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Lida
Lida es la principal ciudad de su distrito, junto al río Lidzijka, a 53º, 59’, 45” de latitud norte, y 44º 4’ de longitud; está a 12 millas de Vilna, en la carretera de Vilna a Grodno, de donde dista 18 millas. Allí el río Kamionka desemboca en el Lidzijka; está rodeada de pantanos y lodo, que eran la principal defensa del pueblo. Balinski y Lipinski, en Antigua Polonia, siguiendo a Stryjkowisci, dicen que el castillo fue fundado en el año 1323 en tiempos de Gedimiro; pero según dice el P. Wojszwillo el lugar estaba amurallado mucho antes, desde 1180. Después de la muerte de Gedimiro, y por orden del Duque, Lida (que en lituano significa bosque arrancado) pasó a formar parte del Principado de Lituania. Al principio mandaba en ella Olgierd, y luego su hijo Tagiello Witebski, Príncipe de Lida y Krevri, y finalmente Vitoldo, de quien el P. Wojszwillo recuerda una tradición popular según la cual el príncipe dio el nombre al castillo y al pueblo de su querida Lida, encerrada en el castillo por su padre, a causa de que quiso prohibir que le pidiera su hija aquel que quería ser su yerno. Esta tradición está impresa en un librito, pero el autor no pudo comprobar su veracidad. Quizás su origen está en que un príncipe tuvo aquí encerrada a una mujer de Smolensko. La gente sin embargo dice que la fortaleza fue edificada por una buena reina, quien después de morir fue enterrada allí.
El castillo de Lida se hizo famoso por los frecuentes ataques y derrotas de sus enemigos, que intentaron tomarlo pero sufrieron desastre tras desastre. En el mes de enero de 1392 llegaron Cruzados a través de los hielos de los pantanos, y fue tomado por el príncipe Korybut, no se sabe si por negligencia o por traición, quien parece que se alió con Witoldo. Durante dos días la atacaron los Condes Leiningen, germano, y Bedford, inglés, pero fueron obligados a retirarse.
El año 1406 Jorge Swiatoslavowicz llegó al castillo de Lida para recuperar a su mujer que estaba encerrada allí, pero al ser descubierto llegaron auxilios y tuvo que huir. Swidrygajlo, perturbador de toda Lituania, llegó a Lida en 1434 y causó estragos atroces.
Ya estaba aquí y se había hecho notar antes Narzut. En la corte de Jogalia[Notas 1] (1377-1434) participaba en los consejos un hombre rudo, un trabajador llamado antes Wojdildo, que gobernaba Lida. Antes había sido inspector, luego camarero y mayordomo del príncipe. Se hizo amigo suyo, y se lo ganó engatusándolo, hasta que luego siguió acumulando mayores beneficios. Hasta tal punto llegó que el príncipe de Lida le dio su hermana como esposa. Adquirió tanto poder que ya se consideraba merecedor de mayores cosas. Como exasperó a la familia ocupando Kiejsut y Montecalvo de Vilna, lo mandaron colgar en un patíbulo junto al castillo. Otros de su campo fueron muertos en Dabrowica, cuando se dirigían a Novgorod. Styjowski recuerda su suplicio en Vilna, añadiendo: “Quería subir alto; alto fue colgado”.
En el año 1397 se refugió en el castillo de Lida Fachtamysza, líder de los tártaros que venía del otro lado del río Volga con su horda. Más tarde residió aquí el príncipe Hadji-Gierej de los tártaros, a quien Casimiro el Grande, Príncipe de Lituania, le prestó el lugar, hasta el año 1443 en que fue aclamado líder de los tártaros perecópicos.
Fueron días de fiestas solemnes, alegres, cuando entraron aquí con alabanzas los héroes de Lituania Erdzivildo, Jedymino, Olgierdo, Vitoldo, tras su vitoria sobre los partos, volviendo de su territorio. A mitad de junio de 1387 Skirgajlo, príncipe de Trozen y Polotsk, proclamó su fidelidad al Príncipe Jogalia, último jefe de este territorio. En febrero de 1422 vino aquí Jogalia, trayendo de Novgorod a su mujer la princesa Sofía Kijovien. Aquí concedió audiencia a Antonio Zeno, Nuncio del Papa Martín V, escuchando a testigos enviados a Polonia en relación con el conflicto con los Cruzados y para comprobar sus privilegios.
