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El Capítulo General de 1967.
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Otros temas

El SIR Studentato Interprovinciale Romano)

Añadimos algunas informaciones a lo ya dicho sobre el SIR en el segundo mandato del P. Tomek.

Tenía interés el P. Tomek en que los juniores americanos hicieran en Europa al menos un ciclo de su formación (teología). Y quería que algunos vinieran a Roma, para estudiar en la Universidad Gregoriana y ser luego profesores en junioratos de sus propios países, que empezaban a crearse. Pero la casa de San Pantaleo tenía poco espacio, por lo que se decidió crear un juniorato internacional en otro lugar de Roma. El proyecto era realizable después que, por decreto del Capítulo General de 1955, se creara la Caja de la Orden, nutrida con contribuciones anuales de todas las provincias. La Caja de la Orden se enfrentaba a dos costrosos proyectos: el del colegio P. Scío, y el del SIR.

Afortunadamente, el Sr. Ricardo Gualino en 1959 cedió generosamente a la Orden un terreno de 20.000 metros cuadrados en la zona de Monte Sacro, en 1959. Inmediatamente la Curia General (en la persona del Procurador, Ecónomo y Asistente General Laureano Suárez) puso manos a la obra de planos, permisos, etc. Pero las cosas se fueron complicando, y no se obtenían del Ayuntamiento los permisos necesarios.

Por fin en 1967 se presenta la oportunidad de vender el terreno regalado para comprar en la vía Appia Nuova un edificio recién construido, previsto como clínica. Se obtienen los permisos necesarios para erigir una comunidad religiosa, y en octubre de 1967 (recién terminado el mandato del P. Tomek) se abrió la casa, con 27 juniores y 6 religiosos de comunidad. Pero su vida fue breve, de solo tres cursos. Surgieron muchos conflictos internos (era una época de crisis de mentalidades en todo el mundo), muchos de los juniores abandonaron la Orden, y los superiores tomaron la decisión de cerrar el juniorato. Termina así la historia del Juniorato Internacional de Roma, que había comenzado el P. Giuseppe Del Buono en 1928[Notas 1].

Concilio Vaticano II.

El Concilio Vaticano II constituyó sin duda una experiencia muy interesante para el P. Tomek. Él fue uno de los 100 Superiores Generales invitados a participar en el Concilio como miembros ordinarios. Y la participación en las cuatro sesiones desde el año 1962 a 1965 fue un tiempo intenso en que tenía que abandonar los asuntos menos urgentes de la Orden para concentrarse en esta nueva responsabilidad. También el P. Laurean Suárez fue invitado como Experto en Educación, y tuvo su parte en la confección del documento Gravissimum educationis, sobre la educación cristiana. El P. General pide a todas las casas de la Orden que recen por el buen éxito del Concilio.

La celebración del Concilio da al P. Tomek la oportunidad de conocer a muchos obispos, algunos de los cuales le piden una fundación escolapia para su diócesis. Quizás el caso más típico es el de Mons. Dodds, obispo de Ziguinchor, que consigue la fundación de Oussouye, primera misión escolapia en África. Es también la ocasión para otras intervenciones: la FERE[Notas 2] de España le informa el 5 de noviembre de 1963 que quieren para los colegios católicos la exención de impuestos, ayudas para equipar nuevos centros, y subvenciones para el funcionamiento. Piden que hable con los obispos españoles del Concilio sobre estos temas. En especial con los que forman parte de la Comisión de Enseñanza[Notas 3]. Les responde el P. Tomek el 26 del mismo mes diciendo que se ha puesto en contacto con todos ellos. Le ha respondido Mons. Cantero Cuadrado, de manera positiva. Hay esperanza.

Por su condición de General de una Orden dedicada a la enseñanza, y por su experiencia capitular, Mons. Donald Monrose, Superintendente de las escuelas y universidades católicas en la archidiócesis de Los Ángeles, pide el 19 de octubre de 1966 al P. Tomek una declaración sobre la importancia de la escuela católica[Notas 4]. La razón, dice el sacerdote, es que

“Necesitamos tal declaración en nuestros días porque nuestras escuelas han sido sometidas a una continua crítica en la prensa católica liberal de nuestra nación. Dos estadísticas sobre las escuelas católicas (the Greeley-Rossi report y the Notre Dame report) las han presentado desfavorablemente. La consecuencia ha sido un descrédito de las escuelas católicas, no solo entre sacerdotes y religiosos, sino también entre seglares. Para presentar la verdad sobre este asunto, el Obispado de California prepara una importante Declaración a favor de las escuelas católicas”.

