GinerMaestro/Cap17/13
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17.13. El santo temor de Dios
Cuenta Berro que paseando un día por el huerto de su residencia romana el obispo de Luca, Mons. Alejandro Guidiccioni,<ref group='Notas'>La imprecisión de datos no nos permite saber si se trata del viejo o del joven obispo de Luca, ambos con el mismo nombre y apellido y ambos muy relacionados con los Padres luqueses.</ref> el hortelano había subido a un árbol para coger fruta y obsequiar al obispo. Improvisamente se rompió una rama y el pobre hombre quedó colgando de un pie y cabeza abajo sin poderse valer y en grave peligro de caerse. 'Estaba su hijo pequeño de ocho o nueve años al pie del árbol y no pudiendo ayudar a su padre por su corta edad para sacarlo del peligro, empezó a decirle en alta voz: “padre, diga conmigo de todo corazón: Señor mío Jesucristo, me arrepiento de todos mis pecados…' Continuando el acto de contrición con tal afecto, que habiéndole oído Monseñor y los que le acompañaban, se acercaron por curiosidad y viendo al pobre hortelano en aquella situación le ayudaron a salir del peligro inminente, quedando admirados de la piedad y fortaleza del muchacho, y preguntándole quién le había enseñado aquella oración, respondió: “Yo voy a las Escuelas Pías y mi maestro me ha dicho que haga el acto de contrición de esa manera cuando me encuentre en Peligro”“.<ref group='Notas'>BERRO I, p.85-86.</ref>
En las Constituciones había escrito Calasanz: 'el fin que pretende nuestra Congregación con la práctica de las Escuelas Pías es la educación de los niños en la piedad cristiana y en las ciencias humanas para que así formados puedan alcanzar la vida eterna'.<ref group='Notas'>CC, p.203.</ref> Y en sus cartas no se cansará de repetirlo de mil maneras: “Ponga toda diligencia para que los alumnos sean bien formados en el santo temor de Dios y en el modo de frecuentar los sacramentos”. “Ponga toda diligencia, pues nuestro Instituto no son sólo las escuelas de letras, sino lo que más importa es el santo temor de Dios”. “No dejaré de pedir al Señor que le dé la gracia y la facilidad para comunicar a los alumnos junto con las letras el santo temor”. “Ponga toda diligencia en conseguir que los alumnos aprendan con las letras el santo temor de Dios, que es el fin de nuestro Instituto”. “No haremos poco nosotros si atendernos a los muchachos y les predicamos el temor de Dios según su capacidad”. “Procure que los alumnos sean devotos, que es lo principal de nuestro Instituto”.<ref group='Notas'>C.3808, 4176, 4221, 2223, 2269, 2092.</ref>
En la formación cristiana de los niños, desde un principio, se atendía a dos aspectos complementarios: la metódica instrucción catequética y las prácticas de piedad, tal como fue codificado luego en las Constituciones con frase lapidaria.<ref group='Notas'>'Erit ergo instituti nostri… pietatem praecipue et doctrinam christianam pueros docere'. (CC, n.5)</ref> Respecto a lo primero se lee también en las mismas que los alumnos deben aprenderse de memoria el catecismo, que será explicado por los maestros una vez por semana.<ref group='Notas'>'Libellus doctrinae Christianae in scholis a discipulis ediscatur, et aliquam illius partem aliquo die designato cuiusque hebdomadae declarabunt Magistri' (CC, n.200).</ref> En síntesis, el cuerpo de doctrina que debían saber de memoria comprendía los misterios de la Sma. Trinidad, encarnación, pasión de Cristo, juicio final, paraíso, infierno, pecado original y actuáI, modo de orar y disponerse para recibif los sacramentos de la confesión y comunión; además, las oraciones fundamentales, como el padrenuestro, avematía, credo, decálogo, ángelus, actos concretos de fe, esperanza, caridad y contrición, empezando todo con aprender 'la señal de la Cruz', que daba nombre a la primera clase de párvulos, la predilecta de Calasnz.<ref group='Notas'>Cf. ‘Riti comuni y Declaraliones Constitutionum’, cit. en SANTHA,SJC, p.437, n.12.</ref>