En el año 1505 surgió la gran cuestión de la prefectura de Lida, que aquí se llama “starost”, entre Cristóbal Illiniez y un cierto Drozden, a quien quiso dársela el Rey Alejandro. Illiniez fue apartado por las artes de Glinski. Por esa razón fue asesinado Zabrzeziuski, que seguía el partido de Illiniez y se había atraído las iras del prepotente Glinski. El año 1506 fue famoso en Lida porque el rey Alejandro se puso gravemente enfermo aquí, cuando los tártaros se encontraban a sólo unas millas de Lida. Glinski mandó llevar al rey a Vilna, y él mismo puso en fuga a los tártaros no lejos de la ciudad, y sin demora se dirigió a Kleck.
Krascewski, en sus Memorias de Volinia, Podolia y Lituania describe la casa del rey Alejandro y la batalla de Lida, y llama a la fortaleza “alejandrina”, por lo que le aparece un nuevo nombre: quizás la rebautizó de una manera poco apta, pues ya estaba bautizada desde hacía mucho tiempo.
El castillo de Lida aguantó entero todas estas guerras, y permaneció firme el muro poderoso que lo rodea hasta mucho tiempo después de la invasión de los suecos, viendo escenas cruentas en torno. Los Sres. Balinski y Lipinski en su Antigua Polonia cuentan lo siguiente: ‘El sejm (consejo popular) poco antes del año 1611 confirmó el mercado concedido al pueblo. La Constitución de 1638 concedió a los ciudadanos la facultad de construir casitas pegadas a la muralla en los territorios dependientes de Lida. En tiempos de Juan Casimiro, Lida sufrió como toda Polonia una catástrofe atroz. En el año 1662 había un aire tan insalubre en Lida que el Consejo de la ciudad fue trasladado a Ligtum. En él se había constituido un tribunal de primera instancia para juzgar los crímenes cometidos en aquel tiempo en el que los enemigos había ocupado el territorio, y el mismo Rey lo confirmó (Actas del Tribunal Supremo del Gran Ducado de Lituania, libro I). Devastada Lida, el Consejo popular se libró en 1676 de albergar soldados y otras cargas similares, y aumentó sus derechos. Después de la segunda incursión de los suecos con Carlos XII, el pueblo sufrió mucho. El castillo fue asolado por un incendio el año 1710, y ya nunca fue reconstruido. El Consejo quiso conservar los privilegios de Lida anteriores a 1717. La Constitución de 1776 contó los pueblos dependientes de Lida, y les dejó el derecho de Magdeburgo. Pero el Consejo impuso en 1791 un nuevo derecho a las ciudades. La adscribió al tribunal de apelación de Vilna. La prefectura de Lida debía pagar 720 áureos para sostener el ejército y algunos bienes que estaban bajo la economía de Lida pertenecían a la mesa real. Se hacían juicios en el castillo y sus actas permanecieron incluso después del incendio hasta el tiempo del rey Estanislao Augusto; sin embargo más tarde fueron destruidos. Todavía en 1846 se veían las hermosas ruinas del castillo, con sus excelentes muros cuadrados. Se veían restos de las almenas y murallas, como cuentan Miednic y Krowia (Antigua Polonia, III, 256-257).
El Gobierno no hizo poco para preservar estas ruinas, de modo que no fueran destruidas por mano humana. El Zar Alejandro I decretó que se debían preservar las ruinas del castillo de Lida en torno al año 1840.
