DelBuonoDiarios2/Introducción

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DelBuonoDiarios2/Introducción
Índice

Diario 18. 11 marzo 1930 – 19 marzo 1931
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Introducción

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Siendo este el II Volumen de los Diarios del P. del Buono, hay que tener en cuenta lo dicho en la introducción del I Volumen que, por supuesto, no vamos a repetir. Pero lo completaremos con algunas observaciones nuevas. La primera, de carácter formal. Los primeros cuadernos del P. Buono son libretas pequeñas, de diferente formato, hasta que en el nº 9 adopta el cuaderno de tapas negras, tamaño medio folio, con un número cada vez mayor de páginas, hasta que en el 17 adopta el formato definitivo: tapas negras de hule, medio folio, 320 páginas (8 cuadernillos de 40), que mantendrá casi hasta el final. Con una particularidad: dedica una página a cada día. Y los días en que solo escribe la fecha (que van siendo cada vez más numerosos: quizás no tenía tiempo o ganas para escribir; quizás estaba enfermo o no quería anotar cosas de poca consecuencia…), deja el resto de la página en blanco.

Observamos que en sus diarios (seguimos refiriéndonos únicamente a lo que en ellos está escrito, sin confrontar con otras fuentes que, por supuesto existen, incluso en abundancia) los intereses del P. Del Buono se desarrollan en diversos círculos, de mayor a menor importancia.

Primer círculo: San Pantaleo

San Pantaleo es el lugar de su residencia, centro administrativo y espiritual de la Orden. Ya en el periodo anterior había logrado sus dos primeros grandes objetivos: la restauración de la casa y la creación del juniorato internacional. Con la presencia de una comunidad de religiosas al servicio del mismo. En este segundo volumen apenas habla de las religiosas; no hay más obras que hacer, pero sigue mostrando, orgulloso, las reformas hechas (y las insignes reliquias de Calasanz) a los visitantes que se acercan a la casa; da algunas informaciones sobre los juniores y sus estudios. Pero sigue estando muy atento a narrar lo relativo a celebraciones y liturgias, repitiendo una y otra vez los mismos detalles; citando con precisión los nombres de los celebrantes… Y lo mismo hace con los acontecimientos especiales, como los ejercicios espirituales de la comunidad, apuntando incluso el título de cada charla durante la semana que duran los mismos. Es evidente que este aspecto litúrgico-cultual tiene gran importancia para el P. Del Buono. Pero, ya que estamos en ello, vamos a enumerar las celebraciones ordinarias que se desarrollaban anualmente en la iglesia de San Pantaleo.

Hay que decir que todas las tardes, a las 19 (a veces a las 19 ½) había “función” en San Pantaleo, consistente al menos en el rezo del Rosario y posiblemente las letanías lauretanas. Pero muchas de esas funciones tenían un carácter especial: se cantaban himnos y otros cánticos, se exponía el S. Sacramento, había lectura u homilía, oraciones especiales, se daba la bendición eucarística (en ocasiones más solemnes “en terno”, es decir por tres sacerdotes; en las grandes solemnidades se buscaba que fuera un personaje de relieve –un Cardenal para la fiesta de Calasanz, Monseñores para otras grandes fiestas-), incensación y beso de la reliquia, pues nuestra iglesia está bien surtida en cuestión de reliquias (las más sorprendentes, la del velo de la Virgen María, del manto de San José y del vestido de Santa Ana). Por eso las novenas, los “meses” y los triduos solo añadían colorido a la celebración ordinaria.

Después de las celebraciones navideñas, los soldados del Grupo San Sebastián, muy activo durante este periodo en San Pantaleo (aunque Del Buono menciona menos detalles de sus actividades) celebran la fiesta de su patrón, en torno al 20 de enero, precedida por un triduo. Debía tratarse de un triduo más bien para los socios del grupo.

La primera gran celebración anual de San Pantaleo era el Triduo de las 40 horas, a finales de enero. Nuestra iglesia estaba inscrita en el “circuito” de iglesias romanas que celebraban anualmente las 40 horas de adoración continua, con varias misas intercaladas, y asistencia de gente de casa y de fuera, concretamente de la Cofradía de los Adoradores Nocturnos, que mantenían la adoración durante la noche. El triduo comenzaba con la Misa de Exposición un día por la mañana, y terminaba dos días después con la Misa de Reposición. Durante todo ese tiempo el Santísimo Sacramento estaba expuesto, y se celebraban diversos actos y charlas. Los soldados del Grupo San Sebastián también participaban en este triduo.

