GinerMaestro/Cap17/09

De WikiPía
Revisión a fecha de 10:41 27 feb 2019; Ricardo.cerveron (Discusión | contribuciones)

(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar a: navegación, buscar

Cap17/08
Tema anterior

GinerMaestro/Cap17/09
Índice

Cap17/10
Siguiente tema


Aviso OCR

Este texto ha sido obtenido por un proceso automático mediante un software OCR. Puede contener errores.

17.09. Las nuevas escuelas romanas de Calasanz

Cuando don José de Calasanz, como Visitador de la Cofradía de los Doce Apóstoles, entró por primera vez en la parroquia de Santa Dorotea del Trastevere el 9 de abril de I597, encontró ya funcionando una escuela, abierta por iniciativa del párroco don Antonio Brandini y servida por algunos cofrades de la Doctrina Cristiana, aunque la escuela no dependía para nada de dicha Cofradía. Probablemente el párroco, no satisfecho del ambiente y doctrina cristiana que se enseñaba en la escuela municipal del barrio, quiso suplir las deficiencias abriendo una similar en los locales parroquiales. Era, por tanto, una copia de las escuelas primarias públicas que existían en Roma, no sólo en el programa de enseñanzas que se daban, sino también en su aspecto económico; es decir, que entre los alumnos unos pagaban y otros no. Pero al no ser oficiales, no había ningún maestro subvencionado, como ocurría en las que dependían de la Universidad –‘La Sapienza’- y del Senado y Conservadores del Capitolio.

La primera novedad trascendental que introduce Calasanz; cuando llega a ganarse la voluntad del párroco y de sus ayudantes, es que la escuela quede reservada únicamente a los niños pobres que no pueden pagar. Se convierte, pues, en escuela gratuita para los niños pobres de Trastevere, a los que se unen rápidamente otros, llegados de otros barrios de Roma.

Calasanz dice que al llegar él se encontró con dos o tres cofrades, y que unos iban por la mañana y otros por la tarde, y que el párroco les prestaba dos salitas para aulas de escuela.[Notas 1] Empezaban, pues, la escuela en una sola aula, como ocurría en las escuelas de barrio, repartiéndose el trabajo entre dos o tres. Al incorporarse Calasanz, son ya al menos cuatro y al aumentar los alumnos abren otra aula de modo que pueden atenderlas dos por la mañana y dos por la tarde. La escuela era diaria,[Notas 2] como las municipales de los barrios, y no dominical, como las que tenía la Cofradía de la Doctrina Cristiana. Igualmente, el plan de estudios no era como el de estas últimas, sino como el de las oficiales. Las de la Cofradía se centraban en el catecismo, que era su finalidad, a lo que añadían algo de lectura y escritura, como apéndice.[Notas 3]

Al conseguir Calasanz que las escuelas sean gratuitas y sólo para los pobres, empiezan a afluir hacia Santa Dorotea tantos niños que las dos aulas resultan pequeñas y tiene que adquirir locales en una casa vecina, buscando además nuevos maestros, asalariados por él, para atender las nuevas aulas.[Notas 4] El progresivo aumento de alumnos, maestros y aulas obliga a Calasanz a romper los moldes tradicionales de las escuelas de barrio y crear un nuevo sistema escolar, agrupando los alumnos en aulas, según las distintas asignaturas o grados de las mismas y poniendo al frente de cada grupo un maestro. Estaba naciendo un nuevo tipo de escuela, ‘la escuela primaria graduada’, y un nuevo método didáctico, que se llamaría luego método simultáneo, Y esto todavía en Santa Dorotea, como hace notar Berro: 'dividió primeramente las escuelas con un orden y modo tan admirable que los chicos hacían progresos notables en poco tiempo'.[Notas 5]

Los muchachos siguen aumentando de modo espectacular, y es precisamente el número lo que hace cambiar de locales, cuando llegan a ser insuficientes. De Santa Dorotea pasa a las' inmediaciones del Campo dei Fiori y en aquellos dos años (1600-1602) llegan tos niños a 500;[Notas 6] en 1602, ya instalados en el palacio Vestri, suben a 700;[Notas 7] tot; en el palacio Mannini, un mes antes de abandonarlo, es decir, en septiembre de 1612, eran 800;[Notas 8] en mayo de 1614, unidas las Escuelas Pías, a la Congregación Luquesa, 'pasan ya el número de 1200';[Notas 9] en 1617, apenas erigida la Congregación Paulina, alcanza la cifra de 1500.[Notas 10] Todavía hay quien eleva el número a 1600 sin precisar fecha, pero ciertamente se refiere a los años en torno a 1620.[Notas 11]

Este asombroso crecimiento del alumnado contrasta poderosamente con el que acude a las escuelas públicas, esparcidas por los 14 barrios de Roma, Y la razón está en la gratuidad, sin duda. Hasta 1617, en las Escuelas Pías sólo se admite á los pobres con certificado de pobreza, aunque con alguna excepción, al parecer. Desde ese año desaparece la obligación de exigir dicho certificado, pero la enseñanza sigue siendo para todos totalmente gratuita.