Se trata de un tema que el P. Tomek ya ha elaborado en una circular, respondiendo a ciertas objeciones (como vimos a tratar de las dificultades en Cataluña) de quienes decían que el tiempo de la escuela había terminado para los escolapios, y había que pensar en nuevos ministerios. El P. General responde a Mons. Monrose el 17 de noviembre, enviándole la Declaración en forma de entrevista, que reproducimos por su interés. En ella se lee, resumido, el punto de vista final del P. Tomek sobre este tema fundamental para las Escuelas Pías[Notas 5]:

EL RVMO. P. VICENTE TOMEK, SUPERIOR GENERAL DE LA ORDEN DE LAS ESCUELAS PÍAS, EN UNA INTERESANTE ENTREVISTA SE PRONUNCIA SOBRE EL PROBLEMA DE LA ESCUELA.

Revmo. P. Padre General, conocemos un poco su vida, la trayectoria de la misma, su carrera y los cargos que ha ocupado dentro de la Orden de las Escuelas Pías, a la que ha dedicado todas sus energías - físicas y morales - y todos sus servicios. Sabemos también de su interés por las cuestiones relativas a la escuela y a la educación, como elemento esencial de su vocación y de la finalidad de la Orden a que pertenece, como estamos también al corriente de su CARTA CIRCULAR sobre los principales problemas en torno al misterio de la escuela.

Dada su competencia en la materia, desearíamos ahora - agradeciéndole de antemano su cortesía por haber accedido a nuestra petición - oír su parecer sobre algunos problemas, que consideramos de mucha actualidad.

1.Sabe V.P. que hoy la escuela constituye un “problema”. ¿Qué opina sobre el particular?

En torno a la escuela a lo largo de la historia se han polarizado siempre multitud de problemas de diversas clases: psicopedagógicos, educacionales, profesionales, económicos, sociales y otros muchos. Problemas sobre la libertad de enseñanza, sobre el monopolio de la misma, sobre su confesionalidad o neutralidad, y sobre otros mil aspectos, todos a cuál más interesante, y de los cuales se ha hecho eco claro el Concilio, aunque no con toda la amplitud que estaba prevista y era de desear. Esperamos, sin embargo, que la Comisión Postconciliar aborde decididamente toda esta problemática tan de actualidad.

Comprendo, sin embargo, que su pregunta se centra en la “escuela” de una manera más decidida y más profunda. No ha dicho problema en torno a la escuela, sino que su pregunta ha ido flechada a la escuela constituida ella misma en problema.

Efectivamente, así es. Del afán de revisión total y radical que reina en nuestros días, no se ha librado la escuela; menos aún la escuela confesional y, sobre todo, la escuela católica. Limitando ahora el problema a la escuela católica, hay que distinguir todavía en él dos aspectos: el problema como reforma de la escuela y el problema como existencia de la escuela. El primero - reforma - es el aspecto positivo del problema de la escuela, y hay que abordarlo y resolverlo generosamente; la escuela tiene que renovarse para cumplir debidamente con la misión que le está confiada. El segundo - existencia - es el aspecto trágico de la escuela, pues consideramos trágico, en sí mismo y en sus consecuencias, el que se ponga en tela de juicio el derecho a existir que tiene la escuela católica.

2.Centrado el problema en la existencia misma de la escuela católica, ¿cómo formularía el problema?

Hay una formulación clara, sencilla. Esta, como tal, atrae fácilmente la atención, capta la simpatía y hasta despierta el convencimiento de mucha gente. Pero es formulación, al mismo tiempo, ingenua y superficial, y por eso mismo peligrosa.

Es la formulación tal y como se ha presentado en una interesante encuesta hecha en Francia sobre la escuela libre, que es la escuela católica; sobre todo donde trabaja un 20 % de los educadores y donde se educa un 20 % de la población escolar francesa. Al presentar los resultados favorables y aleccionadores de la encuesta, el problema se formulaba de la siguiente manera: ¿tiene todavía razón de ser la escuela católica en una nación donde la enseñanza es gratuita? ¿Qué razón hay para que la Iglesia y un cierto número de familias cristianas sigan sosteniendo, a fuerza de grandes sacrificios, sus escuelas al lado de las escuelas estatales? ¿Merece la pena tanto sacrificio? ¿Cuál es la razón de este dualismo? ¿Cómo se justifica?

Como se ve, el problema se plantea sobre la misma existencia o no existencia de la escuela católica. To be or not to, be this is the question!

3.Ha dicho que hay una formulación clara y sencilla, aunque peligrosa por su superficialidad. ¿Apuntaba V.P. con esto a otras formulaciones distintas?

Más que formulaciones distintas, yo diría dimensión profunda, conocida o desconocida, consciente o inconsciente, y raíces ideológicas o intenciones que se ocultan tras la máscara de esa formulación “tan inocente”. Eso es lo que a mucha gente se oculta, y es lo que debiera conocer para poder tomar después posiciones responsables sobre cuestión tan vital.