El Vicariato de Roma mandó introducir en todas las iglesias de Roma un triduo en honor de San José (19 de marzo), cosa que en nada debió disgustar a los escolapios de San Pantaleo, donde el santo (patrón de la Orden) tiene un altar, y además una reliquia.

En marzo llegaba el triduo de la Anunciación (aniversario de la creación de la Congregación de las Escuelas Pías).

A finales de abril los niños que preparaban la 1ª Comunión en nuestra parroquia, San Lorenzo in Dámaso, tenían su triduo. Hay que señalar que la Congregación de los niños de la parroquia tenía todos los primeros domingos de mes la Misa de Comunión a las 9 en San Pantaleo. La 1ª comunión la hacían después, en la parroquia.

Llegaba después el Mes de Mayo, dedicado a María. Algunos años los juniores participaban en él; luego, porque era un fastidio para sus estudios, estando ya próximo el fin de curso, se decidió que no asistieran, y lo celebraran ellos en la oración de la mañana.

Más solemne que el Mes de Mayo lo era el de Junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. a este sí que asistían los juniores, a pesar de que era ya tiempo de exámenes. Era tan importante que incluso tenía un triduo de clausura. Era un grupo de señoras de la parroquia quien lo organizaba cada año: se celebraba en San Pantaleo y no en la parroquia. Las señoras se encargaban de buscar un predicador, que todos los días del mes durante la función de la tarde predicaba. Algunos eran mejores predicadores que otros…

Algunos años la Novena del Espíritu Santo, preparatoria de la fiesta de Pentecostés, comenzaba ya en el mes de mayo; a la celebración normal del mes de mayo se añadían alguna oración y algún canto específico, y se hacían las dos cosas juntas.

Terminado junio, llegaban en julio el triduo del Beato (a partir de 1934, Santo) Pompilio (15 de julio), la novena de Santa Ana (26 de julio), y el triduo de San Pantaleón (27 de julio). Resulta sorprendente que se concediera más honor a Santa Ana que al titular de la Iglesia San Pantaleón, pero hay que tener en cuenta que Santa Ana era, con San Joaquín, co-patrona de la Orden, y todavía se arrastraba la tradición de la Cofradía de Santa Ana, creada por San José de Calasanz; las “hermanas” de la cofradía tenían su Misa de Aniversario en noviembre, como los escolapios difuntos, los parientes y bienhechores de la Orden, y las religiosas Calasancias de Italia.

En agosto tenía lugar la novena de la Asunción (15 de agosto), seguida por la Novena y el Triduo de San José de Calasanz, en preparación de su fiesta (27 de agosto, entonces), día del año en que más empeño litúrgico se ponía.

En septiembre se celebraban la novena de la Natividad de la Virgen (8 de septiembre) y el triduo del Santo Nombre de María (12 de septiembre).

El Mes de Octubre, o mes del Rosario, dedicado a María, era también un periodo especial. En él tenía lugar además el triduo en honor de Sata Teresa del Niño Jesús (1 octubre), y a finales de mes, el triduo en honor de Cristo Rey (que se celebraba entonces el último domingo de ese mes).

El Mes de Noviembre estaba dedicado a los Difuntos. La función de la tarde era más solemne de lo habitual, con exposición y bendición eucarística. Señala el P. Del Buono que ese mes y el de octubre los juniores asistían a la función, y luego tenían la oración comunitaria de la tarde habitual. Se tenía además el triduo en preparación de la fiesta del Patrocinio de S. José de Calasanz (27 de noviembre).

Diciembre cerraba las celebraciones litúrgicas con dos novenas: la de la Inmaculada (8 de diciembre), y la de Navidad (25 de diciembre).

¡Tenía razón un escolapio que estudió teología en San Pantaleo cuando decía: “En San Pantaleo salíamos de un triduo para entrar en una novena”!

Hay que tener en cuenta que, además se celebraban todos los Primeros Viernes de mes, en honor del Sagrado Corazón de Jesús, con oficio especial por la tarde; y se celebraban también los 15 Sábados de la Virgen de Pompei (creados por el B. Bartolo Longo, exalumno de los escolapios, en honor de los 15 Misterios del Rosario), con la Súplica Universal a la Virgen del Rosario.

En fiestas especiales (Santa Ana, San Pantaleo, las 40 Horas y, especialmente, San José de Calasanz, se celebraban muchas misas en la iglesia, seguramente de modo simultáneo. Era costumbre entonces que en la fiesta del fundador de una Orden religiosa las demás Órdenes presentes en Roma enviaran un sacerdote a celebrar en su iglesia. Y, recíprocamente, cuando era la fiesta del fundador de otra congregación, un escolapio (normalmente el Procurador General, P. Serafino Maja) iba a celebrar la “Misa de Restitución” a la respectiva iglesia.