Las escuelas públicas, subvencionadas precariamente por las autoridades del Capitolio, empiezan siendo en el siglo XVI una para cada barrio, pero aunque tienen obligación de admitir gratis a los pobres, la precariedad del salario les fuerza a reducir al mínimo la gratuidad y aumentar en lo posible el número de los alumnos de pago. Poco a poco, sin embargo, a las 14 escuelas subvencionadas de los 14 barrios se van añadiendo otras no subvencionadas, ateniéndose sus maestros a las condiciones que impone La Sapienza (Universidad de Roma), de la que dependen todas las escuelas. Estos nuevos maestros no subvencionados tienen que sustentarse con la paga de los alumnos, por lo que los pobres-gratuitos son todavía menos o totalmente eliminados. Las escuelas, pues, se multiplican por doquier, pero los pobres-gratuitos no encuentran sitio suficiente y siguen acudiendo en masa a las Escuelas Pías.[Notas 12]

Así, pues, según estadísticas fiables, las 13 ó 14 escuelas de barrio del siglo XVI se convierten en 73, entre subvencionadas y no subvencionadas, en 1636; llegan a 94 en 1645-1646; 55 en 1676, 70 en 1695; 75 en 1747 y 78 en 1761-I762.[Notas 13] Pero aunque aumenta el número de escuelas, el de alumnos sigue siendo similar en todas, al ser atendidas por un solo maestro, que tiene a veces un ayudante. De las citadas estadísticas se deduce que la media de alumnos por escuela oscila entre 25 y 30;[Notas 14] y de las 186 escuelas cuyos alumnos se indican; 48 tienen al máximo 20 y 45 superan los 35.

La enorme diferencia entre el número de alumnos de estas escuelas y de las de Calasanz exigía forzosamente una distinta organización didáctica. En las primeras un solo maestro en una sola aula tenía que enseñar a leer, escribir, contar, gramática latina y catecismo a alumnos de diferentes edades, desde los más pequeños hasta los mayores. En un informe, fechado el 10 de abril de 1636, se dice de una de esas escuelas que 'entre sus 28 alumnos hay quien “lee la santa cruz'; quien lee libros en lengua vulgar; quien lee el salterio latino; quien lee y escribe; quien “lee el Donato”; quien “lee la gramática”; quien se ejercita en los verbos latinos en activa”.[Notas 15] Semejante variedad de tareas escolares simultáneas en la misma aula puede observarse en las ordenanzas de ‘La Sapienza’ dadas a los maestros en 1646, fijándoles lo que deben cobrar por asignatura, para evitar abusos.[Notas 16] No obstante, dadas las fechas de ambos documentos (1636 y 1646), es probable que esta precisa distinción de tareas o asignaturas sea efecto de la influencia de los métodos de las Escuelas Pías, que ya los aplicaban desde principios de siglo.[Notas 17]

Calasanz, en efecto, tuvo que ingeniarse en ordenar debidamente aquella muchedumbre de muchachos que por centenares llegaban a sus escuelas. El sistema didáctico de las escuelas populares romanas no le servía. El único centro que pudiera parecérsele era el Colegio Romano, que hacia 1600 contaba ya más de dos mil alumnos.[Notas 18] Pero tampoco podía serle de gran ayuda, porque no tenía escuelas de primaria y precisamente sus clases inferiores empezaban donde tenían que terminar las superiores de las Escuelas Pías y donde terminaban también las escuelas de barrio. Es decir, los estudios en el Colegio Romano empezaban, según la ‘Ratio Studiorum’ de la Compañía, por un trienio de gramática latina al que seguían un año de humanidades y otro de retórica, formando el quinquenio preparatorio para la filosofía y teología, ciencias mayores que acaparaban el interés y finalidad primaria de esta institución universitaria, así como la mayoría del alumnado. A la clase inferior de gramática latina o de ingreso, llamada la 5ª , eran admitidos 'los que saben leer, escribir y recitar de memoria el ‘Donato’ y la ‘Doctrina Cristiana’',[Notas 19] o como dice Berro concretamente: “no los admitían en sus escuelas [los jesuitas] si no sabían bastante bien los [verbos] impersonales”.[Notas 20] Y éste es el límite que en un principio puso a sus escuelas el P. José de Calasanz.