El prefecto de policía de Lida, Stugin, quiso hacer un puente sobre el arroyo Kamionka, tomó para los cimientos las piedras que habían caído de las murallas del castillo junto al camino, e incluso tomó algunas de la muralla. Se corrió la voz de que el prefecto iba a demoler el castillo. Entonces Norbutt, historiador de las cosas lituanas, preocupado por la conservación del castillo, inmediatamente informó al gobernador Doppel de que estaban destruyendo las murallas del castillo, y este mandó investigar si era cierto. El prefecto dijo que era inocente de las acusaciones. Sin embargo la cuestión llegó a Grodno y luego a Vilna y en el año 1843 el asunto estaba agitado. Al prefecto se le ordenó públicamente que volviera las murallas a su estado original. Él intentó excusarse de nuevo, diciendo que “era imposible restituir la muralla a su estado original”. Pero se le ordenó que lo hiciera inmediatamente, y “si desobedecía, sería inscrito en el libro negro, es decir el de los sospechosos”. El prefecto se veía impotente para reconstruir la muralla, y por otro lado no veía la necesidad de hacerlo. Salió al paso con la ayuda y el consejo del ayudante de la cancillería Jaroslao Jelec, respondiendo: “las órdenes se han cumplido, y la muralla ha vuelto a su estado original”. Con ello ambos se libraron con bien, y ya nadie hizo ni pidió nada más.
El sello de Lida en tiempo del último gobierno de Polonia era un círculo un tanto alargado hacia arriba, dividido perpendicularmente en dos partes. A la derecha había dos llaves superpuestas formando una cruz, y a la izquierda un león rampante, con la cola levantada, con una inscripción alrededor: “sello del Magistrado del pueblo de Lida, 1792”.
Con respecto a los primeros clérigos católicos llegados a Lida escriben lo siguiente Balinski y Lipinski en su Antigua Polonia: “Ya en 1366 llegaron aquí los Franciscanos desde Polonia predicando la fe cristiana, de los cuales en 1376 llegaron 9 misioneros a Vilna llevando una imagen de la Madre de Dios, famosa por sus milagros hasta nuestros días. Pero no fue hasta 1397 que estos hermanos establecieron aquí una sede estable, con el permiso de Andrés, el primer obispo de Vilna. La iglesia fue renovada en 1414 y consagrada con el título de la Santa Virgen, Todos los Santos y la Santa Cruz. Hacia el año 1460 los franciscanos erigieron aquí una parroquia, que el párroco Miguel Zienkiewicz, que luego fue Obispo de Vilna, construyó en piedra en otro lugar algo distante del castillo en 1747. La iglesia de Lida de rito oriental fue construida en el año 1533 (Polonia Antigua, III, 253).
Sin embargo todo esto pide una enmienda. En cuanto a la llegada de los franciscanos en el año citado, no hay ningún documento en contra, ni contra la llegada aquí de los primeros. Es cierto que el citado obispo les concedió una iglesia, pero la construyó el rey Jogalia, como lo prueba con toda certeza el siguiente documento: “Andrés Vasito, polaco, primer obispo de Vilna, introdujo de buena gana a los franciscanos (a cuya Orden pertenecía, y en la cual había obtenido muchos honores) en Lida, en una iglesia de madera construida en el año 1397, como consta esta fundación en un pergamino con sello en el convento de Vilna” (Tesoros inestimables de los PP. Franciscanos lituanos, D. Antonio Graborski, 50, Vilna, 1778).
Cuando este pastor pasó a la gloria de Dios, legó al Cabildo de la Catedral dos fincas, Wasilevo y Lubin, y tres casas. Fundó y dotó el convento de los franciscanos de Lida, cuya iglesia consagró él mismo. En su testamento de 1391 les legó una cantidad de dinero. Del ajuar citado en él todavía hace algún uso el párroco actual. Una copia de este documento se conserva en el Archivo del cabildo de Vilna, y lo ha transcrito con no poco esfuerzo el prelado Herburtt.