En San Pantaleo durante este tiempo siguen celebrando sus reuniones y actos de formación y de culto normales los soldados del Grupo Militar San Sebastián, integrado en La Juventud de la Acción Católica Italiana. Siguen acompañados por el P. Serafino Maja, fiel colaborador en todo del P. General. Además de ellos se reúnen también los Médicos de la Asociación “San Pantaleo”, que tienen su celebración mensual el tercer domingo de mes, normalmente en la capilla de la Aparición. También tienen en San Pantaleo, pero en la iglesia, los Ejercicios Espirituales de las Semana de Pascua, preparatorios para el “precepto pascual”. En estas ocasiones llegan a asistir más de 200 médicos romanos, que prefieren la iglesia de San Pantaleo a otros locales que les son propuestos.

Segundo círculo: Roma

En Roma sigue siendo (al menos durante los primeros años) una causa de preocupación para el P. Del Buono el colegio Nazareno. El Cardenal Vicario, Francesco Marchetti-Selvaggiani no traga al Nazareno, tal vez a causa del P. Pietrobono, su director, hasta que se jubila por motivos de edad, al que considera demasiado liberal. Pero al menos ya no se habla de trasladarlo a otro lugar; se limitan a hacer las reparaciones y reformas indispensables; consiguen que entre un escolapio en la Comisión Administrativa, y se alcanza una cierta normalidad en su funcionamiento.

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un centro de segunda enseñanza en aquel barrio en plena expansión, donde la única escuela secundaria estaba dirigida por una organización protestante. La parroquia no era una “carga”, sino un premio; así lo entendieron todos entonces. Y digamos de paso que el P. Del Buono nunca se planteó la duda (que tanto ha atormentado a otros escolapios más tarde) de si la parroquia estaba o no incluida en el carisma calasancio. La aceptó, y bien contento. Eso sí, tuvo que aceptar la condición del Cardenal Vicario: no confiarla a los escolapios de la provincia romana, a los que, a causa del Nazareno, “madriguera del fascismo”, según palabras suyas, tenía una ojeriza especial. Y así, durante muchos años, la parroquia de San Francisco estuvo bajo la dependencia de la Provincia escolapia de Liguria, la única italiana con fuerzas para asumirla. Por cierto, el pequeño gimnasio parroquial establecido en San Francisco, nunca se desarrolló plenamente. Los escolapios no tenían locales ni personal suficiente para ello. Una vez aceptada la parroquia, su atención les dio suficiente tela que cortar.

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Viendo que el juniorato interprovincial de Florencia causaba muchos problemas, el P. Del Buono (con ayuda especialmente del P. Maja) dedicó muchas energías a crear un juniorato interprovincial italiano en Roma, donde él podría controlarlo mejor. Visitaron numerosos edificios y terrenos que les propusieron; al final se quedaron con un terreno de dos hectáreas que, a un precio razonable (10 liras el m2), les ofrecieron en Montemario las religiosas Siervas del Sagrado Corazón. Fue el Arquitecto Juan Bautista Milani (el mismo que había renovado San Pantaleo y el Nazareno) quien hizo los planos. Las obras duraron casi dos años (1934-1936), pero al fin los juniores italianos pudieron trasladarse al imponente Calasanctianum en marzo de 1936, donde realizaban sus estudios de filosofía y teología, a cargo de profesores escolapios, provenientes de diversas provincias. El P. Del Bueno se toma un gran interés por la buena marcha del juniorato; asiste a los exámenes, tiene entrevistas personales con todos los religiosos… Y siente una gran satisfacción personal por este otro gran logro suyo. Hay que decir que su provincia de Liguria, y en concreto su colegio de Chiavari, fueron muy generosos al ayudarle: Chiavari hizo una donación de 800.000 liras, suficiente para pagar el terreno y las primeras obras del colegio. Tal vez otro General no lo hubiera logrado.

Tercer círculo: Liguria, Chiavari.