Notas

  1. Cf. c.4185.
  2. M. A. Archangeli pide ayuda y protección de la Cofradía de la Doctrina Cristiana el 10 de junio de 1599 para da 'schuola quotidiana che egli fa in S. Dorotea' (EphCal 6 [1958] 158, n.12).
  3. Cf. A. GARCÍA - DURÁN, ‘Itinerario espiritual’, p.87, n..465. Opina el autor que la escuela de Santa Dorotea 'era una prolongación de la escuela dominical de la Doctrina Cristiana cuanto a su plan de estudios (catecismo, leer, escribir y quizá contar…)'. En las Constituciones de la Congregación dé los PP. de la Doctrina Cristiana (Agatistas) se habla de 'scuole quotidiane' y se lee también que 'se bene se li permette, ché insegnino leggere, scrivere e la grammatica, pure il primo intento sia insegnarli la Dottrina Cristiana' (cf. C. VILÁ, ‘Fuentes inmediatas…’, p.276). Pero hay que observar que tales Constituciones fueron compuestas en 1603 porJ. B. Serafini Doricetto, Preboste General de los Agatistas (cf. ib., p.263), y por tanto en los últimos años pudieron convertir sus escuelas dominicales en cotidianas y añadir la gramática a la lectura y escritura, a ejemplo de las Escuelas Pías. Así opina Sántha (cf. G. SÁNTHA, ‘De S. Fund. N. in confraternitate doctrinae christianae urbis…’ p.155). Por su parte, la Cofradía de la Doctrina Cristiana, separada de dicha Congregación de los Agatistas en 1598 (cf. cap.12, n.14), sigue teniendo sus-propias escuelas dominicales, de las que en l600 - 1601 es Visitador Calasanz. Pero el hecho de negarse a aceptar la escuela de Calasanz como cosa propia en ese año 1601 manifiesta que es algo muy distinto de las suyas (cf. EphCal 6 [1958] 158-159, n.15, 17 y 18).
  4. Berro, después de aludir a las aulas de la parroquia ('nelle proprie stanze della parrocchia', añade que Calasanz solucionó el problema 'affitando anche una. Casa vicina a quelle stanze per 30 scudi l'anno', y 'crebbero in tanto numero li scolari che non potevano soddisfare li Maestri a tutti, però procurò egli del suo mantenere più operárii, e quanto più vedeva moltiplicare li scolari, tanto più egli procurava Maestri' (BERRO I, p.73; completamos el texto deficiente con otra copia del original).
  5. Ib. 'Altro elemento condiviso della metodologia didattica fu il passaggio dall'insegnamento individuale, che perduró, specialmente a livello della scuola primaria, per molto tempo, a quello collettivo, di cui si era fatto promotore sin dalle origini il Calasanzio e, in altro contesto, J.:A. Komensky (Comenius), Tale metodo, detto simultaneo, era peraltro da raportarsi all’uso di testi comuni' (B. BELLERATE - G. ROCA, ‘Scuola’: Dizionario degli Istituti di perfezione, ed. Paoline, VIII [Roma 1988] col. 1137). Cf. SÁNTHA. SJC. p.273-276.
  6. Cf. Informe de Calasanz de 1623 (EGC II, p.170).
  7. C Cf. carta de G. Ghellini (EC, p.1552).
  8. Cf. carta de Landriani (EC, p.1636).
  9. Cf. carta de Calasanz (EGC VIII, p.451).
  10. Cf. carta de Casani (EC, p.497).
  11. Cf. BERRO I, p.83. Quizá las dos últimas cifras, dadas por Casani y Berro, sean exageradas, pues la Visita Apostólica de 1625 dice que los alumnos son 'ultrar num. 900' (cf. EphCal 4 [1959] 168). Bau opina que tales cifras milenarias son inverosímiles, dada la estrechez de locales de la casa, y que al máximo llegarían a 700 (Bau, BC, p . 