Escatrón (ES) Intento de fundación

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Datos

Demarcación Aragón

(1767)

Historia

El 21-4-1707 hizo testamento el Dr. D. Miguel Ignacio Redorad, alcalde del crimen en la real audiencia de Zaragoza. El extenso documento de treinta y seis páginas se conserva en el archivo provincial de las Escuelas Pías de Aragón. En su testamento, muy elaborado y minucioso, dona sus bienes para la fundación de un colegio y congregación con seis capellanías en la iglesia de San Francisco Javier y San Felipe Neri de Escatrón, villa de unos 500 vecinos, en la provincia de Zaragoza. Los capellanes tienen la obligación de celebrar las misas establecidas, predicar misiones y enseñar la doctrina cristiana a los muchachos y gentes de la zona. Pasados sesenta años, quedaba sin cumplirse el testamento. Un intento de los párrocos en favor de los jesuitas fracasó, por oponerse a la idea el abad de Rueda, que era Señor de la villa. En 1766 la misma villa y el abad quisieron que fuesen los escolapios. Era Provincial el P. Feliciano Molina. Por estar ocupado en la visita a la Provincia, encargó el asunto a su Asistente, Cayetano Ramo. Acudió éste al Procurador de Aragón en Madrid, Juan Crisóstomo de San Miguel. Pero como tardaba en responder, acudió el 17-2-1767 al P. José Jericó, ex-asistente general y residente ahora en la corte. Expone con mucha claridad toda la cuestión, aduciendo razones en favor y en contra. La dificultad mayor la encuentra en el obispo, que se opone a las fundaciones y dice, incluso, «que la de Sos fue una especie de milagro, y que sólo la autoridad del señor Jaz pudiera haberla llevado a efecto». El P. Ramo propone este plan al P. Jericó: no meter ruido, hacer ver que no se cumple la mente del fundador y suavizar el ánimo del obispo, don Luis García Mañero, opuesto y de mal genio, con algunas cartas de personas autorizadas de Madrid. El P. Jericó cree que «ante todo se capitule con los que deben convenir en esta dependencia». Pero Ramo insiste en las cartas «de empeño» el 3 de marzo: unas de Madrid y otra del abad de Rueda, que él conseguiría; porque el obispo «es un señor que quiere no se le falte en nada, y de meter la mano en todo». No se sabe qué contestó Jericó, que tuvo la buena idea de conservar las cartas de Ramo. Parece que ante las dificultades reales, se desistió de la fundación.

Bibliografía

Redactor(es)

  • Dionisio Cueva, en 1990, artículo original del DENES I