En el tercer círculo de intereses del P. Del Buono se encuentra su propia provincia de Liguria, y la casa de Chiavari. Con el Provincial de Liguria tiene más contactos que con los demás provinciales italianos, entre otras cosas porque necesita su ayuda para aceptar la parroquia de S. Francisco en monte Mario, y porque también a él recurre en ocasiones de mayor necesidad para pedirle algún religioso, además de dinero. A Liguria va a pasar unas semanas cuando va de vacaciones; allí tiene a su hermano Don Nicolò, sacerdote diocesano. No tiene inconveniente para hospedar en San Pantaleo incluso a jóvenes de la Acción Católica cuando vienen de Liguria a Roma. Recibe un buen número de visitas de exalumnos de Chiavari; está al corriente de lo que ocurre en Liguria por la prensa que le envían… Y rememora a menudo sus buenos tiempos pasados en Chiavari.

Al P. Del Buono le gustaba fotografiarse en la terraza de San Pantaleo. En la foto, de 1938, con el P. Irione, de Cornigliano, y con tres alumnos del liceo, que asistieron en 1938 al Encuentro de Asociaciones Internas de Acción Católica en Roma.


Cuarto círculo: resto de Italia.

Nos referimos a las otras provincias escolapias. Les presta atención según las dificultades que le presentan. Pero prefiere no mezclarse mucho en su vida: deja actuar a los Provinciales, y en caso de mayor necesidad, envía algún Asistente General. Toscana (que no le cae muy bien), va saliendo adelante; Nápoles experimenta gran necesidad de religiosos, ahora que han abierto el colegio de Donnaregina en Nápoles; el Provincial romano le cuenta sus cuitas, pero saca adelante la vida de los pequeños colegios fuera de la capital.

En cuanto a los temas sociales y políticos de Italia, el P. Del Buono tiene el normal interés de los demás italianos. Se trata de una época al mismo tiempo exaltante y temible para Italia. El Gobierno de Mussolini y el fascismo tienen un carácter ambivalente para la gente, y especialmente para la Iglesia. Surgen chispas cuando el Gobierno ataca a la Acción católica; todo es paz y gozo cuando Mussolini acoge en Roma a 60 obispos y 2000 sacerdotes para celebrar el buen resultado de la “batalla del grano”, con bendición de Pío XI incluida. Los italianos festejan la conquista del Imperio de Etiopía, y al mismo tiempo tiemblan cuando Hitler se apodera de Austria. Cuando Hitler llega a Roma a dialogar con Mussolini en 1938, la acogida romana es más bien fría: Alemania había sido enemiga de Italia cuando la Gran Guerra de 1915-1918. Globalmente Mussolini goza del aprecio del P. Del Buono, como de la mayoría de los escolapios italianos.

Al comenzar la segunda guerra Mundial con la invasión de Polonia por Alemania, el sentimiento de los italianos está dividido. Así lo expresa el P. Del Buono, que, en el caso de que Italia entre en guerra, espera que sea del lado de Inglaterra y Francia (¡porque Polonia, Austria y Francia son países católicos, mientras Alemania es protestante!). Pero los acontecimientos de esta II Guerra Mundial los veremos en el III Volumen de esta obra.

Quinto círculo: España, Europa.

En este periodo estalla (y concluye) la Guerra Civil española. El P. Del Buono nunca se había interesado mucho por España, puesto que ya había allí un Vicario General que se ocupaba de los asuntos comunes de las provincias españolas. Pero, lógicamente, la noticia del estallido de la guerra sí le afectó. Los primeros días fueron muy confusos: no llegaban noticias sobre los escolapios españoles. La cosa cambió cuando un grupo de escolapios catalanes huidos de su tierra vinieron a refugiarse a Italia, trayendo informaciones parciales pero ciertas de lo que estaba ocurriendo. El P. Del Buono reaccionó inmediatamente, escribiendo una circular a los Provinciales italianos en la que les pedía que acogieran fraternalmente a los escolapios españoles fugitivos. No solo les acogieron, sino que estuvieron muy felices de poder usar sus servicios mientras duró la guerra, especialmente en Nápoles y Roma. En realidad, el número de fugitivos a Italia no fue muy elevado: entre 12 y 15; buena parte de los cuales en cuanto pudieron volvieron a la zona “nacional”, o fueron enviados a Cuba. En cambio, el P. Asistente General Tomás Garrido, a quien la guerra sorprendió en España, ya no pudo regresar a Italia; se quedó en Irache hasta que falleció por enfermedad en 1937, en Irache.

