra a emprender. Aprobó y fomentó el escultismo a través del Centre Escolapi de Muntanya (CEM). Fue miembro de la Comisión para la reforma de las Constituciones que se aprobaron en 1971[Notas 2].

Otro escolapio catalán, destacado en España y sobre todo en Cuba por sus logros y más aún por su frecuente relación epistolar con el P. Tomek es el P. Modesto Galofré 1896-1978). Tras realizar sus estudios y ser ordenado sacerdote en 1919, desempeña diversos servicios en su provincia hasta que en 1925 es enviado a Cuba. Enseña en Guanabacoa, donde es nombrado Rector (1934-1940). En la Habana se doctora en Ciencias Naturales. Regresa a España, nombrado Rector de Sabadell (1940-1941), pero añora su Cuba, renuncia al cargo y vuelve a la isla. De nuevo es nombrado superior de Guanabacoa (1946-1955), y mientras tanto obtiene un segundo doctorado, en Pedagogía. Es nombrado Vicario Provincial de Cuba y México (1955-1958). En este trienio prepara las fiestas conmemorativas del centenario del colegio de Guanabacoa y de la llegada oficial de los Escolapios a América, levantando como recuerdo la casa Noviciado de Guanabacoa, obra fecunda, pues en los quince años siguientes hubo 28 tomas de hábito, mientras que en los 84 años anteriores no habían pasado de seis. De nuevo es nombrado Rector de Guanabacoa (1958-1960), y al ir complicándose las cosas en Cuba pasa como Delegado General y Visitador Provincial a México y California (1960-61), volviendo luego a España. Es nombrado Rector de Sarriá (1961-65), pero no se encuentra a gusto: el frío y el ambiente religioso de la Provincia le hacen sufrir. Son muchos los exalumnos cubanos emigrados a los Estados Unidos que escriben al P. General para que sea enviado a Miami, para trabajar con ellos. Y, en efecto, en 1965 es enviado a Miami, donde desarrolla especial actividad pastoral entre más de 20.000 exiliados cubanos y entre nuestros exalumnos, crea la Unión Familia Escolapia Cubana con un boletín «Voz Escolapia». Y en Miami sigue desarrollando su actividad pastoral y científica hasta que le sorprende la muerte. Está enterrado en esa ciudad, y los exalumnos cubanos se reúnen todos los años evocando su memoria. Algunas páginas web le consideran cubano…

A continuación, vamos a hablar de cuatro escolapios húngaros, poco conocidos en el resto de la Orden pero que vivieron de manera heroica en tiempos muy difíciles para su país y para las Escuelas Pías en él, honrando la Orden a la que pertenecían. Conocieron la cárcel a causa de la fidelidad a la misión encomendada[Notas 3].

György Bulányi (1919-2010) comenzó a trabajar con pequeñas comunidades de jóvenes en Debrecen en 1945. Era evidente que con el gobierno comunista al frente del país, en lo sucesivo solo se podría seguir evangelizando de manera oculta. Llegó también a Debrecen en 1945 el P. Jenő Török (1908-1983), quien tenía vocación por el nuevo tipo de actividad pastoral. Desde el curso escolar 1945/46, durante tres años como encargado de la Acción Católica juvenil de la diócesis de Nagyvárad, organizó cursos de teología en Debrecen. En este curso Bulányi enseñaba ascetismo.

Después de la nacionalización de las escuelas, todos perdieron el puesto de profesores. En otoño de 1948, Bulányi fue nombrado pastor universitario por László Pintér, obispo provisor. Mientras pudo, los jueves a las siete de la mañana impartía clases de catecismo en la universidad y los domingos celebraba misa en el templo de los dominicos para ellos, donde se escuchaban predicaciones insólitas y provocadoras. Sin embargo, en diciembre de 1948, fue desplazado de la universidad en el marco de la campaña en contra del Cardenal Mindszenty por orden de la seguridad del Estado. Sin embargo, ese tiempo fue una época de prosperidad para las pequeñas comunidades.

El verano de 1950 trajo para los escolapios la dispersión y liquidación de sus colegios (excepto dos). Sin embargo, György Bulányi no quería renunciar a sus grupos y a su cargo incierto de capellán universitario, y se quedó en Debrecen. Al principio vivía en el edificio que estaba detrás de la sacristía del templo de Santa Ana, luego en noviembre de 1951 se mudó a una casa de alquiler de la calle Dobozi.