4.¿Podría explicitar un poco más su pensamiento sobre el particular?

Lo haré con mucho gusto.

Hemos dicho antes que el afán de desmedida crítica y revisión radical de todo no ha perdonado la escuela, como no ha perdonado ninguna otra institución, ni aún la misma institución del matrimonio con ser de derecho divino-natural. Pues bien, la escuela corre hoy la misma suerte que el matrimonio. Se la está sometiendo al mismo proceso que podemos delinear en tres fases sucesivas: fase de descristianización, desacralización o secularización - las tres palabras quieren significar la misma cosa -, fase de deshumanización y fase de desnaturalización de la escuela.

5.¿Qué quiere decir con todo eso?

Quiero decir que se desnaturaliza la escuela cuando se la priva de su función educativo social para convertirla en un instrumento político o en un instrumento mecánico, ya sea para propagar ideas de partido, ya para formar al hombre exclusivamente técnico. Cualesquiera que sean las razones políticas, estatalista, ateas indiferentistas, materialistas. Es a esto a lo que no se resigna ni la Iglesia ni el Concilio. Esto constituye una violación y una mutilación de los derechos de la persona humana, y especialmente del niño. La escuela tiene una función educativo-social, no una función política ni una función mecánica. La escuela católica tiene la misión de formar al hombre-cristiano integralmente, y la escuela como tal ha de formar al hombre en toda su integridad humana, y no solamente formar al esclavo de la técnica. Entra también aquí el respeto a la conciencia, lo más esencial de la persona, y la confesionalidad consiguiente de la escuela, con la libertad de enseñanza. Cosas todas apuntadas claramente en la declaración conciliar.

6.Veo que para V.P. el problema de la escuela debiera centrarse y lo centro en la escuela como medio de educación. ¿No es así?

Efectivamente, así es: como medio de educación y como medio de apostolado, que así lo ha declarado expresamente del Concilio. Así es como ha resultado también y claramente de la encuesta llevada a cabo en Francia y a que antes hemos aludido. Y entonces la cuestión habría que formularla de esta otra manera: ¿Hay razón o razones suficientes para que la Iglesia abandone o se vea privada, contra todo derecho, de este medio de apostolado? ¿Hay razones suficientes para que las familias que sienten vivamente la responsabilidad de la crianza de sus hijos se vean privadas de este medio de educación? ¿Ha perdido hoy la escuela esta su eficacia?

Enfocado el problema de esta manera, y dadas por supuestas todas las reformas, renovaciones y adaptaciones necesarias, sobre las cuales podemos estar y estamos plenamente de acuerdo, no dudo en expresar mi profunda convicción de que la escuela es el medio más eficaz de educación y más adecuado a las exigencias de nuestra época; que considero un error fundamental la campaña que en distintas partes del mundo se está llevando a cabo, aun en ambientes eclesiásticos o religiosos, contra la existencia de la escuela católica, y que, dado el pluralismo religioso existente hoy en casi todas las naciones, la solución de la libertad de enseñanza con la escuela confesional, como expresión del respeto a la persona y a la conciencia, debiera ser apoyada decididamente por la autoridad civil.

Todas estas son ideas no solamente contenidas en la declaración conciliar sobre la educación cristiana, sino que constituyen el núcleo central y la trama de la misma.

Es verdad que existen otros medios de educación, que de ninguna manera pretendo rebajar; muy al contrario. Pero sigo creyendo que, en las circunstancias actuales, no revisten ni la importancia y la eficacia de la escuela.

7.La experiencia personal de su vida, ¿qué le dice y qué podría enseñarnos en este campo?

He seguido siempre con sumo interés todos esos problemas. Las circunstancias de mi vida me han puesto en contacto directo con muchos países del continente europeo y de los dos continentes americanos, que he visitado tres veces en virtud de mi cargo.

Para simplificar, marco a mi pensamiento y respuesta un itinerario muy sencillo: Hungría, mi patria; Cuba; Estados Unidos. No es fácil condensar en pocas líneas, con claridad, lo que sobre este particular desearía ofrecer a la consideración de los lectores. Trataré de hacerlo centrándome en estos tres puntos: la postura doctrinal de la Iglesia; la postura de gobiernos y partidos; un ejemplo significativo.

La postura de la Iglesia, de siempre, pero particularmente desde Pío XI hasta el Concilio Vaticano II, es de una claridad luminosa. Basta leer la declaración conciliar y consultar los documentos que en ella se citan como fuentes de la misma. Las siguientes palabras de Pío XII, en carta de la Secretaría de Estado a la XXVIII Semana Social de Italia, son también aleccionadoras: ‘Es doloroso constatar que en este campo (de la escuela) existen todavía entre los católicos lagunas e incertidumbres. El habernos acostumbrado al predominio constante de la escuela estatal, ha ofuscado en muchas conciencias hasta la noción misma del derecho a la libertad de la escuela’.