Poco a poco iban llegando noticias sobre escolapios asesinados y colegios ocupados y parcialmente destruidos; pero los datos reales no se supieron hasta después de terminada la guerra algunos escolapios desaparecidos, que se habían escondido, aparecieron, y se supo que otros (más de 200) habían sido asesinados. Entre ellos el P. Felipe Turiel, de la Provincia de Castilla, que era profesor de Teología Dogmática en el juniorato interprovincial de Monte Mario, y había ido en junio a España para cumplir su servicio militar de tres meses. Fue asesinado en noviembre de 1936. Entre tantas tragedias personales, queremos señalar esta: un escolapio de 27 años, que había obtenido el primer premio de la Gregoriana al licenciarse en Teología, del que la Orden podía esperar tanto…

En la foto, sentado, el P. Tomás Garrido, As. General de España y Maestro de Juniores; detrás de él, Felipe Turiel (Castilla) y Tiburcio Fejes (Hungría). Aunque la foto está marcada con la fecha 1932, muy probablemente es de noviembre de 1929, cuando el primero recibe el premio por su “Summa cum Laude” en Teología, y el segundo “Cum laude” en Derecho canónico.


Parecería que, al terminar la guerra, se calmarían las cosas en las Escuelas Pías de España, que tanto habían sufrido. Pero no fue así: todavía quedaban rescoldos de las hogueras que habían encendido el país en los años 1920-22 con el primer intento de fundar la provincia de Vasconia, y en 1928 con las denuncias de algunos escolapios catalanes como separatistas. El ataque llegó ya antes de terminar la guerra contra el P. Pantaleón Galdeano, Provincial de Vasconia, y algunos superiores de Navarra, acusados de separatistas por otros escolapios, sin duda, y desterrados de la provincia. El P. Galdeano fue depuesto de su cargo, y en su lugar fue nombrado otro escolapio, que después del intento de 1922 había llamado menos la atención: el P. Gonzalo Etayo, rector del colegio de Bilbao. Pero la medida no resultó suficiente. Ya en 1938 el P. Provincial de Castilla, Eusebio Gómez de Miguel, había ido a Roma para sugerir al P. General la supresión de la provincia de Vasconia, pues los escolapios vascos, tenidos como separatistas, constituían un peligro para los escolapios de toda España. Terminada la guerra, el Embajador de España ante la santa Sede, José de Yanguas Messía, propone al P. Manuel Pazos, nuevo Asistente General por España, nada menos que la supresión de la Provincia de Vasconia, como emanación del separatismo vasco; la deposición del Vicario General P. Caballero, acusado de ser separatista. Y lo mismo del rector de Sarriá (Barcelona) P. Juan Tomás de S. Sebastián, por la misma razón. Y luego, para colmo, el alejamiento de la Curia del P. Leopoldo Picanyol, pues influía en la Curia General a favor de los separatistas. Grande debió ser el estupor del P. Del Buono cuando el P. Pazos le transmitió el recado, pero mucho mayor su pesar al darse cuenta de que esas acusaciones y sugerencias venían necesariamente de escolapios españoles. ¡La guerra civil española había terminado, pero no la guerra entre los escolapios españoles! Recibió el mensaje como una sugerencia oficiosa, pero por si acaso fue a hablar con el Cardenal Vicario, y con Mons. Pasetto, buen conocedor de los escolapios españoles y Secretario de la Congregación de Religiosos, que le recomendaron prudencia, pero no seguir necesariamente las sugerencias mientras no fueran órdenes formales. Y las órdenes, por suerte, no llegaron.

Del resto de las Provincias Europeas el P. Del Buono apenas hace mención. Polonia, aunque con dificultades, va consolidándose, y envía algunos juniores a estudiar a Roma. El P. Borrell, alma de la Provincia. solo es citado una vez, como Maestro de Novicios en el colegio de Szczuczyn. De Hungría envían también alumnos, y vienen a veces en peregrinación a Roma. De Bohemia y Austria, pocas noticias. Más quebraderos de cabeza le causan Eslovaquia y Rumania, donde los escolapios se encuentran ante dificultades especiales, por sus simpatías húngaras. Pero en estos países la situación es más bien estable, sin otros problemas que la supervivencia (en Bohemia y Austria), pero esto no era nuevo.

Último círculo: América

Apenas menciona nada el P. Del Buono sobre las Escuelas Pías de América. Las tres viceprovincias existentes (Cuba, Argentina y Chile) están bajo el gobierno de sus respectivas provincias (Cataluña, Aragón, Vasconia), y apenas llegan noticias de ellas a Roma. El P. General tiene otros asuntos en que pensar, así que no se ocupa de ellas.

Personajes de este volumen.

