GinerProceso/Cap2

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CAPITULO SEGUNDO: LOS PROCESOS ORDINARIOS

Hacía sólo 25 años que el Papa Urbano Vili, para evitar los abusos que solían ocurrir en la veneración de quienes morían en olor de santidad, había emanado un decreto el día 13 de marzo de 1625, prohibiendo ciertas manifestaciones de culto público, como eran representar a los Siervos de Dios con aureolas, rayos luminosos o resplandores en torno a sus imágenes; colocar junto a sus sepulcros lámparas o velas encendidas, cuadros o esculturas, exvotos y otros signos de las gracias atribuidas a su intercesión, etc. En octubre del mismo año aclaraba y completaba con otro decreto las disposiciones del primero[Notas 1]. Y nueve años más tarde, el 5 de julio de 1634, salía otro decreto urbaniano en el que, además de confirmar lo establecido en 1625, se exigía que no se instruyera en adelante ningún proceso informativo de Beatificación sin que precediera un proceso especial introductorio para comprobar que habían sido observados fielmente los referidos decretos[Notas 2]. Y este es el llamado proceso super non cultu.

Aprobados, pues, por el Cardenal Ginetti todos los oficiales que debían intervenir en el Proceso, se consultó a Mons. Donati, Presidente y Juez del tribunal, sobre el lugar en donde quería que se celebraran las sesiones. Con muestras de benevolencia dejó Monseñor la elección a gusto del P. Berro, Procurador, quien no menos complaciente escogió la iglesia de Sta. María in Traspontina, por estar muy cercana a la residencia de Monseñor. Y allí fueron citados los oficiales del Proceso para tomar posesión de sus cargos el día 6 de febrero de 1650[Notas 3]. Aquel día, al llegar Mons. Donati, los Padres carmelitas (de quien era y sigue siendo hoy la iglesia), junto con su P. General, cumplimentaron a Mons. Donati y a sus acompañantes, agradeciendo profundamente el honor que se les hacía al elegir su iglesia como sede para iniciar el proceso del Padre José Calasanz[Notas 4].

Según las formalidades procesales no bastaba elegir la iglesia, sino que se debía determinar exactamente un lugar o capilla de ella como aula para las sesiones (locurri loci). El Presidente eligió la capilla mayor o del presbiterio, y en ella, tras la balaustrada, el Procurador P. Berro presentó los Decretos de Urbano VIII, el documento notarial de la inhumación del P. José Calasanz[Notas 5], la lista de los testigos que debían deponer en el proceso y los llamados "Artículos" para el interrogatorio[Notas 6]. Los testigos debían ser interrogados, tanto en este proceso super non cultu, como en todos los demás, siguiendo una doble serie de preguntas: unas compuestas por el Procurador de la Causa, en las que se exponen los hechos según el punto de vista favorable del Procurador, y se llaman "Artículos"; las otras las presenta el Promotor de la Fe, y se llaman los "Interrogatorios", con los cuales se intenta cerciorarse de la verdad contenido en los Artículos[Notas 7].

El día 15 de febrero se trasladó el tribunal a la Iglesia de S. Pan-taleón para hacer la visita oficial al sepulcro del Siervo de Dios, al oratorio doméstico y a la habitación en que había vivido y muerto el P. José[Notas 8]. Esta visita exigida por las normas procesales tiene como finalidad cerciorar personalmente a los miembros del tribunal de la observancia de los decretos urbanianos sobre el culto prohibido. En la habitación del Siervo de Dios había un gran cuadro que se describe minuciosamente en el documento notarial, y a su alrededor veinte cuadritos con otros exvotos de plata y tres cirios[Notas 9]. Pero ni allí ni en todo lo visitado encontraron nada que pudiera interpretarse como contrario a las exigencias de los decretos urbanianos.

Bajaron luego a la Sacristía en donde los ocho testigos que debían deponer en el Proceso hicieron juramento de responder según verdad a los Artículos e Interrogatorios. De estos ocho testigos sólo cuatro declararon en el Proceso, mientras los otros cuatro, por razones que desconocemos, no se presentaron, y en su lugar fueron admitidos otros tres. Los cuatro que juraron aquel día, pero no se presentaron luego, fueron: 1. Excmo. D. Appio Conti, Duque de Poli[Notas 10]; 2. Excmo. D. Gaspar Torres, Marqués de Pizzoli, Conservador del Senado y Patricio Romano[Notas 11]; 3. D. Lorenzo de Ricciardis, Doctor en derecho y Procurador en la Curia Romana[Notas 12]; 4. P. Juan García del Castillo. Llama especialmente la atención que el Padre Castilla, incluido en esta primera lista de testigos, no se presentara a deponer ni en éste ni en el proceso informativo, habiendo sido uno de los primeros compañeros del Santo y por consiguiente uno de los que más podían testificar su santidad. Puede ser que por escrúpulo de conciencia no quisiera participar, pues había sido su confesor. Más tarde, el Promotor de la Fe dirá que la exclusión del P. Castilla de la lista de testigos era sospechosa, y que no se le permitió deponer para no comprometer la Causa, revelando cosas que pudieran obscurecer la santidad de Calasanz.

Antes de empezar el examen de testigos, creyó oportuno Monseñor Donati cambiar la sede del tribunal, pues Sta. María in Traspontina debía resultar incómoda a los testigos, que vivían cerca de S. Pantaleón, particularmente a los Padres, que iban descalzos y era pleno invierno. Por ello determinó escoger la iglesia de S. Agustín, muy cercana a S. Pantaleón, y de la que Monseñor era viceprotector. Para él no suponía gran molestia, porque iría en carroza. En un principio se escogió la capilla de Sta. Monica como locurrí loci, o lugar para el tribunal, pero se creyó conveniente cambiar de lugar para no distraer a los fieles que asistían a las misas en las demás capillas, y sobre todo porque la capilla, decorada con mármoles, resultaba insoportable por el frío y la humedad, dado que las sesiones debían durar tres o cuatro horas. Por tanto, se prefirió celebrar las sesiones en la Biblioteca del anejo convento de agustinos, llamada "Biblioteca Angélica", que hoy no pertenece ya a los agustinos, como sigue perteneciendo la iglesia[Notas 13].

El día 18 de febrero se empezó el examen de testigos. Monseñor Petrozzi, Promotor de la Fe, presentó los "interrogatorios". Ni estos ni los relativos "artículos" del Procurador eran muy largos, pues los primeros constaban de ocho puntos, y los segundos de siete. Los testigos quedaron reducidos a siete, de los cuales cuatro presentados ya en la lista del día 15, y fueron: 1. Mons. Bernardino Panicola, obispo de Ravello; 2. el P. Baldi, superior de la casa de S. Pantaleón; 3. el P. Caputi, y 4. D. Fabio Lazzari. Este último estaba al servicio del Sr. Carlos Cartari, abogado consistorial, que hemos visto aparecer en los preliminares del Proceso. Pero la razón de haber sido llamado como testigo era que vivía cerca de S. Pantaleón, cuya iglesia frecuentaba tres o cuatro veces por semana para oír misa y que había presenciado la afluencia de gente el día de los funerales del Santo, con quien había hablado muchas veces en vida[Notas 14].

A estos cuatro testigos se añadieron otros tres, al fallar por razones diversas los otros cuatro elegidos. Estos tres fueron: el Padre Morelli, el Rdo. D. Lucio Salvi y el CI.0 Juan Bta. Tiroli. El Rdo. Salvi era sacerdote, doctor en ambos derechos y abogado en la corte romana. Frecuentaba la iglesia de S. Pantaleón desde hacía 15 años, y había hablado muchas veces con el P. José, y había procurado según sus medios defender la inocencia del Santo en tiempo de las persecuciones. Fue testigo también de la veneración popular en torno al cadáver y al sepulcro del Siervo de Dios[Notas 15]. El Cl.° Tiroli, oía diariamente la misa en S. Pantaleón, por vivir en la misma plaza. Había hablado también muchas veces con el P. José, y había sido testigo ocular de la muchedumbre que acudió a venerar su cadáver y su sepulcro[Notas 16].

El examen de cada testigo ocupó una sola sesión. El primero en examinarse fue Mons. Panlcola, el día 18 de febrero[Notas 17]. Y con pocos días de intervalo entre las diversas sesiones fueron interrogados los demás en este orden: el P. Baldi el día 22[Notas 18]; el Padre Caputi el día 23[Notas 19]; el P. Morelli el día 25[Notas 20]; D. Lucio Salvi el día 3 de marzo[Notas 21]; el CI." Tiroli el día 8[Notas 22] y finalmente Don Fabio Lazzari el día 10 de marzo[Notas 23].

Dado el carácter de este Proceso, limitado al reconocimiento del sepulcro del Siervo de Dios y a las manifestaciones de veneración observadas en torno al cadáver expuesto en la iglesia antes de la inhumación, como también en torno a la tumba misma y a los exvotos ofrecidos en acción de gracias por ios milagros o gracias recibidas, las declaraciones no presentan noticias históricas relativas al Santo, como las presentarán los procesos informativos. Lo más interesante es la concordancia de todos los testigos en describir la imponente manifestación multitudinaria de veneración ante los despojos mortales del Siervo de Dios y la enumeración de altos personajes de la nobleza y clero romanos que acudieron a S. Pantaleón. Y en estos detalles abunda particularmente el P. Caputi[Notas 24].

El proceso super non cultu había durado poco más de un mes, desde el 6 de febrero hasta el 10 de marzo de 1650. Los Padres de S. Pantaleón podían estar satisfechos del éxito y de la rapidez, después de año y medio que había costado elegir al Procurador de la Causa. Hasta el momento, todas las dificultades habían provenido de las disensiones internas de la Comunidad de S. Pantaleón, mientras que por parte del Cardenal Ginetti y de los demás oficiales del Proceso se había visto sumo interés en favorecer la Causa.

Pasados unos días, Mons. Donati y D. Marcos Petrozzi comunicaron al Cardenal Vicario la conclusión del Proceso. El Cardenal quiso informarse minuciosamente del desarrollo del mismo y convocó a su presencia a Donati, Petrozzi, Meula, Naldi, Berro y Caputi. Se le 'eyó el Proceso y se le dieron las aclaraciones pertinentes. El Cardenal quería asegurarse de que todo se había hecho a rigor del derecho y que los decretos de Urbano VIII habían sido observados escrupulosamente, para no crear luego dificultades, cuando se presentaran las Actas del Proceso a la Congregación de Ritos. Para mayor seguridad, antes de dar la sentencia definitiva exigida por los decretos urbanianos, entregó las Actas del Proceso a su auditor D. José Palermo, para que las revisara[Notas 25].

Pasaron semanas y meses sin que Mons. Palermo comunicara al Cardenal el resultado de su examen. La inquietud empezó a turbar a los Padres de S. Pantaleón ante la inexplicable tardanza de la sentencia definitiva del Cardenal. Mientras tanto se había informado a las casas de la Orden del desarrollo de este Proceso preliminar, y con lógica preocupación esperaban todos la referida sentencia aprobatoria[Notas 26]. Los Padres Caputi y Berro instaban a Monseñor Palermo a que terminara la revisión de las Actas, pero éste les respondía que sus múltiples ocupaciones como Auditor del Cardenal Vicario le impedían dedicar su atención al Proceso[Notas 27]. Ante tan prolongada demora, tuvieron que lamentarse al Cardenal, suplicándole que designara a otro revisor o urgiera a Palermo, que presentara su juicio. El Cardenal solicitó a su Auditor, que cuanto antes le presentara la minuta de la sentencia definitiva, y así lo hizo Monseñor Palermo, no sin cierta molestia por las prisas exigidas por el Cardenal[Notas 28].

La minuta de la sentencia fue llevada a Mons. Pedro Francisco de Rossi, Promotor General de la Fe, por cuyas manos tendrían que pasar luego todos los Procesos, cuando se introdujera la Causa en la Congregación de Ritos, una vez superado el Proceso ordinario. El Cardenal recomendó a de Rossi que despachara el asunto con suma rapidez y diligencia[Notas 29].

Con justificada curiosidad los PP. Caputi y Berro quisieron ver la minuta para cerciorarse de que todo iba bien. Y decidieron visitar a Mons. de Rossi, que habitaba en la parroquia de S. Simón y Judas. Como no le conocían personalmente, rogaron al párroco amigo, Don Marcos Petrozzi, que les acompañara. Monseñor les recibió con mucha afabilidad y con asombro de los Padres les habló de su veneración y de sus relaciones personales con el Fundador, particularmente respecto a las disposiciones testamentarias del Cardenal Tonti y al Colegio Nazareno. Además, se ofreció incondicionalmente para todo lo que fuera necesario tanto en lo referente a la Causa del Fundador, como a cualquier otro asunto[Notas 30]. En realidad, estas palabras de Mons. de Rossi no cayeron en el vacío. Y los PP. Berro y Caputi supieron aprovechar la desinteresada protección ofrecida por Monseñor, no sólo en favor de la Causa de Beatificación en la que ocupó una parte de capital importancia, dado su altísimo oficio, sino también en otras cuestiones, particularmente en la importantísima de la total reintegración de la Orden en el Pontificado de Clemente IX. Su habilidad, prestigio, ciencia y experiencia en cuestiones jurídicas y burocráticas de curia fueron inestimables para conseguir el ansiado Breve pontificio[Notas 31].

Mons. de Rossi revisó debidamente la minuta de la sentencia y la llevó luego al Card. Vicario. Se hizo la redacción definitiva, controlada por Glnetti y de Rossi. Fueron convocados en presencia del Cardenal para leer oficialmente la sentencia todos los que habían intervenido como oficiales del Proceso, esto es, Donati, Petrozzi, Palamolla, Meula, Naldi, Berro y Caputi. El Cardenal, sentado en su trono, hizo publicar la sentencia al Canciller Palamolla, dando luego las debidas instrucciones para que todo quedara a norma de derecho. Era el 22 de septiembre del Año Santo 1650[Notas 32].

