BartlikAnales/1614

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Año 1614 de Cristo. Décimo octavo de las Escuelas Pías. Décimo de Paulo V.

Después que nuestro José el año pasado hiciera su propuesta con respecto a las Escuelas Pías al Rmo. P. Alejandro Bernardini, Prepósito General de la Congregación Luquesa, para que a él, el General, no le resultara difícil condescender a aceptar la unión con las Escuelas Pías, a fin de poder llevar a cabo más rápidamente el intento según la idea de José, éste no descuidó comunicar lo que había hablado con el P. General luqués al cardenal protector, suplicándole que hiciera el favor de solicitar a Su Santidad dicha unión, con el apoyo de su autoridad. Y como la mente del Cardenal ya era favorable a lo que José pedía, tan pronto como pudo informó de todo el asunto a Su Santidad, y después tuvo una reunión con otros dos cardenales para examinar cuidadosamente la cosa, y como consecuencia ellos, o el Sumo Pontífice según lo que le habían recomendado, autorizaron la unión según el documento que sigue, transcrito a continuación íntegramente<ref group='Notas'>Para la primera parte del documento, tenemos en cuenta la traducción presentada por Salvador López en Documentos de San José de Calasanz, Ed. Calasancia Latinoamericana, Bogotá, 1988, pp. 162-163.</ref>:

“PAULO V PAPA. Para perpetua memoria. Entre los servicios pastorales a las que los Romanos Pontífices deben dedicarse con ánimo solícito, no es una de los menores el discernimiento para que los fieles de Cristo sean imbuidos en buenas costumbres y sana doctrina.
I. Procuramos en razón de nuestro cargo que se promueva de la mejor manera posible la pía obra instituida por gracia divina de educar e instruir a los pobres instituida en nuestra Santa Ciudad hace ya hace tiempo para gloria de Dios; y puesto que aparecen obreros que con celo religioso desean aplicarse a tanto fructuoso trabajo en el campo del Señor, queremos apoyarles con nuestra Autoridad Apostólica y disponemos lo siguiente según nos parece en el Señor más saludable.
II. Como sabemos que la obra de las Escuelas Pías, erigida en nuestra Ciudad para educar e instruir a los pobres, da fruto abundante, creemos que es necesario ayudar a este pío y santo instituto para que dure perpetuamente. Lo cual esperamos que será más fácil, con la ayuda de Dios, si confiamos el cuidado de dichas Escuelas a alguna congregación eclesiástica en la cual es previsible que no falten personas idóneas en el futuro.
III. Puesto que se nos ha informado de parte de nuestros queridos hijos el Prepósito General y Clérigos Seculares de la Congregación de la B. Virgen María y el Prefecto de las escuelas citadas que el Prepósito General y los clérigos citados, movidos por cristiana caridad, han aceptado la tarea y se han puesto de acuerdo con el Prefecto sobre lo anterior tras haberlo tratado en presencia del Venerable Padre Benito Giustiniani, Cardenal y Obispo de Palestrina, protector de las dichas escuelas, según las condiciones que siguen: que la dirección, cuidado y administración de las escuelas será incumbencia del Prepósito y de los clérigos de dicha congregación, ahora y en adelante, aunque el Prefecto, durante toda su vida y con el título de Prefecto, y los demás que en este momento viven en las dichas escuelas, también durante toda su vida, pueden y deben seguir allí según sus propias Constituciones; además que no se admitan en ese lugar sino los que deseen observar lo que aparece en las Reglas de dicha Congregación, aprobadas por el Papa Clemente VIII nuestro predecesor, y si no, sean rechazados.
IV. Además, tanto en las Escuelas Pías erigidas en la Ciudad y en las que pudieran erigirse, no se admitan sino niños pobres, con certificado de pobreza extendido por su párroco, y los hijos de los nobles cuya familia hubiese sido reducida a la pobreza, con certificado de su confesor o de otra persona digna de fe, en las cuales serán educados gratis y sin ningún pago, por caridad y amor de Dios.
V. Por lo cual, nosotros esperando firmemente en el Señor que los Clérigos de dicha Congregación sean útiles para la obra, los encomendándolos totalmente al Señor con la mejor voluntad, y los absolvemos, en conjunto y a cada persona en particular, de cualquier tipo de excomunión, suspensión o prohibición y otras sentencias eclesiásticas, censuras y penas, por derecho o personales, en las que hubieran incurrido por cualquier motivo, si las hubiere, a efecto de conseguir lo presente, absolviéndolos y declarándolos absueltos; y queriendo seguir favoreciendo al Prepósito y a los clérigos con especiales favores y gracias, con nuestra Apostólica Autoridad a tenor de las presentes mandamos al Prepósito, los clérigos y la congregación citada, que por lo demás se llamará en el futuro de la Madre de Dios, se sometan ahora y en el futuro a las Reglas y Constituciones de dicha Congregación confirmadas por nuestro predecesor Clemente, con lo cual no queremos perjudicar los privilegios de la congregación, excepto aquellos que se opongan a las presentes, y encargamos a dicho Prepósito, clérigo y congregación que se encarguen de la dirección, cuidado y administración de las citadas Escuelas Pías erigidas en la Ciudad o que sean erigidas en el futuro, según los acuerdos citados más arriba. Asimismo se permite al Prepósito y a los clérigos citados que puedan tomar posesión de los bienes y réditos de las Escuelas creadas y de otras que sean erigidas, y disponer de ello en beneficio de las Escuelas.
VI. Decretamos que las presentes y lo que se contiene en ellas es válido, conforme y eficaz para siempre, y que el Prepósito y los clérigos citados deben regirse en todo y por todo de acuerdo con ello.
VII. Y de acuerdo con ello deberá juzgarse y decidirse por los jueces ordinarios y delegados, incluso los Auditores de las causas del Palacio Apostólico y los Cardenales de la S.I.R., y si alguien, con cualquier autoridad, conscientemente o por inadvertencia, fuera en contra, será considerado nulo e inválido.
VIII. No obstante cualquier tipo de constituciones y órdenes apostólicas, así como los estatutos de dicha Congregación, por juramento, o por confirmación apostólica o aprobados o por la costumbre, especialmente los que prohíben a los clérigos de la congregación citada el recibir nuevas casas con la obligación de enseñar a los adolescentes los rudimentos de gramática o humanidades, y cualesquier otras obligaciones que los citados clérigos puedan desempeñar fuera de la iglesia. Considerando que todas las cosas anteriores están suficientemente expresadas y claras, derogamos por esta vez especial y expresamente cualquier privilegio e indulto en contra de lo anterior bajo cualquier forma o modo, concedidos, confirmados o nuevos, que tengan que ver de manera expresa con lo dicho, y todas las cosas que estén en contra. En Roma, Santa María la Mayor bajo el anillo del Pescador. El día 14 de enero de 1614, en el año 9º de nuestro pontificado.”