El tercer "apóstol" escolapio del trabajo de pequeños grupos, Miklós Juhász (1917-1981) nacido en Vác, profesor de catecismo, era compañero de noviciado de Bulányi. Desde 1946 enseñó en el colegio de Nagykanizsa, desde 1949 enseño en el de Veszprém, y más tarde en 1950 llegó a ser padre espiritual en la casa de formación “Kalazantinum” de la Orden en Budapest. Una colaboradora definió de esta manera a la persona Miklós Juhász: "Bulányi dijo que enviaría en vez de él a un sacerdote mucho más inteligente que él. (...) Todas las semanas se ocupaba de nosotros 3 o 5 horas. Era una persona minuciosa, preparada y profunda, y como espiritualista estaba dispuesto a sentarse con nosotros”.

Jenő Török en enero de 1948 publicó sus ideas en las páginas de Vigilia, la revista católica del país, con el título “Nuevos caminos en nuestra pedagogía religiosa de las escuelas secundarias”. En éste escribió que "el trabajo sacerdotal especial de hoy - y nosotros agregamos: el trabajo educador católico – es despertar y educar el espíritu apostólico en los laicos."

La autoridad de la Seguridad del Estado desde octubre de 1949 llevó a cabo una investigación sobre la organización clerical de pequeños grupos. En 1951, siguieron construyendo la red y pudieron determinar que "György Bulányi y Miklós Juhász, religiosos escolapios con otros religiosos más y la incorporación de sacerdotes laicos están desarrollando una actividad contrarrevolucionaria, organizada y de gran envergadura ilegal." Para lograr un objetivo "crearon organizaciones ilegales de grupos celulares de 8-10 miembros ... Según los datos descubiertos hasta el momento, a nivel nacional 200 grupos de las organizaciones ilegales funcionaban y tenían bajo su influencia a unos 1500-2000 estudiantes y obreros. En la dirección de la organización participaban entre 20-25 sacerdotes."

La autoridad de la Defensa del Estado recibió permiso para "la realización parcial", es decir para el arresto de 20 personas, "cuyo objetivo era decapitar la organización". Primero el 27 de agosto de 1952, Miklós Juhász fue arrestado en el convento escolapio de la calle Vác. Al otro día por la noche se llevaron a Ernő Sigmond de la casa de reposo de Máriabesnyő O.R.A., a Endre Lakos de su casa de Szeged, y a György Bulányi de su piso de alquiler de la calle Dobozi de Debrecen. Finalmente, el 29 de agosto a István Braun y a Hedvig Jolsvai en Balatonboglár, László Ikvay en Szécsény y Ervin Sőtér, que fue arrestado en Budapest, en su lugar de trabajo. Durante los allanamientos en varios lugares, encontraron los apuntes, las cartas y listas de Bulányi. Se incautaron de los libros en el índex y el diario escrito a máquina de Sőtér (en la parroquia capuchina de Buda).

El mismo día capturaron a Jenő Török y lo condujeron a la calle Andrássy 60; sin embargo, con él, la autoridad tenía planes especiales. Su interrogatorio duró 16 días, por las noches, sólo le permitían algunas horas de descanso. Le hicieron escribir 16 puntos sobre los temas que les interesaban (la estructura de la organización de Bulányi, relación con el Vaticano, con las embajadas belga e italiana, el papel de Sándor Sik etc.) Al final de su interrogatorio, cuando reconoció los cargos que se le hacían, le preguntaron cómo quería reparar sus faltas. A la pregunta respondió que con la expiación. A esto le dijeron que no iba a expiar aquí, sino fuera en la vida. Es decir, en septiembre de 1952 lo dejaron marcharse como agente infiltrado, con la tarea de "esconderse" aparentemente entre sus amigos y dar un informe sobre ellos. Su “escondite" era tan exitoso que, por ejemplo, György Bulányi hasta su muerte no supo que Török "se enteró de algún modo de la fecha de su arresto y se escapó". Como no informó sobre sus relaciones, sino que trató de burlar a los oficiales, nueve meses después determinaron que "después de su infiltración se convirtió en traidor, en varias cuestiones importantes no fue sincero con su contacto. Por eso, el 29 de mayo de 1953 Jenő Török fue detenido por nuestra autoridad.”