Algunos de los personajes del I Volumen siguen siendo protagonistas de este segundo periodo, y no voy a repetir sus biografías: Pío XI, P. Maja, P. Grillo…

Pío XI, que había nombrado Vciario General de la Orden al P. Del Buono, fallece al final de este periodo, dejando paso a Pío XII, su Secretario de Estado. El P. Maja, hombre de confianza del P. Del Buono, sigue prestándole sus mejroes servicios ocmo Asistente General por Italia y Procurador General. El P. Grillo, en cambio, que tantos servicios había prestado, le causa problemas primero como párroco y luego como Maestro de Juniores en el Calasanctianum, y tiene que deolverlo a la Provincia…

Un caso especial es el de Mons. Luca Ermenegildo Pasetto, que ya terminó su misión como Visitador. Sin embargo, durante esta segunda época es el P. Del Buono quien va a visitarle a él a menudo. Entre los dos se estableció sin duda una profunda amistad, y quedó sobradamente manifiesto el afecto que sentía por la Orden Mons. Pasetto. Es gracias a él que los Escolapios recibieron el encargo de la Parroquia de San Francisco en Montemario, y también él debió ejercer su influencia para que los escolapios consiguieran el terreno donde construir el juniorato. Promovido a Secretario de la Congregación de Religiosos (el 2º de la jerarquía, tras el Cardenal Prefecto), a él acudió el P. Del Buono cada vez que tenía que consultar o resolver algún asunto de importancia en el Vaticano. Y, cosa muy de agradecer, estaba siempre dispuesto para honrar con su presencia y presidir cualquier celebración religiosa importante cuando así se lo solicitaba el P. Del Buono. Con el fundamento de estos diarios del P. Del Buono, es justo calificar a Mons. Pasetto como un gran amigo de las escuelas Pías. a pesar de lo que algunos escolapios españoles prensaran de él. Pasemos a presentar algunos datos biográficos de otros personajes nuevos que adquieren importancia en este segundo periodo del P. Del Buono.

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Pío XII (Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli; Roma, 1876-Castel Gandolfo, 1958), fue elegido papa el 2 de marzo de 1939. Antes de su elección al papado, Pacelli se desenvolvió como secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, nuncio papal y cardenal secretario de Estado, desde donde pudo alcanzar la conclusión de varios concordatos internacionales con estados europeos y americanos, entre los que destacó el Reichskonkordat con la Alemania nazi, firmado en 1933. ​ Por otra parte, Pacelli tuvo un influjo decisivo en la redacción de la carta encíclica de Pío XI titulada Mit brennender Sorge a los obispos alemanes, del 14 de marzo de 1937, que significó una advertencia severa al régimen del Tercer Reich. Su gestión como nuncio en Alemania y como cabeza de la Iglesia católica durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo motivo de análisis y controversia, principalmente en lo que respecta a la intensidad de su reacción frente a los crímenes del régimen nazi en Europa contra judíos y comunistas.

Francesco Marchetti Selvaggiani (Roma,1871- Roma 1951). Fue amigo de la infancia del Papa Pío XII. Trabajó a lo largo de su vida en la curia de Roma. Fue el Internuncio apostólico en Venezuela de 1918 a 1920. De 1920 a 1922 fue nuncio apostólico en Austria. En 1922 fue nombrado Secretario de la Congregación de Propaganda Fide. El Papa Pío XI lo elevó al rango de cardenal en 1930. En 1931 fue nombrado Vicario General de Roma. A propósito del conclave de 1939, dijo que "si hubieran votado los ángeles habrían elegido Papa al Cardenal Elías de la Costa; si hubieran votado los demonios, me habrían elegido a mí. Pero han votado por los hombres ". En 1948 se convirtió en Decano del Colegio Cardenalicio y Prefecto de la Congregación del Ceremonias. El 13 de enero de 1951, poco después de celebrar la Misa en la capilla privada de su apartamento en el Palacio del Santo Oficio, tuvo una trombosis cerebral.

Tomás Garrido. Budía (Guadalajara) 1879, Irache (Navarra) 1937. Vistió el hábito escolapio en Irache en 1894 y profesa como generalicio. Incardinado en 1900 a la Provincia Escolapia de Cataluña. Gran humanista, orador sagrado, y también dotado de vena poética, versificando fácilmente en latín, catalán y castellano. Enseña humanidades en Irache (1908). Con los P. Pantaleón Galdeano y Gonzalo Etayo había promovido la creación de la Provincia de Vasconia en 1922. Al fracasar el proyecto, de Irache fue devuelto a su Provincia de Cataluña a Mataró (1922), saliendo más tarde para Roma nombrado Asistente General de la Orden (1928-1937). Es uno de los colaboradores de la revista oficial Ephemerides Calasanctianae desde 1932 y le conquista muchos suscriptores. En 1934 realiza la Visita Canónica de Centro Europa como Delegado del General. Es maestro de clérigos y novicios en el «Studentato Internazionale» de Roma. La guerra civil española lo sorprende en Irache preparándose para una reunión de Provinciales. Allí le sorprendió también la muerte, casi repentina, poco después de celebrar la santa misa.