Con esta sentencia declaraba el Cardenal que los decretos de Urbano VIII, referentes al culto prohibido a los no beatificados, habían sido plenamente observados, y por consiguiente se podía instruir el Proceso Informativo ordinario. El P. Caputi comenta sencillamente la sentencia diciendo que causó gran alegría a nuestros Padres y sobre todo al mismo Cardenal Ginetti, y añade que inmediatamente el P. Berro se acercó al Cardenal y le entregó un memorial en el que se pedía la confirmación de los mismos oficiales para el Proceso Informativo, dando entonces el Cardenal las debidas órdenes al canciller Palamolla para que extendiera el Decreto que se pedía[Notas 33]. El P. Berro, sin embargo, en su Diario del Processo super non cultu, encuadra la sentencia de Ginetti entre dos párrafos sumamente pesimistas. En el que precede la sentencia dice que después de muchísimas dificultades y oposiciones, debidas al Auditor de Su Eminencia y a Mons. de Rossi, dio el Cardenal su sentencia definitiva, en la que había "algunas cláusulas de poca satisfacción para nosotros", pero "se nos aconsejó someternos a su parecer"[Notas 34]. Después de copiar íntegro el Decreto, añade Berro otro párrafo en el que reiterando su desagrado por "la cláusula restrictiva", debida a las instancias de Mons. de Rossi, manifiesta su convicción de que la tal cláusula es debida al estado de postración en que se encuentra la Escuela Pía ante la curia romana. Y por tanto, habrá que esperar mucho, antes de que se pueda reanudar el Proceso, desconfiando de ser él mismo quien lo reanude[Notas 35].

Estos párrafos pugnan con la relación de Caputi, pues si los escribió Berro es imposible que Berro mismo presentara ya el memorial de súplica para la confirmación de los oficiales para el Proceso informativo no apenas se había terminado de leer la sentencia. Caputi escribe su relación a veinte años de distancia de los hechos y no siempre recuerda exactamente la cronología. En este caso, no dio importancia a las cláusulas que atemorizaron a Berro, pues de hecho no pasaron diez días desde la publicación de la sentencia y el principio del Proceso Informativo. Caputi eliminó este lapso de tiempo, narrando en la misma escena los dos hechos separados por diez días.

Los párrafos de Berro, aunque escritos con excesiva precipitación, son un testimonio elocuente de la angustiosa situación que amargaba la existencia de los Padres de S. Pantaleón. Los largos meses de espera de la sentencia debieron parecer presagio de mal agüero y la cláusula protocolaria del decreto debió confirmar los presentimientos de una sentencia más bien negativa, con la que se impedía por el momento la continuación del Proceso. De la fatídica cláusula dice Berro que existía un escrito particular con las explicaciones pertinentes[Notas 36]. Pero tal escrito no ha llegado a nosotros. Por otra parte, si en el Decreto puede verse alguna cláusula restrictiva, no puede considerarse por sí misma suficiente para fundamentar los graves temores de Berro, pues dice simplemente que la sentencia se refiere sólo al pasado y se da con el fin de poder instruir el proceso informativo. Pero no tiene valor definitivo, pues la Sda. Congregación de Ritos tendrá que dar de nuevo su parecer sobre el particular, cuando la Causa sea presentada a dicha Congregación para iniciar los procesos apostólicos[Notas 37]. Precisamente por este motivo el Cardenal Ginetti había insistido tanto desde el primer momento en que se hicieran las cosas con suma diligencia, para evitar complicaciones en el futuro Proceso Apostólico[Notas 38].

Con la sentencia del Cardenal quedaba, pues, ultimado el Proceso super non cultu el día 22 de septiembre de 1650.

Las súplicas que el P. Berro, como Procurador de la Causa, había dirigido al Cardenal Vicario los días 19 y 29 de enero y el 4 de febrero de 1650, pedían la incoación del Proceso ordinario y el nombramiento de los miembros del tribunal y demás oficiales que debían asistir al Proceso y esto tanto para el Proceso super non cultu, como para el Proceso informativo[Notas 39]. Del mismo modo, la designación de dichos oficiales por parte del Cardenal tenía el mismo alcance[Notas 40].

El protocolo, sin embargo, exigía que para mayor seguridad jurídica se volvieran a designar o confirmar oficialmente los miembros del tribunal y demás ayudantes, una vez que, terminado el proceso super non cultu, se diera principio al Proceso informativo. Fue, pues, incumbencia del P. Berro presentar nuevamente instancias al Cardenal Gi-netti para que confirmara oficialmente al Juez, Promotor, Notario y demás ayudantes del Proceso concluido, de modo que cuanto antes se diera inicio al segundo proceso ordinario, es decir, al Proceso informativo ad perpetuam rei memoriam super Vita, Morte, Virtuíibus ac Miraculis del P. José de la Madre de Dios[Notas 41]. Y el Cardenal confirmó los nombramientos el día 1 de octubre[Notas 42].

En los días que siguieron tuvo que preparar el P. Berro una serie de documentos preliminares al examen de testigos. Tales fueron:

1. Una copia notarial de las cinco cartillas de ordenaciones recibidas por el Siervo de Dios, a saber, primera tonsura, órdenes menores, subdiaconado, diaconado y presbiterado[Notas 43];

2. Un folleto impreso con el siguiente título: Institutio et privilegia Congregationis Cíe. Reg. Paup. Matris Dei Scholarum Piarum. Romae. Ex Typographia Rev. Camerae Apostolicae. M.DCXXIII[Notas 44];

3. Otros dos Breves apostólicos de Urbano VIII, posteriores a la publicación del folleto anterior[Notas 45];

4. Los Artículos para el examen de testigos, en núm. de 34[Notas 46];

5. Una lista con los nombres de 40 testigos para deponer en el Proceso[Notas 47].

Todos estos documentos fueron presentados el día 17 de octubre[Notas 48]. Fue citado el Promotor para que los examinara todos y expusiera sus observaciones oficiales, reducidas prácticamente a cláusulas de rigor, y se le rogó que compusiera los Interrogatorios, que tenían que acompañar los artículos del Procurador en el examen de testigos[Notas 49].

La rapidez con que se sucedieron las sesiones en el Proceso super non cuitu no vuelve a notarse en ninguno de los Procesos posteriores. En estos las sesiones adquieren un ritmo lento, con intervalos que duran meses, sin que se puedan individuar cada vez las razones de tales dilaciones. En el caso presente puede ser que la composición de los Interrogatorios haya exigido meses de estudio. Tales Interrogatorios se presentan en la sesión en que debe ser examinado el primer testigo. Y esta sesión tuvo lugar el 2 de mayo de 1651[Notas 50]. Hasta esta fecha hubo otras sesiones de carácter protocolario, entre las cuales la del 20 de abril, en que prestaron juramento los primeros testigos. Esta sesión se tuvo en la Iglesia de San Pan-taleón[Notas 51], mientras todas las demás del Proceso se tuvieron en San Agustín, en donde se había celebrado el Proceso super non cultu. Según el P. Caputi, en esta sesión juraron ocho escolapios, a saber: los PP. Francisco Baldi, Juan García, Francisco Castelli, Camilo Scas-sellati, José Fedele, Ángel Morelli, Jorge Chervlno y el Hno. Eleuterio Steso[Notas 52]. Sin embargo, según las Actas del Proceso, hicieron juramento los siete testigos siguientes: D. Appio Conti, Duque de Poli, D. Pedro de Massimi, Constancia Pesuli, Catalina Joannini, y los PP. Baldi, Scassellati y Fedele[Notas 53]. Lógicamente la verdad está de parte de las Actas oficiales, y no de parte de Caputi que escribe unos 20 años después de los hechos. No obstante, de los ocho escolapios nombrados por Caputi, tres hicieron su juramento aquel día (PP. Baldi, Scassellati y Fedele); otros tres juraron luego en otras sesiones del proceso (PP. Castelli, Morelli y el Hno. Steso). Quienes no consta que fueran llamados a jurar en todo el Proceso son los Padres García y enervino.

En la lista de testigos presentada por el P. Berro figuraban en total 40 nombres, y todos hicieron juramento, pero por diversas causas desconocidas sólo 34 fueron interrogados. Los otros seis testigos jufados pero no interrogados fueron: el P. Caputi, ya testigo en el proceso anterior, y que problamente no se examinó de nuevo porque, aunque el P. Berro era el Procurador oficial, quien hizo sus veces prácticamente fue Caputi, por estar muy ocupado en las clases el P. Berro[Notas 54], y el Procurador de la Causa no podía a la vez ser testigo; el P. Fedele, que fue presentado de nuevo como testigo en el Proceso Apostólico de virtutibus in genere y se examinó entonces[Notas 55]; el P. Baldi, ya testigo en el Proceso anterior, y que no llegó a examinarse, probablemente por haber salido de la Religión aquel mismo año 1651[Notas 56]; el P. Agustín Divizia, que por residir entonces en Nami, tal vez le fue imposible presentarse, pero se presentó de nuevo como testigo y se examinó en el Proceso Apostólico de virtutibus in specie[Notas 57]; D. Juan Francisco Tolomei, de Siena[Notas 58] y el P. Maestro Juan Bta. Berardicelli, exministro General de los Menores Conventuales. Este último testigo había conocido desde muy joven al P. José Calasanz, cuando éste vivía en el palacio Colonna, ¡unto a la Iglesia de los 12 Apóstoles servida por los Conventuales, y Calasanz le predijo que llegaría a ser General de la Orden[Notas 59]. Cuando se presentó para prestar juramento el 8 de mayo de 1652 debía tener 89 ó 90 años y probablemente salió muy pronto para Nápoles, sin esperar el día en que le tocara deponer ante el tribunal[Notas 60].

Hubo todavía otro testigo, no incluido entre los 40 de la lista primera, pero llamado luego a testificar. Hizo efectivamente juramento el 3 de febrero de 1653[Notas 61], pero no fue examinado, por razones que no conocemos. Era el Sr. Ventura Sarafellini, uno de los primeros maestros asalariados de Calasanz, en cuyas escuelas continuó hasta su muerte, ocurrida en 1664. Era un calígrafo insigne, al cual se debe la inscripción monumental puesta en torno a la base de la cúpula vaticana con las palabras Tu es Petrus, etc.[Notas 62].

Desde el día 2 de mayo de 1651, en que se examinó el primer testigo, hasta el 2 de octubre de 1653, en que terminó su deposición el último, pasaron, pues, ante el tribunal 34 testigos. De ellos hay 13 cuyas deposiciones se limitan casi exclusivamente a narrar milagros del Santo, de los que fueron protagonistas o testigos presenciales. Algunos de ellos Incluso ni siquiera conocieron personalmente al P. José. Pero excepto estos pocos, todos los demás le conocieron en vida y por tanto sus declaraciones son Importantísimas para reconstruir históricamente la vida del Santo Fundador, pues son testigos de primer orden de las cosas que narran, y muy cercanos todavía a los hechos narrados. La prioridad de este proceso informativo respecto a los que seguirían luego, la abundancia de testigos y la proximidad a los hechos narrados confieren indudablemente a este primer proceso un valor y una garantía histórica, que no pueden tener los procesos siguientes, aunque también en ellos haya testigos de visu. De hecho, reconociendo ese valor y esa garantía, todos los biógrafos que durante tres siglos han escrito Vidas del Santo, han recurrido a este primer proceso como fuente de primer orden y arsenal de noticias referentes al Fundador y a su obra. Y esto, sobre todo, en tiempos en que la crítica histórica era menos exigente, y los biógrafos no sentían la necesidad de recurrir a otros documentos que confirmaran o rectificaran las declaraciones de estos primeros testigos.

Confirma también la importancia de este primer proceso el hecho de que a sus declaraciones recurrirán con preferencia los Promotores de la Fe para buscar contradicciones y dificultades con qué construir sus disquisiciones contra la santidad del P. José, cuando se trate de dilucidar jurídicamente la heroicidad de sus virtudes, una vez terminados todos los procesos informativos. Y lo mismo tendrán que hacer los abogados defensores para responder a las diatribas de los Promotores.

Las sesiones del proceso, celebradas casi todas en la Biblioteca Angélica del convento de agustinos, se sucedieron durante dos años y medio, con intervalos más o menos largos, pero con ritmo regular y bastante rápido. Los testigos respondían primero a los 20 puntos del interrogatorio preparado por el Promotor fiscal y luego a los 34 Artículos propuestos por el Procurador o Postulador de la Causa[Notas 63], sin ser Interrumpidos por los miembros del tribunal. No se piden aclara-clones ni se proponen dificultades, sino que se deja al testigo que diga todo lo que sabe respecto a cada uno de los puntos, y pasadas las horas asignadas a cada sesión, se interrumpe la declaración y se continúa otro día en el lugar en que quedó. La mayor parte de los testigos no responde a todos los puntos o porque no sabe qué decir o porque ya ha respondido antes en otro punto anterior. Algunos repiten conceptos en ambos articulados, dada la concordancia de preguntas.

Al principio de cada sesión, no obstante el juramento solemne hecho con varios días de antelación, el testigo jura de nuevo decir la verdad sobre lo que se le Interrogue, y al final de cada sesión firman siempre el testigo, el juez y el Promotor. Las seis primeras preguntas del Interrogatorio son de carácter personal, por las que el testigo se define a sí mismo declarando su nombre y apellido, patria, edadnombre de los padres, profesión, estado económico; cuándo se confesó y comulgó por útlma vez, dónde y quién le administró los sacramentos; si ha sido acusado o procesado por algún crimen, con otros detalles si la respuesta es positiva; si ha sido excomulgado y por qué motivo, y si ha sido ya absuelto, etc.; si ha sido instruido sobre lo aue tiene que declarar, y quién le ha instruido, dónde, cuándo, con qué palabras, etc.[Notas 64]. Por estas respuestas podemos conocer al testigo, sobre todo cuando no tenemos otras referencias extrajudlclales. En nuestro caso, sin embargo, exceptuados unos pocos, la mayoría de /os testigos nos son conocidos por otras fuentes documentales.