Los textos que se usaban eran los catecismos del cardenal Bellarmino<ref group='Notas'>Bellarmino publicó dos catecismos: uno breve para uso de los niños y otro extenso para los maestros. De ambos y del de Canisio se habla en la correspondencia de Calasanz y sus religiosos (cf. SÁNTHA, SJC, p.437-438).</ref> y además el de San Pedro Canisio en tierras de Europa Central. Para los chicos más pequeños compuso Calasanz también un catecismo muy breve que tuvo varias ediciones.<ref group='Notas'>Lo tituló ‘Alcuni misteri della vita e passione di Cristo Signor nostro, da insegnarsi alli scolari dell’infime classi delle Scuole Pie’. De sus ediciones se conocen las de 1625, 1632, 1691, 1695 (cf. ib., p.156, n.7).La de 1691 fue reeditada por Picanyol en ‘Parva Bibliotheca Calasanctíana. n.2: Tria Pia exercítia a S. Josepho Calasanctío concinnata Roma 1933); de nuevo, en versión original y traducción española la publicó A. GARCÍA-DURÁN, ‘Un catecismo infantil calasancio’; AnCal 50 (1983) 547-560.c Bartlik cree que la primera edición fue en 1599 (cf. EphCal [19321 148), y lo mismo repiten Talenti (RegCal, 13,15, p.4), Bau (BC, p.430), García-Durán (I.c., p. 547) y Vilá (EphCal 11 [1981] 402). Picanyol afirma que fue compuesto durante el período de Santa Dorotea. Bau, además, leyó 1601 en vez de 1691 en la única copia conservada en el Archivo General, concluyendo que sería la segunda edición. Pero nos parece que la primera edición no pudo ser anterior al 27 de marzo de 1601, pues en tal fecha, en la sesión secreta de la Cofradía de la Doctrina Cristiana, Marco Antonio Arcangeli habla todavía de 'la scuola a Sto. Andrea della Valle', que 'si chiamaria opera della Dottrina Cristiana' si la aceptaba dicha Cofradía (cf. EphCal 6 [1958] 159, n.18). No llevaba, pues, aún el nombre de 'Escuelas Pías', como aparece ya en el título de este catecismo.</ref> El consumado catequista Glicerio Landriani había compuesto igualmente un catecismo para sus alumnos, pero quedó inédito.<ref group='Notas'>Cf. L. PICANYOL, ‘Il Ven. Glicerio Landriani, Apostolo della Dottrina Cristiana in Roma’: Rass 3 (1938) 3-17; C. VILÁ, ‘Glicerio Landriani catequista’: EphCal 11 (1981) 389-434. El P. Vilá encontró gran parte del manuscrito original, que se creía desaparecido y lo publicó en el apéndice de dicho artículo.</ref>
Todos los niños debían aprender de memoria un poco de catecismo todos los días, según práctica introducida desde los primeros tiempos. En el ‘Documentum princeps’ se especifica que en las clases de primaria, mientras aprendían a leer, todas las tardes (se les enseña en voz alta el principio de la doctrina cristiana y las oraciones necesarias'<ref group='Notas'>Cf. ‘Doc. Princeps’, p.47.</ref> Para estas clases había compuesto Calasanz su Catecismo. En el segundo ciclo, en que ya se sabía leer perfectamente, es decir, 'en las cuatro clases de gramática, la primera lección que recitan de memoria todas las mañanas es de la Doctrina Cristiana, seis o siete líneas cada ve”.<ref group='Notas'>Ib., p.48</ref> En prescripciones posteriores se confirma la práctica tradicional, dando un sentido de continuidad y homogeneidad entre el largo período anterior y el posterior de la institución de la Orden.<ref group='Notas'>En diversas ‘Ordenes para Maestros’ (1616 y 1630) se lee que la primera lección, en todas las clases, debe ser de Doctrina cristiana todas las mañanas (cf. V. FAUBELL, ‘Ant. Pedagógica CaL’, p.164, 165, 167). En un programa de 1624-25 se dice: 'Cunctis diebus christianae doctrinae capita nonnulla memoriter pronunciabunt' (cit. en SÁNTHA, SJC, p.435, n.5). El Cap. General de 1637 dice: 'Li maestri di scuola prima insegnino la Dottrina christiana come si è usato per lo passato, e poi la grammatica' (ib.)</ref>