La postura de gobiernos y partidos no es - a mi parecer - menos instructiva. Especialmente en los casos extremos de las dictaduras. Es decir, cuando un partido (Mussolini, Hitler, etc.) quiere implantar unas ideas (fascistas, racistas, etc.) o un gobierno quiere cambiar el espíritu o el rumbo de un pueblo (a esto aludía yo al citar mi patria Hungría o Cuba), lo primero de que tratan de apoderarse es de las escuelas. Y se hacen intransigentes e intolerantes en este punto. Conocida es la frase de Hitler: ‘un pueblo, un caudillo, una escuela’ (Ein Volk, ein Führer, eine Schule); y Mussolini: ‘otro régimen podría renunciar a la educación de la juventud. Nosotros, no. En esto seremos intratables’. Los gobiernos con cierta facilidad toleran una Iglesia que se ocupe solamente de la liturgia dentro de las iglesias; pero una Iglesia con irradiaciones sociales, con escuelas, prensa, asociaciones católicas, etc., no la toleran. Es natural: comprenden la eficacia de la escuela, sobre todo. Así lo comprendió la Iglesia a lo largo de la historia. Y los santos, entre ellos San José de Calasanz, que consagraron sus vidas al apostolado de la educación en la escuela, y que son legión dentro de la Iglesia. Y en este punto no hay distinción entre el Oriente y el Occidente. Todo a ejemplo del Divino Maestro.

El ejemplo significativo para mí es Estados Unidos. Otras naciones he visitado y conozco bastante bien. en otras naciones he encontrado escuelas católicas florecientes, pero quiero ahora fijarme especialmente en Estados Unidos. Los he visitado tres veces. Todas ellas con cierto detenimiento. Me he interesado especialmente por los asuntos y aspectos de la Iglesia Católica, por su organización expansión y constante crecimiento. Sabemos que constituye una fuerza extraordinaria en una nación poderosa, donde el pluralismo religioso es único. Tal vez la Iglesia Católica sea la fuerza religiosa mayor en ese país.

Pues bien, tres cosas han llamado siempre y cada vez más mi atención, a saber: la disciplina y subordinación del clero católico, la organización parroquial y el sistema educacional completo de escuelas católicas. Son tres cosas singulares que llaman desde el primer momento la atención de cualquier observador. Es verdad que ha habido circunstancias muy favorables, pero no lo es menos que se ha sabido aprovecharlas debidamente. Ciñéndome a las escuelas, es cosa casi única en el mundo el que un niño católico pueda recorrer todo el ciclo de su educación, desde el jardín de infancia hasta la universidad, dentro del sistema católico de escuelas. Por mi parte, no duda en considerar este factor como uno de los que más influjo hayan tenido en el crecimiento y progreso de la Iglesia en Estados Unidos. Claro está, unido a la organización parroquial, por la cual las familias han respondido magníficamente a la obligación de enviar a sus hijos a las escuelas católicas y de contribuir al sostenimiento de las mismas. De esto han tenido conciencia clara los celosos pastores de la Iglesia Católica en Estados Unidos, como me sería fácil demostrar valiéndome de testimonios tomados de sus Cartas Pastorales y sobre todo de las Actas de sus famosos Concilios Provinciales y Nacionales. No lo haré por no alargarme. Pero no resisto a la tentación de citar el Concilio Provincial X de Baltimore, que dice: ‘Las catequesis que suelen tenerse en nuestras escuelas dominicales, cada ocho días, aun siendo de mucho provecho, no bastan a satisfacer las necesidades espirituales del niño. Este necesita respirar cada día en la escuela el aire salubre de la religión, de manera que al mismo tiempo que es instruido en las letras y en las ciencias, se alimenten y robustezcan los gérmenes de la fe, de la piedad y de la honradez’. Lo cual era el eco lejano de cuanto afirmaba ya en 1850 el Concilio Provincial I de Baltimore: ‘Consideramos de absoluta necesidad el que se funden escuelas, donde a los jóvenes se les enseñe, al mismo tiempo que las letras, los principios de la fe y de la moral’.

No sigo más. Pero tampoco quiero concluir sin manifestarle mi profundo sentimiento, por no decir dolor, al constatar que también en Estados Unidos han comenzado algunos a poner en duda la eficacia de la escuela como medio de educación y apostolado. Lo siento profundamente y me temo que sea consecuencia de haber echado en olvidó los orígenes y el desarrollo de la vida de la Iglesia.

8.Dándole de nuevo las gracias por su amabilidad, le hago mi última pregunta: ¿con qué palabras cerraría esta entrevista?