Al presentar los 34 testigos de este proceso, nos interesa, sobre todo, hacer notar las circunstancias que ponen en relación al testigo con el P. Fundador, sin insistir en otras noticias no pertinentes, especialmente al tratarse de personas del pueblo sencillo, sobre las cuales sería muy difícil e inútil hacer investigaciones.

Veamos, pues, quienes fueron estos 34 testigos, siguiendo el orden con que fueron compareciendo ante el tribunal:

1. D. Appio Conti Duque de Poli. Al presentarle como testigo en el proceso se le llama dux Poli et Domicellus Romanus, magister perpetuos Sacri Hospitii Palatii Apostolici[Notas 65]. Las primeras relaciones de Calasanz con esta nobilísima familia de los Conti[Notas 66] se deben a la fundación ae una casa escolapia en la aldea de Poli, feudo del Duque Appio III, nuestro personaje, quien personalmente la pidió al Santo Fundador. La primera piedra del nuevo edificio se puso el 3 de octubre de 1628 y a la ceremonia estuvo presente el Santo[Notas 67]. Desde entonces se intensificò la amistad de los Conti con Calasanz, quien se preocupó de favorecerles en ciertos asuntos que le encomendaron, correspondiendo así a la generosidad de la noble familia, que estimó siempre aquella fundación y la sustentó con sus donaciones y legados[Notas 68]. De la correspondencia epistolar entre Calasanz y los Conti se conservan por una parte cuatro cartas del Duque Appio a Calasanz[Notas 69] y por parte de éste, tres cartas al Duque Appio, a su esposa y a su hija Julia, los tres residentes en Parma[Notas 70] y una dirigida al Duque Lotario, padre de Appio[Notas 71]. En esta última trata el Santo de un asunto que el Duque le había encomendado, confiando en la influencia que tenía el Santo entre los nobles españoles de la Corte de Nápoles, y de este asunto habla el Santo en unas 66 cartas, dirigidas la mayor parte al P. Cherubini que residía en aquella ciudad[Notas 72]. En otra carta se interesa también el Santo por otro asunto del Sr. Torcuato, hermano de D. Appio[Notas 73].

Cuando murió el Duque D. Lotario en Poli, el Santo escribió a los Padres de aquella casa recomendándoles que celebraran con toda solemnidad las exequias, para las que mandó una representación de Padres de Roma[Notas 74]. En el Proceso super non cultu ya hemos visto que D. Appio fue elegido y juró como testigo, aunque no se examinó entonces, Y en sus deposiones como testigo del Proceso informativo recuerda haber mandado reliquias del P. José a la Duquesa de Parma y a un monasterio de aquella ciudad, en el que por mediación de tales reliquias se obtuvieron curaciones milagrosas[Notas 75]. La gran estima que sintieron los Conti por el Santo Fundador, mientras vivió, se convirtió luego en veneración y devoción por su memoria, sin que faltaran pruebas de la protección del Santo, a cuya intercesión se debió la curación milagrosa en Poli del niño José Lotario Conti, sobrino de D. Appio, hermano del que fue luego el papa Inocencio XIII y heredero de la casa de los Conti[Notas 76]. D. Appio, en efecto, que no tuvo hijos varones, renunció a sus derechos de primogenitura en favor de su hermano Carlos, Duque de Guadagnolo, y nominalmente del hijo de éste José Lotario, aún niño, y al morir su esposa se hizo sacerdote, muriendo en Parma en 1666[Notas 77].

Fue el primero de los 34 testigos del Proceso Informativo, y fue examinado en una sola sesión el día 2 de mayo de 1651, siendo breves sus declaraciones y sin noticias de particular importancia[Notas 78].

2. Pedro de'Massimi[Notas 79]. El palacio de la nobilísima familia de los Massimi, una de las de más rancio abolengo entre la aristocracia romana, es contiguo a la Casa e Iglesia de S. Pantaleón. Debido a esta circunstancia de vecindad, D. Pedro de' Massimi (1574-1655) no sólo conoció personalmente al P. José Calasanz y admiró sus virtudes y su obra desde lejos, sino que mantuvo estrechas relaciones con él, asistiendo a su Misa, confesándose con él y conversando muchas veces, Incluso para pedirle consejo en cuestiones no precisamente espirituales, como recuerda en su deposición[Notas 80]. No obstante, sus declaraciones son vagas y no revelan ningún episodio particular de la vida del Santo, ni tampoco del trato amistoso entre ambos. Nuestros cronistas Berro y Caputi anotaron en sus Memorias la intervención de D. Pedro en la escena dramática de la prisión del Santo al ser conducido al Santo Oficio. D. Pedro de'Massimi y D. Gaspar de Torres suplicaron a Mons. Albizzi que les dejara acompañar al P. José en carroza, para ahorrarle la humillación de recorrer a pie las calles céntricas de Roma, rodeado de esbirros. Pero Albizzi se negó absolutamente. Sólo consiguieron que no le ataran las manos al Santo y a sus compañeros de infortunio[Notas 81]. De esta escena se contenta con decir D. Pedro en sus declaraciones, que él le vio ir al Santo Oficio, y que iba con tal quietud y alegría, que D. Pedro quedó estupefacto[Notas 82]. Fue el segundo de los 34 testigos del Proceso, y se presentó ante el tribunal el día 5 de mayo de 1651[Notas 83]. Es interesante recordar que su padre, D. Fabrizio de'Massimi, fue también testigo en dos procesos de Beatificación y Canonización, el de S. Felipe Neri y el de S. Ignacio de Loyola[Notas 84]. Un pariente de D. Pedro, D. Camilo de'Massimi, estuvo presente como testigo en el sepelio de Calasanz[Notas 85], y compareció de nuevo para presenciar la exhumación y reconocimiento del cadáver del Siervo de Dios en 1669, al incoarse el proceso apostólico[Notas 86]. Al año siguiente, D. Camilo fue hecho cardenal[Notas 87], y como tal presidió el Capítulo General de 1671, del que tendremos ocasión de hablar más adelante[Notas 88].

3. P. Camilo Scassellafi. Es una de las figuras relevantes contemporáneas del Santo Fundador, muy conocido en la historia de la Orden que gobernó durante un sexenio (1659-1665) después de la primera restauración como Congregación de votos simples[Notas 89]. Entre los otros cargos que desempeñó descuella como Rector del Colegio Nazareno, cuyo prestigio fue uno de los ideales de su vida. Sobresalió entre los escolapios contemporáneos como hombre cultísimo en retórica y humanidades. Conoció al Fundador durante 23 años, como recuerda en su deposición[Notas 90], y su veneración y amor filial por él quedan patentes en sus declaraciones en este proceso, que por extensión y riqueza de noticias pueden considerarse entre las más importantes de todos los procesos[Notas 91]. Ya antes del proceso informativo tuvo ocasión de elogiar la memoria del Fundador en una elocuente oración fúnebre, compuesta en elegante latín para el funeral conmemorativo celebrado en el Colegio Nazareno en noviembre de 1648[Notas 92].

4. Carlos Antonio Gamorra. Era estañador y había conocido al P. José desde hacía 15 años, porque prestaba sus servicios en la casa de S. Pantaleón[Notas 93]. El fue quien preparó el ataúd al Santo, y en ocasión de llevarlo a la iglesia de S. Pantaleón el día en que estaba expuesto el cadáver, fue testigo presencial del ruidoso milagro de la curación de un tullido, y precisamente por este motivo se le llamó a declarar, reduciendo prácticamente su declaración al asunto del milagro[Notas 94]. Cuando unos veinte años más tarde se exhumó el cadáver para su reconocimiento, al incoarse el proceso apostólico fue llamado de nuevo a prestar sus servicios de estañador[Notas 95].

5. Catalina Joanninl, Vda. Serjulli. Esta mujer, que no conoció al Santo en vida, acudió a S. Pantaleón a venerar su cadáver, movida por las voces que corrían en los barrios contiguos a S. Pantaleón sobre los milagros y santidad del P. José, cuyo cuerpo estaba expuesto en dicha iglesia. Y ella misma fue protagonista de un extraño milagro, que recuerdan todas las biografías del Santo. Entre los apretujones de la multitud se le rompió en dos el delantal que llevaba (zinale), y pocos minutos después descubrió con asombro que el delantal se había de nuevo recompuesto, sin huellas de haber sido roto[Notas 96]. El delantal se convirtió luego en preciosa reliquia, a cuyo contacto ocurrieron nuevos prodigios, que narra ella en sus declaraciones[Notas 97]. El famoso zinale fue entregado a los PP. de S. Pantaleón y se conserva todavía en precioso relicario de madera dorada en la habitación del Santo.

6. Marta Pace, Vda. Savi. Esta sencilla mujer conoció al Padre José desde hacía unos 20 años y había hablado con él "infinitísimas veces"[Notas 98]. Un hermano o primo hermano de su marido fue escolapio y dos hermanos de ella hablan sido discípulos del P. José. A pesar de estas relaciones con el P. José y con los Padres de S. Pantaleón, sus declaraciones tienen poca importancia y se centran en el milagro ocurrido a su propio hijo Bernardino y a otras gracias recibidas aun en vida del Santo Fundador[Notas 99].

7. Cristóbal de Antoniis. Siendo niño frecuentó por poco tiempo las escuelas del P. José y luego como barbero y practicante (cerusico) sirvió a la comunidad de S. Pantaleón desde hacía unos 15 años, con lo que tuvo ocasión de conocerle y de hablar con él muchísimas veces[Notas 100]. Habla, pues, de él por propia experiencia y por lo que oía decir a quienes le habían conocido.

8. Tomás Cocchetti. Este noble inglés tenía 73 años cuando empezó su declaración el 11 de julio de 1651. De su azarosa historia habla largamente Caputi en sus Memorias[Notas 101], pero la relación caputiana difiere en algunos particulares de la deposición procesal del mismo Cocchetti, sobre todo en lo retente a los años anteriores a su llegada a Roma[Notas 102]. Era camarero secreto de Jaime I Stuart, Rey de Inglaterra, y por no querer someterse al edicto real por el que tenía que reconocerse al Rey como cabeza de la Iglesia, huyó a Francia con su mujer y sus hijos. Estuvo en París 7 u 8 años y luego pasó a Italia. Vivió en Florencia algún tiempo y allí murió su mujer y entonces se vino a Roma hacia 1616[Notas 103]. En Roma fue presentado al P. José por un tal Aurelio Giorgi, caudatario del Card. Giustiniani. Sus cuatro hijos fueron eclesiásticos. El primero entró en el Colegio Griego y luego fue Canónigo Regular Lateranense. El segundo entró en el Colegio Salviati, a pesar de que los estatutos prohibían la entrada a los extranjeros, pero por mediación de Cala-sanz se consiguió que le admitieran. Luego se hizo monje celes-lino[Notas 104]. El tercero fue escolapio y se llamaba Ludovico, pero en Religión cambió el nombre por Marcelo de S. Ludovico. Murió a los 27 años[Notas 105]. El cuarto fue alumno del Colegio Nazareno, pero antes fue por un tiempo discípulo del P. Fundador, junto con sus dos hermanos anteriores[Notas 106], entrando luego en la Abadía de S. Pablo extramuros[Notas 107]. Pero la anécdota más famosa de Cocchetti, narrada por Caputi y recordada en las biografías del Santo, es la siguiente: habiendo ido Cocchetti a visitar al P. José en su última enfermedad le recomendó una receta contra el catarro. Pero al saber el Santo que tal receta había sido inventada por Enrique VIII de Inglaterra la rechazó con energía, protestando que no quería recibir alivio del Invento de un hereje[Notas 108]. Y a esta visita debe referrirse Cocchetti cuando dice que asistió a su agonía[Notas 109]. Cocchetti fue, sin duda, un gran amigo del Santo, con quien trató confidencialmente desde 1616 hasta 1648 en que murió el Santo. Y sus preciosas declaraciones procesales son prueba de la estima, del agradecimiento y de la veneración que sentía por el P. José[Notas 110].

9. Dr. Miguel Jiménez Barber. Empezó su deposición el 20 de julio de 1651, y en ella se declara Doctor, canónigo penitenciario de la catedral de Lérida y de familia noble y contaba entonces cerca de 38 años[Notas 111]. De sus declaraciones se deduce que había corrido mucho mundo y conocía a muchos personajes de categoría. Además del español, o lengua materna, y del latín, entiende y habla italiano, francés, alemán y portugués. Dice haber estado en Nápoles, Genova, Roma y Venecia, y en esta última ciudad se hallaba cuando murió el P. José Calasanz. Sus relaciones con el anciano Fundador son anteriores al año 1645, pues en dicha fecha escribió el Santo una carta al Nuncio de Venecia recomendando a D. Miguel[Notas 112]. Era natural de Vinacet, pueblo cercano a Peralta de la Sal, la patria de Calasanz, y en sus conversaciones con él, hablaban a menudo de los nobles antepasados del linaje Calasanz, con el que se declaraba él mismo en relación de parentesco[Notas 113]. Conocía ciertamente a los parientes del Santo y sus noticias fueron preciosas para iluminar el período español del P. José, particularmente respecto a su infancia. De algunas cartas escritas por el Fundador al Rector de Pisa sabemos que quiso ser escolapio y que el Santo pensaba mandarle a Aragón para introducir allí las Escuelas Pías, atendiendo a las súplicas del Consejo Real de aquel reino[Notas 114]. Pero no llegó a realizarse este sueño, ni tampoco D. Miguel llegó a vestir el hábito escolapio. De las cuarenta cartas que dice D. Miguel haber recibido del Santo, no se ha conservado ninguna[Notas 115].