A esta tarea diaria de aprendizaje por parte de los alumnos se añadía la explicación sistemática del maestro una vez por semana y un curarto de hora más o menos cada día al concluir las clases, del que habla Calasanz en estos términos: 'procure que le sobre un poco de tiempo al final de las clases para emplearlo en enseñar el santo temor de Dios, el juicio terrible y las penas del infierno a fin que aborrezecan toda clase de pecado'; “si le sobra algo de tiempo, haga alguna instrucción para ejercitar las virtudes o evitar el vicio y malas costumbres y si fuera con algún ejemplo quedaría rnás vivamente impreso en los alumnos.<ref group='Notas'>Cf. ‘Dichiarazioni alle Costitutzioni y Riti Comuni’, cit. en SÁNTHA, SJC, p.334 n.13.</ref>
Este recurso a los buenos ejemplos hizo que se celebraran con particular solemnidad las fiestas-de los santos niRos mártires Justo y Pastor de Alcalá de Henares, así como de Alfio, Filadelfio y Cirino, niños también y mártires de Leontino (Sicilia), pueblo natal del anciano Dragonetti, que fue quien los hizo venerar en las Escuelas Pías. Con esta finalidad pastoral el P. Juan Francisco Apa compuso una obra, cuyo largo título da idea perfecta de su contenido: ‘Centuria de ejemplos notables de algunos niños y jóvenes, dividida en diez secciónes, según el orden de los diez Mandamientos de la Ley de Dios, recogidos de varios y graves autores’.<ref group='Notas'>Fue más tarde editada en Nápoles en 1649. Compuso otra similar, titulada ‘Sagri Trofei de’fanciulli’ (Roma 1660)</ref>
Las prácticas de piedad eran diarias, semanales y mensuales. Las primeras eran las siguientes: antes de empezar las clases de la mañana, en un principio se tuvo la misa y las letanías de la Virgen, pero luego se pasó la misa al final de la mañana y no debía exceder la media hora.<ref group='Notas'>Vease distintos Reglamentos en V. FAUBELL, o.c., p.64,68, 164-175. Calasanz al P. García: Diga al P. José (Rocca) que si la Misa le dura más de media hora será castigado debidamente; observe el reloj y la primera vez se le quitará el vino y si no se enmienda se le aumentará el castigo, pues debe conformarse con una honesta medianía para que los seglares y los alumnos puedan oír su Misa' (c.1286).</ref> Las letanías al final de las clases de la tarde solían ser rezadas, salvo los sábados y vísperas de fiestas marianas, en que se cantaban.<ref group='Notas'>Cf. SÁNTHA, SJC, p.335. Aunque tenia mandado que en las funciones de Iglesia se cantara 'a modo de los capuchinos', exceptuaba las letanías de la Virgen: 'salvo le littanie del sabato sera et vigilie della Bma. Vergine> (c.2216).</ref> Al hacerse este cambio de la misa, se empezaba la mañana con ciertas oraciones de ofrecimiento de obras del día,<ref group='Notas'>Esta oración puede verse publicada en italiano y castellano en AnCal 50 (1983) 558-559.</ref> invocación al Espíritu Santo, una Salve o antífona mariana del tiempo y una oración al Angel Custodio;<ref group='Notas'>Cf. ‘Riti comuni’, en SÁNTHA, SJC, p.333, n.11.</ref> todo ello de rodillas en el aula, todos juntos.
