FerrerSintesis/2SigloXVIII/3Ministerio

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3. El ministerio escolapio.

El Fundador, al referirse a los problemas surgidos entre el ejercicio sacerdotal y el ministerio específico, escribió lo siguiente:

"Nuestro ministerio principal son las escuelas. De manera que si debe dejarse un ministerio u otro, mejor es que padezca el de las confesiones que el de la escuela" (Carta n. 3871).

Calasanz insistía en que en la Iglesia ya había suficientes sacerdotes, clérigos regulares y religiosos dedicados al ministerio sacerdotal, mientras para la educación de la juventud había muy pocos.

En el siglo XVIII la situación no es demasiado distinta. El ministerio escolapio, como síntesis dinámica, comienza a ser poco entendido. Aparece un dualismo entre la labor sacerdotal y la enseñanza. Algunos, al reducir excesivamente lo sacerdotal al culto, consideraron inadecuado dedicarse a la escuela. Los más se inclinaron por la escuela y subordinaron el sacerdocio, entendido cultualmente, al carisma específico de la Orden. Se produjo, en consecuencia, una cierta crisis de identidad, ya perceptible en las Constituciones no oficiales del P. Foci (1698)[Notas 1]. A lo largo del XVIII irán apareciendo advertencias y disposiciones de los Superiores y de los Capítulos sobre esta desorientación. En este sentido el Capítulo General de 1724 aprobó no aceptar fundaciones "en las que no se puedan ejercitar las actividades escolásticas".

El P. General G.M. Giuria (1760-1771) recordó a todos los religiosos algunos puntos esenciales:

  • todos tienen la obligación de enseñar,
  • se debe dar más importancia a la formación cristiana por encima de la humana o académica.

En la práctica, con demasiada frecuencia, se potenció lo académico, incluso por el mismo prestigio de la Orden en su contencioso con la Compañía de Jesús.

3.1 La escuela.

a. Ámbito o delimitación de la actividad escolar.

  • Internados, Colegios de Nobles. Se tuvieron algunos. Gozaron de gran prestigio. En algunos casos sirvieron de centros de experimentación pedagógica, como el "Colegio de Nobles" de Varsovia, fundado por el P. S. Konarski en 1740. Razones económicas también aconsejaron la creación de esta clase de centros.
  • Seminarios diocesanos. Aunque el P. General A. Boschi (1712-1718) los aceptó, en realidad fue por no contrariar a Obispos protectores de las Escuelas Pías, sobre todo en Hungría y Checoslovaquia. No fueron muchos, sin embargo.
  • Escuelas profesionales (como San Michele ad Ripam, Roma). A pesar de su extraordinario interés social, fueron casos aislados.
  • Preceptores de príncipes, hijos de nobles y grandes señores. Las cortapisas y prohibiciones, por parte de los superiores, fueron claras, ya desde el P. Zanoni, primer General del XVIII. El Capítulo General de 1718 precisó que en caso de tratarse de mujeres, la prohibición sería absoluta. Desde luego hubo religiosos preceptores, sobre todo en Europa Central, pero siempre debía autorizarlo el P. General.
  • Colegios modelo (como el Colegio Nuevo o Calasancio, de Roma). Fue fundado en 1747 bajo la inspiración del P. Delbecchi, General y futuro Arzobispo, con la intención de que sirviera de modelo para el resto de los colegios escolapios[Notas 2].

b. Gratuidad.

Fue un objetivo claro en la orientación de la Orden. La financiación, como ya sabemos, se apoyó en fundaciones, rentas nobiliarias, subvenciones municipales, ingresos de los internados, ingresos del culto,etc.

Uno de los golpes más certeros contra la gratuidad proviene del emperador José II (1783), que se incautó de los fondos fundacionales de las Congregaciones religiosas al tiempo que exigió que los alumnos pagaran algo con el fin de sostener a los maestros y los gastos de las escuelas.

En general la Orden fue bastante pobre. Algunas provincias, como la de Renania y Suiza, llevaron una vida casi mísera.

c. Planes y métodos pedagógicos.

Ya se expuso más arriba, al hablar del siglo precedente, el plan de enseñanza vigente desde 1694 ("Ratio studiorum pro exteris").