10, 11 y 12. Esteban Cominis, Julia Gabiati, su mujer, y Alejandro Domingo, hijo de ambos. Los tres se presentan para testificar el milagro ocurrido al hijo Alejandro Domingo, de 13 años, alumno de las Escuelas Pías de S. Pantaleón. Es curioso el detalle de que el Señor Esteban, respondiendo a la cuarta pregunta ritual del Interrogatorio[Notas 116], tuvo que confesar que había sido encarcelado tres veces por conflictos ocurridos con los clientes de la hostería que regentaba[Notas 117]. Ya el día 3 de abril de 1650 ambos esposos hiáiMáh hablado con el P. Caputi sobre el caso, que dicho Padre consignó en su libro de milagros, como ocurre con casi todos los qué se presentarán como testigos en el proceso[Notas 118]. Ni los padres ni el hijo conocieron en vida al P. José; lo vieron muerto, expuesto sobre el catafalco, y al contacto con el cadáver se realizó la curación del brazo del niño[Notas 119].

13 y 14. Valerio Roteili y su esposa, Francisca Toschi. Ninguno de estos dos testigos conoció en vida al P. José. Un día de octubre de 1648 el P. Berro llevó el bonete milagroso del Santo a un enfermo, y la Sra. Francisca le rogó que entrara en su casa para aplicarlo a los ojos enfermos de su hijita de ocho años y se operó el prodigio. Y para ello fueron llamados a testimoniar los dos esposos[Notas 120].

15. Constancia Petuli, Vda. de Rosis. El año 1612 el P. José compró el palacio de los Torres[Notas 121], contiguo a la iglesia de San Pantaleón, y estableció en él definitivamente sus Escuelas Pías. Antes de este último traslado residía en el llamado palacio Mannini, situado en la plaza de S. Pantaleón. Y al abandonarlo, fue ocupado por los Sres. de Rosis, Marcelo, Constancia e hijos[Notas 122]. Desde entonces los de Rosis frecuentaron la iglesia vecina de S. Pantaleón, manteniendo relaciones cordiales con el P. José y sus religiosos. La Sra. Constancia se confesó habitualmente con el Santo hasta la muerte del mismo, continuando luego como penitente del Padre Castilla[Notas 123].

Sus largos años de trato frecuente con el Siervo de Dios motivaron elegirla como testigo del Proceso, pero sus declaraciones son vagas y sin interés alguno, preocupada casi exclusivamente por re-4erir las gracias que atribuía a la intercesión del Santo[Notas 124]. No deja de recordar que un hijo suyo, Mons. Muzio de Rosis, es obispo de Teano[Notas 125], y a uno de sus servidores, llamado D. Juan Nati, atribuye el P. Caputi muchas relaciones escritas de gracias concedidas por intercesión del P. José[Notas 126].

16. Francisco Gutiérrez. Era un pobre pintor español, de Madrid, que en 1620 fue presentado al Santo, quien le hospedó en S. Pantalón durante unos seis meses para que pintara algunos cuadros[Notas 127]. Debió seguir luego en relación con el Santo, pues recuerda conversaciones tenidas con él después de haber sido depuesto del Genera-•ato[Notas 128]. Fue a venerar su cadáver expuesto en S. Pantaleón, siendo testigo de la concurrencia multitudinaria y de los milagros ocurridos entonces, y él mismo confiesa haber sido favorecido milagrosamente por el Santo[Notas 129]. Sus declaraciones, aunque no excesivamente largas, son interesantes por las anécdotas, detalles y observaciones sobre las costumbres y reacciones del Santo Fundador[Notas 130].

17 y 18. D.a Laura Caetarti, Vda. de Ariccia, y su hija, D.a Hortensia de Ariccia, Vda. de Biscia. Estas dos nobles damas de la aristocrática familia romana de los Caetani conocían al P. José desde que éste habitaba en el palacio Colonna. D.a Laura recuerda que el Cardenal Marco Antonio solía mandar al P. José a visitar en su nombre a su propia madre, D.a Victoria della Valle Caetani[Notas 131]. Cuando se casó su hija Hortensia fue a habitar en una casa cercana a S. Pantaleón, hacia 1616, y desde entonces el P. José estrechó amistad con esta familia. D.a Laura había tenido por confesor a S. Juan Leonardi, y cuando éste murió, escogió al P. José[Notas 132]. Lo mismo hizo su hija Hortensia, al morir su propio Confesor, un teatino de San Andrés della Valle[Notas 133]. Dos hijos de esta última fueron discípulos del P. José[Notas 134]. El mayor, prelado de la curia romana, llamado Mons. Bernardino Biscia, fue nombrado Procurador del Gran Duque de Toscana a favor de las Escuelas Pías ante la Comisión especia! de Cadrenaies durante la cuestión de la supresión de la Orden[Notas 135]. El otro fue teatino, llamado P. Francisco, y fue testigo en el proceso apostólico ne probationes perirent[Notas 136]. Tío de ambos fue el Cardenal Lelio Biscia[Notas 137]. Cuando en 1640 instituyó Cala-sanz la Cofradía de Sta. Ana en la Iglesia de S. Pantaleón, estas dos damas Caetani fueron co-fundadoras[Notas 138]. Conocían, pues, profundamente la santidad del P. José y fueron testigos de su don de milagros tanto en vida como después de la muerte. Y fue precisamente en estos detalles milagrosos en los que abundaron sus declaraciones procesales, que tuvieron lugar no en la biblioteca de S. Agustín, donde se celebraba el proceso, sino en su propia casa, por encontrarse ambas delicadas de salud[Notas 139].

19. Hermano Francisco Noberasco[Notas 140]. En carta de 25 de enero de 1629 al Rector de Moricone, el Santo Fundador pedía que le mandara a Roma al H.° Noberasco y en S. Pantaleón vivió encargado de la cocina hasta su muerte, ocurrida en 1672[Notas 141]. En sus largos años de convivencia fue testigo de la humildad y del espíritu de servicio y de mortificación del Santo, del que cuenta muchas anécdotas en su preciosa deposición, casi siempre relacionada con sus funciones de cocinero[Notas 142]. Fue un religioso ejemplar y de él cuenta maravillas el P. Caputi en sus Memorias, entre las cuales alguna debe atribuirse a otro y no al H.ü Noberasco, como la famosa aparición de S. Francisco un día en que no había suficiente comida para todos los religiosos, y el Santo de Asís le ayudó a cortar la única torta que tenía en la cocina, de modo que bastó para todos[Notas 143]. Con idéntica inexactitud le atribuye también Caputi la iniciativa de haber exhortado de rodillas, en medio del Refectorio, a todos los presentes que recordaran meditar la Pasión del Señor, por ser el verdadero camino para ir al Paraíso, ante lo cual, el Fundador prescribió que todos los días en adelante al terminar la comida y la cena un Hermano repitiera el gesto del H.a Noberasco[Notas 144], práctica que ha durado hasta hace unos años. De él añade Caputi que cuando hablaba de cosas espirituales parecía un teólogo, y que había querido irse a Ginebra a convertir herejes[Notas 145]. Y es Caputi también quien escribe que tres días antes de su muerte se le apareció el Fundador exhortándole a prepararse, pues moriría a los tres días, como sucedió efectivamente[Notas 146].

20. Victoria Gracchi, Vda. Piantanida. Esta mujer había conocido personalmente al Siervo de Dios desde hacía unos 13 años, y había hablado con él muchas veces[Notas 147]. Su marido, Félix Piantanidi, Notario de Tor di Nona[Notas 148], había sido discípulo del Santo[Notas 149]. Las declaraciones de la Sra. Victoria se reducen casi a narrar tres milagros o gracias operados por el P. José, mientras aún vivía, a favor de su esposo, de su hija Jerónima y de su hijo Francisco Domingo Felipe[Notas 150]. Este último milagro ocurrió, cuando el Santo estaba va en cama para no levantarse más, unos diez días antes de su muerte, y lo confirman otros dos testigos oculares, que fueron ios PP. Caputi y Fedele[Notas 151].

21. P. Ángel Morelli. Su deposición es ciertamente una de las más interesantes de todo este Proceso[Notas 152]. Y era ya el segundo Proceso en que se presentaba como testigo, después del introductorio super non cultu.

22. P. Francisco Castelli. Fue uno de los primeros compañeros y colaboradores del Fundador, Asistente General desde 1622 en que las Escuelas Pías fueron erigidas a Orden de votos solemnes, hasta 1643, en que fue depuesto junto con los otros Asistentes y el Santo General, por disposición pontificia. Después de la supresión inocenciana fue reelegido Asistente General. Fue provincial de Liguria y de Toscana, Rector del Colegio Nazareno y del Noviciado de Borgo, y Maestro de Novicios. Como primer Provincial y fundador de la provincia de Toscana, fue él uno de los iniciadores del movimiento científico escolapio galileyano[Notas 153], favorecido por el mismo Santo Fundador. Pero a todos estos méritos superó la santidad de su vida, pues fue un religioso de altísimas virtudes y amantíslmo de la estricta observancia de la Regla, siendo catalogado desde los primeros tiempos entre los varones venerables por su piedad en la historia de las Escuelas Pías[Notas 154]. Sus declaraciones en el Proceso Informativo deben ser consideradas entre las más importantes[Notas 155], como son generalmente las de los escolapios que convivieron por muchos años con el Santo Fundador.

23. D. Lorenzo Tritoni©, Arcipreste de Novara. Este sacerdote conoció personalmente al Santo desde 1603, pues en dicho año se hospedaba en casa del Sr. Agustín Boronzio, miembro de la Archi cofradía de los-XII Apóstoles, a la que pertenecía D. José Calasanz, y el trato frecuente entre Calasanz y Boronzio por razones de apostolado fue ocasión de que D. Lorenzo entablara relaciones de amistad con el Santo, que duraron luego toda la vida[Notas 156].

24. Sebastián Previsano. En la planta baja de la casa de San Pantaleón tenía este señor una tienda (como las que existen todavía), que le había alquilado el P. José poco después de haber comprado el edificio a la familia Torres. Pero seguramente conoció al Santo cuando aún vivía en el palacio Mannini, antes de trasladarse a San Pantaleón[Notas 157]. Solía también el tendero prestar pequeñas cantidades de dinero para sacar de apuros al P. José[Notas 158]. Pero las conversaciones entre ambos no eran sólo de negocios y de dinero, sino que solían también versar sobre asuntos espirituales[Notas 159], y sobre los disgustos y tribulaciones domésticas tanto del Sr. Sebastián como del mismo P. José[Notas 160]. Entre sus declaraciones no podía faltar la alusión a los milagros, y en este caso se trata de uno ocurrido pocos días antes de morir el Santo, cuyo beneficiario fue el mismo Sr. Sebastián, quien cojeando y sin apenas poder andar fue a visitar por última vez a su Santo amigo, consiguiendo instantáneamente la curación de sus dolencias[Notas 161].

25. D. Octavio Sacco. Hemos visto ya aparecer este prelado como uno de los que incitaron al P. Caputi a dar los primeros pasos para la incoación del Proceso[Notas 162]. Recuerda haber conocido al Santo desde antes de la institución de las Escuelas Pías en Congregación Paulina, cuando todavía era sacerdote secular, y haber intervenido incluso en la confección de escrituras o memoriales para la institución de la Congregación[Notas 163]. Y la ocasión de conocerle fue que vivía en la misma casa en que residía entonces el Sr. Francisco Castelli, que fue luego escolapio, y testigo ya mencionado en este proceso[Notas 164]. A pesar de tantos años de trato con el Santo, 'a deposición de Mons. Sacco es breve y de poca importancia. Se queda en simples generalidades[Notas 165].

26. Hermano Lorenzo Ferrari. Tenía 49 años cuando depuso en este proceso y había recibido el hábito escolapio de manos del Fundador en 1623[Notas 166]. Estuvo en Frascati algunos años y por las tres cartas que le mandó el Santo[Notas 167], y otras muchas escritas al Rector[Notas 168], se colige que el Hermano Ferrari era albañil y se ocupaba-de las obras de renovación que se hacían entonces en aquel colegio. Pasó luego a S. Pantaleón, en donde estuvo al servicio personal del Santo los últimos seis años de su vida, asistiéndole en su última enfermedad y siendo testigo de su muerte. Fueron los seis años más amargos de la vida del Fundador. Y el H.° Lorenzo siguió de cerca y en la intimidad la vía dolorosa del Santo Anciano, gozando de su plena confianza y atesorando datos y recuerdos que expuso con gran riqueza de detalles en su larguísima declaración procesal, que es indudablemente una de las más interesantes y dignas de crédito por narrar casos y cosas de Tas que él mismo fue testigo ocular. Con su deposición se coloca el H.° Ferrari a la altura de los PP. Berro y Caputi como testigo presencial de los acontecimientos que rodearon los últimos años del Fundador[Notas 169].

27. Hermano Eleuterio Steso. Conoció al Santo en 1629 y le pidió el hábito escolapio, pero no se lo concedió hasta octubre de 1632 por causa de la peste[Notas 170]. Vivió constantemente en Roma,. 'unto al Santo Fundador, excepto un corto período que pasó en Genova, Vercelli y Florencia[Notas 171]. El mismo dice haber servido af Santo por espacio de seis años[Notas 172], como dijo también el Hermano-Ferrari, refiriéndose a los últimos de la vida del Fundador, los años aciagos. En S. Pantaleón fue sacristán por muchos años, junto al P. Caputi, que era el encargado o rector de la iglesia. La familiaridad y profunda amistad entre ambos, fue fecundísima para la historia, pues gran parte de las memorias de nuestro famoso cronista se deben a las conversaciones tenidas con el H.° Eleuterio, como confiesa el mismo Caputi[Notas 173]. Fue también un precioso colaborador en los trámites del proceso de Beatificación y en otras actividades del incansable Padre. Fue un religioso ejemplar y amantísimo* del Instituto, como dice de él la nota oficial necrológica[Notas 174].

Hubo alguien que le insinuó la posibilidad de hacerle ordenar sacerdote, pero el humilde Hermano reaccionó negándose rotundamente[Notas 175]. Eran años en que la ordenación precipitada de Hermanos Operarios había originado en la Orden grandes perturbaciones cuyas últimas consecuencias llegaron hasta la Visita Apostólica.