La iglesia de los franciscanos estaba situada cerca del castillo, en la parte norte del pueblo, y allí sigue una cruz hasta nuestros días, en el lugar en el que estaba el altar mayor. Allí yacen, según se cuenta desde antiguo, los cuerpos de doce o catorce franciscanos que fueron martirizados o decapitados por los paganos en aquel lugar, que en aquellos tiempos era el centro de la plaza. Muchos nativos de Lida tienen esta opinión hasta el día de hoy. Hay quienes afirman que lo han leído en un libro impreso. El prefecto de la ciudad Vicente Bystrycki me dijo que tenía ese libro, pero no se sabe de dónde proviene esa leyenda. Si apareciese algún documento, se podría juzgar si es cierto lo que dice la tradición.
Si se puede decir que el martirio de los Franciscanos no está confirmado de manera indudable, lo mismo se puede decir sobre el relato, más confuso y con menos testimonios, sobre el martirio que sufrieron los primeros franciscanos de Vilna, cuyo número parece que era 14. ¿Cómo pudieron ser 14 cuando a lo sumo eran 9? Aunque hubiera muerto tan sólo uno, no callaría su nombre un autor tan preocupado por la gloria de su Orden como el P. Antonio Grzyboski. No pudo haberlo ignorado, pues hasta él habría llegado la tradición oral de su Orden, tanto más cuanto que no eran tan remotos los hechos, y habrían quedado vestigios de tan gloriosa inmolación de los primeros apóstoles católicos de Lituania.
Se habla menos de dos pinos plantados por los cristianos junto a los muros del castillo en la calle principal del pueblo para recordar los sepulcros de dos sacerdotes católicos muertos por los paganos a causa de su fe. La edad de estos árboles es mucho menor; esa leyenda parece inventada. No hay duda de que fueron los Franciscanos los primeros que predicaron la fe cristiana en estas tierras, y tienen gran mérito en ello, y en el calendario de la Iglesia aparecen inscritos los mártires de Vilna, que según algunos son el origen de la incierta tradición de Lida.
Por cartas del Papa Juan XXII[Notas 2] y Gedimiro parece que este príncipe de Lituania hizo venir Franciscanos para atender a los cristianos que vivían en Vilna y Novgorod, aunque otros dicen que los Franciscanos fueron invitados por Gasztoldo.
Los hijos de San Francisco llegaron diez años después que a Vilna, en número de 14, es decir, en el año 1333, y sufrieron el martirio, bien por la espada, bien arrojados desde el monte al río Vilejcam, por lo que en el monte hay tres cruces para recordar el hecho; por lo demás el monte se llama de las Tres Cruces. Otro martirio, con 36 víctimas a manos de los tártaros tuvo lugar según las crónicas del convento el 24 de mayo de 1341, aunque en verdad entre los que vivían en Vilna en aquella época no se cuenta nada del ímpetu de los bárbaros. Esta crónica habla de un tercer martirio en 1403 en Kiev, por un jefe de banda. Se puede explicar en relación con la incursión de tres años más tarde, o sea de 1406, de Jorge Svietoslowicz, príncipe de Smolensko, que atacó Lida después de esconderse en los bosques de Solecznicen, desde donde atacó Vilna el 7 de agosto. En realidad se trataba del suburbio Trocen, donde atacó a los religiosos indefensos, en número de unos diez, y los mató a todos. El piadoso y docto guardián Ángel fue degollado. A Francisco lo tiraron a un pozo. A Leonardo, después de golpearlo lo ataron a un poste, lo quemaron y le echaron agua hirviendo. Lo hicieron porque buscaban su tesoro, que no tenían. Sus cuerpos fueron enterrados bajo el altar mayor de la iglesia de la Virgen María (Krasz. Vilna, II, 301-304).
No se sabe cuándo y por qué desapareció la fundación de los Franciscanos de Lida. Pensaba preguntarles a los de Vilna, pero no lo permite el camino de Volinia; no puedo volver allí.