En 1748 el P. General Agostino Delbecchi publicó un "Decretum pro bono Scholarum Piarum regimine"[Notas 3]. Insistía en la necesidad de atenerse al "método uniforme" para todas nuestras escuelas. Con todo introdujo innovaciones en la secundaria, ahora articulada en 6 clases, agrupadas en tres bienios:

  • Gramática (inferior y superior) (1,2)
  • Humanidades y Retórica (3,4). Se da importancia al Latín y se publica otro elenco de autores latinos.
  • Filosofía y Teología (5,6). En Filosofía se darán las matemáticas y la geometría.

El "método uniforme" fue reivindicado una y otra vez (cf P. Giuria) y se recordó que sirviera de base para los reglamentos de las provincias. Algunas de las mejores aportaciones escolapias a la historia de la pedagogía se produjeron en este tiempo y precisamente en el terreno de la renovación de planes y métodos. Hubo varios reglamentos provinciales. Citamos, a continuación, algunas de las aportaciones más importantes:

  • Polonia. Destaca la figura del P. S. Konarski (1699-1773)[Notas 4]. Propuso un ciclo de enseñanza de 8 años. Aunque la base siga siendo humanística, se amplía el horizonte: Derecho, Geografía, Historia, Física, Ciencias Naturales, Lengua Polaca y otros idiomas, como el francés y el alemán. También se proponían ejercicios gimnásticos. Se trata de una modernización de la escuela y de los contenidos al servicio de una formación activa para la vida. El carácter político, patriótico, de reformar la sociedad polaca es más que evidente.

En Konarski se da mucha importancia a la formación religiosa, tanto teórica (Teología) como práctica (vivencias, actos de piedad). Se trata de una formación integral. El "hombre honesto" deísta es criticado en su obra "De religione honestarum hominum" (1769 y 1771), basada en virtudes como la justicia y la obediencia. El Derecho debe equilibrar y poner orden, en contra del individualismo, tan característico del polaco.

El P. Konarski contribuyó a la reforma educativa de Polonia a través de la Comisión de Educación Nacional (1773).

Otro reformador, el P. A, Wisniewski (1718-1772) introdujo en la enseñanza media la filosofía moderna y la física experimental.

Centroeuropa. En Hungría se prepararon varios planes. Se acabó imponiendo el oficial (1775), en la época de la emperatriz María Teresa, redactado por el escolapio Graciano Marx (1721-1810).

España. Se dieron varias aportaciones. La más conocida es el "Método uniforme" (1780) del P. Felipe Scío, para la escuela primaria. Contiene: método de lectura, escritura (caligrafía) y aritmética; normas de enseñanza de la lengua castellana (comienza en primaria); educación moral y cívica; Doctrina Cristiana. (cf FA, obra fundamental para conocer la pedagogía escolapia del período 1733-1845).

Otra de las aportaciones, ésta para la secundaria y estudios superiores, es la desvinculación del estudio de la gramática castellana del latín. Así ocurre en el P. Benito Feliu[Notas 5]. Este autor sigue el modelo racionalista y empírico de la gramática de Port-Royal (1660).

La enseñanza de las ciencias sigue estando incluida en la Filosofía. Según V. Faubell[Notas 6], en las Constituciones del Seminario Andresiano (Valencia) de 1763 aparecen, entre otras, las siguientes materias de la Clase Cuarta de Filosofía (ciclo de tres años): aritmética, álgebra, geometría, cálculo diferencial, física experimental (hidráulica, maquinaria, hidrostática, aerostática, acústica, óptica,etc.).

3.2 La formación religiosa.

La formación catequética y religiosa descrita en los capítulos X y XI de los Ritos Comunes[Notas 7] estuvo vigente en el XVIII. La praxis, en algunos casos, fue poco respetuosa con la primacía de lo religioso, tal como ya se ha indicado. Ahora nos ceñiremos sólo a algunas cuestiones de cierta novedad.

La enseñanza del catecismo constituye el eje principal de la formación. Aparecen varios catecismos escritos por los escolapios. El P. Cayetano Ramo publico uno de gran difusión[Notas 8].

Se tenían certámenes catequéticos (combates). El memorismo fue uno de los peligros más frecuentes (recuérdese lo que se hacía en el oratorio dominical). El P. Scío expone las normas de estos certámenes en su "Método uniforme". En otras partes de la Orden hubo el mismo interés por la enseñanza del catecismo[Notas 9].

La Historia Sagrada alcanza un puesto importante en la escuela primaria para la enseñanza de la Religión. El carácter narrativo se juzga muy adecuado para que los niños entiendan las verdades de la fe[Notas 10]. Incluso se llegó a escribir en verso[Notas 11].