De las cartas que le escribió el Fundador se conservan tres[Notas 176], y en la primera de ellas alude el Santo a su oficio de mendigar por 'as casas, según la regla de entonces, dándole consejos espirituales para dignificar aquella humilde tarea[Notas 177].

28. Cecilia Borghi. Era esposa del Sr. Pedro Pablo Desiderio, Cursor del papa Inocencio X. Su cortísima e insignificante deposición se reduce a narrar un milagro en su favor, ocurrido al contacto con^ el cadáver del Siervo de Dios, que dice no haber conocido en vida, y añade noticias sobre el concurso de gente que acudió a venerar ios depojos mortales del Santo[Notas 178].

29. D. Pedro Frignarti. Era médico y ejercía en el Hospital de S. Juan de Letrán. Desde el último año de la vida del Fundador debió prestar sus servicios en la casa de S. Pantaleón, pues en 1652 en que testifica, dice que atendía a algunos Padres desde hacía 4 ó 5 años[Notas 179]. Junto con otros doctores asistió al Santo' en su última enfermedad, y con ellos hizo la autopsia del cadáver el mismo día de la muerte[Notas 180]. En aquella ocasión impregnó un pañuelo con sangre del P. José y como preciosa reliquia lo conservó, consiguiendo por su medio algunas curaciones prodigiosas, que constituyen prácticamente el motivo de su corta e irrelevante deposición[Notas 181].

30. D. Jacinto Ginnazzi. Es curioso el caso de este sacerdote, que movido por la fama de santidad del P. José fue a verle algunas veces a S. Pantaleón, sin atreverse jamás a hablarle[Notas 182]. Esta timidez de carácter fue causa de que se le trabara la lengua cuando decía Misa, al sentirse mirado y escuchado por el público. Debió sufrir por algunos años esta tribulación hasta que, al enterarse de que e! P. José había muerto y que se producían milagros en torno a su cadáver, se acercó él también, besó sus pies y los tocó con su lengua, quedando desde entonces libre del tartamudeo. Y este es el motivo, casi exclusivo, de su cortísima deposición procesal[Notas 183].

31. D. Domingo Cerruti, Arcipreste de Genzano. Este sacerdote fue alumno de las Escuelas Pías de S. Pantaleón, allá por los años 1619-1620, y por tanto tuvo ocasión de conocer de cerca al P. José, continuando luego su amistad con él hasta su muerte[Notas 184]. Pero a pesar de este asiduo trato con el Santo, sus declaraciones se nmitan a narrar dos milagros, además de las consideraciones de carácter general sobre la fama de santidad que gozaba ya en vida y que continuó después de su muerte[Notas 185].

32. D. Mateo Joan Judiski, canónigo de Vladislavia (Wlocla-wek). El primer contacto que tuvo este canónigo polaco con los Padres Escolapios fue en 1635, al pasar por Nikolsburg, en donde existía desde hacía poco tiempo un colegio[Notas 186]. Los Padres le informaron sobre el Instituto y le hablaron de la santidad del Fundador, por lo cual, en su primer viaje a Roma, en 1636[Notas 187], trató con el Fundador personalmente de la introducción de las Escuelas Pías en Polonia. Hizo todavía otros tres viajes a Roma, en el último de los cuales permaneció en la Urbe tres años[Notas 188]. Durante este trienio fue promulgado el Breve inocenciano con el que se reducía la Orden a Congregación sin votos y se desposeía definitivamente al P. José de su oficio de General[Notas 189]. Y Judiski tuvo ocasión de hablar con el atribulado P. José en aquellos días y admirar su invicta paciencia y su heroica sumisión a las decisiones del Papa[Notas 190]. En octubre de 1652 estaba de nuevo en Roma, pues hizo el juramento de rigor como testigo para el proceso[Notas 191]. Y su deposición tuvo lugar los días 26 y 28 de marzo y 4 de abril de 1653[Notas 192]. Aunque sus declaraciones no puedan considerarse de primera importancia, no dejan, sin embargo, de ser interesantes, sin que falten alusiones al don de profecía y de milagros del Santo Fundador, todavía en vida, de los cuales habla Judiski como testigo presencial[Notas 193].

33. P. Pedro Francisco Saladar Maldonado[Notas 194]. Su familia era de origen español, pero tanto él como su padre debieron ya nacer en Nápoles, pues a ambos se les llama "napolitanos". Don Alfonso, su padre, servía en la corte[Notas 195]. El conoció personalmente-al Santo Fundador en los años 1628-1633 en los cuales residió en Roma[Notas 196]. Su principal gloria consiste en haber sido elegido-por el Santo para fundar las Escuelas Pías en Cerdeña, de cuya-casa de Caller fue superior desde 1641 hasta 1656 en que murió de peste en el mar, cuando regresaba a la isla desde Roma[Notas 197]. El P. Salazar se ganó la confianza y la benevolencia de los Virreyes de Cerdeña, Duques de Montalto, que le eligieron por confesor[Notas 198]. De su abundante correspondencia con el Fundador se conservan 43 cartas del Santo y otras 40 suyas dirigidas al mismo, ninguna de las cuales guarda relación con las anteriores, haciendo suponer por tanto que otras muchas escritas por el Santo se han perdido[Notas 199]. Muchas cartas del P. Salazar están escritas en español. Su deposición procesal no carece de interés, aunque no sea de las: más importantes[Notas 200].

34. P. Miguel Bottiglieri. Conoció al P. José Calasanz hacia el año 1628, siendo aún seglar, cuando el Santo fue a Soma, su-pueblo natal, para fundar una casa escolapia, que fue luego abandonada hacia 1630 a raíz de una erupción del Vesuvio[Notas 201]. Aunque vistió el hábito en Nápoles, hizo su noviciado en Roma[Notas 202], teniendo por ello muchas ocasiones de tratar al Santo. Vivió casi siempre en Nápoles, en donde fue Procurador de varias casas. Por su espíritu de observancia se granjeó la odiosidad de ciertos revoltosos. A ello se añadió en 1646 el despotismo y la persecución del Card. Filomarino, Arzobispo de Nápoles, contra las Escuelas Pías, sometidas a. os ordinarios por el Breve inocenciano, llegando a encarcelar a algunos Padres por el mero hecho de haber admitido novicios, a-pesar de tener licencia expresa de la Congregación romana correspondiente y de Mons. Albizzi en particular. El P. Bottiglieri tuvo que huir a Roma, como huyeron también desterrados los PP. Berro y Caputi. También en Roma encontró oposición por parte sobre todo del intrigante P. Nicolás Gavotti, que pretendía que se le despachara. Pero consiguió quedarse en el Noviciado del Borgo hasta 1656 en que, restablecidas las Escuelas Pías a Congregación de votos simples, se volvió a Nápoles, pero murió aquel mismo año, víctima de su caridad sirviendo a los apestados[Notas 203]. En sus declaraciones, que ocuparon cuatro sesiones del Proceso, no faltan detalles interesantes de los que fue él testigo ocular, aunque en muchas cosas se atiene a lo que le han dicho otros[Notas 204].

El día 2 de octubre de 1653 terminó su deposición el Padre Bottiglieri, siendo el último de los 34 testigos examinados en este Proceso Informativo Ordinario. Y el día 7 de agosto de 1654 fueron entregadas a la Sda. Congregación de Ritos las actas de los dos procesos ordinarios, es decir, el super non cultu y el Informativo autoritate ordinaria, por orden del Cardenal Vicario Marcio Ginet-ti[Notas 205].

Concluía así la primera parte de todo el proceso, es decir, la correspondiente al ordinario del lugar, en este caso el Cardenal Vicario. El resultado no podía ser más satisfactorio, sobre todo por la brevedad con que se había llevado a cabo. Pero antes de que se diera comienzo oficial a la segunda fase, esto es, al proceso apostólico, pasaron más de trece años. Las dificultades provinieron de nuevo -como al iniciar el proceso ordinario- de la comunidad de S. Pantaleón, en la que no faltaban intrigas, recelos y actitudes lamentables, que entorpecieron el curso normal de las cosas. Y a esto se añadió la urgencia de resolver otros problemas graves del Instituto, que necesariamente dejaron en segundo lugar la Causa del Fundador.