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Valentín Caballero. Tolosa (Guipúzcoa) 1869, Pamplona 1957.Alumno del colegio escolapio tolosano. Viste el hábito calasancio en Peralta de la Sal el 6-5-1883. Emitió sus votos solemnes el 26-8-1890: se ordena sacerdote el 24-9-1892. Destinado en 1893 como profesor al Juniorato de Cárdena (Burgos) llama la atención de todos por la exquisita calidad de sus lecciones de Dogmática y Moral, realzadas por la ponderación y tacto del pedagogo y su serena y atrayente piedad. En 1900 continúa su profesorado en Irache (Navarra) alternando con las funciones de Ayudante del Maestro de Juniores. Más tarde es nombrado Maestro de los mismos (1905) y Rector de la casa (1918) hasta mayo de 1929. Considerado “separatista”, fue desterrado a Jaca; pero la humillación sólo sirvió para mayor relieve de su virtud; y a los ocho meses es nombrado Vicario General de España (1930-1940); él fue el encargado de ejecutar el decreto de la erección de la nueva Provincia Escolapia de Vasconia, de la que siempre se había declarado partidario. En su Vicariato desplegó gran celo por las Casas de Formación de las Escuelas Pías de España, dotándolas de Reglamento propio y visitándolas personalmente. Fue el alma de la edificación y organización del Teologado Interprovincial de las Escuelas Pías de España en Albelda cumpliendo los deseos de la Santa Sede. Fue Miembro del Instituto «San José de Calasanz» de Pedagogía del C.S.LC. Después de 1940 reside en Madrid y Pamplona. Condecorado con las insignias y placa de la Orden de Alfonso X el Sabio (1949).

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Leodegario Picanyol. Moyá (Barcelona) 1896, Sabadell (Barcelona) 1968. Vistió el hábito escolapio el 6-1-1911, profesó de solemnes el 29-8-1915, se ordena sacerdote el 21-9-1918. Escritor muy fecundo sobre temas históricos de la Orden de las Escuelas Pías y sus religiosos. Archivero e Historiador de la Orden y Director de la Biblioteca Escolapia de San Pantaleón. Allí trabajó hasta 1958 con un breve paréntesis de los años 1928-1931, en que por razones políticas enseñó en Barcelona, Guanabacoa, Cárdenas y Mataró. En 1928 había tomado el grado de Doctor en Derecho Canónico en el Lateranense. Dominaba a la perfección el catalán, castellano, latín e italiano y en todos estos idiomas publicó trabajos con corrección y elegancia; su estilo es sobrio y el típico del investigador. Varias veces actuó como Delegado y Visitador Generalicio de las provincias escolapias del Centro de Europa. Su vocación de archivero fue evidente; dio nueva forma y ordenación al Archivo Generalicio trasladado en 1923 a la Casa de San Pantaleón, obras que terminó en 1927. Cuidó todo lo escolapio con inmenso cariño. Dirigió Ephemerides Calasanctianae, órgano oficial de la Orden (1932-1958) y varias colecciones destinadas a la publicación de documentos inéditos. Su obra de mayor envergadura fue sin duda la publicación del Epistolario Calasancio (1950-1956) en 9 volúmenes. En 1958 volvió a su Provincia de Cataluña, en cuyo colegio de Sabadell vivió los últimos diez años de su vida, entregado, como siempre, a la investigación de temas escolapios e históricos.