La parroquia de Lida es mucho más antigua de lo que dicen Balinski y Lipinski. Esta parroquia y la iglesia parroquial fueron fundadas por el rey Ladislao en 1397, coronado Apóstol de Lituania y constructor de muchas iglesias. Creó allí tres beneficios: uno para el párroco, otro para el vicario y el tercero para el altarista, con un estipendio anual de 15 rublos lituanos, más los diezmos para el párroco. Aparece esta asignación en el archivo de la parroquia de Lida, y no hay dudas sobre ello. Rogué al párroco D. Antonio Linchin que me la prestara y la leí por completo. Por lo que aparece escrito y por el título el templo fue dedicado a la Santa Cruz.
La casa parroquial de madera que precedía a la actual estaba dentro del muro que hoy rodea a la iglesia, en el ángulo hacia el castillo, donde llega la calle principal del pueblo, según contaron los que vieron con sus ojos aquel templo, y no estaba mirando a la calle como la actual. Era la segunda. O quizás la tercera después de la de Jogalia.
En verdad era difícil sobrevivir con aquel estipendio regio pero escaso asignado a los sacerdotes, por lo cual los ciudadanos les tenían que ayudar con generosidad. La parroquia se enriqueció con el paso de los años, hasta que el tesoro imperial se lo quedó todo el año 1844. En las aldeas poseía 19 casas rústicas, y una taberna que alquilaba por 50 rublos anuales; la villa de Kurowsczy con algunos campesinos; la villa Malajkosczy con un molino alquilado por 120 rublos anuales, y un horno de ladrillos en el camino de Perepcryce.
El obispo Zienkowicz entregó 50.000 tinfores para construir las paredes de la iglesia, pero parece que se construía muy lentamente, pues los libros de las visitas dicen que aquel templo, con el título de la Asunción de la Virgen María Virgen a los Cielos no fue dedicada hasta el año 1770 por el Obispo Tomás Ignacio Zienkowicz, titular de Areópolis, sufragáneo de Vilna, hijo del hermano del fundador. Si hubiera sido terminada antes, sin duda la habría consagrado el fundador.
No creo que Jogalia construyera el altar. No había ninguna noticia y ningún vestigio de él cuando estuve en Lida. Parece que el espacio destinado a él pasó a posesión del párroco. No encontré a nadie que pudiera indicarme nada.
Había otros altares o capellanías llamadas de Zienkowicz, porque habían sido creadas con legados de dos sacerdotes llamados Zienkowicz: Miguel, Obispo de Vilna, y Tomás Ignacio, sufragáneo. A estos altares estaban asignados 12.000 áureos polacos; además había 2000 rublos, entregados primero en Javor a nombre de Miguel Pac, gran escritor del Gran Ducado de Lituania, y luego de los Príncipes Radziwill Zirumunski, a un interés del 6%, hasta que en 1844 fueron incorporados al tesoro público. No eran capellanías propiedad de la iglesia, pero los oficios de piedad se realizaban en la iglesia, en el altar asignado con ese nombre. El último beneficiado de este altar es el autor de esta memoria, quien tuvo que dejar el beneficio al partir al exilio a Volinia el año 1846.
Entre los sepulcros de Lida o capilla cementerio se encuentra una lápida dedicada a Vicente Narbatti, párroco y decano de Lida. Hay un sepulcro magníficamente elaborado por un artesano dedicado al Doctor Graboviecki por su hijo y su hija. Sobre la piedra, bellamente grabado por el célebre escultor de Vilna J. Horbacewicz, se lee lo siguiente, compuesto por el P. Wojszwillo:
- José Graboviecki, insigne Doctor en Medidina y Partero de Grzymala en Podlasia. Miembro de la Sociedad imperial y universal de Vilna, Asesor colegiado.
- Nacido el 19 de marzo de 1786, fallecido el 4 de diciembre de 1842.
- Por él su familia fue feliz; toda la región fue sanada. Consolador de los pobres. Verdadero amante de los santos.