No las encuentro mejores que las contenidas en el n. 8 de la declaración conciliar: ‘Siendo, pues, la escuela católica tan útil para cumplir la misión del Pueblo de Dios y para promover el diálogo entre la Iglesia y la sociedad humana en beneficio de ambas, conserva su importancia trascendental también en los momentos actuales. Por lo cual este sagrado Concilio proclama de nuevo el derecho de la Iglesia a establecer y dirigir libremente escuelas de cualquier orden y grado, declarado ya en muchísimos documentos del Magisterio, recordando al propio tiempo que el ejercicio de este derecho contribuye grandemente a la libertad de conciencia, a la protección de los derechos de los padres y al progreso de la misma cultura’.”

Pero, como hemos visto más arriba, el Concilio es también la oportunidad para que quienes tienen unas ideas más avanzadas dentro de la Orden se apoyen en algunas interpretaciones de documentos conciliares para apoyar sus reivindicaciones. Y esto dolía al P. Tomek, porque, habiendo asistido personalmente a las sesiones del Concilio, tenía sus propias ideas, que se identificaban con las de las autoridades eclesiales más prudentes. Posiblemente el P. Tomek no llegó a adivinar el tremendo cambio que se acercaba para la Iglesia y para la sociedad en aquellos últimos años de su generalato.

Cambios

Los cambios comienzan, en realidad, antes del Concilio. Por pequeños detalles, que son como la punta visible del iceberg. Así, por ejemplo, el P. Pedro Sanzol, maestro de juniores en Salamanca, pide el 5 de noviembre de 1961 que los juniores jueguen al fútbol con chándal. Aquí todos lo hacen[Notas 6]. También lo pide el P. Vilá, Rector. Hace raro ver hacer gimnasia a los juniores con sotana, tumbados por el suelo… Informa sobre algunos otros pequeños cambios: han cambiado el rezo de la noche: completas en lugar de las letanías de los santos. Y la Corona los sábados, en lugar de los 5 salmos. Aquí se llama “padre” a los juniores, como se hace con todos en la Pontificia[Notas 7]. Incluso el P. Agustín Turiel, Delegado General, pide que los juniores se puedan quitar la sotana para jugar al fútbol, como hacen los demás[Notas 8]. El P. Tomek le responde que pueden usar “mono” para el deporte.

Surgen opiniones (y prácticas) diversas sobre la obligatoriedad de la misa diaria para los alumnos de los colegios escolapios, tradición que venía desde los tiempos de Calasanz. El P. Tomek escribe una circular a los Provinciales de España 3l 19 de septiembre de 1964 dando disposiciones sobre la celebración de la misa. Debe haber una misa los domingos para los alumnos. Es obligatorio celebrar misa cada día, para que puedan asistir los alumnos. Los provinciales pueden decidir, hasta el próximo capítulo general, si la misa diaria es obligatoria o facultativa para los alumnos[Notas 9].

El 7 de enero de 1965 el P. F. Llenas informa al P. Tomek que permite a los religiosos de Playa del Rey (California) recitar el oficio en inglés[Notas 10]. El P. Liñán, rector del Colegio P. Scío, escribe al P. Tomek el 6 de febrero de 1965 pidiendo que se aceleren los cambios litúrgicos y de oración, acudiendo a la Santa Sede. Algunos proponen poner el sagrario en un altar lateral[Notas 11].

Surge, en varios lugares de la Orden, la cuestión sobre el traje religioso o clergyman, en lugar de la sotana. El P. Tomek, a quienes la plantean el tema, les responde que deben ajustarse a las determinaciones de la Conferencia Episcopal del país. El P. Bruno Martínez, Vicario de Centroamérica, le informa que la Conferencia Episcopal de Nicaragua permite el uso del clergyman, pero los religiosos deben seguir normas de sus superiores. En Costa Rica lo permiten para los viajes. Pide al P. Tomek que lo prohíba a los nuestros. Con condiciones: si el gobierno no obliga. Y las sotanas para celebrar, deben ser negras (las ordinarias podían ser blancas en los países cálidos).

Surge otro tema: el de la tonsura clerical. El P. General consulta a todos los Provinciales para ver cómo está la cosa en sus territorios, y qué piensan ellos. Las respuestas son diversas, según países y diócesis. En general los sacerdotes no la respetan ya; los provinciales piensan que no habría que imponerla.