Para los demás, por el contrario, ya en otoño de 1952 se presentó la acusación. Por ejemplo, en contra de Miklós Juhász, presentaron lo siguiente: "Aprovechándose de su actividad legal como sacerdote dirigió una amplia organización en Budapest y su entorno. Preparó folletos ilegales para los grupos que funcionaban en las diferentes partes del país, mantuvo reuniones con ellos, trató de socavar las bases de la República Popular de Hungría. Incitó en contra de la emulación en el trabajo, tomó posición a favor de Mindszenty; en circunstancias de conspiración secreta sostuvo reuniones secretas con grupos. A través de la embajada italiana estaba en contacto con el Vaticano. Participó en la organización ilegal de los escolapios y también en las reuniones de grupos ilegales de chicas dirigidos por Hedvig Jolsvai como conferencista. En sus escritos titulados “Apuntes sociológicos” trató de desmentir las tesis marxistas y hacerlas inaceptables." Consideraron que el grupo que dirigía "la organización ilegal" estaba comandado por György Bulányi, Jenő Török y Miklós Juhász.

El 10 de diciembre de 1952 celebraron la audiencia de los 9 acusados en la calle Markó con la completa exclusión del público. Al final, György Bulányi por "el delito de dirigir la organización destinada a derribar el régimen democrático" recibió la condena de cadena perpetua. Miklós Juhász por este mismo delito, 14 años. Endre Lakos, László Ikvay, Ernő 'Sigmond, Éva Vadas, en total cada uno 10 años, Hedvig Jolsvai 8 años, István Braun y Ervin Sőtér (con agravante de espionaje) fueron condenados a 7 años de cárcel cada uno. Como fundamento de la condena podemos leer lo siguiente: "Lo esencial de la defensa de los acusados que negaron su culpabilidad es que con su trabajo querían mantener su visión católica; no era su objetivo derribar al sistema social existente. El tribunal provincial no aceptó esta defensa de los acusados." En contra de Jenő Török el 10 de agosto de 1953 se presentó el acta de acusación. Como lo acusaron también de espionaje, el fiscal apelando al interés del Estado, ordenó una sesión cerrada. Naturalmente a él también lo encontraron culpable y lo condenaron a 14 años de cárcel.

Durante los sucesos revolucionarios de 1956, los tres escolapios condenados quedaron en libertad. Jenő Török abandonó el país y en Viena creó la editorial Opus Mystici Corporis que editaba en lengua húngara la literatura espiritual católica moderna de Francia y Alemania, con especial atención a los niños y jóvenes. En los últimos años de su vida ya sus libros y él mismo libremente podían llegar a Hungría. Después de fallecer en 1983, fue enterrado en la cripta escolapia de la ciudad de Vác[Notas 4].

Miklós Juhász y György Bulányi después de la derrota de la revolución tuvieron que volver a la cárcel. El 10 de diciembre de 1960 quedaron en libertad por el indulto del Consejo Presidencial. Entonces Miklós Juhász pasó a estar fuera del "marco". Desde 1961 trabajó como obrero ayudante en la fábrica de carpintería de Újpest, luego como almacenista en Vác en la fábrica de goma Taurus. El 21 de diciembre de 1981, el día antes de su muerte, impartió un retiro espiritual navideño en Sátoraljaújhely donde cuando era joven había sido catequista. Después de esto, fue en tren a Vác y se preparó para la predicación del día siguiente, pero murió en la noche de ese mismo día. "El trabajo espiritual hasta el último momento fue parte de su vida."

György Bulányi después de quedar en libertad, durante 9 años fue obrero cargador en la empresa Tempó. Sólo para sí mismo, en voz baja, en un altar lateral podía celebrar misa. Desde el otoño de 1961 fue a Pécel para estar con el padre András Halász, aquí ya podía predicar. En la cárcel hizo la promesa de no ocuparse más de grupos, pero no pudo cumplir con ella. Cada vez más miembros de su grupo de Debrecen llegaban a Budapest. Desde 1974 la comunidad de los grupos crecientes fue llamada Arbusto. Aunque seguían bajo la vigilancia del servicio secreto, no hubo nuevos arrestos y no hubo condenas del tribunal contra Bulányi. Sí hubo presiones más tarde por parte del gobierno (y hasta de la nunciatura en Hungría) al P. General Ángel Ruiz para que sacara a Bulányi de Hungría. El P. Ruiz dijo que solo lo sacaría si la orden venía directamente del Papa. Pero esa orden nunca llegó, y el P. Bulányi siguió en Hungría hasta su muerte.