Los domingos y días festivos se celebraba el 'oratorio', y consistía en la misa dominical o festiva en la iglesia, todos juntos; pero antes había una lectura espiritual con plática adecuada para todos; luego se dividían en dos grupos: los mayores cantaban en el oratorio el Oficio Parvo de la Virgen y los pequeños, en otro oratorio o local, rezaban el rosario. Esta práctica aparece ya en el ‘Documentum princeps’, que prescribe también que “los martes y sábados por la tarde, después de la escuela, se tiene media hora de exhortación espiritual en el oratorio a todos los alumnos mayores, y en otro oratorio o local a los pequeños, a cada grupo, según su capacidad”<ref group='Notas'>Cf. ‘Doc. Princeps’, p.49; V. FAUBELL, o.c., p.64.</ref> Luego se suprimió la media hora del martes.
En el citado documento se dice además que 'una vez al mes se confiesan todos los alumnos y el día anterior a la confesión se les enseña y repite el modo de hacerlo bien. Los de comunión comulgan todos los primeros domingos de mes y los más devotos, todos los domingos; otros, cada quince días. A todos se les enseña igualmente cómo deben comulgar fructuosamente'.<ref group='Notas'>Ib.</ref> Además de esas exhortaciones preparatorias solían tener a mano los alumnos algunos libros de devoción, expresamente dedicados a ambos sacramentos.<ref group='Notas'>Los más usuales fueron el del dominico P. Felipe Angelini, cuya segunda edición dedicó a los alumnos de las Escuelas Pías y del que Calasanz se encargó de hacer otras ediciones (cf. n.28 del cap. 13 de esta obra; SÁNTHA, SJC, p.929, n,63), y los del luqués P. César FRANCIOTTI. ‘Il Giovane Christiano’ (Venecia 161) (cf. SÁNTHA, SJC, p.160-161, 243-245).</ref>
Las preferencias de Calasanz eran por los pequeñines ‘de la Santa Cruz’, pero reconocía que las clases más impoitañtes de todo el ciclo eran la de ábaco o ‘quinta’ y la ‘primera’, es décir, la superior o última, porque en ambas los muchachos terminaban su formación en las Escuelas Pías. Ya vimos que la clase quinta se dividía en dos grupos: los que empezaban la gramática latina con los nominativos y pensaban continuar estudiando, y los que estudiaban ábaco o matemáticas elementales porque tenían que empezar luego a aprender algún oficio. En este último grupo centraba Calasanz la atención para intensificar su formación cristiana, así como en la última clase, desde la que pasaban al Colegio Romano, a la Universidad o a desempeñar un oficio. Con gran entereza escribe el Santo: '[La clase de escribir y de ábaco] es la más importante de todas, salvo la primera de gramática [la quinta], y exige un sujeto que enseñe a Ia vez a escribir, el ábaco y también el Santo temor de Dios, porque desde esa clase se van al siglo a aprender algún oficio e importa muchísimo que se vayan bien formados en el Santo temor de Dios'; “La escuela de ábaco necesita un sujeto de espíritu y digno de ser venerado por los alumnos, pues generalmente en la clase de ábaco suele haber alumnos mayores y yo quisiera que hubiera allí un sacerdote”.<ref group='Notas'>C.2742 y 3692.</ref>