Notas

  1. Cfr. BENEDICTO XIV, De Servorum Dei Beatif¡catione et Beate-rum Canoni-catione, II, Apéndice I.
  2. Ibid.
  3. CAPUTI, Relación A, nn. 124-126.-BERRO, Diario del Processo super non cultu.
  4. Cfr. CAPUTI, o. n„ n. 127.
  5. Cfr. dicho documento en ASV, Processus 2967, f. 33v no numerado.
  6. Cfr. CAPUTI: 1. c.
  7. Cfr. BENEDICTO XIV, o. c, II, c. 44, nn. 2, 3 y 6.
  8. Cfr. CAPUTI, o. c, n. 181; BERRO, Diario.
  9. Cfr. ASV, Processus 2697, ff. 11v-12r.
  10. Este testigo no examinado aquí, fue el primero en examinarse en el proceso informativo ordinario.
  11. La noble familia Torres, oriunda de España, mantuvo relaciones cordiales con Calasanz, casi desde el principio de las Escuelas Pías. En 1607 Pablo V nombró al Card. Ludovico Torres primer Protector de la incipiente Escuela Pía, diez años antes de ser erigida en Congregación Paulina (cfr. SANTHA, Nova quaedam documenta, nuper in Archivio Secreto Vat. reperta, circa exordia Congr. Paulinae Paupe-rum Matris Dei Sch. P., en Eph. Cal., 29 (1960) 187, 197). En 1612 el Fundador compró la casa contigua a la iglesia de S. Pantaleón, que era propiedad de la familia Torres (cfr. en Reg. Cal., 11, n. XI, las notas autógrafas del Santo, relativas a la compra y amortización de la casa). En 1622 fue nombrado Cardenal Mons. Cosimo Torres, Nuncio en Polonia, sobrino del anterior, y el Santo le escribió una carta de felicitación, recordando complacido al otro Cardenal, ya difunto (cfr. Epistolario, II, c. 125). Al Card. Cosimo Torres pagó Calasanz los 2.000 últimos escudos de los 10.000 que había costado la Casa de S. Pantaleón (cfr. Reg. Cal., 11, n. 1, Admission. Novitiorum 1617-1625, f, 190v). Un tercer miembro de la familia Torres, llamado Juan, fue también nuncio en Polonia en tiempos de la crisis de la Orden, y junto con los Reyes y corte polaca hizo lo que pudo por defender las Escuelas Pías (cfr. PICANYOL, Dalla corrispondenza diplomatica tra la Segretaria di Stato e la ¡'lunziatura di Polonia negli anni 1646-1648, en L'Eco, 6 (1946) 5-9; 7 (1947) 8-11; 8 (1947) 9-13.-SANTHA, Nonnulae litterae, ut vulgo aiunt, diplomaticae, recenter in Arch. Vat. inventae, quas annis 1646-1648 Secretarius Status et Nuntius Apost. in Polonia inter se dederunt de negotio Scholarum Piarum, en Eph. Cal., 28 (1959) 8-23. IDEM, Epistulae I, pp. 1.201-1202). Hermano de este nuncio de Polonia era el Marqués D. Gaspar de Torres, nuestro testigo electo. De él cuentan Caputi y Berro que el día que llegó a S. Pantaleón Mons. Albizzi para llevarse prisionero al Santo Oficio al viejo General, D. Gaspar Torres y D. Pedro de Massimi intercedieron para que se evitara tal bochorno al Fundador, pero fue en vano (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., I, n. 385, f. 34r; BERRO, Memorie Hist., II. I, c. 12, f. 26v).
  12. Carecemos de ulteriores noticias sobre este testigo.
  13. Cfr. CAPUTI, Relación A, nn. 128-132.
  14. Cfr. ASV, Processus 2697, f. 30v.
  15. Ibid., f. 26.
  16. ibid., ff. 28-29.
  17. Ibid., f. 16.
  18. Ibid., ff. 18-19.
  19. Ibid., ff. 20-22.
  20. Ibid., ff. 23-25.
  21. Ibid., ff. 25-27.
  22. Ibid., ff. 28-30.
  23. Ibid., ff. 30-32, Después de estos folios siguen sin numerar los «artículos» del Procurador y los «Interrogatorios» del Promotor, usados en el examen de testigos.
  24. Véanse particularmente las respuestas de los testigos al n. 7 de los interrogatorios y a los números 1, 2 y 3 de los Artículos.
  25. Cfr. CAPUTI, Relación A, nn. 181-182.
  26. Desde Varsovia escribía el P. Orselli al P. Berro: «Havró caro che si compiaccia mandarmi copia della sentenza che uscirà, como spero» (9.IV.1650) (Reg. Gen. 203, e. 16); «a suo tempo attenderò la sentenza del Sr. Cardinale Vicario» (23.VII.1650) (Ibid., e. 22).
  27. Cfr. CAPUTI, Relación A, n. 183.
  28. Ibld., nn. 183-184.
  29. Ginetti recomendó a De Rossi «che vi aggiungesse o la mutilase (la minuta) come meglio li pareva, che lasciasse qualsivoglia negotlo e finisse questo» (Ibid., n. 184).
  30. He aquí las palabras de Mons. de Rossi, según Caputi: «sono quaranta e più anni che conosco il P. Gioseppe della Madre di Dio vostro Fondatore al quale ho hauto sempre credito di gran servo di Dio perchè era huomo sincero e dissin-teressato e ne feci sperienza quando morì il Card. Tonti che se fusse stato altro riaverla hauta tutta la sua heredltà ma con la sua bontà non volle altro acconsentire che si fondasse il Collegio Nazareno e perchè il Cardinale l'haveva in quel concetto d'huomo sincero come veramente era lo fece suo esecutore testamentario come fu fatto anco lo et il Sig. Africano Gherardelli suo Procuratore et anco D. Biaso suo Auditore. E noi che sapevamo chi era ¡I P. Giuseppe lasciammo del tutto la cura a lui che facesse pure quel che II piaceva. Con tutto ciò mai faceva cosa senza la mia saputa. Fecimo molte Congregationi per la fundatione del Collegio Nazareno, dove anco veniva Mons. Bernardino Paniccola, che lo fecimo Procuratore della Causa del Collegio e per levar le molestie che li dava la fabrica di S. Pietro che pretendeva d'assorbirsi ogni cosa, che aiutar ci voleva danaro. Il P. Gioseppe miracolosamente benché fusse poverissimo provedeva al tutto e dallora li presi affetto... Sicché quando occorra qualsivoglia cosa, vengano pure che saranno serviti» (Ibid., nn. 186-187).
  31. Cfr. SANTHA, P. Cosmus Chiara, en Eph. Cal., 30 (1961) 412-418. El P. Caputi termina su Relación A con una sentida evocación de Mons. de Rossi, que murió en diciembre de 1673, el mismo mes en que firmaba Caputi su trabajo en Ñapóles. Dice: «Delle virtù e pietà di Mons. Pier Francesco de Rossi si potrebbono dir molte cose cossi nella carità come nell'integrità della vita, poiché questo Prelato fu cagione che si tirasse avanti la Causa del nostro V. P. Fundatore raccomandandola al Sr. Claudio Bouillaud suo Auditore che vedesse aiutarla senza interesse perchè l'havevo detto che per la nostra povertà non la potevamo tirar avanti... infine è mancato questo lume di S. Chiesa pieno di meriti et anni in questo mese di dicembre 1673» (CAPUTI, Relación A, ff. 136-137).
  32. Ibid., nn. 185, 187-189; el Decreto en ASV, Pmcessus 2697, p. 34 sin numerar; copias en Reg. Cal., 23, 6
  33. Cfr. CAPUTI, o. c, n. 189.
  34. «A di 22 settembre 1650. Doppo moltissime difficoltà et oppositioni fatte dallAuditore di S. Em.za et da Mons. Pietro Francesco de Rossi Promotore fiscale di S. Chiesa al quale era stato commesso la revisione del Processo dal detto Em.mo e superato ogni cosa, e consigliati a sottomettersi al loro parere, etiam con alcune clausole di poca nostra sodisfatione per venir a fine doppo tanti mesi di simile Processo, fu nel sopradetto giorno dall'Em.mo Ginetti Vicario di N. Signore sententiato nel seguente modo...» (BERRO, Diario).
  35. «Della clausola restrittiva posta da S. Em.za ad istanza di Mons. Ill.mo e R.mo Pietro Francesco de Rossi Promotor generale nelle cause de Santi nella sopradetta sentenza vi è scrittura particolare per la quale resterà bene informato il successore che piacendo a Dio proseguirà questa causa a tempo suo, non ha-vendo per hora potuto far altro per esser noi in stato di mortificatione, dalla quale il Signore per sua misericordia ci libererà» (Ibid.).
  36. Cfr. nota anterior.
  37. Al final del Decreto se lee: «Ita ut praesens sententia non suffragetur si nuiusmodi causa ad Congregationem Sacrorum Rituum devenerit, non solum modo praedicto, sed omni, etc.» (ASV, Processus 2697, f. 34 no numerado).
  38. Caputi pone en boca de Ginetti expresiones como estas: «e stessero avvertiti di non far qualche nullità, perchè la Congregatione de Riti examina minutamente il tutto» (Ibid., n. 112); «acciò si faccia con ogni diligenza e studio che quando andasse alla Congregatione de Riti il Promotore della Fede non trova qualche nullità» (Ibid., n. 182). Y para mayor seguridad hizo revisar el Proceso y el decreto por dicho Promotor de la Fe, Mons. de Rossi (cfr. notas 34 y 35).
  39. Cfr. nota 94 del cap. I.
  40. En el memorial con que el P. Berro pedía al Cardenal que publicara la sentencia sobre el Proceso super non cultu, se lee: «Processus igitur super non cultu fuit expletus per R. P. D. Patritium Donatum Episcopum Minoricens. ab E. V. pro utroque fabricando deputatum» (Reg. Cal., 23, 1).
  41. Cfr. Proc, Informativo, pp. 3-4. Del Proceso Informativo auctoritate ordinaria existen tres copias, la original en ASV, Processus 2696, y dos copias en nuestro Archivo General. Estas dos copias fueron hechas a instancias del P. Caputi, una en 1659 (Reg. Cal., 31), y la otra en 1670 (Reg. Cal., 30). Así lo dice Caputi en sus Notizie Hist., ili, VI, n. 205, f. 52. Citaremos siempre la última.
  42. Cfr. BERRO, Diario del Proceso Informativo, Reg. Cal., 23, 1; Proc. Informativo, pp. 4-5.
  43. Los pergaminos originales de estas cartillas se conservan en Reg. Cal., 13, 2-3.
  44. Cfr. otra copia impresa idéntica en Reg. Gen., 1,1.
  45. Cfr. otra copia impresa idéntica en Ibid., 1, 4.
  46. Cfr. Proc. Informativo, pp. 15-30; otras varias copias en Reg. Cal., 23, 4.
  47. Cfr. Proc. Informativo, pp. 30-35.
  48. Cfr. BERRO, Diario del P. Informativo, a la fecha.
  49. Cfr. Proc. Informativo, p. 9.
  50. Ibid., p. 43.
  51. Ibid., pp. 38-39; CAPUTI, Relación A., n. 191.
  52. Cfr. CAPUTI, o. c, n. 192.
  53. Cfr. Proc. Informativo, pp. 39-42.
  54. «tutte le funtioni dell'esame toccarono a me perchè il P. Vincenzo della Concetione era impedito alle Scuole, che suppliva alla scuola di grammatica per mancamento di Maestro» (CAPUTI, o. e, n. 193). No obstante hizo juramento el día 19 de agosto de 1652 (Cfr. Proc. Informativo, p. 514).
  55. Cfr. Proc. Informativo, p. 42.
  56. Ibid., p. 41. El P. Viñas dice que el P. Baldi «habitum dimisit anno 1648» (VIÑAS, Index bio-bibliographicus, II, p. 175) y lo mismo repite el P. Santha (cfr. Epistulae I, p. 22, nota 26) ambos basados en Reg. Reí., 14, f. 1, n. 6, o en Reg. Reí., 71, 5, en que se lee «Hic dimisit habitum per Breve Innoc. X anno 1648». Pero su nombramiento para Rector de S. Pantaleón el 30 de mayo de 1649 y su juramento como testigo el 20 de abril de 1651, en que se le llama aún «minister localis Schola-rum Piarum Urbis» (Proc. Informativo, p. 41) desmienten la noticia.
  57. Hizo juramento el 23 de octubre de 1652 y era todavía diácono (Cfr. Proc. Informativo, p. 563). De él hablaremos en el proceso De virtutibus in specie.
  58. Hizo juramento el 25 de junio de 1652 (Ibid., p. 478). No tenemos más referencias sobre este testigo.
  59. Cfr. TALENTI, Vita del Beato Giuseppe Calasanzio della Madre di Dio, Fondatore delle Scuole Pie, Roma, 1753, p. 47.-SANTHA, Eplstulae I, p. 9, nota 2.- Adolfo GARCIA-DURAN, Itinerario espiritual de San José de Calasanz de 1952 a 1622, Barcelona, 1967, p. 61.
  60. Cfr. Proc. Informativo, p. 667. En unas notas biográficas, conservadas en nuestro Archivo Gen. (Reg. Cal., 13, 14), se dice que el P. Berardicelli da Larino fue General de su Orden desde 1632 a 1647, y se añade: «dopo il quale (año 1647), ritiratosi in Napoli nel convento di S. Francesco a Capo di Monte ¡vi con fama di singoiar pietà passo al Sigre. li 8 di giugno 1656 in età d'anni novantatré». Se conservan además dos cartas suyas escritas desde Asís el 5.IX.1648 y el 12.X.1649, en que habla del Santo Fundador, a raíz de su reciente muerte [cfr. Reg. Cal., 13, 14, 75, 6 y 12). Estas fechas y el lugar en que escribe se contradicen con la noticia anterior de su inmediato retiro a Ñapóles en 1647. Tal vez estuvo primero en Asís, y al dirigirse a Ñapóles pasó por Roma en 1652 y fue entonces cuando hizo su juramento como testigo, pero por las prisas del viaje no pudo esperarse para testificar ante el tribunal,
  61. Cfr. Proa Informativo, p. 623.
  62. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., I, III, nn. 122, 123, 129,-Epistolario, II, p. 102.- BAU, Biografía crítica, pp. 301, 306-308.-La intervención de Sarafellini en la inscripción del friso anular de la cúpula vaticana consta en un libro de cuentas del Archivo de la R. Fábrica de S. Pedro, en que se leen estas notas: «1605. A di 16 di 7bre. A ms. Ventura Sarafellini da Imola se. (scudi) venti cinque di moneta a buon conto de Cartoni che fa per le littere che si fanno per il fregio della Cupola dove va scritto Tu es Petrus, etc.» (I. e. V, 1 Piano, Serie Armadi, voi. 178, f. 27v). «1606. addi 19 di maggio. A Ventura Farfallini (sic) se. venti cinque mta. a buon conto delle littere che ha fatto nel fregio della Cupola dove è scritto Tu es Petrus, etc.» (Ibid., f. 68v).
  63. Cfr. el texto de los interrogatorios en ASV, Processus 2696, folios añadidos al principio del volumen, sin paginar, y en Reg. Cal., 23, 5; los Artículos en Proc. Informativo, pp. 15-30, y otras varias copias en Reg. Cal., 23, 4.
  64. Entre los seis puntos primeros, el más importante es el segundo, que dice: «Deinde ¡nterrogatur quilibet testis, ut supra, de nomine, cognomine, patria, aetate, parentibus, exercitio seu professione, divitiis vel paupertate et alus circuns-tantiis, ad ejus personam et conditionem spectantibus» (cfr. nota anterior).