“En el año 1672, Adam Narbutt, juez de paz de Lida, fundó con su esposa Isabel en Lida los Carmelitas Calzados, de los que en aquel tiempo había más o menos 10. Tenían una iglesia de piedra bastante grande y un convento. Había altares adornados, que al ser suprimidos los Carmelitas pasaron a la iglesia parroquial. Los religiosos, además de sus entradas propias y algunas casas en el pueblo, tenían un bosque y un gran prado en la zona de Zarzecre, junto al río Lidejka en Lida, además de la aldea Nieczecz, que tenía unas diez casas de campesinos y campos, alquilados por más de 30 rublos. Cuando fueron expulsados de Krupa, algunos de ellos siguieron hasta el año 1824, con 11 casas de aldeas y la mitad de la finca. Recibieron un capital perpetuo de los Príncipes Radziwill Zirumunski, con cuyo interés eran mantenidos dos sacerdotes que debían ir a Zirumuns, celebrar misa, predicar el día de las fiestas de la Exaltación de la Santa Cruz y la Ascensión del Señor, escuchar las confesiones de los fieles, y con esa ocasión pedían limosna. Ya no oí nada más referente a ellos. En el año 1832 fueron suprimidos. Su último Prior fue el P. Dionisio Balsevicz, que en tiempos había sido maestro mío en la escuela de Troze. Por obra del Tesoro Público el claustro fue convertido en hospital el año 1845. Sin embargo el templo quedó abandonado y así permanece hasta el día de hoy, apenas cubierto. Después del incendio del año 1826 fue cubierto con paja, que se lleva el viento. Las paredes están debilitadas y amenazan ruina”. Así estaban las cosas en 1858. No sé cómo están hoy.
También oí que en algún tiempo hubo monjas en Lida; se decía que su casa había estado en el camino de Vilna, frente a nuestra puerta del carro, donde antes del incendio de 1842 se encontraba la ollería judía. Se decía que habían venido de Krupa, pero nadie sabía decir ni cuándo, ni quién las había llamado. Ni he podido encontrar rastro de Carmelo en Krupa.
En la esquina de la muralla había un hospicio con paredes de ladrillo junto a la iglesia parroquial, en la calle principal en dirección al castillo, pero el incendio de 1826 quemó el tejado y todo lo que era de madera. Las paredes sirvieron para reparar otras casas, y no quedó nada de este refugio para los pobres.
En la otra esquina del muro en la misma calle, en dirección de Vilusis hay un pequeño hospicio de ladrillo que solo tiene una habitación, sin apenas atrio. Allí residen los pobres fieles de la iglesia y que viven de las limosnas que les da la gente. No se sabe cuándo se hizo ni quién lo pagó.
Junto al cementerio había otro pobre refugio, no se sabe de qué tiempo ni por quién fue hecho, pero estaba ya en estado ruinoso, y no se podía evitar que fueran allí los pobres que no tenían otro lugar a donde ir. La bondad de la Providencia no olvida a nadie, y con su consejo alivia a los pobres. La gobernanta María Le Fort dejó en su testamento 66 rublos de oro para los pobres del lugar, y para que no se malgastaran, la persuadí para que se emplearan en la construcción de un asilo nuevo. Como nadie ponía manos a la obra, yo mismo me encargué del asunto. El 13 de julio comenzaron las obras, y el 13 de septiembre se terminaron, de modo que en dos meses fue construida una casa nueva hermosa, de madera, bien preparada. La suma original, junto con otras donaciones recogidas, dio un total de 150 rublos, y el asilo nuevo costó 120. Empleé 12 para edificar una sacristía parroquial nueva; los otros 18 bastaron para hacer un refugio de planchas de madera junto a la iglesia. Escribí con mi propia mano en detalle en el libro de limosnas de la iglesia, y en el nuevo asilo coloqué una placa protegida con cristal, para que otros imiten la buena obra.
Notas
- ↑ Jogalia fue Gran Duque de Lituania, que al bautizarse tomó el nombre de Ladislao. Se casó con la Reina Jadwiga de Polonia, tomando el título de Rey con el nombre de Ladislao II (1386-1399). Convirtió Lituania al cristianismo. Es el origen de la dinastía de los Jagellones, que rigió durante mucho tiempo el Reino de las Dos Naciones, Polonia y Lituania. (N. del T.)
- ↑ Papa en Aviñón de 1316 a 1334 (N. del T.).