El P. Konarski propone la lectura y explicación del Evangelio de Lucas en lengua polaca, tres días a la semana. También recomienda el libro de Tobías. Para él la principal tarea de la enseñanza debe ser el aprendizaje de memoria del Catecismo, y el conocimiento de la vida de Cristo (Evangelios y Hechos de los Apóstoles). La lectura y las necesarias explicaciones estarán a cargo del maestro, el cual hará preguntas a los alumnos.

El tantas veces citado P. Konarski destaca la importancia de prepararse bien para la confesión y la comunión, siguiendo la tradición calasancia. Se recomienda la recepción frecuente de los Sacramentos durante toda la vida; la dirección espiritual; los ejercicios espirituales o retiros anuales de tres días; la lectura espiritual; las exhortaciones, aprovechando cualquier ocasión, para animar a seguir la virtud y tener horror al pecado. Recuerda el objetivo de las Escuelas Pías: formar verdaderos cristianos. Considera que las artes y las ciencias son un medio para alcanzar ese fin. Desde la infancia se debe formar hasta llegar a la juventud, con estudios ya serios de Teología y Moral, aunque sin dar entrada a las sutilezas escolásticas.

Se pretende, pues, un tipo de cristiano bien preparado en el conocimiento claro y sencillo de la doctrina, piadoso (sacramentos, misa diaria) y buen ciudadano (moral).

La devoción a la Virgen, además de las oraciones diarias, tiene un sólido fundamento en las celebraciones litúrgicas[Notas 12].

3.3 Apostolado extraescolar.

En el siglo XVIII, no cabe la menor duda, alcanzó un gran apogeo el apostolado dirigido a los fieles adultos. Los escolapios, en número importante, fueron predicadores, confesores, teólogos, formadores de seminaristas, autores de catecismos y obras piadosas, compositores de música sacra, obispos, párrocos...

Las cofradías siguieron siendo un medio pastoral muy popular. Baste decir, a título de ejemplo, que S. Pompilio María fundó alguna ("Congregación de la Caridad de Dios", 1754) y que en Rieti se creó una "Congregación del Beato José de Calasanz".

Las parroquias fueron también importantes en el XVIII. Ya en 1719 la iglesia de María Treu, de Viena, fue hecha parroquia[Notas 13]. Su primer párroco fue el P. Adolfo Groll, futuro General y Obispo.

Excepto en Centroeuropa, no hubo muchas parroquias. En el Capítulo General de 1760[Notas 14] hubo una propuesta de la Provincia de Hungría, que fue aprobada, por la cual a los religiosos que estuvieran en parroquias, se les computarían esos años para adquirir la voz pasiva. Hasta el siglo XX no aparecen otras indicaciones sobre las parroquias confiadas a las Escuelas Pías.

Notas

  1. .cf FA p.235-236, donde dice: "Las consecuencias prácticas pudieron ser una sobreabundancia en la función enseñante y, al propio tiempo, un raquitismo educativo cara a la formación en la virtud", p.236
  2. .cf G. Sántha art. cit. sobre Delbecchi, Eph. Cal. nn. 8-9 (1968) p.301-303; ver también el texto del reglamento en las pp.309-310
  3. .ver text. lat. en G. Sántha, art. cit. sobre Delbecchi, Eph. Cal. nn. 8-9 (1968), p.310-312
  4. .cf SI
  5. ."Arte del Romance castellano dispuesto según sus principios generales y el uso de los mejores autores", 1769
  6. .FA p.359
  7. .CO 2 p.329-331
  8. ."Explicación de la Doctrina Cristiana, según el método con que la enseñan los Padres de las Escuelas Pías a los que niños que frecuentan sus escuelas. Dispuesta en forma de diálogo entre Maestro y Discípulo", Zaragoza, 1759
  9. .para Italia cf Osvaldo Tosti: "Breve nota sulla "Dottrina Cristiana ad uso delle Scuole Pie", RI n. 4 (1982), p.64-66; para Polonia y Lituania, cf. D V
  10. .cf FA p.498-499
  11. .cf. Atanasio Ruesta: "Historia Sagrada" en verso", Valencia, 1795. Esta obrita contenía 73 octavas reales
  12. .Cf CO 2, p.73-75
  13. .GI 2, p.327
  14. .cf CO 2, p.224