  65. Cfr. Proc, Informativo, p. 43. En otros lugares le llaman «Patritius Romanus» (ibid., pp. 30 y 40). El título de «Magister Sacri Hospitii Palatii Apostoloci» («Maestro del Sacro Hospizio») fue concedido por Martín V a la rama primogénita de los Conti (descendientes del hermano de Inocencio III), y al extinguirse ésta, Gregorio XV pasó el título y oficio al heredero de la segunda rama, que era Lotario, padre de nuestro personaje, y a sus herederos «in perpetuum» (cfr. MORONI, Dteionario storico eclesiástico, 17, p. 75.-CASCIOLI, G.: Memorie storiche di Poli, Roma, 1896. pp. 94-95). Al Maestro del Sacro Hospizio correspondía el honor de recibir en el palacio apostólico a los soberanos aue visitaban al Papa (cfr. MORONI, o. c, 41, pp. 185-186). A D. Appio correspondió recibir a Cristina de Suecia en 1655, cuando vino a Roma en tiempos de Alejandro Vil (Ibid.).
  66. Clemente VIII nombró nuncio extraordinario ante el emperador Rodolfo II a D. Lotario Conti, padre de Appio, y en las cartas credenciales decía: «hunc nostrum extraordinarium nuntium dilectum filíum Nobilem virum Lotharium Ducem Polis ex vetusta Comitum familia, quae Ínter primarias Romanas adnumeratur...» (Cfr. CASCIOLI, o. c, p. 330): «E' la casa Conti una delle quattro principali di Roma» fLa storia delle Famiglie Romane di Teodoro Amayden», con note e aggiunte del Comm. Carlo Bertini, sin año, Roma, I, p. 330).
  67. Cfr. CASCIOLI, o. c, p. 200.-Epistolario, III, p. 365. Desde Poli escribió Calasanz una carta fechada el 7.X.1628. En Notizie della Fondazione delle Scuole Pie in Poli se dice que la fundación fue el 3.X.1629, lo cual es falso (cfr. Reg. Prov., 35 «Domus Polustriensis»).
  68. D. Appio dejó en testamento a los PP. de Poli un legado anual de 300 escudos; su esposa doña Jacinta Sanvitali, de Parma, otro legado anual de 100 escudos; doña Cecilia, hermana de D. Appio, hizo una donación de 1.00Q escudos (cfr. CASCIOLI, o. c, pp. 200-201).
  69. Cfr. SANTHA, Epistulae II, pp. 719-723.
  70. Cfr. Epistolario, V, ce. 2.168, 2.169 y 2.170. Picanyol dice que estas tres cartas fueron escritas «a diversi membri di una famiglia della corte di Parma. Di essi non sappiamo nulla di preciso» (ibid., p. 304). Las tres llevan fecha del 31.XII.1633. Y de abril de 1633 es una carta de Appio a Calasanz en que al dar saludos recuerda a su esposa y a su hija Julia (Cfr. SANTHA, Epistulae II, p. 720), como las recuerda también en otras dos cartas de 1632 (lbid„ p. 721) y 1637 (Ibid., p. 722). El texto de las tres cartas calasancias encaja perfectamente, debiéndose considerar sus destinatarios las tres mencionadas personas.
  71. Cfr. Epistolario, IV, c. 1.578.
  72. Estas cartas van desde 1629 a 1633 (cfr. Epistolario, IV y V).
  73. Cfr. Epistolario, V, c. 1.801. La carta va dirigida a un Padre de Poli. Torcuato era el primogénito de Lotario, que renunció a su primogenitura en favor de Appio, para dedicarse a las armas en Alemania en el ejército de España, durante la guerra de los 30 años (cfr. CASCIOLI, o. c, pp. 168-170). Es interesante notar que toda la familia Conti militó en los ejércitos de España. Lotario y su hermano Appio II empezaron su carrera militar en Flandes, el segundo al servicio de D. Juan de Austria y de Alejandro Farnese, quien al morir le confió el mando general del ejército, pero Appio renunció a este honor. Torcuato e Inocencio, hermanos de Appio III, militaron por los Austrias en la guerra de los 30 años. Appio III estuvo también en España a las órdenes del Duque de Parma, Odoardo Farnese (cfr. CAS-CIOLI, o. c).
  74. Cfr. Epistolario, VI, c. 2.465.
  75. Cfr. Proc. Informativo, pp. 47-48. De este milagro habla el P. Caputi también en Notizie Hist., VI, XII, 4.", n. 208.
  76. Cfr. CAPUTI, o. c, n. 291. La misma Duquesa de Poli se lo contó al P. Caputi, que fue a Poli como capellán de los Duques, en septiembre de 1652.
  77. Cfr. CASCIOLI, o. c, p. 203. En la familia Conti abundaban los eclesiásticos, casi todos elevados al cardenalato. Un hermano de D. Lotario fue el Card. Carlos Conti, obispo de Ancona; D. Appio tuvo un hermano también cardenal, Juan Nicolás Conti, además de otro hermano sacerdote, otro jesuíta (P. Odón Conti) y tres hermanas monjas. Y otro hermano de D. Appio, llamado Carlos, cuyo hijo fue curado por intercesión de Calasanz, tuvo otros dos hijos cardenales, Miguel Ángel y Bernardo, el primero de los cuales llegó a Papa con el nombre de Inocencio XIII (cfr. CASCIOLI, o. c).
  78. Cfr. Proc, Informativo, pp. 43-58.
  79. Cfr. Pompeo LUTA, Famiglie celebri italiane, IV, Massimo di Roma, tav. VI (pp. 232-233).-Tommaso PASSERI, Arsoli ed i nobilissimi signori Massimo, Roma, 1874,-CECCARIUS, I Massimo, Roma, 1954.-Giovanni INCISA DELLA ROCCHETTA e Nello VIAN, Il primo processo per San Filippo Neri, Città del Vaticano, I (1957) p. 200, nota 556.
  80. Cfr. Proc. Informativo, pp. 60-71.
  81. Cfr. nota 11.
  82. «lo viddi quando andò al santo offitlo, andò con tanta quiete at allegrezza che restai stupito» (Proc. informativo, p. 69).
  83. lbid„ p. 60.
  84. Cfr. G. INCISA DELLA ROCCHETTA, o. c, testimonios nn. 47, 166 y 274. Depuso tres veces en el primer proceso y otra en el tercero (Ibld., IV, pp. 19-20).- Monumenta ignatiana, IV, II, p. 805.
  85. Cfr. ASV, Processus 2697, último cuadernillo sin numerar.
  86. Cfr. Reg. Cal., 14, n. 87; ASV, Processus 2698, ff. 69v-98v.
  87. Cfr. Hier. Cath., V, p. 220; LITTA, o. c, tav. V, p. 229.
  88. Cfr. SANTHA, P. losephus Fedele, en Eph. Cal., 31 (1962) 86-87,-PICAN-YOL, Generalato del P. Cosimo Chiara e del P. Giuseppe Fedele, en Rassegna, 17 (1951) 19-20. De los cuatro hijos varones que tuvo D. Pedro, excepto Giacomo, que fue eclesiástico, los otros tres militaron en Flandes en el ejército español, e inclu&o uno de ellos, Ángel, estuvo en el asedio y rendición de Breda (cfr. LITTA, o. c, tav. VI, pp. 232-233). El Cardenal Camilo de Massimi fue nuncio de España (1654-1656).
  89. Cfr. VIÑAS, ¡ndex bio-bibliographicus, I, pp. 83-84.-SANTHA, P. Camillus Scassellati, en Eph. Cal., 30 (1961) nn. 5-7.-PICANYOL, Generalati del P. Giovanni Garzia e del P. Camillo Scassellati, en Rassegna, 16 (1950) 13-22.-Epistolario, VH, página 376.
  90. «lo ho conosciuto visto praticato et sentito nominare per lo spatio di ventitré anni (al P. José de la Madre de Dios)» (Proc. Informativo, pp. 73-74).
  91. Ibid., pp. 72-128.
  92. Cfr. PICANYOL, L'eco, 1 (1945) 23-24. Ejemplares Impresos de esta oración fúnebre pueden verse en Reg. Cal., 14, n. 76; 49, IV.
  93. «l'ho conosciuto da 15 anni in qua con occasione che io servivo in loco... e con lui non ho avuto ragionamento che di salute» (Proc. Informativo, p. 132).
  94. Ibid., pp. 131-142. Su nombre consta en el acta oficial del sepelio (cfr. Reg. Cal., 14, 79-80). Una primera relación del milagro, hecho por Gamorra, la anotó Caputi en sus libros de milagros (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1.° y 4.°, n. 8).
  95. Cfr. Reg. Cal., 14, 87.
  96. Cfr. Proc. Informativo, pp. 146-148. De este prodigio tomó nota el P. Caputi y de él se hizo atestación notarial (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 4.°, nn. 10-11). Cfr. BAU, Biografía crítica, c. LXV, pp. 1207-1208.
  97. Cfr. Proc. Informativo, pp. 148-150; BAU, I. c.
  98. Cfr. Proc. Informativo, p. 156.
  99. Ibid., pp. 155-163. De ella habla CAPUTI en Notizie Hist., VI, XII, 1.°, n. 137; 4.°, nn. 138, 151; y BAU o. c. pp. 818-819.
  100. "Lo cominciai a conoscere quando ero putto et anco con occasione che sono andato alle scuole pie qualche poco tempo, et da quel tempo in qua per molti anni l'ho conosciuto, ma da quindici et più anni in circa con occassione che io medicavo della mia professione li Padri che si ammalavano per amor di Dio ho havuto occasione (di) praticare continuamente con detto Padre» (Proc. Informativo, p. 166).
  101. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., I, MI, nn. 162-211.
  102. Cocchetti dice que sus padres eran católicos (cfr. Proc. Informativo, p. 178) y es lógico suponer que él también lo fuera desde niño. Caputi, sin em-oargo, nos cuenta su conversión al catolicismo junto con la de su mujer, poco antes de salir de Londres (cfr. CAPUTI, o. c, nn. 196-198), y poco antes había dicho que Cocchetti «era venuto a Roma a tempo di Papa Paolo V per abbracciare la fede cattolica» (Ibid., n. 183) y para hacérsela abrazar a su mujer (Ibid., n. 185). Cocchetti dice en su deposición que su mujer murió de parto en Florencia (Cfr. Proc. Informativo, pp. 178-179), mientras Caputi dice que apenas llegó a Roma el Sr. Tomás «ando a trovarlo (a Calasanz) con la moglie e i figli» (Cfr. CAPUTI, o. c, n. 202).
  103. Al pasar por Florencia se encontró con un ex-embajador del Gran Duque de Toscana, que había conocido en la corte inglesa y fue este diplomático quien con una carta le recomendó al P. José Calasanz (cfr. CAPUTI, o. c, n. 202).
  104. Cfr. Proc. Informativo, pp. 179-80.
  105. Vistió el hábito el 2.11.1628; hizo sus votos solemnes el 3.11.1630; se ordenó de sacerdote el 10.VIII.1636 (cfr. Reg. Reí. 14, Catalogus Reí. 1617-1637, n. 253; Reg. Reí. 36, Memoria Defunct., p. 26, n. 5).
  106. «Il quarto parimente instruito con l'altri dui ultimi dal P. Generale nelle Scuole Pie...» (Proc. Informativo, p. 180). Caputi supone que Cocchetti sólo tuvo dos hijos y que los dos se hicieron escolapios (CAPUTI, o. c, n. 207). A uno le ilama Marcelo ya antes de salir de Inglaterra y al otro José. De Marcelo dice que fue un calígrafo excelente (Ibid., n. 191), y se confirma por el folio de su profesión solemne, escrito con letra magnífica (cfr. Reg. Reí. 72, fecha 3.11.1630). Al arte de escribir alude el Santo en la única carta que conservamos, dirigida o Marcelo (cfr. Epistolario, IV, c. 1634).
  107. Cocchetti dice que se hizo monje de S. Pablo. Suponemos que quiere decir de la abadía de S. Pablo extramuros, en Roma.
  108. He aquí las palabras del Santo dirigidas a Caputi: «Buttala via... non la voglio, perche era un herético, et ho da pigliare una cosa inventata de questo? non la voglio, buttala via, che prima voglio morire che pigliar questa cosa» (CAPUTI, o. e, nn. 210-211).
  109. Cocchetti dice: «mi trovai alla sua agonìa» (Proc. Informativo, p. 187). Caputi recuerda en su relación detallada sobre la última enfermedad y muerte del Santo, que Cocchetti le visitó el día 23 de agosto, dos días antes de su muerte (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., Ili, VI, n. 308). Y es inverosímil que Cocchetti asistiera a la agonía del Santo, pues ocurrió en plena noche, y sólo estuvieron presentes los religiosos de la Comunidad de S. Pantaleón (Ibid., n. 340).
  110. Con fecha 1 de marzo de 1649 escribe Caputi un informe sobre una gracia recibida por Cocchetti por intercesión del P. José (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, I, n. 98). En otro largo informe, escrito y firmado por Tomás Cocchetti el 27 de junio de 1650 y presentado el 29 del mismo mes, narra las atenciones tenidas por el Santo a su familia, especialmente a sus propios hijos y también las atenciones respecto a la desgraciada marquesa Bentivoglio y familia, de cuyo marido había sido nombrado albacea el Sr. Cocchetti (cfr. CAPUTI, o. c, VI, XII, 4.°, n. 200).
  111. Cfr. Proc. Informativo, pp. 208-209.
  112. Cfr. Epistolario, Vili, e. 4297.
  113. Cfr. Proc. Informativo, p. 210.-PICANYOL, L'Eco (1945) 1, pp. 15-16.
  114. Cfr. Epistolario, VIII, ce. 4543, 4547 y 4550. La carta del Consejo dei Reino de Aragón en PICANYOL, L'Eco, 8 (1947) 28-29.
  115. Cfr. Proc. Informativo, p. 224. Se han conservado tres cartas de Barber a Calasanz (cfr. SANTHA, Epistulae II, pp. 165-68).
  116. «Ulterius an fuerit unquam inquisitus, aecusatus, vel processatus de aliquo crimine, et quo, coram quo Judice, de quo anno et an semel vel plures et an sequuta sit absolutio, vel condemnatlo seu abolitici» (ASV, Processus 2696, folios añadidos al principio del volumen, sin numerar).
  117. Dice haber estado en las cárceles de Tordinona, Corte Savella y del Bn go (cfr. Proc. Informativo, p. 234).
  118. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist, VI, Xii, 4.°, n. 176.
  119. Cfr. una prolija narración de este milagro en BAL), Biografía crítica, c. LXVI, pp. 1220-1223.
  120. Cfr. Proc. Informativo, pp. 274-287.-CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1.°, nn. 66 y 112; 4.°, n. 292.
  121. Cfr. nota 11.
  122. El H. Lorenzo Ferrari en sus declaraciones procesales afirma: «di li se ne venne (el P. José) al Paradiso vicino al forno, et di li andorno alla piazza di S. Pantaleo nelle case de Signori Rosi et li si trattenne per molti anni» (Ibid. p. 595). Cfr. BAU, Biografia critica, pp. 286-287.
  123. Cfr. Proc. Informativo, pp. 290-291.
  124. Ibid., pp. 288-297.
  125. Ibid., p. 289 y Hier. Cath., IV, p. 331. Aquí se le llama «Mutius de Rosis (delle Rose)», pero Constancia usa siempre el apellido «de Rosis» y no «delle Rose».
  126. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1.°, nn. 113-116, 118-122.
  127. «mi sono trattenuto in detta casa che fu per spatio di sei mesi con occasione che il P. Giuseppe mi trattenne per farmi dipingere alcuni quadri» (Proc. Informativo, p. 313).
  128. Ibid., p. 319.
  129. Caputi le recuerda también en sus apuntes sobre milagros (cfr. CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 4.°, n. 269).
  130. Sus declaraciones ocuparon dos sesiones (Cfr. Proc. Informativo, pp. 297-319). Cfr. una larga cita procesal en BAU, Biografía crítica, pp. 820-822.