Luigi Pietrobono Alatri 1863, Roma 1960. Ingresó en la Orden en1880; se ordenó sacerdote en 1886. Su palestra fue el Colegio Nazareno; se licenció en letras en la Universidad de Roma (1887), versando su tesis sobre «La teoría del amor en Dante Alighieri». Explicó diversas materias. Se licenció también en filosofía (Roma). Pero su vocación fue el idioma italiano. Maestro nato, tuvo alumnos distinguidos. Su obsesión de estudioso fueron el Dante y Pascoli; sus trabajos le ganaron fama mundial. Su comentario a la Divina Comedia es un monumento de erudición y originalidad; el de Pascoli es obra genial e insustituible por la íntima y penetrante comprensión del poeta, admirada por el mismo Benedetto Croce, antipascoliano. Enseñó en el Nazareno unos 50 años; fue su Presidente unos 40; Rector de la Comunidad de 1906 a 1910, y de 1915 a 1918. Brilló por sus conferencias en la Sala de Dante, Universidad de Perusa, Fundación Besso, universidades populares, etc. Presidente de la Arcadia Romana. Gran figura de educador, ilustre y ornato de las letras italianas, insigne dantista y literato. Sus grandes amores se cifraban en la poesía, la religión, la patria y la educación liberal, entendiendo por tal la instauración, en la obra educativa, de un aura de la más sana libertad. Su nombre va unido a más de 200 publicaciones.

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Guido Meucci. Ponte Buggianese (Pistoia) 1881, Florencia 1967. Vistió el hábito escolapio en Florencia en 1897 y profesó en 1902. Desde 1900 destinado al Instituto Péndola para sordomudos (Siena) donde fue Profesor y luego Director. En 1902 consigue en Milán la habilitación para la enseñanza especial y en 1905 fue ordenado sacerdote. Conseguida la licenciatura clásica en 1911, comenzó leyes en la Universidad de Siena pero hubo de interrumpir al tener que alistarse como oficial en la primera guerra mundial y no pudo doctorarse. De 1919 a 1924 fue Rector de la comunidad religiosa y luego Director del Instituto Péndola hasta 1946. Llamado a formar parte de la comisión ministerial para la educación de los sordomudos (1923-1925), fundó también la revista La scuola dei sordomuti que fue punto de referencia para toda Italia en dicho campo, organizando convenciones nacionales en Roma (1925) y Siena (1927) para mejorar la educación. Publicó textos escolares. Su actividad fue reconocida nombrándolo Caballero de la Corona de Italia (1934). Fue enviado como comisario extraordinario (1935-1938) al Instituto de Nápoles y en 1939 por decreto ministerial abría en Siena la «Scuola del Metodo» para la especialización de los educadores. En el trienio 1940-1943 fue Asistente Provincial y, a continuación, elegido Prepósito provincial, pero renunció en 1945 y también a la dirección del Instituto Péndola en 1946, para dedicarse a la enseñanza en la escuela materna de sordomudos de Antignano (Livorno) que él mismo había creado en 1927 como sección del Instituto de Siena. En 1961 pidió a los Superiores retirarse a Florencia (Pellegrino) donde fue Confesor.

Guido Alfani. Florencia 1876, Florencia 1940. Estudió en el colegio Gavi de Livorno. En 1891 entró en el Seminario de Florencia y al año siguiente ingresó en la Orden de los Siervos de María, que por razones de salud, tuvo que abandonar a los tres años. Vuelto a Livorno, prosiguió sus estudios en el colegio Gavi, dedicándose de modo especial a la sismología. En esta ciudad implantó su primer observatorio geodinámico. En 1898 fue ordenado sacerdote y, no habiendo abandonado su idea de ingresar en la vida religiosa, lo hizo en 1899 en la Orden de las Escuelas Pías. Hecho el noviciado en Florencia, pasó a enseñar matemáticas y física en el colegio escolapio de la misma ciudad, y fue agregado al Observatorio Ximeniano, dirigido por el P. Giovannozzi. Al renunciar su director, en 1905, se hizo cargo del mismo. Desde entonces y hasta su muerte, el Observatorio Ximeniano y la labor científica del P. Alfani avanzaron a la par. Estudió la meteorología, la radiotelegrafía y la historia de la ciencia, pero su especialidad fue la sismología. Dotó al Observatorio de numerosos instrumentos científicos, algunos de propia idea y construcción, como el Trepidómetro, el Ortosismógrafo, el Bipéndulo y el Fotosismógrafo. Su dedicación en este campo le permitió localizar rápidamente el epicentro de varios terremotos habidos en Italia, facilitando así la asistencia a las víctimas. En el campo de la radiotelegrafía tuvo contactos con Marconi, quien le visitó en el Observatorio Ximeniano y con quien realizó algunos experimentos sobre la propagación de ondas hertzianas a través de las paredes. Su labor científica fue reconocida por diversas universidades, academias y personalidades. Dio siempre a sus investigaciones un matiz didáctico y divulgativo, sobre todo a través de sus múltiples publicaciones, conferencias y experimentos públicos, como la repetición conmemorativa de la experiencia del péndulo de Foucault, en la Catedral de Florencia (1929).

Notas