BerroAnotaciones/Tomo3/Libro1/Cap31

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CAPÍTULO 31 Ofensas a las Escuelas Pías En Chieti [1646]

En la ciudad de Chieti, capital de la Provincia de Abruzzo, en el Reino de Nápoles, se fundaron las Escuelas Pías el año 1630, gracias a un legado hecho por el Sr. D. Francisco Vastavigna; y después fue ampliada la fundación con el legado y herencia del Sr. Valignano.

A esta fundación fue enviado el P. Juan Bautista [Andolfi] de la Virgen del Carmen, sacerdote nuestro profeso, natural de dicha Provincia, doctor en Leyes; pero, lo que más importa, Religioso de magníficas cualidades y vida casi angélica, celosísimo de la observancia regular, primero en sí mismo y después en los demás, de una humildad y caridad insigne, y amantísimo de nuestro Santo Instituto. Finalmente coronó sus virtudes muriendo en dicha ciudad cuidando a los apestados, el año 1657.

En esta casa no hubo disturbios de ninguna clase entre los nuestros, gracias a Dios, y a los Ilmos. y Revmos. Arzobispos, tanto por la benignidad del Ilmo. y Revmo. Monseñor Sauli, como de los demás Ilmos. Y Revmos. sucesores suyos.

Todos las problemas fueron relativos a los legados hechos por nuestros fundadores a favor de otros lugares píos, y promovidos por los mismos parientes de ellos, que pretendían que no tenían que haber hecho el testamento, o que nosotros no teníamos capacidad para dicha herencia, o también porque ellos fueron llamados por primeros testadores, o porque algunos acuerdos hechos para amortiguar los pleitos no habían sido hechos con los debidos protocolos. Así que hubo que litigar durante años, y dar grandes ventajas y pedir mucho a los adversarios para no estar siempre inquietos, sobre todo a una monja y a su monasterio.

También los hubo con los Frailes de San Francisco de Paula, que siempre han pretendido grandes cosas contra nuestros Padres, no sólo por el legado que les hicieron, sino también por ser (si mal no recuerdo) citados en defecto y en ausencia nuestra. Por eso, una vez leído el Breve de la Reducción, fueron incontables los disgustos que nos dieron, pretendiendo la caducidad, dado que ya no había Orden de las Escuelas Pías, la nombrada por los testadores. Y aún se crecieron más, al ver que por la peste murieron todos nuestros Religiosos en aquella casa, pues no querían que otros nuestros pudieran ir a ella.

También la Fábrica de San Pedro, que tenía residencia en Nápoles, ha hecho contra nosotros los mayores esfuerzos que se puedan decir, y nos han obligado a hacer grandísimos gastos, sin estar nunca contentos. Finalmente, gracias a Dios, se han apaciguado todos los rumores, y en aquella casa se esfuerzan por proseguir el edificio, ejercitando nuestro Instituto con toda satisfacción de la ciudad.

Notas