Hasta aquí el breve acerca de la unión de las Escuelas Pías que, una vez publicado, unió las dos congregaciones no por vía de sujeción o añadido, sino formando una sola Congregación en cuanto a la cabeza y la administración y gobierno a partir de las dos congregaciones existentes antes. Y por orden del Prepósito General de la congregación luquesa después fueron enviados de la residencia de S. María in Pórtico a la casa de las Escuelas Pías junto a San Pantaleo algunos padres y clérigos, principalmente aquellos que eran hábiles para enseñar en las escuelas, y entre otros vinieron el P. Pedro Casani y el P. Baltasar Guinisio, este con el cargo de vicerrector, y el otro, que moriría en las Escuelas Pías, con el cargo de Rector. Este con nuestro Padre José pudieron poner orden no sólo en la casa, sino también en las escuelas, pues mandó y procuró con su diligencia que sus clérigos completaran el número de maestros donde hacía falta, de modo que nada podía desearse u observarse para el mejor funcionamiento de las Escuelas.

Puestas en orden las escuelas, como había muchos sacerdotes y el oratorio doméstico no era suficiente para llevar a cabo las funciones religiosas, se vio que era necesario pedir a Su Santidad el uso de la Iglesia de S. Pantaleo, que estaba al lado de la casa. Asumiendo esta tarea, el P. General escribió fácilmente un memorial a Su Santidad a tal objeto pidiéndole que se concediese perpetuamente a las Escuelas Pías el uso de la citada iglesia de S. Pantaleo (sin que ello causara ningún daño al derecho parroquial, ni a los párrocos que vinieran luego). Se expidió una bula por la Dataría Apostólica que dice lo siguiente:

“Paulo V. Para perpetua memoria. Escuchamos y aprobamos de buena gana los deseos de los fieles de Cristo, especialmente en lo referente a promover y aumentar su devoción y la de los fieles bajo el altísimo yugo de la suave religión, y les concedemos los favores oportunos. Nos encargamos y confiamos con autoridad apostólica a nuestro querido hijo el Prepósito General y los clérigos de la Congregación ahora llamada de la Madre de Dios el cuidado, gobierno y administración de las Escuelas Pías erigidas en la ciudad, en un escrito en forma de breve que queremos que se tenga presente ahora en todo lo que contiene. Nos, deseando proveer para que el Prepósito y los clérigos de las citadas Escuelas Pías puedan hacer mejor su trabajo y más fácilmente, inclinados ante las súplicas presentadas humildemente ante nosotros por nuestro querido hijo Alejandro Bernardini Prepósito General de dicha Congregación, concedemos y asignamos el perpetuo uso de la iglesia parroquial de S. Pantaleo situada junto a dichas Escuelas Pías en nuestra ciudad, contando con el acuerdo de nuestro querido hijo Odoardo Farnesio, Cardenal de San Eustquio, sin que se cause prejuicio al rector de dicha iglesia por el Prepósito ni los clérigos citados, ni ahora ni en el futuro. Declaramos que ni el Prepósito ni los clérigos citados puedan ser molestados por ninguna autoridad ni de ningún modo, no obstante las constituciones y órdenes apostólicas y otras que vayan en contra. Dado en Roma, en Santa María la Mayor, bajo el sello del Pescador, el día 13 de junio de 1614.”