Otro tema más complejo es el de la concelebración eucarística. Después de la reforma litúrgica, mientras se preparaban normas más precisas, se admitía la concelebración, pero como cosa excepcional, en particulares solemnidades. De Budapest le comunican que han hecho la primera en la Pascua de 1965[Notas 12]. En Irache se estrenan el Jueves Santo, con una concelebración en latín, y proponen otras cuatro fechas para repetir[Notas 13]. También en Albelda van a fijar algunas fechas para concelebrar[Notas 14]. Evidentemente, en las casas de formación hay mayor motivación para introducir las innovaciones litúrgicas permitidas. El P. Liñán desde Salamanca informa que la primera concelebración, también el Jueves Santo, ha sido una experiencia positiva, y sugiere otras fechas para repetir[Notas 15]. El 4 de agosto de 1965 el P. Tomek envía una circular a los superiores de España autorizando a concelebrar el 27 de agosto, fiesta entonces de Calasanz, en todas las casas[Notas 16]. El P. Liñán escribe el 16 de octubre que en algunos seminarios y comunidades de Salamanca se concelebra cada día. Pide permiso para hacerlo[Notas 17]. El P. Tomek le responde que se abusa mucho de la liturgia. El Papa ya habló de la misa privada en Mysterium Fidei. No insistir.

Un tema que surge como consecuencia del Concilio es el de la igualdad de todos los religiosos, sacerdotes y legos. Surgen algunas tensiones, consecuencia de las ideas nuevas. Ya comentamos la creación de una revista para los hermanos en español, Hermanos escolapios (Ephemerides estaba en latín, que los hermanos no entendían), y el incidente del P. Tomek con el director de la revista, el P. Claudi0 Vilá, por no haberlo censurado[Notas 18]. Espera, le dice, que acaben sus imprudencias de sembrar vientos para él recoger tempestades (sobre las aspiraciones de los hermanos).

Admisión de muchachas en los colegios

Un tema en el que el P. Tomek no cambia, aunque lo pedían los tiempos, era la admisión de muchachas en los colegios escolapios. Ya hemos comentado algo al tratar su segundo sexenio como General. Añadamos nuevos datos. En esto seguía instrucciones de la Sagrada Congregación de Religiosos, que tampoco estaba por el cambio. A su oposición a admitir niñas en el colegio de Cárcare, de Governador Valadares y Sabadell, antes mencionada, se añaden otras, en Italia. El 6 de julio de 1966 el Alcalde de Sanluri (Cerdeña) pide que admita a las niñas en el gimnasio-liceo[Notas 19]. La respuesta es que no podemos admitirlas, a causa de nuestras Constituciones. Desde Sanluri insiste también el P. Rector F. Colli para que se admitan chicas en el liceo. Y la respuesta es la misma: no podemos ir contra nuestras tradiciones seculares.

El 9 de julio de 1966 el P. Mario Mazzantini, Provincial de Liguria, escribe que colegios de Florencia comienzan la coeducación. Cree oportuno hacerlo también en las Escuelas Pías[Notas 20]. No hay nada que hacer; el P. Tomek le responde que no podemos ir contra nuestras tradiciones seculares. Hay que en este asunto de las alumnas el P. Tomek iba más allá de lo que estaba o no permitido, y se guiaba por un instinto personal; terminado su generalato comenzaron a admitirse alumnas en la mayoría de los colegios escolapios, siguiendo en esto la marcha de los tiempos.

Visita a España

El P. General hizo su última visita canónica a España antes del Capítulo General de 1967. Era un momento delicado, con numerosas dificultades, como hemos visto más arriba. Y en la circular comunicando su impresión sobre las provincias españolas, escribe el 14 de mayo de 1966 que ha experimentado al mismo tiempo pena y satisfacción[Notas 21]: “Nos ha llevado a descubrir, bajo esa corteza amarga de inquietud de rebeldes, una rica exuberancia ideológica y dinámica desbordada e impaciente, efecto de una vitalidad pujante con mucho espíritu de trabajo, de sacrificio y de entrega a nuestros alumnos, que busca y quiere decididamente -tal vez no siempre acertadamente- una Escuela Pía mejor y rejuvenecida, más en consonancia con las exigencias de los tiempos, más consciente de sí misma y de su dimensión eclesial, con un decidido espíritu de servicio y portadora del mensaje de salvación que Cristo encomendó a su Iglesia.” Propone como remedios la caridad, el diálogo.

Rumores

Con respecto al P. Tomek, como con respecto a cualquier personaje importante, corrieron algunos rumores, de los que se hacen eco algunas cartas. El más propalado fue el de su nombramiento episcopal en Hungría, como arzobispo auxiliar en Esztergom con derecho a sucesión, que apareció en la prensa en el año 1964. Son varios los escolapios que le escriben para felicitarle, o preguntarle si era cierto[Notas 22].