El P. Ödön Lénárd (1911-2003), por su parte, pasó 18 años y medio en prisión, más que cualquier otro sacerdote húngaro condenado por los comunistas. El P. Lénárd narra sus prisiones en el Anuario de 1994[Notas 5]. Reproducimos parte de este artículo.

“En 1959 el Partido de la Patria- Guía[Notas 6] del comunismo (era el apelativo de los comunistas soviéticos) impartió sus directivas de nuevas severidades contra la Iglesia en Hungría. A mediados del 61 fue célebre el proceso contra 12 católicos, de los que 8 eran sacerdotes[Notas 7]. “Új Ember” publicaba un comunicado del régimen: eran considerados ‘conspiradores contra el Estado, contra la sociedad actual’.

Il “Giornale d’Italia” y “Wiener Kurier” de aquellos días de junio se hicieron eco de la defensa del único acusado que pudo conservar su personalidad durante el proceso. Se trataba de Ödön Lénard, escolapio, acusado de haber enseñado clandestinamente la religión a los jóvenes. (…)

Una vez encarcelado el fidelísimo Cardenal Mindszenty, prevaleció la tendencia inclinada al compromiso con el gobierno comunista del Arzobispo de Eger, Gyula Czapik. Pese a haber recibido de Roma la advertencia de que no tenía encargo alguno para llevar adelante tratos con el Estado, aceptó la determinación llamada ‘acuerdo de 1950’. En realidad, era un dictado al que se sometió espantado por el encarcelamiento de los eclesiásticos. Aquello resultaba una tremenda presión moral.

Esto dividió a la Iglesia húngara. Por un lado, estaba la Iglesia tolerada, limitada, con frecuencia obligada al servilismo, y siempre amenazada de extinción. Era mucho más difícil la situación de la otra parte, en su mayoría religiosos fuera de la ley, tratados como expulsados, aunque clandestinamente los más seguían ejerciendo su actividad pastoral, No se les permitía sino trabajos manuales, y así o parecidamente la mayoría de los cristianos activos: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos, que acababan encarcelados. Mi peripecia personal carecería de importancia si no fuera porque es representativa de toda esta parte de la Iglesia de Hungría profundamente fiel y sacrificada.

En 1948 fui detenido por primera vez. Ni siquiera conocían mi nombre. Todo fue porque yo, como escolapio, era secretario de Cultura de la Acción Católica, cuyas tesis eran contrarias a la estatalización de las escuelas. Entonces fui condenado a 6 años de cárcel. Poco después de 5 años, en 1953, por una amnistía general, fui puesto en libertad. Durante 7 años trabajé de recadero en una cooperativa de la periferia, y después de revisor de los contadores de agua. En 1961 fui detenido de nuevo. Pretendían entonces estrangular a la Iglesia del silencio. En la noche del 6 al 7 de febrero tuvieron lugar millares de búsquedas domiciliarias en toda Hungría. Muchas personas fueron arrestadas y más de 100 condenadas en una veintena de procesos, de los que solo uno fue público y el resto secretos. Me cayeron 7 años y medio, pero fui puesto en libertad en 1963 por una nueva amnistía ante la presión exterior. No duró mucho mi libertad. Comprobaron que no lograban domarme y repitieron su condena, esta tercera vez por 8 años, pero sumaron todos los años que me habían condonado por amnistía. Con esta increíble arbitrariedad, la condena subía hasta los 19 años. Cuando quedaban solo 6 meses de cumplimiento, fui puesto en libertad. Se debió a una visita a Roma del secretario del Partido Comunista, Janos Kadar. El papa Pablo Sexto le puso delante mi nombre. Desde 18 meses antes yo era el último sacerdote católico encarcelado.