442). L. Picanyol rechaza las limitaciones de Bau, ateniéndose a los documentos (cf. EGC VIII, p.452 y Rass XVI [1950] 69-70). Bau volvió a insistir en su tesis (cf; RevCal 12 [1957] 383-384). Pero son demasiados los documentos que dan cifras superiores a 700. Por lo que la tesis de Bau es inaceptable. A los ya citados, añádase el informe de los luqueses que en octubre de 1614 visitan las aulas de San Pantaleón y cuentan 1.015 alumnos (cf. PosCas, p.172-173). Y el testimonio del P. Bernardini, que dice: 'quando noi havemmo le scuole, vi concorrevano circa 800 scolari, ma… in poco tempo si augmentò il numero fino a 1200' (PosCas, p.265). La distribución actual de espacio no es la misma que entonces. Examinando el plano de la planta baja (cf. G. SPAGNESI, ‘San Pantaleo’ [Roma 1967] p.20-21), hecho por G. A. De Rossi, el arquitecto que transformó la antigua iglesia en la actual (1680), se aprecian unos diez locales en torno al reducido partió, que podrían servir de aulas. Y además, había otras en el primer piso. Cuando en 1640 Calasanz decide construir el actual gran comedor, dice que se tuvo que ocupar 'le due scuole di terza e quarta' y la habitación que había sido del P. Dragonetti (cf. c.3522). El edificio tenía sótano, planta baja y dos pisos solamente. Las habitaciones de los religiosos estaban en el piso segundo. De su estrechez e incomodidad hablaron ya A. Bernardini (cf. PosCas, p.265) y los Visitadores de 1625 (cf. EphCal, 4 [1959] 168). Calasanz mismo habla de 'la stretezza delle scuole' y pide licencia para hacer reformas en 1626 (cf. EphCal, 9-10 [1962] 288, n.34)
  12. Cf. G. PELLICCIA, ‘La scuola primaria a Roma dal secolo XVI al XIX’, p.51-59. Muchas de estas nuevas escuelas las abrían los maestros que se habían ya ejercitado en las Escuelas Pías, como hace notar Calasanz: 'molti doppo haver imparato bene il modo d'insegnar se ne andavano a fare scuola per interesse in áltre parti'> (EGC II, p.170). De ello se deduce que la enseñanza primaria en Roma fue acomodándose progresivamente a los métodos usados en las Escuelas Pías, como abundantemente hace notar el citado autor Pelliccia, desde el siglo XVI al XIX.
  13. Cf. G. PELLICCIA, o.c., tablas I, II, III, V, VII y VIII del Apéndice.
  14. En las citadas tablas sólo cuatro indican el número de alumnos por escuela (de aula única) y no de todas ellas: de las 55 escuelas de 1676 sólo se indica el número de alumnos de 21, dando una media de 26 por escuela; de las 70 de 1695, solo de 12 se saben los alumnos, resultando una media de 34 por escuela; la tabla de 1747 es completa y la media es de 24,8 alumnos por escuela; completa también es la de 1761 – 62, siendo la media de 2l niños por escuela (cf. G. PELLICCIA, o.c., tablas III, V, VII y VIII).
  15. Ib., p.273. 'La tabla del alfabeto se llamaba de la 'Santa Cruz' porque el primer signo puesto antes de la A era precisamente el signo gráfico de la cruz' (ib., p.286). El salterio latino, del Breviario o de los grandes libros de coro, servía para leer de corrido y dividir las sílabas, sin entenderlo; 'el Donato era la primera gramática latina en forma dialógica, compuesta en el s. VIII sobre el texto escolástico ‘Ars minor (seu de octo partibus orationis)’, de Elio Donato (s. IV), maestro de S. Jerónimo' (ib., p.320).
  16. 'Tassa che devono pagare li scolari anticipatamente alli Maestri per la loro mercede. Per leggere l’alfabeto seu Santa Croce ogni mese giuli-15; Per leggere compitando et scorrento-20; Per leggere e scrivere semplicemente-30; Per declinare e coniugare-40; Per imparare l’abbaco in scripti-50; Per latinare tanto della prima delli attivi quanto di tutte le regolo-50; Per intendere alcuna lettione di Ciceroni e altri autori-60. (Cf. EphCal, 6 [1958] 160-161, n.27; G. PELLICIA, o.c., p.457-458)
  17. Apoyándose en el citado documento dice Sántha que 'haud pauca saltem germina continuisse illius methodi, quam postea et Scholae Piae et scholae Doctrinae Christianae feliciter adhibuere et perfecere', y esto concretamente en la distinción de asignaturas (cf. G. SÁNTHA, o.c., p. 156). Pero mal podría influir dicho documento de 1646 en los métodos de las Escuelas Pías, concretamente en dicha distinción, ya adoptada por ellas a principios de siglo.
  18. Cf . R. GARCÍA-VILLOSLADA, ‘Storia del Collegio Romano, p. 160.
  19. Ib, p.88 y 100.
  20. BERRO I, p.72.