El P. Teófilo López, Provincial de Aragón, con quien el P. Tomek tiene mucha confianza, le escribe el 18 de agosto de 1961 (poco después de su reelección para un tercer mandato) que por Barcelona dicen que solo mandará por uno o dos años, y luego dejará el gobierno a Suárez (en realidad, poco a poco el P. Tomek va dejando en manos del P. Laureano los temas de más peso de la Orden, y, sin duda, pensaba en él como su sucesor)[Notas 23] . El P. Tomek le responde que desconoce el objetivo de la difusión de esas noticias. Contra él, contra Laureano… Antes del capítulo de Cataluña ya decían que yo estaba cansado de generalato, según la brevedad de mis últimas visitas canónicas.

El intercambio Austria-Vasconia

La provincia de Austria, carente de vocaciones, necesitaba desesperadamente ayuda personal. Su Provincial, P. Juan Schmidt, había lanzado una petición de ayuda en el Capítulo General de 1961. Son varios los juniores que se ofrecen voluntarios para incardinarse en Austria, pero el P. Tomek no es muy favorable a ello. Al P. Giner, que le recomienda a un junior de Albelda el 25 de mayo de 1963, le responde que el junior primero acabe los estudios, tenga algún año de experiencia en un colegio, y entonces pensaremos en la incardinación. Austria solo se puede salvar con vocaciones nativas (él ha enviado ya 7 religiosos de otras provincias). En Austria no hay juniorato, por tanto no se pueden enviar juniores[Notas 24].

La provincia de Vasconia tenía personal, pero necesitaba dinero. Así que entre las dos provincias se establece un acuerdo. Con la aprobación del P. General. El P. Provincial de Vasconia, Félix Leorza, escribe al P. General el 25 de septiembre de 1964 que Vasconia se compromete a enviar a Austria un número proporcional de jóvenes (terminada la filosofía) a lo que Austria pague por los gastos de formación durante 9 años de los jóvenes enviados[Notas 25]. En 1966 son enviados los dos primeros juniores de Vasconia a Viena, y la provincia de Austria paga la parte proporcional de gastos de estudios establecida en el contrato. Al curso siguiente se envían otros 3. Sin embargo, no parece que la solución resolviera los problemas de Austria. Algunos de esos juniores dejaron la Orden; otros regresaron a su provincia.

Familia Calasancia

Ya nos hemos detenido más arriba con las Religiosas de Vorselaar. Con las Escolapias hay una relación normal. La Madre General de las Escolapias, Loreto Turull, pide el 1 de febrero de 1965 que el P. Julián Centelles sea su postulador en la causa de M. Paula[Notas 26]. El P. Agustín Turiel acompaña a las Escolapias en su Capítulo General de 1965[Notas 27]. Ese año las Escolapias entregan 4000 pesetas para mantener encendida su lámpara en la iglesia de San Pantaleo[Notas 28]. Los escolapios de Oussouye preparan la llegada de las Escolapias a Senegal, y su acogida en Diembéring[Notas 29]. Las escolapias trabajan en la escuela parroquial de María Auxiliadora de Los Ángeles, confiada a los Escolapios, como más adelante acudirán a la escuela parroquial de San Juan en Puerto Rico[Notas 30].

Se tiene una relación menos frecuente con las Pastoras del P. Míguez. El 12 de agosto de 1966, la M. General, Salesa Baña, comunica al P. Tomek que en el Capítulo General se pidió que se retiraran las religiosas que sirven en el Calasancio de Madrid, en Getafe y en el postulantado de Sevilla, pues ese no es su ministerio. Lo lamenta. Espera que puedan encontrar personal para suplirles[Notas 31].

Con la Calasancias de Celestina Donati la relación se mantiene. Aparte de los habituales donativos del P. Tomek para que las niñas tomaran un postre en fiestas señaladas, el P. General ayuda a las religiosas en otros asuntos. Les pone en contacto con los escolapios de Cataluña, pues ellas tenían interés por establecer una fundación en Barcelona, que, por fin, no se lleva a cabo[Notas 32]. Se mantiene el intercambio de sufragios por religiosos difuntos (como con las Escolapias y Pastoras).

Hay una relación cordial con los religiosos de Timon David. Existe un intercambio de favores: algunos juniores escolapios van a estudiar a su seminario de Marsella, para aprender bien el francés; ellos envían otros que estudian o residen en el Calasanctianum de Roma. Buscan estos religiosos establecer una comunidad en Roma, donde han aceptado una parroquia en Tor Tre Teste (Municipio V de Roma)[Notas 33]. Esperan mantener la parroquia concedida[Notas 34]. Pero no duran mucho tiempo; tienen poco personal para atender una obra más.

La relación con los Kalasantiner de Viena es muy tenue, después de su marcha de Roma en 1960: alguna felicitación y el envío de algún libro. Y lo mismo ocurre con los Cavanis.