Cuando el Breve anterior entró en vigor, la Congregación de la Madre de Dios consiguió el libre uso de la Iglesia de S. Pantaleo para las Escuelas Pías, y en ella tenían ejercicios espirituales cada día ella con sus alumnos, y el párroco con la gente que dependía de él, lo cual no era sin grave incomodidad para una y otra parte.

Ephemerides Calasactianae III (1934, 255-257)

Así pues, conseguido lo referente a la Iglesia, la obra de las Escuelas Pías iba muy bien, y para que pudiera seguir su curso de la misma manera, el Rmo. P. Juan de Jesús María, carmelita confesor de Su Santidad el Papa, se dirigió sin duda por orden de Su Santidad a los nuevos superiores de los clérigos de la Madre de Dios de las Escuelas Pías enviándoles por escrito el proyecto que sigue, con los puntos de que consta, para responder a esta pregunta: ¿cuál debe ser el ministerio llevado a cabo por los Padres de las Escuelas Pías?

Respuesta.

“Parece que ciertamente debe ser la obra de las Escuelas Pías, como único y principal fin, para que la admisión de otros ejercicios del instituto no les distraiga del fin de las escuelas. Para lo cual se aducen las siguientes razones:
1. La vida religiosa es un estado que persigue la perfección de la caridad, que puede alcanzarse por medio de diversos ministerios. Unos tienden a esa perfección por medio de la contemplación; otros por el estudio; otros mediante la ayuda a los enfermos; otros por la milicia; otros se dedican a la redención de los cautivos. Las órdenes religiosas están determinadas por el tipo de ministerio que les ayuda a conseguir el mismo fin de la caridad. La riqueza de la Iglesia consiste en gran parte en esta variedad de institutos, y conviene para el incremento de cada Orden que su fin propio no se confunda con otros. Como la obra de las Escuelas Pías es suficientemente piadosa y apta para convertirse en el único ministerio de una Orden religiosa, parece oportuno que la Congregación se dedica a ello como único y principal fin, y se identifique con él, y se distinga insignemente de las demás por su desempeño.
2. La obra de las Escuelas Pías es muy exigente, y requiere de muchos operarios que se dediquen a enseñar a los niños la piedad y las letras humanas; y no parece que una congregación tenga suficientes operarios a no ser que la congregación aspire a adaptar sus operarios a esta obra, dejando fuera otras actividades. Porque si atiende únicamente a esta obra, sin duda hará algo grande y digno de elogio.
3. Si la Congregación decidiera enseñar públicamente Filosofía y Teología, se ve que se derivarían dos graves daños. Por un lado languidecería la cultura de los niños a causa de la magnitud de la obra, y además no habría suficientes operarios para satisfacer públicamente a todas las ciencias: ya hay órdenes antiguas y numerosas que se dedican a ello, además de que para las ciencias superiores la Iglesia está ya servida por Dios por medio de academias y otros estudios generales de otras órdenes conocidas de todos.
4. También se derivarían dos males si se dedicara la Congregación a celebrar y administrar los sacramentos. Pues para prepararse para este trabajo hace falta que los religiosos, como en las demás religiones, dediquen 6 o 7 años a estudiar el currículo de filosofía y teología, lo cual difícilmente se compagina con la educación de los niños. Y además por providencia de Dios ya hay muchas órdenes destinadas a estos servicios.
5. Si la Congregación eligiera la obra de dedicarse a estudios superiores o a predicar y administrar sacramentos, los juniores religiosos que están en los últimos años, salvo alguna excepción, como consta por la experiencia de ocasiones similares, aspirarían a las tareas más elevadas, y de este modo no se dedicarían a enseñar a los niños las letras latinas en las escuelas, sino que aspirarían a estudios superiores para hacerse aptos para los sermones y santas confesiones, que es la manera como el demonio suele tentar a los religiosos en estas cosas.
6. Si la Congregación se dedica a las escuelas, abrazando pura y simplemente el instituto de educar a los niños pobres en la piedad y las primeras letras, no sufrirá la competencia de otras congregaciones que ya tienen estudios públicos para las ciencias, pues la obra que ya tienen comenzada según la forma actual es piadosísima y utilísima en la Iglesia, sin interferir con otros. Lo cual hará que la Congregación crezca felizmente, bien ordenada por dentro y sin enemigos que la ataquen por fuera.
7. Si la Congregación observa la vida común y frecuenta los ejercicios regulares en sus casas, y no se distrae con otras actividades diferentes de las de las escuelas, podrá perfectamente realizar con cuidado los ejercicios espirituales para los religiosos y para los niños, lo cual es un gran bien que necesita la Iglesia, y siempre habrá uno u otro en la Congregación que haya adquirido suficiente formación moral en el siglo o incluso estando ya en la misma Congregación para escuchar confesiones de los niños y dirigirles algunas charlas, de la manera pía y fructuosa que suelen usar los padres de la Congregación del Oratorio o Vallicela, que parece que sirven para librar a muchos de ocasión de vanagloria y otras culpas.
8. Aunque parece duro a la Congregación dedicarse seriamente a la obra de las Escuelas como único propósito y fin y sin dedicarse a sermones ni confesiones, puede ejercer estas obras de caridad como parte menos importante, y dedicarse a ellas moderadamente, de modo que los religiosos prediquen y administren el sacramento de la penitencia sólo en sus propias iglesias. Lo cual no sería difícil, puesto que pocos predicadores y confesores bastarían para esta labor, y no necesitarían un largo curso de estudios, para dedicarse como los Padres del Oratorio a predicar sólo los domingos y fiestas, y no cuaresmas completas; y siendo pocos los que se dediquen a estas actividades, podrían, como hacen los otros religiosos, ser enviados a las academias o a los centros públicos de otros religiosos para que aprendieran la necesaria doctrina, a no ser que haya alguien bien preparado como profesor de la misma Congregación que les enseñara en casa.
10. Las Escuelas Pías han crecido en la ciudad de manera casi milagrosa, y con su trabajo innumerables niños son preservados de peligros y vicios, y aprenden las primeras letras, de los cuales algunos salen al estado monástico, y otros a estudiar artes; de lo cual puede deducirse razonablemente lo bueno que sería que se establecieran en otras ciudades. Todo este bien se cree que puede perderse a no ser que la Congregación, que aceptó su cuidado, dedique todas sus fuerzas a sostenerlo y promoverlo”.
Hasta aquí lo que él dijo<ref group='Notas'>Falta: quod non solum in considerationem, sed in executionem accipienda esse voluit pro conservazione atque incremento Scholarum Piarum apud Clericos Matris Dei. Traducción: que quiso no sólo que se tomara en consideración, sino que se pusiera en ejecución por parte de los clérigos de la Madre de Dios para conservación y aumento de las Escuelas Pías.</ref>.