Por gracia del Señor salí de las cárceles relativamente sano. Había nacido en 1911. En 1990 era aún posible encontrar la documentación de decenas de años puesta a la libre investigación y como historiador que soy inicié su estudio. Había estado en 8 prisiones distintas en tres etapas diferentes y comprendí mi posibilidad de hacer una síntesis aleccionadora.

En esta síntesis lo menos importante es lo policial, aunque suele ser el aspecto más amargo. La falta de humanidad, la brutalidad, eran más frecuentes al comienzo, en que acudían a procedimientos psíquicos más refinados para deteriorar a la persona. Me acuerdo siempre de un joven sacerdote que me miraba espantado desde su expresión extraviada. La policía secreta le había implantado diodos en el cerebro y estaba en situación de leerle sus pensamientos. Precisamente las personas más sensibles y finas de espíritu eran las más expuestas a este tipo de vejaciones. Algunos enloquecían; otros morían. El redactor jefe de un diario católico comenzó por enloquecer, y luego murió de hambre. Hubo quien, en su desorientación y su miedo, una vez liberados dejaron la fe; otros se suicidaron. Ya he llegado a documentar 12 suicidios.

Pero la mayor pena para las personas “fuera de la ley”, y sobre todo encarceladas, nacía de que sus superiores y en general la porción tolerada del clero, desde el primer momento de la detención pronta y velozmente guardaban las distancias, para así defender su persona y la propia existencia eclesial. No se conducían como los primeros cristianos lo hicieron con los hermanos confesores de la fe, sino como se trata a los leprosos, con gran satisfacción de los comunistas. Precisamente por esto se suicidaron algunos, otros perdieron la fe y otros, a través de la autoafirmación orgullosa, se afiliaron a las sectas.

Pero el problema más grave era que, con la falta de una guía suprema eclesiástica dinámica, afectuosa, flexible e informada de las situaciones personales, aquellas dos partes de la Iglesia húngara permanecen enfrentadas y acusándose mutuamente. Falta la conversión. Nuestras fuerzas debieran empeñarse en la lucha contra el liberalismo ateo y la secularización, pero por nuestro pasado ambiguo y nuestro presente poco ardiente, los de una y otra parte somos débiles e ineficaces. ¡Ojalá el Señor tenga piedad de nosotros!

De todos modos, los más de los perseguidos permanecen fieles porque se aferraron a Dios continuamente, en la cárcel y fuera de ella. Con una tenaz habilidad impensable, nos ingeniamos para que la Eucaristía permaneciera entre nosotros. Cada uno salvaba su vida interior y su dignidad personal con los medios a su mano. Mi vida espiritual respiraba también por medio de poemas escritos en letra minúscula en papeles de fumar, que introducía en tubos de dentífrico para poderlos enviar al exterior de la prisión. Con los años llegaron a 850.

El viejo dicho latino ‘habent sua fata libelli’[Notas 8] se verificó así, aunque los antiguos romanos no conocieron ese tipo de libros. Era, de una u otra forma, el destino de todos hombres y almas en los tubos de los corredores de las cárceles del comunismo. Acaso, gracias a Dios, así pude ser útil a mis pobres prójimos”.

Podemos imaginar la preocupación del P. Tomek por los religiosos de su provincia, que duró hasta el momento de su muerte.

Notas

  1. AGSP. Fondo Tomek. Prot. 1091/1957.
  2. http://dbe.rah.es/biografias/55119/francesc-llenas-vinas
  3. Para un desarrollo más amplio de la vida de las Escuelas Pías en Hungría en estos tiempos, cf. J. BURGUES, Memorias y presente de Hungría, 300 años después. 1919. Está publicado en formato ebook en la página oficial de la Orden.
  4. Su Consueta, escrita por el P. J. Ruppert, puede leerse em Ep. Cal. 1996, p. 175-177.
  5. Anuario de 1994, 60-63.
  6. Partido Socialista Obrero Húngaro.
  7. Hubo 17 procesos contra comunidades católicas en 1961 y 1962: 180 personas fueron acusadas; 86 fueron condenadas a prisión, 34 sacerdotes fueron apartados de sus parroquias, lo mismo que 12 maestros. 21 estudiantes fueron expulsados de la Universidad. cf. (https://katakomba.cserkesz.hu/tartalom/tanulmany/22/)
  8. (Según la capacidad del lector) los libros tienen su destino.