  131. «essendo il detto Padre stato in casa del Signor Card. Marco Antonio Colonna, che era mio zio cugino e cugino del Signor mio Padre, il signor Card. Colonna mandava II detto P. Giuseppe a visitare la signora Vittoria della Valle Gaetanai mia madre» (Proc. Informativo, p. 324).
  132. Ibid., p. 332.
  133. Ibid., p. 339.
  134. Ibid.
  135. Cfr. texto del P. Berro, traducido al español, en BAU, Biografía crítica, p. 1071.
  136. Cfr. ASV, Processus 2698, f. 241 r.
  137. «Il Signor Cardinale Biscia mio cognato», dice D.a Hortensia (Proc. Informativo, p. 343). (Cfr. Hier. Cath., IV, p. 20). De este cardenal dice Ciaconio: «Fa-miliam suam doctrina, sacraque purpura illustravit, illam tamen depauperavit, ac fortunae bonis spoliavit, quibus se in nova dignitate sustinere valeret» (CIACO-NIUS, Vitae et res gestae Pontificum Romanorum et S. R. E. Cardinalium, Romae, IV, 1677, e. 555). Cfr. también MORONI, Dizionario, V, p. 251.
  138. «Nell'Altare di S. Anna della sud.a Chiesa (de S. Pantaleo) è eretta una Congregazione per le Dame solamente sotto il titolo di d.a Santa, istituita sotto li 28 febraro 1640 dal Ven. P. Giuseppe della Madre di Dio nro. Fondatore unitamente coll'lll.me Sig.re Laura Gaetani ed Ortensia Biscia» (Dom. Gen., armario inferior, Libro Mastro, p. 6). Sobre esta Cofradía hay otros volúmenes en Dom. Gen., nn. 43-47. A ella pertenecían generalmente las damas de la aristocracia romana.
  139. Cfr. Proc. Informativo, pp. 321-322, 337. De ambas escribe CAPUTI en Notìzie Hist., VI, XII, 4a, nn. 199 y 284.
  140. En los Procesos se le llama Noberano (Cfr. Proc. Informativo, p. 357); en el Catalogus Religiosorum 1617-1637 (Reg. Reí. 14, n. 140) y en Memoria De-funct. (Reg. Reí. 36, p. 64) cambia en Noberascio; en el documento de su profesión solemne (Cfr. Reg. Rei. 72, fecha 25.XI.1626) escrito por él mismo, se lee Noberasco. Y esta versión es la más atendible, por ser la del interesado.
  141. Cfr. Epistolario, III, c. 1053 con el comentario (pp. 429-430).
  142. Véase este detalle: «esso (Calasanz) ancora che Generale veniva spesse volte in cucina et mi aiutava a lavare li piatti» (Proc. Informativo, p. 358).
  143. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., I, III, n. 156.
  144. lbid. El P. Berro atribuye tanto la aparición de S. Francisco y multiplicación de la torta, como la iniciativa de recordar a la Comunidad la Pasión del Señor al terminar las comidas, al H. Juan Macario de S. Carlos y añade que «era comune voce per tutta la Casa di S. Pantaleo, quando io vi gionsi in Roma del 1624» (BERRO, Memorie Hist, I, I, f. 49v). Dice además Berro respecto a la costumbre de recordar la Pasión en el Refectorio: «dai 1623 in qua sempre io l'ho visto usare nelle nostre case» (lbid. f. 50r). El P. Berro es siempre mucho más exacto en fechas que el P. Caputi, y en este caso las fechas aducidas excluyen la posibilidad de atribuir aquellos hechos al H. Noberasco, que vistió la sotana escolapia en Genova el 29 de septiembre de 1624 y pasó luego a Messina en donde hizo sus votos solemnes el 25 de noviembre de 1626 (cfr. Reg. Reí., 14, n. 140), y por consiguiente no estaba en Roma cuando ocurrió el prodigio. El H. Macario, sin embargo, tomó el hábito religioso el 23 de julio de 1617 e hizo su profesión solemne en Roma el 7 de abril de 1624 (lbid. n. 14). Y la atribución de los hechos al H. Macario se corrobora porque a pesar de llamarse Juan de S. Carlos, todos le conocían como Juan «de la pasión del Señor», como lo hace notar su nota necrológica: «Fr. Joannes a S. Carlo, dictus a Passione Domini ob singularem in eam devotionem» (Reg. Reí., 36, p. 30). La tradición hagiográfica de la Orden ha ciado fe a Berro y no a Caputi, atribuyendo los hechos al H. Juan Macario (Cfr. JERICO, Varones insignes, pp. 139-141.-E. LLANAS, Escolapios insignes, I, pp. 487-489.-Declaración sobre la Espiritualidad Calasancia. Notas., nota 94, pp. 128-130).
  145. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., I, III, n. 555.
  146. Cfr. cita de Caputi en Epistolario, III. p. 430.
  147. Cfr. Proc. Informativo, p. 383.
  148. Ibid., p. 387. Cfr. también CAPUTI, Notiaie Hist., VI, XII, 1.°, nn. 69 y 70.
  149. «mi diceva Felice mio marito che era stato suo scolaro, che li dava inchiostro carta e penne non solo a lui ma a tutti li scolari che ne havevano bisogno» (Proc. Informativo, p. 394).
  150. Ibid., pp. 384-389.
  151. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist, III, VI, p. 50; VI, XII, 1.°, n. 69. El P. Fedele Io afirma en su deposición en el proceso apostólico ne probationes pereant (cfr. ASV, Processus 2698). Cfr. también BAU, Biografia crítica, pp. 846-849, 1165.
  152. Cfr. Proc. Informativo, pp. 398-442. De él hemos hablado en la nota 82 del cap. I.
  153. Cfr. PICANYOL, Le Scuole Pie e Galileo Galilei, pp. 60-72, 107-108.
  154. Cfr. Reg. Serv. 60, 1.-Epistolario, VI, p. 444.-L'Eco, 13-14 (1949) 41.- Eph. Cal., 8 (1939) 90-91.-José JERICO, Varones insignes, lib. IV, c. VIII.-LLANAS, Escolapios Insignes, II, pp. 160-166.-SANTHA, Epistulae II, pp. 565-612,- El P. Berro escribe de él: «Fu religioso di grande mortificatione, di gran cognltione del proprio niente e sua nlchileitá. Non solo huomo di oratione, ma di contem-platlone ancora, et haveva ottenuto da S. D. M. il dono delle lacrime In molta abbondanza. Fu zelosissimo dell'Osservanza Regulare e della S. Povertà regulare amicissimo, et nelle persecutioni e travagli patientissimo, come anche dell'Istituto. delle Scoule Pie e sua purità zelantissimo» (BERRO, Memorie Hist., Ili, II, e. 25).
  155. Cfr. Proc. Informativo, pp. 443-473.
  156. Cfr. Proc. Informativo, pp. 475-476. Sobre la común actividad de Calasanz y Boronzio en la Cofradía de los XII Apósteles cfr. SANTHA, De Sanctí Fundatoris nostri in Archiconfraternitate SS. XII Apostolorum praesentia et opera, en Eph. Cal., 27 (1958) 183-84, 187.
  157. «da che lo lo conosco, che è più di 44 anni...» (Proc. Informativo, p. 506). Esto dice en 1652, y 44 años antes, es decir en 1608, las Escuelas Pías estaban en el Palacio Mannini (1605-1612) (Cfr. BAU, Biografía Crítica, p. 286).
  158. «erano stati da me quattro de suoi religiosi per havere li conti delli denari che havevo prestati al P. Generale, et vi era venuto a pigliare il P. Jacomo come solevo fare spesso et imprestarli conforme li bisogni della religione» (Proc. Informativo, p. 497, según la versión correcta del original vaticano).
  159. «Con questa occasione li ho parlato molte volte, tanto de negotii come de conferentie spirituali» (Ibid., p. 494).
  160. Ibid., pp. 496-499.-Cfr. BAU, Biografia critica, p. 839.
  161. Ibid., pp. 502-504, y BAU, o. e, p. 840 y 1170.
  162. Cfr. nota 32 del cap. 1.
  163. «io ancora credo havere fatto alcune scritture sopra queste materie... in quelli anni che cominciò a farne il trattato et all'hora era prete secolare» (Proc. Informativo, p. 516).
  164. Ibid., p. 516. Ocupa el n. 22 en esta lista de testigos.
  165. Ibid., pp. 515-525.
  166. «lui stesso mi ha dato l'hablto» (Proc, Informativo, p. 528J.
  167. Cfr. Epistolario, V, c. 2266; VI, c. 2504; Vil, c. 3065.
  168. Ibid., V, ce. 1775, 1802, 1809, 1815, 1816, etc.
  169. Sus deposiciones llenaron ocho sesiones, siendo su declaración la más extensa de todo el proceso (Cfr. Proc. Informativo, pp. 526-540, 580-627).- Cfr. otras declaraciones hechas por el H. Ferrari al P. Caputi y a los PP. de S,. Pantaleón en CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 4.°, nn. 243-246, 286.
  170. Cfr. Proc. Informativo, p. 542 y Reg. Reí. 14, n. 398.
  171. Cfr. Proc. Informativo, p. 542.
  172. Ibid.
  173. «Questo fu mio compagno in Roma da venti e più anni e per esser stato copagno del nostro V. P. Gioseppe della Madre di Dio nostro Fondatore molti anni mi diede notitia di molte cose del d.o Venerabil P. delle sue attiont e vita» (CAPUTI, Notizie Hlst., I, II, n. 4).
  174. «Satis probus et magnae exemplaritatis, nostrique Instituti amantissimi (sic), quod per annos triginta exercuit» (Reg. Reí. 36, p. 63).
  175. «mi sono vestito per fratello e fratello voglio morire e non voglio andar all'infierno per esser sacerdote» (CAPUTI, o. e, n. 300).
  176. Cfr. Epistolario, V, e. 2219; VI, e. 2823; Vili, e. 3956.
  177. lb¡d.. V, e. 2229.
  178. Cfr. Proc. Informativo, pp. 564-569.-CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1.V nùmero 124.
  179. Cfr. Proc. Informativo, p. 572; «Sgr. Pietro Prignani medico delle Scuole Pie e dell'Ospedale di S. Giovanni Laterano» (CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 4.°, número 85).
  180. Cfr. Proc. Informativo, pp. 572-73.-CAPUTI, Notizie Hist., Ili, VI, pp. 88 ss.-BAU, Biografia critica, pp. 1185, 1196-97.
  181. Cfr. Proc. Informativo, pp. 571-578,-CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 4.°,. nn, 85, 147.
  182. «la cognitione che ¡o ho avuto del Padre è stato per la fama della sua santità dalla quale allettato io più d'una volta sono andato a vederlo alle Scuole Pie ma io non li ho mai parlato che mi ricordi ma per questa fama io me li sono affettionato et li ho portato sempre devotione et ciò da sette anni in qua» (Proc. Informativo, p. 629).
  183. Ibid., pp. 630-633,-CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1." y 4.", n. 109.
  184. «io sono stato alle scuole dell'anno 1619 o 1620 nella casa di San Pantaleo et con lui ho parlato moltissime volte» (Proc. informativo, p. 636); «il Sigr. D. Domenico Cerruti Arciprete di Genzano... il quale andava nelle Scuole Pie e proprio nella scuola del P. Gasparo Dragonetti» (CAPUTI, Notizie Hist., VI, XII, 1.°, n. 102); «D. Domenico Cerruti Arciprete di Genzano antico amico e discepolo del P. Gioseppe della Madre di Dio» (Ibidem., n. 67).
  185. Cfr. Proc. Informativo, pp. 636-643.
  186. «Nella detta città di Nichelsburg (sic) dell'anno 1635 verso l'ultimo di maggio o principio di giugno vista quella Religione novitia in detta città et domandai dell'Istituto e della bontà del Fondatore che era il P. Giuseppe Calasantio» (Proc. Informativo, p. 645). No parece, pues, exacto el P. Santha, al decir que Judiski conoció a los escolapios en Straznice en 1639 (cfr. SANTHA, Epistulae, I, p. 610, nota 1).
  187. «messomi dunque in viaggio dell'anno 1635 del mese di maggio...» (Proc. Informativo, p. 645). Después de detenerse en Padua y Loreto llegó a Roma y fue a ver al P. José varios días seguidos. Y recuerda: «in quel tempo si era trasferita la festa della Santissima Annuntiata che fu di lunedi dopo Pasqua dell' anno 1636» (Ibid., p. 648). Exactamente la Anunciación fue aquel año el martes de Pascua. Pero desde 1634 a 1640 el único año en que fue trasladada la fiesta de la Anunciación fue en 1636 (Cfr. CAPPELLI, Cronología, Cronografía e calendario Perpetuo).
  188. Dice jque fueron el último año del pontificado de Urbano VIII y los dos primeros de Inocencio X (Cfr. Proc. Informativo, p. 652).
  189. El Breve lleva fecha del 16 de marzo de 1646 (cfr. Epistolario, IX, pp. 216-220).
  190. «Condolendomi io seco esso allegrissimamente mi rispose che prudentissimamente haveva fatto nostro Signore a fare quel breve et molto più a levarli la carica del Generalato sotto il prudentissimo giuditio del quale con sommo giubilo si supponeva» (Proc. Informativo, p. 660-662).
  191. Ibid., p. 561.
  192. Ibid., pp. 643-666.
  193. Cfr. cuatro cartas escritas por Judiski a Calasanz y las relativas notas biográficas en SANTHA, Epistulae I, pp. 609-616.
  194. Su apellido Salazar viene italianizado en el Proceso, llamándosele «Sanaz-zaro» (Cfr. Proc. Informativo, p. 670). En el documento autógrafo de su Profesión Solemne se llama a sí mismo «Petrus Franciscus a Matre Dei In saeculo Petrus Salazaris Neapolitanus» (Cfr. Reg. Reí., 72, fecha 6.X.1630).
  195. «Al secolo mi chiamai Pietro Sanazzaro figlio di Don Alfonso Sanazzaro napolitano et il mio Padre serviva iI Re in differenti governi et viveva delle sue: entrate» (Proc. Informativo, p. 670).
  196. Ibid.
  197. Cfr. Reg. Rei. 36, Memoria defunct., p. 44.
  198. «El Señor duque de Montalto al presente Virrey en este Reino y mi señora la duquesa su mujer an echo eleción de nosotros por confessor» (Carta del P. Salazar al Santo, fechada en Caller el 7 de julio de 1645, Reg. Cal., 17. 'Sardegna', n. 12).
  199. Cfr. Epistolario, IX, pp. 54-55, 255-256.
  200. Cfr. Proc. Informativo, pp. 670-686.
  201. Ibid., p. 687.
  202. Ibid.
  203. Cfr. CAPUTI, Notizie Hist., II, nn. 215-237; y nota 68 del cap. I.-Epistolario, Vil, p. 218.-SANTHA, Epistulae II, pp. 446-452.
  204. Cfr. Proc. Informativo, pp. 686-702. Se conservan cuatro cartas del Fundador dirigidas al P. Bottiglieri (Cfr. Epistolario, IX, p. 249).
  205. En la cubierta del Proceso original Super non cultu se lee la siguiente nota, escrita con caracteres corridos que contrastan con la elegancia del título: «Consignatus in Actis Sac. Rit. Congr.nis per D. Innocentlum Meula de ordine E.mi Vicarii die 7 augusti 1654. Ita est. Jacobus Justus Sac. Rit. Congr.nis nota-nus» (ASV, Processus 2697). Y en la correspondiente al proceso, Informativo diocesano original se lee igualmente: «Die 7 augusti 1654. Consignatus in Actis Sac. Rit. Congr.nis per D. Innocentium Meula de ord. Em.mi Urbis Vicarii. Ita est. Jacobus Justus notarius» (ASV, Processus 2696).