Ephemerides Calasactianae IV (1935, 3-6)

En este mismo año en el mes de septiembre Glicerio Landriani con el permiso de nuestro P. José, y de su Confesor el P. Domingo carmelita, y del P. Rector de la casa, peregrinó a la santa casa de Loreto con D. Cosme Contini, que se le dio y asignó como vice-superior para el camino. Pasando por Camerino, no fue a casa de su hermano Fabricio, gobernador de la ciudad, sino a casa de D. Sebastián Grandi, presbítero de óptima fama para pedirle hospedaje, y como consecuencia de su breve conversación allí, éste, siendo de edad avanzada, casi un anciano, se animó a unirse con él en la devoción. Terminada la devoción de Loreto y vuelto Sebastián a Camerino, añadió Asís y Monte Falcone, yendo y viniendo sumido durante este tiempo en la recitación de oraciones, salmos y principalmente el santo rosario. Esta devoción de Glicerio está ilustrada y honrada con dos milagros. El primero es que, cayendo un denso chaparrón, mojados y empapados sus compañeros, Glicerio permaneció completamente seco, sin mojarse. Otro es que en un tugurio en el que recibieron hospedaje, les sirvieron alimentos pobres y escasos, y muy poco vino para seis personas (todos los que habían llegado), pero hubo abundante comida y bebida, sin que el pobre posadero supiera de dónde había venido. Así lo cuenta el P. Alejandro en el Compendio de su Vida, y Conti en el Proceso.

Justo al final de este año presente, con ocasión de una disputa surgida con los encargados de las escuelas, deseó Su Santidad que se consultara en relación con la creación de una obra para la educación virtuosa de la niñez de Frascati. Encargó a D. Laercio Cherubini su Auditor, y a D. Fabio Biondi, Patriarca de Jerusalén y Gobernador de Frascati que trataran con los Padres de la Compañía de este asunto, pero no queriendo ellos asumir este trabajo con los niños, fueron a hablar con las Escuelas Pías. Qué resultó de la comisión de Su Santidad para este asunto, lo veremos al año siguiente.

Notas