Un caso especial lo constituye en este periodo la relación con la Misioneras de Jesús, María y José, fundadas por Pilar Izquierdo y el P. Liborio Portolés (1903-1970). Se produjo una escisión en la Congregación, y el P. Liborio partió con el grupo de Madre Dolores Domingo. Poco a poco se van enrareciendo las relaciones entre las religiosas y el P. Liborio, que escribe de vez en cuando al P. Tomek informando sobre el desarrollo de la Congregación. El 29 de julio de 1962, el P. Laureano Barranco (confesor ordinario de las monjas) escribe al P. Tomek[Notas 35]. Está preocupado por la actuación del P. Liborio Portolés, que crea desorden en la casa las monjas de Madrid. Cree que las monjas le quieren echar, y no es así. Trata mal a la superiora de la casa. Ahora dice que va a Roma porque le han llamado para arreglar las Constituciones. ¿Querrá cambiarlas? ¿O simplemente hacer turismo en Italia?

También M. Amparo Muñoz, Superiora de las Misioneras de Jesús, María y José en Madrid, escribe al P. Tomek el 17 de agosto de 1963[Notas 36]. Tienen malas relaciones con el P. Portolés. Solo le interesan los negocios, nada lo espiritual. Se queda dinero. Nos desprestigia ante los seglares. Malestar moral y espiritual. No quiere devolver las constituciones, que estábamos revisando con el P. Laureano Suárez. Amenaza con disolverlas (tienen ya 22 casas y más de 200 religiosas). Agradeciendo sus servicios pasados, quieren que desaparezca. Piden consejo. Y si no hacen nada los escolapios, acudirán a la jerarquía eclesiástica. El P. Tomek escribe al P. Suárez, que está en España, para que resuelva el asunto. Hay que arreglar la cosa económica; salvar la buena fama del fundador, y que siga en nuestras manos la dirección espiritual del Instituto. Pero, al parecer, el P. Liborio no da su brazo a torcer. Quiere seguir manteniendo el control. En marzo de 1963 el P. Agustín Turiel da su opinión al P. Tomek sobre el P. Liborio: es un déspota y un estorbo.[Notas 37] Le responde el P. Tomek que hable con Liborio para resolver su caso. Debe abandonar la economía de las monjas. Hay que salvar su buena fama. Debemos mantener la dirección espiritual de las monjas. Si Liborio no sirve ya, se busca otro. Al final se aparta al P. Liborio de la Congregación, y acaba sus días retirado en el colegio escolapio de San Antón de Madrid. Y ya no hubo más relación con estas religiosas, que posiblemente tuvieron motivos para quejarse de la inacción de los superiores escolapios en relación con el P. Portolés.

Notas

  1. Cf. GINER S., DENES I.
  2. Federación Española de Religiosos de la Enseñanza. Se había creado en 1957. En 1962 se une a la OIEC (Oficina Internacional de Educación Católica), que se había fundado en Suiza en 1952.
  3. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1683/1963.
  4. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1559/1966.
  5. Ibídem.
  6. AGSP Fondo Tomek, Prot. 2062/1961.
  7. AGSP Fondo Tomek, Prot. 2066/1961.
  8. AGSP Fondo Tomek, Prot. 2072/1961.
  9. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1664/1964.
  10. AGSP Fondo Tomek, Prot. 33/1965.
  11. AGSP Fondo Tomek, Prot. 247/1965.
  12. AGSP Fondo Tomek, Prot. 692/1965.
  13. AGSP Fondo Tomek, Prot. 746/1965.
  14. AGSP Fondo Tomek, Prot. 780/1965.
  15. AGSP Fondo Tomek, Prot. 796/1965.
  16. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1199/1965.
  17. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1623/1965.
  18. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1151/1964.
  19. AGSP Fondo Tomek, Prot. 932/1966.
  20. AGSP Fondo Tomek, Prot. 944/1966.
  21. AGSP Fondo Tomek, Prot. 654/1966.
  22. Así el P. Galofré desde Sarriá (AGSP Fondo Tomek, Prot. 347/1964), el P. Delegado Germán López desde Salamanca (AGSP Fondo Tomek, Prot. 427/1964), y otros.
  23. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1587/1961.
  24. AGSP Fondo Tomek, Prot. 824/1963.
  25. AGSP Fondo Tomek, Prot. 174/1964.
  26. AGSP Fondo Tomek, Prot. 178/1965.
  27. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1287/1965.
  28. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1407/1965.
  29. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1740/1965; 1227/1966.
  30. AGSP Fondo Tomek, Prot. 213/1967.
  31. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1124/1966.
  32. AGSP Fondo Tomek, Prot. 2216/1961.
  33. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1534/1962.
  34. AGSP Fondo Tomek, Prot. 404/1963.
  35. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1290/1962.
  36. AGSP Fondo Tomek, Prot. 1285/1963.
  37. AGSP Fondo Tomek, Prot. 545/1964.