Particular atención merece la práctica característica de las Escuelas Pías, llamada ‘oración continua’, que aparece ya en los años del palacio Vestri (1602-1605), presidida por aquel santo varón que fue el P. Gelio Ghellini.<ref group='Notas'>Ghellini escribía a su hermano el 20 de julio de 1602: 'ha posto nel memoriale [Calasanz] che alle lettioni et orationi continue è asistente un Sacerdote d'etá matura di lettere spirito grande; e perché si trattava di me, lo volevo far levare, ma non volse' (EC, p.1552). Y Calasanz testifica el 18 de marzo de 1606: 'il Rdo. P. Gellio Ghellini Sacerdote Vicentino [de Vicenza] è uno delli fratelli della Congregatione delle Scuole Pie di Roma, assistente all'oration continua che si fa nell'oratolio delle dette Scuole' (ib., p.1556, n.8).</ref> En el ‘Documentum princeps’ se la describe así: 'Todos los días, desde el comienzo de las clases hasta el final se hace Oración Continua por nueve alumnos con asistencia de un sacerdote letrado que instruye a los muchachos sobre el modo de hacer oración, y dura media hora; luego cambian otros nueve. La oración se hace por la exaltación de la Santa Iglesia Romana, por la extirpación de las herejías, por la unión de los Príncipes Católicos y en particular por los bienhechores ordinarios de este lugar. Y a esta oración van por orden todos los alumnos, -empezando por la primera clase hasta la última'.<ref group='Notas'>‘Doc princeps’, p.49.</ref>
Esta devoción quedó codificada en las Constituciones, pero en vez de nueve niños, habían aumentado el número a diez o doce, dado que los alumnos habían subido también de unos seiscientos a mil doscientos, más o menos.<ref group='Notas'>El texto es casi idéntico: 'Habrá otro sacerdote, si puede ser, que presida la Oración Continua, que se hace en turnos de diez o doce alumnos, mañana y tarde, durante las clases, por la exaltación de la Santa Iglesia Romana, extirpación de las herejías, concordia entre los Príncipes Católicos y buen gobierno y aumento de nuestra Congregación. Dicho Padre enseñará a los pequeños el modo de prepararse para el Sacramento de la Penitencia, y a los mayores, para la Eucaristía, e igualmente, un método sencillo de orar u otros temas adaptados a su capacidad' (CC, n.194).</ref> De unas hojas sueltas que se editaron en italiano y latín en los años 1693-1698, podemos ver concretamente cómo se desarrollaba este pío ejercicio: arrodillados junto al altar del Santísimo Sacramento rezaban, según un formulario fijo, unos actos de fe, esperanza, caridad, contrición, ofrecimiento de sí mismo al Señor y a la Virgen y una oración a la Santísima Trinidad, pidiendo por el Papa, la Iglesia, los Príncipes cristianos, etc. Con estas oraciones se entrelazaban las comunes del Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria, Confiteor y Salve Regina. En un inciso se añade que después de la oración a la Santísima Trinidad se puede rezar la ‘Corona de las doce estrellas’, el rosario, o el Oficio Parvo de la Virgen, o los siete salmos penitenciales, o graduales, o las letanías de la Virgen, o de los Santos. Terminaba el acto con unas jaculatorias, sin aludir a la exhortación del sacerdote, aunque es probable que todavía se continuara la costumbre Primitiva.<ref group='Notas'>Cf. ambos formularios, latino e italiano, en ‘Parva Bibliotheca Calasanctiana – 2 Tria pía exercitia a S. Josepho Calasanctio concinnata’ (Roma 1933), p.14-20. Con cierta perspectiva de acomodación a los tiempos nuevos -preconciliares- escribió G. SÁNTHA, ‘La oración continua según S. José de Calasanz’: RevCal 12 (1957) 649-663.</ref>
Hemos subrayado la Corona de las doce estrellas, por ser una de las opciones posibles en esta práctica de la Oración Continua. Es une de las oraciones más bellas compuesta por San José de Calasanz venerada todavía hoy, aunque poco en uso. De ella dijo el Santo: 'Este devoción hacia la Virgen Sma. deseo que se diga todos los días por nuestros alumnos…'.<ref group='Notas'>EGC III, p.206.</ref> De donde se puede suponer que la rezaban ordinariamente los niños en la Oración Continua desde 1623 en que se dice que fue compuesta,<ref group='Notas'>Vease lo dicho en nuestro cap. 11, n.76-78 y el texto a que se refieren.</ref> incluso cabe suponer que la compusiere para ser rezada precisamente en la Oración Continua, pues la oración final (por la Santa Iglesia Católica, propagación de la fe, paz entre los Príncipes cristianos y extirpación de las herejías”, coincide con las intenciones propias de la Oración Continua. Hay que añadir, empero, que esas intenciones eran entonces muy comunes, sobre todo como condición para ganar indulgencias plenarias.<ref group='Notas'>Valga como ejemplo significativo la bula de Gregorio XIII, de 1581, en que concedía ciertas indulgencias plenarias a la Cofradía de la Virgen de Valldeflors, de Tremp, a la que pertenecía Calasanz: exigía que se rezara 'pro pace inter christianos principes conservanda ac Sanctae Matris Ecclesiae exaltatione' (cf. M. LLEDÓS y MIR, ‘Historia de la antigua Villa, hoy Ciudad de Tremp’, p. 581).</ref> Más aún, probablemente el concepto de oración continua tenía cierta resonancia en la religiosidad de la época, aunque el contenido de la misma fuera diverso.<ref group='Notas'>De nuevo volvemos a Tremp, sospechando que Calasanz tuvo que haber conocido de oídas el complicado organismo instituido por el P. Gaspar Estevan O. P., en la primera mitad del s. XVI, en el Convento de dominicos de extramuros de Tremp, que él llamó Schola Christi (cf. n.82 de nuestro cap.8). El imaginativo fraile quiso que el convento tuviera en total 120 personas, 'que es el número de los de la principiante Iglesia sobre los quales baxó el Espíritu Santo. Y porque dellos se escrive que todos estaban perseverando con uniformidad en la oración… quiso el bendito frayle que… se tuviesse ‘oración continua’ delante del Smo. Sacramento assí por la paz de la lglesia y del Pontífice, como por los bienhechores del convento…' (F. DIAGO, ‘Historia de la provincia de Aragón de la Orden de Predicadores’ [Barcelona 1599] f.286). Como puede verse, también aquí las ‘intenciones’ eran las mismas. No obstante, durante la estancia de Calasanz en Tremp (1589-1591), de aquella numerosa y extraña ‘Schola Christi’ sólo quedaría el recuerdo, pues, como añade el P. Diago: 'como dél y de su púlpito [del P. Gaspar Estevan] colgava toda ella [la suerte del convento], en fallándole él le faltó todo y no dio un passo adelante hasta que el Rey don Felipe, el segundo de buena memoria le dio poco ha para siempre el Priorato de Manlleu'. (l.c.). La bula de concesión de dicho priorato, de Clemente VIII, fechada el 22 de agosto de 1592 -Calasanz estaba en Roma-. véase en M. LLEDÓS Y MIR. o.c. p.584-586. En un memorial de 1613, atribuible al P. F. Diago, se dice del convento de Tremp: 'Puede sustentar 7 frailes; tienelos hoy, a saber: 6 sacerdotes y un lego. Hay lector de Artes para seglares y dos frailes' (A. COLLELL, O. P., ‘Ayer de la Provincia dominicana de Aragón’; Analecta Sac. Tarrac. 39 [1966] 228). Estaba, pues, muy lejos de las 120 personas de la 'Schola Christi' soñada por el P. Estevan.</ref>
Será siempre justo y verdadero reconocer los méritos de 'este amigo del pueblo' -como lo calificó Pastor<ref group='Notas'>Cf. PASTOR, o.c., vol.25, p.218.</ref> - por promocionar la cultura de los pobres y sacarles de su estado de indigencia abriéndoles caminos de progreso y trabajo digno, pero sería mutilar su imagen si se pretendiera presentarlo simplemente como un ‘filántropo’, olvidando que como ‘hombre de Dios’ Calasanz se desvivió por inculcar a sus niños el santo temor de Dios.